Señor Presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de
la H. Cámara de Diputados Dr. Ismael López Merino. Buenos Aires
Distinguido correligionario:
Acuso recibo de una nota suscripta por Ud. en la que
requiere mi opinión personal respecto a las soluciones que propugna el plan
económico, cuya copia acompaña elaborado por el Ministro de Hacienda Dr.
Federico Pinedo y actualmente a consideración del Honorable Congreso. Me
apresuro a agradecer la deferencia que ello importa.
He leído con la debida atención los puntos de vista que se
exponen en el curso del referido plan y creo, después de meditarlo que la
solución de los problemas que tan decididamente afectan al país, sólo pueden
lograrse en forma integral con la adopción de conceptos que expongo en forma
sintética:
1. Presupuesto
único.
2. Reducción del
presupuesto en un monto considerable adecuándolo a las reales necesidades de la
Nación para lo cual es menester eliminar todos los empleos cuyo origen
reconozca como causa un favoritismo inaceptable, debiendo también operarse una
razonable disminución de los grandes sueldos y aun por otra parte, deben
abolirse los gastos superfluos y los subsidios de buena voluntad. No hay razón
para que nuestro pueblo joven y lleno de reservas tenga que debatirse en un
permanente déficit.
3. Compra de la
cosecha de cereales tal cual se ha realizado ya, tratando de obtener ventajosa
colocación; pues esto solo es suficiente para reactivar la economía del país
sin que sea necesario orientarla o dirigirla. Como complemento estimo que debe
dictarse una ley de arrendamientos y crear al mismo tiempo impuestos de la
índole del proporcional progresivo y otros para eliminar a la tierra como
elemento de agio, el propietario que no la trabaje encarece la producción en un
25 o 30% que es en lo que puede apreciarse el monto de los arrendamientos; a
más ingentes capitales hoy invertidos en tierra en forma sencilla y espontánea
tendrían que orientarse hacia el comercio y la industria.
4. Aumentar
fuertemente el Impuesto a los Réditos modificándolo tan sólo en todo aquello
que signifique un gravamen al trabajo.
5. País agrícola
y ganadero no dejará de serlo para convertirse en industrial hasta que la
población y los años naturalmente lo exijan; ello no obsta a que tratemos por
todos los medios de fomentar ciertas industrias que son indispensables a
aquella situación, tales como el transporte marítimo que coloco en primer
término; la del motor, especialmente el destinado a las faenas agrícolas y al
transporte. Otra industria que con poco capital sería de grandes beneficios
constituye el aprovechamiento de las caídas de agua para regadío y producción
de energía eléctrica. Ello fue intentado, sin éxito por suerte, por capitales
extranjeros sin mayores inversiones y allanando pocas dificultades deben ser
fuente de riqueza netamente argentina.
6. Conceptúo
necesario la reducción de las importaciones, especialmente las de carácter
superfluo o suntuario. Nuestro pueblo debe ser sobrio y puedo asegurar que a
ello llegará cuando con el ejemplo sea aleccionado por sus dirigentes y sus
gobernantes.
7. Contrario a
los empréstitos que hipotecan al país y comprometen su porvenir más de lo que
está, salvo, por cierto, cuando circunstancias especialísimas autoricen esa
grave medida de gobierno.
8. Paz interior
basada en la confianza que pueden inspirar los gobiernos, confianza cuyo
fundamento no puede ser otro que el cumplimiento del orden jurídico
establecido.
9. Paz exterior,
vale decir, neutralidad absoluta que aleje toda beligerancia impropia de
acuerdo a los antecedentes y tradición de nuestra política internacional.
Con esto dejo contestado lo que es a mi juicio el
interrogante fundamental que trasunta la nota de referencia: cuál es la
solución adecuada para el momento económico porque atraviesa el país.
Aprovecho esta oportunidad para reiterarle las seguridades
de mi mejor consideración.
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