Allí donde Palermo se
torna gris, con casas bajas y almacenes, lejos del verdor de los jardines que
se pierden en los cuarteles y corralones, vive Julián Sancerni Gimenez. Don Julián
es vecino de la calle Bonpland al 2300 desde su infancia: conoce-a los hombres
y a las mujeres del barrio como a los adoquines de las calles que recorrió sin
apuro, sabe quien es rico y quien es pobre, sabe quien es radical y quien cs
peronista.
Contiguo al zaguán
tiene su escritorio repleto de papeles; se advierten fotografías de veteranos esplendores
radicales y una de ellas dice: "Los muertos mandan". Se trata de la
cabeza de Hipólito Yrigoyen en el ataúd. En la calle, los chicos juegan a la
pelota y de vez en cuando pegan saltos para mirar a don Julián a través de la
ventana sin cortinas. A el no lo molestan porque habla y oye lo que dice, con esa
voz grave, rotunda; tampoco parece molestarle que suene el teléfono azul y blanco,
que entren y salgan las mucamas. El jueves 4, don Julián converso más de dos
horas con Panorama; interesaba conocer su opinión sobre "la interna"
del radicalismo, realizada el domingo 7, y también sobre la marcha del proceso político,
los militares, Alejandro Lanusse y Juan Perón. Como la lista de temas era
amplia, fue quien pregunto:
— ¿Por donde empezamos?
—Por los radicales,
si le parece. ¿Gana Balbín o Alfonsín?
—Yo creo que gana Balbín. Pero entre Balbín y Alfonsín no
hay diferencias de fondo. Alfonsín ofrece a los sectores jóvenes del partido
una alternativa saludable, pero que Balbín no Hable de los problemas de fondo
no quiere decir que los olvide; sencillamente espera que se constituyan los
organismos partidarios. No hay evasión; hay respeto por la opinión de sus
correligionarios.
—Hay quienes dicen
que Alfonsín podría llegar a plantear la escisión en el radicalismo. Así como
hace varios, la planteo Arturo Frondizi. ¿Puede ser?
—No lo creo. A Frondizi se le planteo una oportunidad muy
especial y la aprovecho, pero él no dividió al partido, porque si lo hubiese
dividido hoy tendría apoyo de radicales. El hizo el negocio con Perón. Alfonsín
no puede estar en eso.
— ¿Frondizi puede volver
a ser radical?
—Alguna vez se lo propusieron, pero no quiso. El sabrá lo
que hace.
—Usted dice que
Frondizi hizo el negocio con Perón; ¿acaso ese negocio podrían hacerlo Balbln, Alfonsín
o el mismo partido Radical?
—Ante todo no hay negocio posible con Perón. Los radicales queremos
que si los peronistas ganan las elecciones se les entregue el poder, porque la
vida política civilizada exige que no se hagan trampas. Ahora, si el
radicalismo y el peronismo pueden llegar a un entendimiento mínimo para el
cogobierno, eso lo tendrían que decidir las convenciones partidarias por encima
de lo que quieren los dirigentes. En síntesis, la mayoría del radicalismo decidiría
si hay acuerdo para trabajar con el peronismo.
— ¿Y que es entonces
La Hora del Pueblo?
—Bueno, ahí esta el ejemplo. ¿O usted cree que Perón no sabe
que La Hora del Pueblo fue el primer paso para la institucionalización del
peronismo? Más que eso: Perón sabe que los radicales le dimos al peronismo el escalón
para que los militares lo mirasen con otros ojos. Después de todo, como es inteligente,
Perón sabe por donde hay que caminar. Lo que sucede cs que a Perón se lo trata
como a un rey o como a un leproso. Y no es ni una cosa ni otra. Hay que andar
con mucha delicadeza con Perón.
— ¿Y usted sabría
tratarlo?
—Vea, Perón vivía en
esta parroquia. ¿Ve ahí en esa casa de enfrente? Allí vivió Aurelia Tizón, la
Potota, que fue su primera mujer. Una chica extraordinaria. Fue compañera de
colegio y tengo varias fotos de ella. Me acuerdo cuando se casó Perón con la
Potota. Eran tan coquetones que se quitaron años. Daban vueltas por aquí cerca,
por Zapata, por Godoy Cruz. Eran de familias radicales de Palermo, y usted sabe
que yo en eso no me equivoco.
— ¿Que haría con Perón?
—Lo único que se puede hacer: hablar en el idioma que él entienda,
porque es un político. El también es militar, pero el partido militar es
endeble y habla otro idioma. Rojas Silveyra, por ejemplo, no conoce el idioma
de Perón. Entonces todo gira en un círculo vicioso y terminan hablando de perros
y manzanas. Fíjese que las cosas están para cambiar rápido.
— ¿Y eso no lo sabe
el gobierno?
—Hay generales ilustrados y personas que conocen bien el
libreto. Pero a mi no me han llamado para que les diga como se hace el dialogo.
— ¿Quien puede ser el
hombre?
—Hay varios hombres. Civiles y militares. No quiero decirlo,
no me haga decir cosas que no quiero. Yo no puedo insertar política. Yo hago política
y entiendo que hay que dejar cancha a los que saben. Hay que dejarse de embromar.
— ¿Perón puede ser
candidato?
—Como poder, puede. La cuestión es saber si quiere. Pero en
esa cuestión hay que dejarlo tranquilo. Hay peronistas que les hacen el juego a
sus enemigos. ¿O acaso los enemigos del peronismo no están deseando que Perón
se proclame candidato?
— ¿Puede ganar el
peronismo las elecciones?
—En la provincia de Buenos Aires puede ganarnos, pero en la
Capital ganamos nosotros. En las provincias ganaran y perderán, pero allí donde
ganen hay que entregarles el poder y ya nos pondremos de acuerdo.
— ¿De que manera?
—Hay muchas maneras, mi amigo. Compartiendo el gobierno, con
un gabinete de coalición. Pero el primer paso es la elección limpia. Así
llegaremos al plano que alcanzó la Republica con Yrigoyen y Alvear; éramos los
primeros de America, no había cordillera de los Andes y Brasil estaba lejos. No
se olvide que hay que mirar otra vez hacia el Pacifico, porque allí tenemos
aliados.
— ¿Y el fantasma de
la izquierda?
—No hay fantasmas. Con la izquierda hay que hablar. A la
izquierda hay que respetarla y lograr que se institucionalice como el
peronismo. No se puede gobernar con la luz apagada.
— ¿Y la guerrilla?
—No tengo experiencia sobre guerrilleros. Durante los
gobiernos radicales no hubo guerrilla. Creo que es cuestión de conversar con
algunos muchachos, pero ya le digo que no tengo experiencia.
— ¿Qui piensa de Agustín
Tosco?
—Que es un buen dirigente y que no hay razón para tenerlo
preso. Este gobierno, el de Lanusse, tuvo aciertos inconmensurables. Uno: la
entregó a Perón el cadáver de Evita y se acabo esa porquería de tenerlo
escondido: Otro: reconoció a los partidos políticos y a La Hora del Pueblo, que
son los pilaras de la salida normalizadora. Un tercer acierto podría ser la
liberación de Tosco.
— ¿Como lo ve a
Lanusse?
—Mire: Lanusse no es "un libertador", porque eso
fueron San Martín y Bolívar, pero yo lo considero "un liberador".
Antes se sospecho que yo andaba patrocinando su candidatura, pero ni él pidió
algo de eso ni yo me ocupo del asunto. Lanusse puede tener la carta de triunfo,
pero eso no quiere decir que lo vea como candidato o como futuro presidente
constitucional. El cumplirá con el país si acá hay elecciones limpias y se entrega
el poder al que gane. Los militares no pueden seguir sentados en las bayonetas.
— ¿Aceptarían los
radicales un candidato militar?
—Eso lo tendrá que decidir el partido. Ahora, si el militar
es radical, las cosas podrían caminar.
— ¿Hay militares
radicales?
— ¿Y como no puede haberlos? Los hay, y muy ilustrados.
— ¿En actividad?
—En actividad y retiro.
— ¿Y por que perdieron
el poder en 1966?
—Vea, ese es un tema muy complicado. Lo dejamos para otra
oportunidad.
— ¿Se hará la reforma
de la Constitución?
—Es otro tema bravito, A mi juicio, la solución estaría en
dejar planteada la reforma para el futuro Congreso.
— ¿Cual fue su mayor satisfacción
política?
—Tengo casi 70 años y estoy en el radicalismo desde 1919,
siempre en la parroquia 17. Lo dije en una asamblea: tengo todo porque no
aspiro a nada.
¿Mi mayor satisfacción? Haber sido presidente del comité de la Capital en el 53. Pero vea, a mi me gusta la política, me gusta hablar con la gente, es mi vida.
¿Mi mayor satisfacción? Haber sido presidente del comité de la Capital en el 53. Pero vea, a mi me gusta la política, me gusta hablar con la gente, es mi vida.
— ¿Que les recomendaría
a los militares?
—Dos cosas fundamentales: que den elecciones limpias y respeten
al que gane; después hay que integrar un gobierno de coalición nacional. No se
olvide que los argentinos somos democráticos. El ejemplo que dan los brasileños
no nos conviene. Tenemos que volver a nuestro libreto.
Fuente: Revista Panorama Año IX N°263 Julian Sancerni Gimenez: "Tambien los politicos saben mandar" (mayo de 1972) alcanzado por el correligionario Mauricio Gianguzzo.
Orgullosa de vos abuelo!.
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