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jueves, 11 de junio de 2015

Arturo Frondizi: "Si yo fuera Presidente" (23 de enero de 1958)

EL PARTIDO que llegue al gobierno el 1º de mayo deberá afrontar dos clases de problemas: los problemas propios de un país en desarrollo y los problemas artificiales creados por los intereses que intentan impedirlo o perturbarlo. El primer objetivo del nuevo gobierno será eliminar los factores provocados de perturbación y de atraso.

1. PAZ, SEGURIDAD Y ESTABILIDAD.
Los principales factores de perturbación son: la falta de convivencia pacífica, la falta de normalidad institucional, la inseguridad jurídica y -la inestabilidad económica. Por eso, nuestra primera tarea, si triunfamos, será terminar con las persecuciones políticas e ideológicas, asegurar el respeto a todas las ideologías y creencias y' hacer realidad efectiva los derechos y libertades proclamados en la Constitución.

En segundo lugar, habrá que restablecer las garantías jurídicas para todos: para las personas, los bienes y las instituciones. Hay que terminar con la arbitrariedad, con las amenazas constantes y el temor a las represalias. Tanto el hombre que trabaja como el hombre que invierte capital y el hombre que crea bienes espirituales o materiales, deben sentirse amparados y estimulados. Tiene que haber seguridad social para el trabajador y seguridad jurídica para el hombre de empresa. Sólo así hallará aliento y recompensa el esfuerzo creador, cualquiera sea el terreno en que se desarrolle.

En tercer lugar, habrá que imponer estabilidad en todos los órdenes, lo cual significa que los planes trazados puedan ser cumplidos. Esto vale principalmente para el gobierno, pero importa sobre todo a los particulares. Habrá que terminar con los cambios bruscos de orientación, los proyectos que no se cumplen y las iniciativas que mueren apenas se inician. Si no hay estabilidad, nadie se atreve a comenzar empresas de aliento ni se siente seguro. Sin grandes inversiones ni seguridad no hay progreso efectivo, no hay bienestar duradero, no hay realización nacional. En un clima de inestabilidad e inseguridad —lo estamos comprobando día a día—, sólo prospera el especulador, el usurero y el aventurero, cuyas actividades hacen más cara la vida y volatilizan el producto del trabajo nacional. Aspiramos a iniciar una era de paz, seguridad y estabilidad, para que la Argentina sea la gran nación que por sus hombres y su suelo merece ser.

2. DESARROLLO E INTEGRACIÓN NACIONAL.
Los factores de atraso que habrá que eliminar son algunos de larga data y otros provienen de la acción retrógrada de los intereses que están influyendo en el momento actual. Los factores tradicionales de atraso están vinculados a la presión conjunta del imperialismo externo y la oligarquía interna, que han tratado y tratan de mantener al país en la condición de mero productor de materias primas (trátese de la producción agropecuaria -que es el factor tradicional- o del petróleo y otras fuentes de energía, que constituyen los objetivos del más moderno imperialismo). El nuevo gobierno deberá desarrollar una política de signo nacional, que atienda exclusivamente a los intereses del pueblo argentino, cuya prosperidad y bienestar deberían ser meta final de todos los partidos.

Pero la acción inmediata del nuevo gobierno deberá dirigirse a conjurar los efectos de la política económico-social que se ha venido siguiendo. Esos efectos, que los propios hombres del gobierno provisional se han visto obligados a reconocer, se traducen en elevación desmesurada del costo de la vida, descapitalización nacional y creciente dependencia de determinados mercados exteriores, con mengua de nuestra soberanía y de nuestras posibilidades de desarrollo.

El nuevo gobierno deberá cambiar totalmente el signo de la actual política económica y financiera. Para ello, el país deberá tener el control de los resortes básicos paulatinamente abandonados: el crédito, el comercio exterior, los servicios públicos esenciales, la energía. Deberá reactivarse en forma efectiva y no declamada la explotación de nuestro petróleo por Y.P.F. y la siderurgia nacional, que son los dos grandes pilares de nuestro futuro inmediato.

Paralelamente a esta acción, deberán eliminarse las trabas impuestas a nuestra industrialización y establecerse los estímulos crediticios, impositivos y tecnológicos indispensables para que nuestras fábricas y talleres vuelvan a emprender el ritmo de crecimiento interrumpido por la política del régimen actual. Esa reactivación industrial deberá ir acompañada por una enérgica acción vitalizante y renovadora en el campo agrario, que dé estabilidad y estímulo al productor rural, que afirme las garantías sociales de sus hombres de trabajo y que promueva la modernización integral de sus medios de trabajo y de vida. Todo ello para lograr, en breve lapso, la meta de la integración agro-minería-industria, ya alcanzada en los países altamente desarrollados y demorada en la Argentina por los factores retardatarios antes mencionados.
Mientras los objetivos básicos de esta nueva política económica no sean totalmente alcanzados, habrá que desarrollar un plan de emergencia contra la carestía de la vida, que deberá ser llevado a cabo con la participación y el apoyo de todos los sectores económicos interesados del trabajo, de la producción y del Estado.

3. GOBERNAR CON TODOS LOS ARGENTINOS.
Para poder superar los obstáculos que previsiblemente habrá de enfrentar un programa de liberación como el que se acaba de enunciar, el futuro gobierno constitucional no podrá ser un gobierno de comité. Nos proponemos apelar al concurso de todos los hombres y mujeres capaces, sean o no radicales intransigentes, que compartan nuestros objetivos nacionales y populares. La Argentina ha sufrido mucho como consecuencia de las discriminaciones políticas e ideológicas y su progreso se ha visto seriamente retardado por la falta de un criterio amplio y moderno de gobierno. La función del especialista se vuelve cada vez más importante en el mundo actual, dominado por el progreso técnico y social, y no es posible que las divergencias ideológicas sigan privando al país de la colaboración de hombres indispensables, de técnicos e investigadores que deben trabajar en el exterior por las restricciones que les imponen en su propia patria.

En segundo lugar, esta política de progreso nacional y bienestar popular sólo será posible si a ella concurren todas las fuerzas activas del país. Debe ser una política de participación y no de exclusión. Esa participación requiere una aceptación sin retaceos de la realidad social actual, en la cual juegan papel dominante la organización obrera y las conquistas alcanzadas por los trabajadores. Por eso sostenemos la necesidad de una sola central obrera, sin influencias partidistas, patronales ni estatales, a fin de que los trabajadores cuenten con una representación poderosa y responsable en la discusión de los grandes problemas del país. Por eso, también, comprometemos nuestra decisión de eliminar todos los factores artificiales de división sindical que han sido introducidos en los últimos tiempos y aseguramos que bajo el gobierno radical intransigente habrá un Ministerio de Trabajo y Previsión con la jerarquía y la función que le corresponden y las organizaciones obreras contarán con todos los medios materiales y las garantías necesarias para desplegar su acción en todo el país.

Otro tanto cabe decir de las organizaciones empresarias, que deberán participar activamente en la elaboración, discusión y ejecución de los planes de desarrollo. En el proceso de integración nacional que aspiramos a iniciar bajo nuestro gobierno, no sólo nadie deberá quedar al margen sino que todos los sectores y todas las actividades deberán intervenir en la plenitud de su fuerza y de su unidad, porque precisamente la disgregación del esfuerzo nacional —que interesa a los sectores de privilegio y a los agentes del imperialismo— se apoya en la disgregación de cada una de sus fuerzas componentes. La cohesión nacional será fruto de la cohesión interna de todos los sectores, cohesión que no debe lograrse compulsivamente sino surgir por propia decisión de los hombres que los componen, en un medio favorable creado por el poder público y bajo la inspiración de una conciencia nacional hecha convicción en cada hombre y mujer de este suelo.

4. CRECIMIENTO ARMÓNICO DE TODO EL PAÍS.
Establecidas las bases de un desarrollo armónico del país en lo económico y en lo social, garantizados los derechos y libertades que son esencia de nuestro sistema democrático y creadas las condiciones de convivencia que reclama nuestro grado de civilización, el país podrá emprender su marcha hacia un futuro lleno de posibilidades.

Para ello sólo bastará desatar las energías creadoras contenidas y proporcionar todos los estímulos para que se desarrollen en plenitud. El futuro gobierno deberá preocuparse, en ese sentido, por elevar las condiciones espirituales y materiales de toda la población, desarrollando planes efectivos de educación, vivienda y salud pública de alcance nacional. Al mismo tiempo, para colocar al país en el nivel que corresponde a la evolución actual del mundo, habrá que impulsar un vasto plan de reactivación técnico-científico, creando los organismos necesarios, dotando las instalaciones indispensables y convocando al trabajo creador a todos los técnicos e investigadores, para que en breve plazo la Argentina pueda aprovechar todas las conquistas de la ciencia y también proporcionar a otros pueblos el fruto de su capacidad y de su imaginación.

Para que este proceso de superación pueda cumplirse cabalmente, seca indispensable que todo el país funcione en su conjunto, sin ciudades ni provincias privilegiadas o desposeídas. Habrá que hacer efectivo el sistema federal de gobierno y el respeto a las autonomías comunales, pero habrá que brindar al mismo tiempo todos los medios técnicos, económicos y financieros para que las regiones postergadas recuperen su vitalidad, para equilibrar con el resto del país los efectos de la super-concentración urbana, demográfica y económica en torno a Buenos Aires y el Litoral que ha deformado la República y para crear nuevas fuentes de riqueza y de trabajo en las tierras vírgenes. 
Haremos así que todos los hijos del país se sientan ligados al suelo donde nacieron y completaremos en lo político, en lo social y en lo económico la obra de Hipólito Yrigoyen, que luchó para que no hubiera más argentinos desterrados en su propia patria.










Fuente: Vea y Lea "Si yo fuera Presidente" entrevista al Dr. Arturo Frondizi candidato por la Unión Cívica Radical Intransigente, 23 de enero de 1958. En Mágicas Ruinas.

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