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domingo, 21 de junio de 2015

Luis León: "Debate del Proyecto de Ley de Reordenamiento Sindical" (14 y 15 de marzo de 1984)

Sr. Presidente. - Tiene la palabra el señor senador por el Chaco.
Sr. León. - Señor presidente: siempre pensé que la mejor manera de manifestarse una nación era a través del régimen parlamentario. El debate de esta noche justifica totalmente mi convencimiento: el Parlamento esta dando un alto ejemplo para esa democracia por la que la Republica y seguramente muchos argentinos están bregando.

Debe ser definitivamente cierto que los argentinos estamos buscando una nueva sociedad, una nación integrada, con prestigio. Para nosotros la democracia es una idea cultural, y en nombre de ella la Unión Cívica Radical ha tenido en este contexto el coraje de lanzar este debate a la Republica.

No estamos en 1916, cuando Yrigoyen puso el genio de su sentido social para arrancar de la tierra y del alma de nuestros hombres una actitud transformadora. No estamos en 1945 o 1946, cuando Perón intento hacer un poco mas de justicia de abajo hacia arriba.

Estamos en la Argentina de 1984, en una republica por primera vez rendida incondicionalmente a las fauces de la piratería internacional. La Argentina de la inmigración se transformo en un país con un alto porcentaje de emigración. Entonces nuestro desafío tiene características especiales.

De ahí que la elección que acaba de vivir el país haya tenido una densidad distinta a la de cualquier otra. En una republica que funciona normalmente, un resultado marca la derrota de un partido por otro partido o la de un hombre por otro hombre. Pero la elección que paso debe tener el símbolo de un pueblo rescatando el sistema de su vida y de sus libertades.

Quien llega al poder en esta circunstancia no b hace para aplicar la política de un partido. Asume el gobierno para instaurar una concepción nacional. Este es el sentido que para nosotros tiene la ley que estamos considerando.

No quiero recoger algunos conceptos que aquí se han vertido. Mucha gente sabe que he tratado junto con los demás integrantes de nuestro bloque de elaborar una síntesis. Vivimos en un país en el que cada uno se ha equivocado algo. Nos han acusado de cosas que nunca hemos hecho, sentido o practicado; entonces, es mejor dejar pasar de largo estas acusaciones para no enredarnos en las lianas que deformarían la actitud del gobierno en este tenia.

Queremos ser socios de la liberación nacional, por este motivo hemos considerado como prioridad la recuperación del campo gremial. ¿Saben por que? Porque el movimiento trabajador tiene que ser nuestro aliado en atropellar las torres del privilegio.

Por eso queremos que los sindicatos se reorganicen; entonces, cuando tengan legitimidad -como nosotros la tenemos- le diremos a America entera que hemos recuperado la fortaleza de un pueblo que mira hacia abajo pero que intenta salir de los espasmos de sus viejas frustraciones para elaborar una historia mucho mas fecunda.

Esto nos obliga a ser humildes, a custodiar silenciosamente nuestras diferencias, a eliminar las sospechas de trampas que podamos tendernos, a comprender que a la vuelta de la esquina no nos espera el partido sino una nueva Nación que tenemos que reelaborar casi íntegramente.

Tenemos la responsabilidad de legislar para todos los argentinos. Aquí se ha dicho que en algunas oportunidades todos reclamamos valores mas o menos importantes. Yo estuve en la plaza de Mayo el 30 de marzo de 1982. EI partido nunca dejo de votar históricamente una ley que sirviese al mejoramiento de los sectores de trabajo. ¿Que ley represiva voto alguna vez la Unión Cívica Radical? Esto fue aclarado debidamente por los señores senadores integrantes de mi bancada y, especialmente, por el señor senador Napoli.

El señor senador Vidal nos ha acusado de intervencionistas; pero yo me pregunto, ¿a titulo de que formula esa declaración? Yo vote la ley 14.455, pero no la sancionada durante el gobierno de 1958, que en diciembre de ese año instituyo tribunales militares para juzgar a los huelguistas. Es la única vez que me meto de rondon en el pasado, porque hay una historia que esta escrita, que nos duele, que esta abierta, llena de heridas, dolores y violencia. ¿Y para que serviría en nosotros si vamos a meter la mano en las heridas y la violencia, sin pensar que tenemos que recrear un mundo de paz?

Ahora tenemos que avanzar. Estoy de acuerdo, señor senador Saadi, en que no tenemos que confundir nuestros objetivos ni nuestros adversarios. Hay que sacar al país de la jungla, pero tal vez haya que decir que si en este desafío de la comunidad organizada de los argentinos los grupos intermedios adoptan comportamientos represivos, provocaremos reacciones que si no i :n perversas serán negativas, casi lamentables. Y si los grupos sociales y políticos actúan armonizando estrategias, que es lo que quiere el radicalismo para encarar su responsabilidad frente a los factores internos y a los externos que aquí se han mencionado, seguramente vamos a escribir entre todos una historia mucho mas inteligente.

Tenia, por supuesto, notas para otro tipo de discurso. Pero todo se ha hecho largo y mucho ha sido dicho muy bien por otros señores senadores, cada uno desde su ámbito.

Se hizo incluso el racconto de aquellas luchas que empezaron a mediados del siglo pasado, en los organismos de la resistencia y del anarquismo. Hubo obreros en la revolución del 90, y desde allí pasamos por las federaciones obreras hasta llegar a las estructuras de la CGT. Y aquí, en nombre del radicalismo, tenemos que hacer una concitación humilde frente al pedido de algunos señores senadores para que cumplamos nuestro proyecto y nuestro programa. Hay que unir a los sectores sindicales, y por eso proponemos esta ley, porque solo la legitimidad y la democracia que respeta al otro hombre en el seno del propio sindicato van a gestar esa unidad que no es el unicato.

Celebro que ahora la CGT este unida para hacer los reclamos de esta libertad que vive la Republica, pero hubiera sido mejor que ahí nomás, a la vuelta de la esquina del proceso, no hubieran ido algunos del brazo del tirano a la OIT en Ginebra. Así no hubiera habido 62, ni 25, ni 8, ni 20, ni 32, sino una sola fuerza. Cuando se hizo esa primera protesta y huelga que mencionaba el señor senador Saadi, la CNT pidió públicamente por las radios de la dictadura que los trabajadores fueran a trabajar.

Nosotros respetamos a todos pero queremos esta especie de blanqueo que marca una ideología convencidamente social en la estructura de los hombres de trabajo. Lo que hay que hacer lo tenemos que hacer los convencidos, y no algunos arrepentidos que anduvieron bastante tiempo en el faldon del régimen falaz y descreído. (Aplausos en las galerías).

La génesis del derecho esta en la realidad y esta ley se inserta en esa pretensión totalmente falible, por supuesto, de meternos en la realidad del reclamo de nuestro tiempo. Esta ley busca elecciones; se nos ha criticado, pero yo tengo acá la propuesta que recibimos del justicialismo por la que aceptamos la participación de las minorías y lo que iba a pasar con los sindicatos de mandato prorrogado. Como ya se dijo, estuvimos cerca.

Yo no entiendo mucho cuando me dicen que la participación de las minorías en los sindicatos puede restarle eficacia a su acción política. Es como si yo pensara que la presencia de las minorías en esta Cámara podría quitarle eficacia a la acción política del Parlamento de la Republica. (Aplausos en las galerías).

Se hablo de que la Iglesia establece que el Estado no puede meterse en el sindicato, pero la propia Iglesia como aquí se menciono, en la manifestación episcopal del 3 de agosto de 1979 -aquí cada uno uso un poco lo que le convenía de esa declaración de los obispos y yo voy a usar la parte que me corresponde (visas)-, en el punto de legislación., se dice que, como muchos otros derechos, también el de asociarse sindicalmente ha de ser reglamentado por la autoridad publica. En la parte de autonomía sindical, aclara la Iglesia que la unidad no debe confundirse con el unicato sindical ni la pluralidad con la atomización sindical. En el punto de acción política se señala que las asociaciones sindicales pueden pronunciarse y actuar en relación con la política social y económica, pero no actuar en política partidista ni reivindicar directamente a un partido político.

Nosotros queremos que los hombres de los sindicatos se metan en los partidos políticos.

Es deseable que los hombres militantes, los activistas de los sindicatos y las asociados lleven a la vida de los partidos una pretensión de mayor justicia y de mejor distribución.

Lo que no queremos es que con los fondos de los sindicatos se paguen las boletas de los partidos políticos. (Aplausos en las galenas).

La Iglesia establece que se ha de evitar cual- quier forma de opresión sindical sobre los mismos trabajadores, paternalismos, caudillismos o exageración de la disciplina sindical.

Todos estamos de acuerdo con esto, por que ustedes han dicho una parte y yo he mencionado otra. Todos estamos buscando la libertad sindical y la unidad, que es fundamental para nosotros.

Se hablo del intervencionismo, pero lo plantea tan inteligentemente nuestro colega, el senador Celli, que debo pasar por alto las ideas que pensaba decir sobre este punto y muchas otras que también he acumulado a lo largo del debate.

Entiendo que este proyecto de ley, señor presidente, intenta preparar y unir a los que tienen que combatir por ellos mismos.

Comparto las preocupaciones de los amigos de otras provincias que han hablado sobre la pobreza y la miseria. Yo también veo en mi provincia por las rendijas grandes de los ranchos chicos mucha tragedia, y tal vez en ese momento comprenda uno la trascendencia que puede tener militar en política, con ese formidable sabor humano.

La Unión Cívica Radical podrá disentir con algunas opiniones, pero históricamente ha expresado su solidaridad con las grandes causas de nuestro pueblo.

Aquí se hablo de la Constitución del 49 que no contemplaba el derecho de huelga y, también de la reforma constituyente del 57, que si contemplaba el derecho de huelga.

A esta altura me permitiré tomar una actitud un algo personal. Aquí tengo el diario de la Convención del 57, en donde presente el proyecto del fuero sindical, que se estableció en el nuevo articulo. Yo lo estimo, amigo Britos, pero nunca más nos diga que los radicales creemos que todos los obreros son subversivos. (Aplausos en las galerías).

Para mi el fuero jerarquiza el derecho de huelga.

Creemos en este articulo; desde el 57 todas las huelgas son constitucionales porque el radicalismo las constitucionalizó; al mismo tiempo, es necesario aclarar, en lo que se refiere a la estabilidad del empleado publico, que muchos han peleado ese derecho porque el radicalismo lo inserto en la Constitución.

Comprendemos que una revolución conmueve al mundo, que se están muriendo un poco las ideologías y que esta comenzando a caminar la de una mayor justicia. Por eso, el Papa es el gran líder de nuestro tiempo. Ni Andropov, antes de morir, ni Reagan, han podido convocar, en nombre de la hegemonía de la fuerza, a las multitudes que convoca el Papa en nombre de la pretensión de una justicia mayor para el hombre.

Nosotros, los radicales, queremos sindicatos con Dios y sin transigencias peligrosas con los dioses del egoísmo. Esto exige una voluntad política. Tampoco queremos transigencia con algunas patronales del lucro puro, del capitalismo sin corazón.

En el debate sobre los derechos humanos dije que de nada servia teorizar respecto de un orden jurídico perfecto de respeto a la libertad de la gente, si descubríamos que lo que un hombre tira en un tacho de basura para otro hombre es un manjar para su hambre y un alivio a su intemperie. Este es el sentido que quería dar a los sectores de trabajo organizado, que deben ser símbolos de una revolución que debe aterrizar en la Argentina.

Y nadie puede afirmar -lo digo respetuosamente, lealmente-que el radicalismo, desde su Poder Ejecutivo hasta nuestro Poder, haya perdido esta aspiración porque, en estos noventa días de gobierno, tal vez no hayamos podido vencer a esta especie de "molinos de viento" de la "patria financiera". Cuando pongamos las cosas en marcha, seguramente podremos atropellar mas, por eso no hay que equivocarse. Pretendemos ser una especie de tábano contra todas las desigualdades. Esta estructura del trabajo organizado debe comenzar a pelear por la igualdad definitiva de posibilidades y de calidad de vida de los argentinos. Los políticos, la juventud, o los dirigentes gremiales no podemos dejarnos tentar por las llamas sensuales del capitalismo periférico que modifican nuestra actitud cultural. Demasiado mal han hecho ya a la Argentina los civiles y militares que se sirvieron de la acumulación. No hay abismo en nuestro pluralismo. No debe haberlo. Quedo demostrado esta noche. y no es una aventura decirlo, que un alto porcentaje de coincidencias puede presidir nuestro destino en busca de una nueva historia. Esta es nuestra pretensión. Se que es difícil, pero tenemos que intentarlo.

Todavía hay mucha gente mancomunada de nuestra concepción social. Hay hombres que han hecho de sus mentes una especie de bastilla cerrada y han clausurado sus ideas en egoístas cavernas donde no penetran los ecos del trío, del dolor ni de la intemperie.

Que Dios ilumine y cambie a estas minorías. Pero no podemos detenernos a esperarlas.

La revolución no espera. El relámpago anuncia la tempestad. ¿Por que se realizo la revolución francesa? Porque el progresismo y las ansias de libertad se paseaban por las calles de Paris. Advertimos que pasea por las calles de la Argentina un sentimiento de madurez social y de voluntad política uniforme.

Intentamos poner esto en marcha. No se si nos equivocamos en algo, pero ¿quien no se equivoca alguna vez? Perón fue el primero que militarizo a los obreros, y yo no tendría derecho a decir que el conspiro contra la clase trabajadora. Seguramente, también nosotros nos equivocamos alguna vez, pero nadie tiene derecho a ubicarnos en una actitud contra la clase trabajadora argentina. (Aplausos).

Tenemos que trabajar para cortar las cadenas de la deformación que tiene nuestro país.

Quiero que nos crean. Sena bueno que nosotros pudiéramos mejorar la credibilidad en la alta responsabilidad de mayoría, que puede ser coyuntural, como decía el senador Martiarena al decir que el justicialismo es el partido mas importante en lo popular y lo nacional. Es una idea, pero por ahora hay que aprender a ganar y a perder. Nosotros, la Unión Cívica Radical, perdimos muchas veces y seguimos trabajando. Ahora nos toco ganar y vamos a demostrar al país que sabemos ganar y tener el empuje necesario para realizar la transformación que la Republica esta esperando. (Aplausos).

Quiero y pretendo, de corazón, que nos integremos para que esta extranjería de que aquí se hablo, que nos compra y se abraza con los criollos que nos venden, quede notificada de que en la Argentina de mañana solo los pillos van a estar en la cárcel y que solo lo nacional debe custodiar nuestra historia.

Queremos un sindicalismo sin burócratas y un orden democrático custodiado por los demócratas. Deseamos dirigentes de abajo hacia arriba que lleguen del brazo de sus compañeros y no del brazo de los tiranos. Si sindicalismo es la asociación de hombres de un mismo oficio que quieren luchar por los mismos derechos, defendiendo las mismas causas, y gozar o sufrir con la misma humanidad, ahí estamos nosotros.

Respetamos mucho a quienes integran los bloques provinciales de las minorías y la mayoría relativa de este Senado. Respetamos a todos. No pretendemos, en esta etapa de nuestro triunfo en que tenemos que integrar a la Nación como conjunto, hacer peronismo al revés en los sindicatos. Queremos hacer nacionalismo al derecho.

Queremos recoger lo bueno del justicialismo, lo bueno de los partidos provinciales, pretender que recojan de nosotros lo que podamos tener de saludable para, en esta nueva historia y todos juntos, enmendar los errores del pasado y poner en marcha la Nación postergada.

Hay que ir a la síntesis. El sindicato tiene una función política pero no debe incursionar dentro de los partidos. El gremio es de todos y cada trabajador tiene y vive sus propias ideas. Esto conspira contra la unidad si no se actúa dentro de ellos con decencia y con docencia democrática.

El gobierno anuncio ya la reimplantación del instituto del salario vital, mínimo y móvil, y juntos hemos votado alguna disposiciones que están tratando de elaborar una sociedad mas ética, mas moral. Creo que el señor presidente de la Republica es el primero que esta preocupado porque no puede hacer seguramente todo lo que el suena, igual que nosotros. Pero piensa que tenemos todavía un "plafón" para intentar las respuestas que, si con seguridad las hacemos con generosidad, van a resultar mas útiles y patrióticas.

No quiero que la revolución informática nos pueda encontrar discutiendo quien controla un comicio. Hay que convencerse y pensar para siempre que los argentinos de la trampa y del fraude deben llenar las cárceles juntamente con los torturadores y los ladrones.

Nuestro campo es la libertad.

No podemos discutir las bases éticas de la Nación sin una escala de valores que nos resulte común. Yo suelo decir siempre que una Nación tiene dos pisos: en el piso de abajo nos ponemos de acuerdo sobre cual va a ser nuestra estructura jurídica, nuestra inserción internacional, nuestras costumbres, nuestra religión, nuestro pensamiento político, y recién cuando en ese piso tengamos la nación unida, solidaria, convencida y con consenso, vamos al piso de arriba y procedemos a la votación, y el que gana aplica las coincidencias obtenidas para poner en marcha todas las aspiraciones de la patria común. Eso es lo que pretendemos también de la estructura gremial.

Voy a formular una confesión que tal vez no resulte elegante. En estos momentos estamos convocando a elecciones en muchos gremios sabiendo que en algunos de el los vamos a perder y en otros a ganar; entonces, no se puede decir con seriedad a un partido que esta convocando a elecciones para perder, que realiza trampas.

Siempre pensé que los dirigentes políticos que presiden elecciones que pueden perder son grandes demócratas. A mi me convenció fundamentalmente Hipólito Yrigoyen, quien presidio las elecciones del año 30 en la Capital Federal y las perdió. Después lo echaron porque se convencieron definitivamente que era un demócrata que estaba tratando de insertar en serio un proyecto de emancipación.

Esta ley no vende al país, no mata de hambre, solo busca un rumbo. La Unión Cívica Radical pretende simplemente ejercer una responsabilidad, producto de su victoria, con la propuesta del proyecto de ley en consideración. Pero para ello no hay que insultarse y mucho menos ser soberbio o tener en la intimidad el valor absoluto de su idea.

Para este futuro que perseguimos es definitivamente imprescindible una organización sindical de raíz nacional, legítima y representativa. Es cierto que las grandes mayorías de nuestros sectores del trabajo responden a una concepción nacional y por eso siempre estuvimos también junto a esa estructura, nacional.

Aquí algún amigo, creo que el señor senador Sanchez, reconoció que tal vez también el justicialismo tenia que golpearse el pecho. Yo lo hago, y digo que es posible que en algún minuto de la historia no hayamos abrazado definitivamente la estructura gremial, porque reconozco que algún burguesito diablo se había metido en los niveles partidarios.

Para esto que andamos buscando debemos ir al fondo de la realidad, no correr por la superficie. Somos una Nación que no debería tener problemas, pero los tenemos. Todos los muchachos deberían tener libros y escuelas gratis. y no se los podemos dar.

Deberíamos estar seguros de que no hay desocupados, pero los hay. Por eso tenemos que cambiar para salir de la periferia y dejar de ser objetos; salir de la subordinación.
Intereses ajenos buscan sin duda seguir custodiando su seguridad y los sectores mas des- protegidos quieren alcanzarla mínimamente.

Hay que poner en marcha políticas solidarias. Esta escrito el pasado pero nos resta trazar el porvenir. Hay que unir a la Nación y esto será imposible si libramos batallas campales por tener sospechas entre nosotros. Si sospechamos de fraudes entre los políticos, entre los gremialistas, seguramente los únicos que van a celebrar serán los enemigos de la Nación y la oligarquía criolla, que pusieron al país en el mostrador del toma y daca con el imperialismo.

Me niego a que no podamos encontrar una síntesis para hacer esta ley en el más alto sentido del término. No será seguramente la Unión Cívica Radical la que no libere para arriba en términos de distribución de libertades. En nuestra historia es posible encontrar tácticas equivocadas, pero no estrategias de entregas ni persecuciones. Creo que era Mannheim el que decía que las crisis son expresión de un proceso de cambio o de desintegración.

Señores senadores: hagamos que la crisis actual de nuestra Nación sirva al proceso de cambio y no al proceso de desintegración. Esta ley debe ser una herramienta de justicia, debe servir a la paz social. Es posible que esto exija que los adversarios o enemigos de ayer seamos los aliados de mañana.

Las experiencias históricas de los pueblos no se pueden borrar ni ignorar. La Unión Civica Radical es un partido responsable y no vamos a actuar como si el pueblo argentino no hubiera experimentado un vertiginoso despertar de su conciencia social y política después de tantas dictaduras y poca Constitución.

Entre el inmovilismo de la usurpación histórica y las fuerzas del cambio, nosotros estamos hace tiempo con la revolución yrigoyenista. Esto exige custodiar- la tradición republicana. Creo en la síntesis, no en la polarización: esta puede ser una táctica.

Alguna vez nuestro enfrentamiento puede responder incluso a compromisos políticos, pero es parte del engranaje de la democracia. No exigiremos al punto de ir abrazados, pero en el afán de ir por el camino o por caminos paralelos debemos tratar de hacerlo de la mano para evitar que la polarización nos vaya alejando en el cumplimiento de nuestras altas responsabilidades. Estamos buscando que esto no suceda. Si volvemos a la polarización y la llevamos a los limites extremos de la agresión verbal, algunas minorías seguramente van a aparecer otra vez tratando de arrinconar- nos contra la historia en el abrazo infecundo de la pretensión de todas las violencias.

Nuestro pueblo tiene conciencia democrática. ¡Cuantas veces estuvo en las tinieblas sacudido por todas las deformaciones! Experimentamos el verticalismo del cuartel metido en la horizontalidad de nuestra sociedad triunfante, tendiendo a la Republica, torturando a la gente, escondido en la invisible actitud del que mata de hambre o mata de un tiro, o del que preside una sociedad de injusta distribución y saturada de injusticia.

Debemos compartir colectivamente las experiencias sectoriales. Para el muy rico la miseria no se ve. El muy pobre siempre ve la opulencia v la desigualdad. Por eso vamos en busca de la igualdad. Con esta ley perseguimos esta posibi- iidad de transformation.

La conducción anterior metía la mano en el bolsillo de los trabajadores. De la distribución del ingreso vigente en las épocas del justicialismo y del radicalismo, con un 48, 50 o 52 por ciento correspondiente a los sectores del trabajo, se paso a otra que otorgaba el 70 por ciento a los sectores del capital y el 30 a los del trabajo, con la circunstancia de que ni siquiera se trataba del capital que reinvertía y producía: era el capital que especulaba. Ayúdennos a derrotarlo. Una forma de hacerlo es recreando entre todos nuevamente la conciencia de que tenemos un compromiso con el pueblo, que nadie puede declinar.

Tenemos que aprovechar el haber vivido experiencias comunes. No debemos abrazarnos al tiempo sino a nuestra fe. No solucionaremos el drama de las nuevas generaciones sentados en la puerta de nuestra casa. Tampoco lo solucionaremos transmitiendo los odios heredados. Sin admitir el suicidio, debemos enfrentar nuestros problemas buscando soluciones con seriedad y una alta dosis de coraje moral.

Yo voy a votar la sanción que viene de Diputados y que integra la estrategia de nuestro bloque. La democracia exige custodiar lo que creemos verdadero. Creemos lealmente que las estructuras gremiales necesitan una oxigenación, una nueva conformación, modificar su morfología estructural, adaptarse a los tiempos y, por que no, incluso una actualización ideológica que nos ponga en la cresta de la ola de la reparación emancipadora. Hay que ir a un redimensionamiento funcional y abrazarse a una metodología que sirva a los nuevos tiempos. Además, tenemos que hacerles comprender a los sectores gremiales que todo su esfuerzo no debe estar orientado a una puja por el poder o por el ingreso. Tienen una alta responsabilidad nacional.

Dejando de lado algunos datos, quiero concluir mi participación en este debate recordando a un hombre que admiro mucho y que, como aquí se dijo, estuvo presente en la Convención Constituyente de Santa Fe: Crislogo Larralde. Parafraseando sus ideas creo que ha sido el sindicato, ha sido el gremio han sido los hombres del tiempo de las Utopías sociales, los filósofos populares de la economía y los incorruptibles y valientes dirigentes olvidados de las luchas sociales de todos los tiempos, quienes en defensa de los derechos del hombre demolieron las torres del privilegio y forzaron el paso a las nuevas formas de nuestra convivencia. Hoy también la democracia debe demoler los privilegios dentro de los partidos, de los sindicatos y de los cuarteles. Y el privilegio que nosotros entreguemos será el que recoja el pueblo para privilegiar a la Nación.

Señores senadores: estamos al filo de votar una ley que pueda tener gran trascendencia y que quisiéramos poner en marcha mañana.

La ley 20.615 es intervencionista; la 22.105 es peor; el convenio 87 de la OIT no interpreta a las mayorías del país, que no quieren sindicatos diversificados ni atomizantes.

Por eso pienso que a veces un minuto antes de la derrota -como decía Napoleón- aparece la victoria. Tengo que ser optimista y, en ese sentido voy a contar un hecho que tuvo lugar durante un debate realizado en este Congreso. En el año 1947 se votaban pactos que hacían a la soberanía y a la independencia de la Nación. El bloque del radicalismo estaba presidido por Ricardo Balbín. Fue un debate estupendo. El oficialismo era justicialista y votaba a favor, mientras que los radicales lo hacían en contra.

Después vendría la consideración del Tratado de Río de Janeiro, y nuestra bancada también voto en contra. Y esa noche Balbín termino su discurso diciendo: "Este es nuestro pensamiento. Nos oponemos a este despacho, pero esta es una ley nacionalmente muy importante. Si el señor presidente de la Republica -que era Perón- por razones de Estado cree que necesita que modifiquemos nuestro voto, será la Nación la que nos ordene". Esta es nuestra esperanza. (Aplausos en las bancas y en las galerías. Varios señores senadores rodean y felicitan al orador).










Fuente: Discurso del Senador Nacional por Chaco, Dr. Luis Agustin Leon, en el debate del proyecto de ley de reordenamiento sindical, Cámara de Senadores de la Nación, 14 de marzo de 1984.

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