Hace ya un tiempo que mi espíritu siente la necesidad de
traducir sus inquietudes frente al momento que vive la Nación. No se trata de
realizar el panegírico de la actuación partidaria. Se trata de ocupar el puesto
de lucha al pie de la vieja bandera para proseguir la batalla a favor de la
libertad de la Republica que yace hoy, como ayer, maniatada y amordazada por
quienes sintiéndose tocados de poderes providenciales han asumido una tutoría
que no pueden admitir los ciudadanos que cuentan en su haber histórico con San Martín,
generoso libertador de pueblos y con Belgrano, abnegado y purísimo propulsor de
las fuerzas armadas de la emancipación.
El hombre ya a es esta altura un valor que debe escapar a
toda estructura mecánica por su propia aptitud, no sea crea que los días que se
avecinan serán propicios. La intensidad de las jornadas que se acercan será
decisiva, porque también aquí en este rincón del continente americano, tan próximo,
sin embargo, al corazón del mundo, no se ha decidido todavía si se ha de
gobernarse de acuerdo a los postulados, cuya realidad comenzó Hipólito Yrigoyen
o han de subyugarse el talento, la inteligencia y el futuro de la Nación a
dictados que encuentran su origen en raíces foráneas, ya extirpadas del alma y
del cerebro de otros pueblos.
Que ahora se reduce a declarar ilegales las huelgas y a
repartir paquetes entre los pobres hasta esa inadmisible pretensión de
convertir a 14 millones de hombres, mujeres y niños en muñecos automáticos,
marchando al son de una música que no es argentina, porque recoge compases en
la orquestación prusiana que acompaño la agonía de 20 millones de hombres.
La egolatría de los que gobiernan siempre conduce a horas
amargas. El gobernante que no renuncia a su propio yo, para presentar al yo de
la Republica, no esta identificado con el alma de su pueblo. Los aumentos de
salarios son un engaño ya que no están en relación con el alza continua de los
precios de los artículos de primera necesidad que cuando el periodo de inflación
termine aparecerá el fantasma de la miseria.
Sin religión mi convicción personal de que sin religión falta
el fundamento de la moral pública y privada, siendo deleznable todo aquello que
pretenda sustituirla. La única religión autentica es la Iglesia Católica, que
por el hecho de serlo es universal. Por esta razón no admito conflictos entre
la Iglesia y el Estado, debiendo ambos desarrollar su acción dentro de la
orbita de sus atribuciones y sin mas vínculos que los establecidos por la ley y
la fe de los hombres.
Por lo que se refiere al Ejército lo considero una institución
necesaria e insustituible. Es el encargado de dar eficacia y estabilidad a la
justicia en el orden nacional e internacional. Además de estos títulos para
merecer nuestra adhesión, el Ejército cuenta con sus tradiciones impecables y
sus glorias inmarcesibles.
Pero pienso que por eso mismo debe extremar su celo, para
mantener dentro de sus funciones especificas, sin extralimitarse porque si eso
aconteciera seria el propio Ejercito quien debilitaría su prestigio. En estos
tiempos nada debe interesarnos tanto como la defensa de nuestras instituciones.
El Radicalismo aspira a la unidad al margen de todos los
extremos. El Radicalismo es nada más que el Radicalismo. Es inútil que se
apropien de nuestros símbolos, tratando de arrancarlos de los altares.
Juan Manuel de Rosas trato de apoderarse de San Martín y
explotarlo para su ventaja personal, pero el símbolo se escapo de entre las
manos del tirano, porque nunca garras de dictador pudieron aprisionar laureles
de libertad.
Hablo como argentino que no esta en la lucha para recoger
los resultados de la victoria. Solo puedo aspirar a la felicidad de mis
conciudadanos. No habrá paz en el país, no habrá tranquilidad en los espíritus
mientras el radicalismo deba debatirse en acción revolucionaria, señalando al
gobierno conculcaciones diarias y desviaciones permanentes en la aplicación de
la Constitución Nacional. El Radicalismo no debe sucumbir a ningún halago. Ha
ocupado su posición y no debe abandonarla hasta lograr todos sus objetivos.
Fuente: Fragmento de la disertación del Dr. Elpidio Gonzalez
en la Casa Radical sobre la gestión que cumple el Gobierno Nacional, 11 de
junio de 1947.
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