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viernes, 27 de junio de 2014

Fernando de la Rúa: "Homenaje al Presidente Arturo Umberto Illia" (18 de enero de 2000)

Señor Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires; Don Ricardo Illia; funcionarios del Gobierno de la Ciudad; Autoridades de la Unión Cívica Radical; Doctor Armando Balbín; Diputada mandato cumplido Florentina Gómez Miranda; Aurora Padula; amigas y amigos:

Una vez más nos congregamos para rendir homenaje a don Arturo Illia. Yo vuelvo otra vez, igual que todos los años a lo largo de estos 17 que han pasado desde el día en que se nos fue para siempre.
Eran jornadas calurosas de aquel enero, cuando llegó la noticia de que en Córdoba se había apagado la vida de don Arturo. Llegó después aquí para encontrar el lugar de su reposo definitivo. Una multitud lo acompañó hasta esta casa del silencio, donde están los restos y adonde venimos a renovar el homenaje de nuestra admiración y de nuestra fidelidad a su prédica y a su ejemplo.

Recuerdo aquellos días del gobierno del presidente Illia. Ahí está Roberto Cabiche, con quien compartimos la tarea en el Ministerio del Interior. ¡Qué lejos nos parecía desde la planta baja el primer piso! Porque sentíamos que allí estaba la dimensión de un prócer. Porque don Arturo en su sencillez republicana tenía esa imagen del prócer, basada en los valores morales que iluminaban su figura.

Todos sentíamos la admiración hacia esa figura noble de cabellos blancos y de gestos sencillos, que buscaba la cabeza de un niño para transmitirle el oculto mensaje de su caricia. Todos sentíamos la admiración de esa firmeza en las decisiones, de esa claridad en los conceptos y esa profunda fidelidad a los principios.

Recuerdo aquellos días en que una vez pude subir hasta el despacho y llevarle a la firma un proyecto de ley de reforma del Código Penal, para derogar las reformas autoritarias del régimen militar y propiciar otras normas que castigaran la corrupción o la venalidad de los funcionarios públicos. Al lado, muy cerca, estaba Ricardo, desde la Secretaría General, acompañándolo, y Luis Caeiro en la Secretaría Legal y Técnica.

Cómo ha pasado el tiempo y cuánto tiempo se perdió en la República por el golpe artero que derrocó aquel gobierno que tenía la visión clara de lo que precisaba la Argentina. La idea de un plan nacional de desarrollo, que en las secretarías respectivas elaboraban Roque Carranza y Bernardo Grinspun, mientras García Tudero -que aquí está- le cuidaba las cuentas. Recuerdo que el visitante más asiduo, a quien recibía casi todos los días, era el secretario de Hacienda, porque había que cuidar los recursos de la Nación.

También entonces como ahora se había recibido el gobierno con lo que era un alto endeudamiento para la época, incomparable con lo que se vive ahora, y presiones inflacionarias que se sentían mientras un gran desorden abrumaba desde las viejas cajas de jubilaciones a nuestros jubilados y pensionados. Y de lo que se trataba era de reorganizar el sistema para que se pudiera obtener la jubilación en un mínimo decente de tiempo. Porque era una aventura iniciar el trámite, que no se sabía después cuándo terminaría.

Pero la preocupación esencial era la educación. Aquel gobierno en el presupuesto destinó más del 23 por ciento a la educación y puso al frente del Consejo Nacional de Educación existente entonces a una gran maestra, a Luz Vieira Méndez, que inició una extraordinaria obra transformadora. (aplausos) Estoy seguro que don Arturo aplaudiría con emoción que un nuevo gobierno radical haya logrado, casi apenas llegado, que se levantara la carpa blanca de la protesta, para reemplazarla por la esperanza de una educación mejor en el país. (aplausos)

¡Qué lejos nos parecía desde la planta baja el primer piso! Teníamos la sensación, aquellos jóvenes que acompañábamos a don Juan Palmero, que ahí arriba se estaba escribiendo la historia. Y ha sido así, porque quedó grabada esa historia en el gran ejemplo republicano de un patricio, de un prócer, de un hombre que tenía la visión clarividente de cómo debía construirse el futuro sobre bases sólidas, equitativas, justas y solidarias.

El creía en la ley como suprema expresión de la voluntad popular, en la austeridad como dimensión ejemplar de los gobernantes y en la fuerza de la opinión pública como aquello ante lo que deben rendirse quienes gobiernan para seguir las palpitaciones de su pueblo.

Un golpe artero lo derrocó entonces. Con Ricardo Balbín le tocó rumiar el desaliento de ver abatidas las instituciones de la República. Pero no abandonaría la lucha sino que la seguiría en la constancia de su presencia y de su acción en todos los caminos de la República.

Ver la figura patriarcal y sencilla de don Arturo doblando en una esquina, solo, suelto, libre, recogiendo el respeto y la admiración de un pueblo que empezaba a darse cuenta de cuál era el significado profundo de la Constitución y de la vida republicana.

Por eso, dejó una lección señera, de virtud cívica, de moral democrática y de humildad republicana que siempre reconocemos como ejemplo.

He venido todos estos diecisiete años y hoy me toca volver como presidente de la República.
Debo confesar la emoción con que entré al despacho presidencial donde una placa recuerda que ahí ejerció sus funciones don Arturo Illia, que ahí ejerció también sus funciones don Raúl Alfonsín. (Aplausos).

Claro que ahí también están escritos los nombres de los usurpadores. Pero esto muestra en la diferencia la magnitud del significado de cada uno en el delinear de nuestra historia.

Hoy tenemos desafíos parecidos a los de entonces: la organización de un desarrollo programado según criterios estratégicos, la necesidad de recuperar la justicia perdida en una sociedad donde ha crecido el desempleo, la desigualdad y la pobreza, que hoy nos exigen ingentes esfuerzos y la imperiosa necesidad de reclamarle al pueblo que aporte su contribución para salir del tremendo endeudamiento que nos dejan y de la grave de la situación del desempleo y la pobreza.

Dicen que no dejaron el país en crisis, como si no debiera llamarse crisis a un agujero presupuestario de diez mil millones de pesos y a un índice de desempleo superior al 14 por ciento en la República, mientras se han triplicado los indicadores de la pobreza en la Argentina.

Vamos a afrontar la crisis con el mismo coraje que lo hizo don Arturo Illia en el ´63, con la misma firmeza con que lo hizo Raúl Alfonsín en el ´83 para defender la Constitución y la República, la justicia y la solidaridad en la tierra de los argentinos y el ejemplo de la moral cívica en la conducta austera y transparente de un gobierno que no va a transigir con la corrupción y que la va a combatir hasta las últimas consecuencias. (Aplausos).

Hoy el país despide a otro gran gobernante. Ha muerto en Santa Fe el doctor Aldo Tessio, gobernador de Santa Fe en los días de la presidencia del doctor Arturo Illia.

Recuerdo que Aldo Tessio siempre venía con Carlos Contín, empeñados como estaban en hacer el túnel que uniera a las dos grandes ciudades de las capitales de sus provincias. Y la obra fue realizada. Don Arturo tenía especial predilección por ambos y un gran respeto por el doctor Aldo Tessio, que ha seguido a lo largo de su vida dando el ejemplo de su honorabilidad y de la gran memoria de su gobierno, del gobierno con que apuntaló el progreso de esa gran provincia de Santa Fe.

Desde aquí le rendimos nuestro emocionado homenaje y nuestro presidente del Comité Nacional, el doctor Raúl Alfonsín, está viajando a la provincia para llevar, en nombre de todos nosotros, el homenaje de sus amigos, de los radicales y de todos los ciudadanos que lo admiraron por su gestión lúcida y transparente de gobierno.

Esta ciudad de Buenos Aires, hoy le rinde homenaje a don Arturo. Por eso está bien que el jefe de Gobierno haya pronunciado esas palabras en nombre de la ciudad que él eligió para vivir sus últimos años.

Y vengo yo como presidente de la Nación a decir que todos los argentinos de bien, respetan la memoria patricia de don Arturo Illia, la figura del ejemplo republicano que es la base de la ética, fundamento para recuperar la confianza de un pueblo que sufrió los golpes de la corrupción y la mentira y que hoy quiere reencontrarse en la solidaridad, en la justicia y en la decencia como en 1963 lo señalaba para toda la patria el presidente Arturo Illia.

Hoy llegamos otra vez hasta su tumba para decirle a don Arturo que ha merecido bien de la patria, que su nombre está en el corazón de los argentinos y en el respeto de todos los habitantes del país, desde el norte hasta el sur, desde el este hasta el oeste, porque él ha dejado el ejemplo de lo más importante que puede exhibirse en la vida, que son los valores morales que edifican la conducta puesta al servicio del pueblo soberano. 

Muchas gracias.


Dr. Fernando De la Rúa
Presidente de la Nación











Fuente: Discurso del señor Presidente de la Nación Dr. Fernando de la Rúa en Acto Homenaje por el 17° Aniversario del fallecimiento del Presidente Dr. Arturo U. Illia, 18 de enero de 2000.

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