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domingo, 10 de mayo de 2015

Miguel Angel Zavala Ortiz: "Reformas a la Carta Magna" (4 de abril de 1957)

No tenemos los oídos cerrados para no ver un ambiente forzado o no, circunstancial o crónico, confuso, atestado de malicia, impregnado de escepticismo, cundido de amenazas. Se asegura que no habrá constituyentes y llegan hasta nosotros socarronas advertencias de que estamos perdiendo tiempo, que no habrá constituyentes.

No nos debe alarmar. Estamos acostumbrados en una existencia ciudadana que no ha conseguido sosiego aun, a pronunciar nuestro pensamiento en medio de amenazas y a definir nuestra conducta a pesar de todos los peligros. Esto es lo mínimo que debemos a nuestros conciudadanos que nos encomienda la conducción de sus anhelos.

Por otra parte, no nos preocupan los conspiradores que solamente salen cuando han triunfado las revoluciones.

Hemos criticado y criticaremos al gobierno cuantas veces sea necesario para que no se cometa errores para aconsejarlo; pero no lo criticamos con el animo de voltearlo o para hacerle al gobierno la vida imposible.

Hay otras críticas, sin embargo, que se hacen para crear la perturbación. No es la crítica que ocurre en un ambiente democrático, que se utiliza entre los totalitarios para crear confusión, y no con fines de hallar la verdad, sino con fines de captar, de atraer la voluntad popular.

La reforma de la Constitución ya ha decidido el gobierno que se la someta al pueblo. Lo anunció el presidente de la Nación en Tucumán.

La cuestión formal de la oportunidad o inoportunidad no esta en el temario de nuestra convocatoria. Por lo tanto, lo que es inoportuno evidentemente, pues es la discusión sobre la oportunidad de la reforma constitucional.

Pero no queremos escondernos a la verdad, aun reparados en normas de procedimiento parlamentario, entraremos a considerar las observaciones formuladas.

Ni el gobierno ni nosotros discutimos que no sea el pueblo quien tiene el poder constituyente. Tanto lo consideramos así que la reforma no lo hará el gobierno sino el pueblo. Y no lo va a hacer, por la fuerza, sino si quiere hacerla. Es lo que quiera hacer, reunido en convención escogida, con libertad y plena garantía. La convocatoria, pues, no significa tomarle al pueblo un poder, sino todo lo contrario, significa ir al pueblo para que use del poder. En una palabra, se le de la oportunidad para que elija sus instituciones.

La revolución esta en pleno uso del poder constituyente mientras ese poder nos vuelva a la decisión soberana del pueblo. Por lo tanto, no puede invocarse el procedimiento para la reforma constitucional establecido en la Constitución de 1853 para limitar la facultad del gobierno revolucionario.

No estando instalado el Congreso el poder del gobierno asume la facultad legislativa, hace sus veces, lo sustituye.

La democracia no es el sistema capitalista. El imperialismo ha existido en todos los tiempos, antes y durante el capitalismo. Ya es hora que nuestra Constitución vea el problema de imperialismo, pero no que lo vea a través de los conceptos, sino teniendo en cuenta que el imperialismo es una amenaza que puede venir en inversiones políticas.

Hay que hacer la revolución para que jamás la dictadura pueda tener en la Constitución resguardo alguno, es preferible esta oportunidad que esperar un futuro incierto. Esta reforma no será la de un partido. Hay en estos momentos una infernal maniobra antidemocrática. Lo que se quiere es desprestigiar a la democracia.




















Fuente: Fragmento del discurso del Dirigente radical de la Unidad Radical Dr. Miguel Angel Zavala Ortiz en el seno de la Junta Consultiva Nacional sobre las reformas tendientes a la Carta Magna, luego del discurso presentó su renuncia, 4 de abril de 1957.

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