¡Esta es tu Hora, Muchacho de Buenos Aires!
Argentina, 1889. Crisis del carácter y del idealismo. El éxito es la única meta, no importa cómo. Es la época de la riqueza fácil, de las rodillas blandas y del sometimiento sin tasa. El Presidente ejerce el poder sin límites. Unge gobernadores; fabrica diputados.
Su palabra es orden para quienes sienten como lastre nuestra
gran tradición de altivez. Una ola sensual y dorada envuelve al país. El
dinero, emitido en cantidades fabulosas, crea ilusión de prosperidad. Como
ahora. Y como ahora, la corrupción de los negociados y un coro inmenso de
adulaciones cubriendo la tierra de los argentinos.
Desmayan los varones, envejecidos en la lucha por los
principios de la República, y la soberbia posee al Presidente, cuyo poder
parece infinito.
Y, sin embargo...
El 22 de agosto reunióse un grupo de jóvenes. Proclama en
banquete «su adhesión incondicional» al presidente de la República y lo erige
en «jefe único». Esa mañana se publicó un artículo periodístico, un simple
artículo periodístico. «¡Tu quoque, juventud!
En Tropel al Exito». Las frases vibrantes de Barroetaveña,
conmueven el espíritu juvenil. En réplica al banquete de los incondicionables,
nace la Unión Cívica de la Juventud. Ocho días después una multitud clamorosa
responde, en el Jardín Florida «para proclamar con firmeza la resolución de los
jóvenes de ejercitar los derechos políticos animados de grandes ideales, con
entera independencia de las autoridades constituidas, y para provocar el
renacimiento de la vida Cívica Argentina». Allí, en ese sitio, esos muchachos
iniciaron el despertar del civismo.
La Unión Cívica de la Juventud - que constituyeron- fue el
órgano fundador del
Radicalismo. Su punto de partida como movimiento organizado,
pero no su origen, que se enraíza en los grandes movimientos históricos por la
emancipación del hombre y la creación de la nacionalidad.
El Radicalismo es un
modo de sentir la vida y de concebir la función de la Argentina. Su fervor
alienta la pasión republicana de Moreno, late en la visión de patria de la
Asociación de Mayo, mueve el sueño profético de Sarmiento, agita al pueblo que
rodea al Alsina de los grandes momentos, y que sigue a Alem cuando en él se
refugió el sentimiento autonómico de Buenos Aires. Cual lo define la Profesión
de Fe de la Unión Cívica Radical, «es la corriente orgánica y social de lo
popular, del federalismo y de la libertad apegada al suelo e interprete de
nuestra autenticidad emocional y humana, reivindicatoria de las bases morales
de la nacionalidad; es el pueblo mismo en su gesta para constituirse como
nación dueña de su patriotismo y de su espíritu»’
El 90, el 93 y el 95.
Del esfuerzo de aquel grupo de muchachos surge el
reencuentro de los argentinos con el alma de la República. Alem alza la bandera
reivindicatoria de los grandes ideales.
Julio de 1890. Revolución del Parque. Pueblo y soldados, mas
no pueblo siguiendo a soldados, sino soldados con amor de pueblo, sirviendo con
sus armas al movimiento de la civilidad Argentina, en la consigna inmortal de
San Martín. Y aquel Presidente, que ayer parecía omnipotente, debió acogerse a
la soledad y el olvido.
1893. Revoluciones radicales. Yrigoyen, el jefe
revolucionario rechaza como incompatible con su honor la gobernación provisoria
de Buenos Aires. 1905, nueva
Revolución. Y así, década tras década, el pueblo radical
sigue fiel al propósito de permanecer en la lucha hasta la integración del
pensamiento de Mayo, hasta la vigencia de las libertades fundamentales. Los
triunfos de la oligarquía, respaldada en el fraude y en la ficción
institucional - triunfos efímeros, como todos los de la fuerza-, encuentran al Radicalismo
en la determinación insobornable de persistir hasta la prevalencia final de sus
ideales.
Victoria del derecho.
Y llego la victoria. La resistencia popular y la energía
paciente e infatigable de
Yrigoyen trajeron la ley Saenz Peña y abrieron el camino del
sufragio. 16 al 30. Barre las oligarquías políticas. El Radicalismo gobierna al
país y desde él inicia la era de la transformación social; se afirman, cual
patrimonio inolvidable de todos los argentinos, las libertades vitales sobre
las cuales se asienta la dignidad del hombre; en la pugna de los imperialismos,
la Argentina señala la más alta posición moral. Nuestra democracia se perfeccionó
en el progreso social, la cultura política y el inmaculado respeto a los
derechos del pueblo.
1930, motín de septiembre.
El Radicalismo promueve la nacionalización del petróleo,
base de la independencia económica y de la soberanía política. La Cámara de
Diputados - de mayoría radical- vota la ley; mas el Senado - reducto
reaccionario-, detiene su sanción. El 7 de septiembre deben celebrarse
elecciones. Con los nuevos senadores habría de modificarse la mayoría del
Senado. El día anterior, el 6, el gobierno constitucional cae derribado por la conjuración
de un sector militar, Triunfa el complot imperialista. «Pasaron unos aviones - dijo
Waldo Franck-, desfilaron unos cadetes, y por la noche los terratenientes
argentinos bebieron Champagne de las mejores vendimias pagado por el oro de los
petroleros yanquis». Y desde entonces, el petróleo argentino sigue sin
nacionalizarse...
Calvario popular.
Uriburu intenta la reforma constitucional. Tiende al
establecimiento de un orden totalitario. Su plan naufraga en los históricos
comicios del 5 de abril de 1931.
Comienza, entonces, la vigencia del fraude, la perduración
de las formas institucionales, en tanto se altera su esencia: la voluntad del
pueblo. Imposición del privilegio y entrega económica.
Régimen de coloniaje material y espiritual, dirigido por
dictaduras de turno, todas las cuales recibieron el apoyo de los núcleos
militares actualmente gobernantes.
Cuatro de junio.
Mientras tanto prosigue la tentativa de avasallamiento de
orden civilizado, de deshumanización del hombre. Hitler y Mussolini. Cae la
democracia española y aquellos imponen otro dictador: Franco. El gobierno de
Castillo mantiene una seudo-neutralidad, tras la cual se disfraza la
colaboración con los nazis. Aquellos círculos militaristas que participaron en
el plan frustrado del 30 retoman la iniciativa.
No representan al ejército. La mayoría
de sus cuadros de jefes y oficiales es leal a la gran tradición sanmartiniana.
Es una minoría, pero minoría ágil. Cree incuestionable la victoria de los
enemigos de la libertad, y forma el poder para jugar su propia partida en la
hora definitiva del éxito totalitario. Más la suerte de la guerra le es adversa
y, ante la presión de los acontecimientos, tiene que regresar a las consignas
de democracia y libertad, proscriptas en el primer momento, como último camino
de retirada. Levanta, entonces, cual señuelos, las banderas históricas del Radicalismo,
la lucha contra el privilegio nacional e internacional, y con todo el aparato
de propaganda, logra introducir la confusión en gran parte del pueblo.
Nuevas formas totalitarias.
La experiencia impuso correcciones. Ya no se realizó, como
en 1930, una exhibición descarnada de los propósitos perseguidos. Aquel fracaso
y las derrotas europeas enseñaron la necesidad de proceder paulatina y
progresivamente. Declámanse las sagradas palabras revolucionarias para
conquistar el corazón del hombre del pueblo, y ofrecésele, como gracia, algunas
mejoras transitorias, mientras se estructura sigilosamente un orden de opresión,
en el que estarán ausentes las libertades esenciales.
¡Guay del pueblo argentino, si no lo advierte a tiempo, si
no reacciona antes de que el dogal se cierre sobre su cuello!
¡Guay si cae, como los infelices pueblos aniquilados, en
deslumbramiento ante los artificios de los dictadores! En aquellos desgraciados
paises - al igual que aquí- se monopolizaron los medios de expresión; se
deformó la mentalidad del niño en la escuela, para uniformar mañana el alma del
hombre; se anuló la independencia de los sindicatos, convirtiéndolos en satélites
del gobierno; se reguló la economía y las finanzas en beneficio de nuevas oligarquías
industriales y en sacrificio de consumidores y productores. allí, como aquí, la
radio y la prensa oficiales, se encargaron de moldear a su arbitrio el
pensamiento de la ciudadanía, manejando al son de la única campana que puede
oírse; y Allí como aquí, plebiscitos o elecciones configuran una simulación
democrática al impedirse el cotejo de hechos e ideas indispensables para el
libre pronunciamiento popular.
Quedaba una última garantía de la vida republicana: la
rotación de gobernantes, que si no restringe la arbitrariedad del poder, las
limita en el tiempo, poniéndole término en plazo cierto. La supresión del
articulo 77 de la Constitución, que prohibía las reelecciones, como último
remedio para impedir la consolidación de un sistema dictatorial, fue el motivo real
y la única finalidad de la reforma, que se encubrió con un manto de solemnes
palabras.
El régimen desnudo.
El sistema puede ocultar su naturaleza mientras dispuso de
las grandes diferencias de los precios de los cereales que substrajo a los
agricultores. Su prodigalidad le creó un clima de transitoria popularidad.
Normalizados los mercados, la corrupción y el despilfarro agotaron las reservas
del trabajo argentino, despojando al país de su garantía monetaria.
Solo atina a sobrevivir emitiendo papel moneda, en tanto
aguarda el estallido de una nueva guerra para la cual pactó la participación
Argentina, en los convenios de Río de Janeiro. El pueblo paga el derroche
oficial con la carestía de la vida. La inflación agobia a quienes trabajan o
producen, y enriquece a los poseedores, cada vez más ricos. El régimen teme que
el pueblo advierta la realidad: expulsa a diputados, clausura diarios, persigue
a los trabajadores libres. Más la verdad se está abriendo paso. Lo dicen los
últimos escrutinios.
Lo dirá Buenos Aires en marzo, convocatoria de lealtad con
los principios de la larga lucha por la dignidad del hombre.
Hora de la juventud.
Esta es la batalla por la república, por los ideales que
dieron origen y sentido a nuestra patria; batalla de juventud, de muchachos que
no tienen el alma vencida, que quieren servir al porvenir construyéndolo con
sus propios brazos, con sus desvelos y sus sacrificios. Eran un puñado los
estudiantes que gestaron hace sesenta y un años el gran movimiento civil del
Radicalismo. Parecían insignificantes ante el poderío del gobierno.
Y sin embargo, aquel gobierno cayó y ellos escribieron la
historia de medio siglo, pues reencendieron al civismo en el corazón de los
argentinos. Este es ese mismo pueblo, del cual estamos orgullos, aún en sus
errores. Hagamos un grupo compacto en cada pueblo y en cada ciudad de nuestro
Buenos Aires y levantemos fervorosamente la voluntad de combatir por la
liberación política, social y económica de nuestros hombres y de nuestras mujeres.
Es lucha para muchachos de corazón templado, que sientan su responsabilidad
ante el destino nacional. Es lucha para muchachos dignos del honor de ser
argentinos y de la emoción de ser radicales. Es nuestra lucha. Alcemos las
banderas de la Juventud Radical, digamos nuestra palabra con autonomía dentro
del Radicalismo, la fuerza histórica de la democracia
Argentina, y marchemos al encuentro del porvenir.
Tienes tu puesto en nuestras filas, en la Organización de la
Juventud Radical.
Acércate, muchacho de Buenos Aires, a los compañeros de tu
generación, que formamos esta columna. Irá engrosando día a día, hasta reunir a
todos los hombres jóvenes.
Combatiremos y sufriremos juntos, y juntos obtendremos
nuestra victoria en la construcción de la patria del mañana: la Argentina
soñada del trabajo, la justicia y la libertad.
Fuente: Moises Lebensohn "Pensamiento y Acción", Ed. Talleres Gráficos Buenos Aires, octubre de 1966.
Por qué no se deja copiar y pegar? .....
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