EL PARTIDO que llegue al gobierno el 1º de mayo deberá
afrontar dos clases de problemas: los problemas propios de un país en
desarrollo y los problemas artificiales creados por los intereses que intentan
impedirlo o perturbarlo. El primer objetivo del nuevo gobierno será eliminar
los factores provocados de perturbación y de atraso.
1. PAZ, SEGURIDAD Y ESTABILIDAD.
Los principales factores de perturbación son: la falta de
convivencia pacífica, la falta de normalidad institucional, la inseguridad
jurídica y -la inestabilidad económica. Por eso, nuestra primera tarea, si
triunfamos, será terminar con las persecuciones políticas e ideológicas,
asegurar el respeto a todas las ideologías y creencias y' hacer realidad
efectiva los derechos y libertades proclamados en la Constitución.
En segundo lugar, habrá que restablecer las garantías
jurídicas para todos: para las personas, los bienes y las instituciones. Hay
que terminar con la arbitrariedad, con las amenazas constantes y el temor a las
represalias. Tanto el hombre que trabaja como el hombre que invierte capital y
el hombre que crea bienes espirituales o materiales, deben sentirse amparados y
estimulados. Tiene que haber seguridad social para el trabajador y seguridad
jurídica para el hombre de empresa. Sólo así hallará aliento y recompensa el
esfuerzo creador, cualquiera sea el terreno en que se desarrolle.
En tercer lugar, habrá que imponer estabilidad en todos los
órdenes, lo cual significa que los planes trazados puedan ser cumplidos. Esto
vale principalmente para el gobierno, pero importa sobre todo a los
particulares. Habrá que terminar con los cambios bruscos de orientación, los
proyectos que no se cumplen y las iniciativas que mueren apenas se inician. Si
no hay estabilidad, nadie se atreve a comenzar empresas de aliento ni se siente
seguro. Sin grandes inversiones ni seguridad no hay progreso efectivo, no hay
bienestar duradero, no hay realización nacional. En un clima de inestabilidad e
inseguridad —lo estamos comprobando día a día—, sólo prospera el especulador,
el usurero y el aventurero, cuyas actividades hacen más cara la vida y
volatilizan el producto del trabajo nacional. Aspiramos a iniciar una era de
paz, seguridad y estabilidad, para que la Argentina sea la gran nación que por
sus hombres y su suelo merece ser.
2. DESARROLLO E INTEGRACIÓN NACIONAL.
Los factores de atraso que habrá que eliminar son algunos de
larga data y otros provienen de la acción retrógrada de los intereses que están
influyendo en el momento actual. Los factores tradicionales de atraso están
vinculados a la presión conjunta del imperialismo externo y la oligarquía
interna, que han tratado y tratan de mantener al país en la condición de mero
productor de materias primas (trátese de la producción agropecuaria -que es el
factor tradicional- o del petróleo y otras fuentes de energía, que constituyen
los objetivos del más moderno imperialismo). El nuevo gobierno deberá
desarrollar una política de signo nacional, que atienda exclusivamente a los
intereses del pueblo argentino, cuya prosperidad y bienestar deberían ser meta
final de todos los partidos.
Pero la acción inmediata del nuevo gobierno deberá dirigirse
a conjurar los efectos de la política económico-social que se ha venido
siguiendo. Esos efectos, que los propios hombres del gobierno provisional se
han visto obligados a reconocer, se traducen en elevación desmesurada del costo
de la vida, descapitalización nacional y creciente dependencia de determinados
mercados exteriores, con mengua de nuestra soberanía y de nuestras
posibilidades de desarrollo.
El nuevo gobierno deberá cambiar totalmente el signo de la
actual política económica y financiera. Para ello, el país deberá tener el
control de los resortes básicos paulatinamente abandonados: el crédito, el
comercio exterior, los servicios públicos esenciales, la energía. Deberá
reactivarse en forma efectiva y no declamada la explotación de nuestro petróleo
por Y.P.F. y la siderurgia nacional, que son los dos grandes pilares de nuestro
futuro inmediato.
Paralelamente a esta acción, deberán eliminarse las trabas
impuestas a nuestra industrialización y establecerse los estímulos crediticios,
impositivos y tecnológicos indispensables para que nuestras fábricas y talleres
vuelvan a emprender el ritmo de crecimiento interrumpido por la política del
régimen actual. Esa reactivación industrial deberá ir acompañada por una
enérgica acción vitalizante y renovadora en el campo agrario, que dé
estabilidad y estímulo al productor rural, que afirme las garantías sociales de
sus hombres de trabajo y que promueva la modernización integral de sus medios
de trabajo y de vida. Todo ello para lograr, en breve lapso, la meta de la
integración agro-minería-industria, ya alcanzada en los países altamente
desarrollados y demorada en la Argentina por los factores retardatarios antes
mencionados.
Mientras los objetivos básicos de esta nueva política
económica no sean totalmente alcanzados, habrá que desarrollar un plan de
emergencia contra la carestía de la vida, que deberá ser llevado a cabo con la
participación y el apoyo de todos los sectores económicos interesados del
trabajo, de la producción y del Estado.
3. GOBERNAR CON TODOS LOS ARGENTINOS.
Para poder superar los obstáculos que previsiblemente habrá
de enfrentar un programa de liberación como el que se acaba de enunciar, el
futuro gobierno constitucional no podrá ser un gobierno de comité. Nos
proponemos apelar al concurso de todos los hombres y mujeres capaces, sean o no
radicales intransigentes, que compartan nuestros objetivos nacionales y
populares. La Argentina ha sufrido mucho como consecuencia de las
discriminaciones políticas e ideológicas y su progreso se ha visto seriamente
retardado por la falta de un criterio amplio y moderno de gobierno. La función
del especialista se vuelve cada vez más importante en el mundo actual, dominado
por el progreso técnico y social, y no es posible que las divergencias ideológicas
sigan privando al país de la colaboración de hombres indispensables, de
técnicos e investigadores que deben trabajar en el exterior por las
restricciones que les imponen en su propia patria.
En segundo lugar, esta política de progreso nacional y
bienestar popular sólo será posible si a ella concurren todas las fuerzas
activas del país. Debe ser una política de participación y no de exclusión. Esa
participación requiere una aceptación sin retaceos de la realidad social
actual, en la cual juegan papel dominante la organización obrera y las
conquistas alcanzadas por los trabajadores. Por eso sostenemos la necesidad de
una sola central obrera, sin influencias partidistas, patronales ni estatales,
a fin de que los trabajadores cuenten con una representación poderosa y
responsable en la discusión de los grandes problemas del país. Por eso,
también, comprometemos nuestra decisión de eliminar todos los factores
artificiales de división sindical que han sido introducidos en los últimos
tiempos y aseguramos que bajo el gobierno radical intransigente habrá un
Ministerio de Trabajo y Previsión con la jerarquía y la función que le
corresponden y las organizaciones obreras contarán con todos los medios
materiales y las garantías necesarias para desplegar su acción en todo el país.
Otro tanto cabe decir de las organizaciones empresarias, que
deberán participar activamente en la elaboración, discusión y ejecución de los
planes de desarrollo. En el proceso de integración nacional que aspiramos a
iniciar bajo nuestro gobierno, no sólo nadie deberá quedar al margen sino que
todos los sectores y todas las actividades deberán intervenir en la plenitud de
su fuerza y de su unidad, porque precisamente la disgregación del esfuerzo
nacional —que interesa a los sectores de privilegio y a los agentes del
imperialismo— se apoya en la disgregación de cada una de sus fuerzas
componentes. La cohesión nacional será fruto de la cohesión interna de todos
los sectores, cohesión que no debe lograrse compulsivamente sino surgir por
propia decisión de los hombres que los componen, en un medio favorable creado
por el poder público y bajo la inspiración de una conciencia nacional hecha
convicción en cada hombre y mujer de este suelo.
4. CRECIMIENTO ARMÓNICO DE TODO EL PAÍS.
Establecidas las bases de un desarrollo armónico del país en
lo económico y en lo social, garantizados los derechos y libertades que son
esencia de nuestro sistema democrático y creadas las condiciones de convivencia
que reclama nuestro grado de civilización, el país podrá emprender su marcha
hacia un futuro lleno de posibilidades.
Para ello sólo bastará desatar las energías creadoras
contenidas y proporcionar todos los estímulos para que se desarrollen en
plenitud. El futuro gobierno deberá preocuparse, en ese sentido, por elevar las
condiciones espirituales y materiales de toda la población, desarrollando
planes efectivos de educación, vivienda y salud pública de alcance nacional. Al
mismo tiempo, para colocar al país en el nivel que corresponde a la evolución
actual del mundo, habrá que impulsar un vasto plan de reactivación
técnico-científico, creando los organismos necesarios, dotando las
instalaciones indispensables y convocando al trabajo creador a todos los
técnicos e investigadores, para que en breve plazo la Argentina pueda
aprovechar todas las conquistas de la ciencia y también proporcionar a otros
pueblos el fruto de su capacidad y de su imaginación.
Para que este proceso de superación pueda cumplirse
cabalmente, seca indispensable que todo el país funcione en su conjunto, sin
ciudades ni provincias privilegiadas o desposeídas. Habrá que hacer efectivo el
sistema federal de gobierno y el respeto a las autonomías comunales, pero habrá
que brindar al mismo tiempo todos los medios técnicos, económicos y financieros
para que las regiones postergadas recuperen su vitalidad, para equilibrar con
el resto del país los efectos de la super-concentración urbana, demográfica y
económica en torno a Buenos Aires y el Litoral que ha deformado la República y
para crear nuevas fuentes de riqueza y de trabajo en las tierras vírgenes.
Haremos así que todos los hijos del país se sientan ligados al suelo donde nacieron y completaremos en lo político, en lo social y en lo económico la obra de Hipólito Yrigoyen, que luchó para que no hubiera más argentinos desterrados en su propia patria.
Haremos así que todos los hijos del país se sientan ligados al suelo donde nacieron y completaremos en lo político, en lo social y en lo económico la obra de Hipólito Yrigoyen, que luchó para que no hubiera más argentinos desterrados en su propia patria.
Fuente: Vea y Lea "Si yo fuera Presidente" entrevista al Dr. Arturo Frondizi candidato por la Unión Cívica Radical Intransigente, 23 de enero de 1958. En Mágicas Ruinas.
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