En estas horas inciertas y brumosas que vive la sociedad
argentina, le ha tocado al doctor Sergio Karakachoff caer víctima de un brutal,
infame e incalificable asesinato.
Participamos con él en las tareas de la última Convención
Nacional del radicalismo, que tuvo a su cargo la trascendente misión de
explicitar el pensamiento político y la posición del partido frente a los
acontecimientos que complicaban la vida de la República, con notas de
terrorismo y violencia, en las vísperas electorales de 1973.
Nosotros decidimos, entonces, la postura del Cambio en Paz,
utilizando exclusivamente el arma pacífica del sufragio y rechazamos con la
mayor energía la violencia de todos los signos. Tuvimos en vista al hombre,
sujeto y objeto de todas nuestras preocupaciones de bien público, a quien
queríamos ver convertido en protagonista de la inmensa y ambiciosa tarea de
construir una Argentina con efectivo desarrollo y progreso, en el goce pleno de
la libertad y con la garantía suprema de la Justicia.
Dentro de esa idea general, el pensamiento de Karakachoff
constituía una nota, que entrelazaba con todas las otras, formaban la armonía
común de una doctrina que exaltaba y repudiaba a la violencia.
Repudiamos a la violencia, y por extraño designio, a él le
tocó caer víctima de la violencia destructiva.
El hombre no vive sin convivir y es nuestro deber erradicar
el odio que enfrenta a los hombres y comprender que esa convivencia debe estar
impulsada hacia el amor, el entendimiento, la tolerancia y la comprensión.
A Karakachoff le tocó ser víctima de un acto de violencia
irracional, justamente en la semana que el país dedica a Domingo Faustino
Sarmiento, quien yéndose de la Patria, en obligado exilio, escribió en una
piedra de los Andes aquello de que "las ideas no se matan". “Bárbaros,
no se matan las ideas" y yo digo aquí que pudieron suprimir la vida física
de Sergio Karakachoff, pero no sus ideas.
Tengo la seguridad de que estos ideales, que nos impulsan a
alcanzar la justicia, a fin de que el hombre tenga el supremo bien de la
seguridad jurídica, seguirán siendo compartidos por millones de argentinos que
procuran la paz y la seguridad para salir de este estado de cosas que provoca
estupor. Hay todavía reservas suficientes para reaccionar frente a estos
ataques y desvaríos.
Karakachoff fue un militante que se incorporó a las filas
del radicalismo alentado por ensueños juveniles de mejor justicia para los
desposeídos. Su brutal e infame asesinato provoca nuestra repulsa y nuestra
protesta; nuestra más ardorosa protesta. La misma repulsa y la misma protesta
que nos despiertan todas las acciones de la violencia habitan en el seno de la Patria.
El será un ejemplo de lo que no debe ocurrir más en la
República. Nosotros (dirigiéndose a los familiares de Karakachoff), les
expresamos nuestra solidaridad en esta hora difícil y dura y estaremos junto a
ustedes para mitigar el desconsuelo de tanto infortunio.
Anselmo Marini.
Fuente: El 9 de septiembre de 1977, los abogados y dirigentes radicales: Sergio Karakachoff y Domingo Alberto Teruggi, fueron secuestrados en La Plata. Veinticuatro horas después, aparecieron sus cadáveres, acribillados a balazos. Los asesinatos motivaron el discurso de Anselmo Marini, de Ricardo Balbín y del Colegio de abogados de La Plata, Septiembre de 1977.
No hay comentarios:
Publicar un comentario