-¿Cuáles son las
razones filosóficas por las que usted se opondría a una eventual fórmula
compartida con el peronismo y el radicalismo?
- Tenemos que darnos cuenta todos que aquí en el presente
argentino están yuxtapuestos el pasado y el futuro. Hay una crisis que se
identifica al mismo tiempo que se identifica la lucha que se libra entre
quienes quieren lanzarse al futuro para venir al nuevo orden nacional con una
relación del poder político con más relación del poder económico. Esto, desde
luego, no es un problema que exista exclusivamente en el seno del peronismo; es
un problema del país y se exterioriza en casi todos los partidos políticos
populares. Yo creo que en este encuadre hay que tomar el acceso de Cámpora al
Gobierno. Cámpora llega al Gobierno y no sólo que es una crisis argentina en el
buen sentido de la palabra de la que ha de surgir la nueva organización, desde luego
inmersa también en una serie de contradicciones que todavía esto está
sintetizado. En el campo del peronismo se advierten también dos zonas que, para
clasificarse periodísticamente, rápidamente debemos decir derecha e izquierda o
tendríamos que decir una zona más popular, una zona menos popular. Pero
comienza a haber un protagonismo popular que a mí, personalmente, me entusiasma
pero que por una parte garantiza la licencia democrática dentro del proceso por
la participación de importantes sectores y, por otra parte, juega como uno de
los factores de la contradicción. Pareciera posible una síntesis que permitiera
que el Gobierno desarrollará una etapa del país que consideramos indispensable
que produjera el arranque a objetivos que realmente estaban reclamados por la
mayoría de los argentinos sin esperar tampoco una gran revolución. Pero luego
de Ezeiza esta posibilidad de síntesis, a mi juicio, se extingue y entonces se
hacía necesario determinar con uno de los sectores de acuerdo a mi concepción.
De inmediato entonces la derecha empieza a intrigar como siempre y esta vez con
el propósito de llevar a su ánimo de Perón que estábamos ante un gobierno que
estaba a punto de caer prisionero de fuerzas casi militares, por lo menos de
ultraizquierda y con el propósito también de llevar a su ánimo de que estábamos
ante un vacío de poder, argumento éste que también los radicales conocemos muy
bien, y se confunde en su conjunto el desorden de superficie propio de la
democracia. En consecuencia, es evidente que en este momento se pretende
marginar a los sectores más populares del peronismo y que se ha roto esta
posibilidad de diálogo entre estos dos sectores que yo visualizaba
anteriormente. Pareciera que a nosotros se nos llama a una fórmula mixta en
este tipo de colaboración con el propósito de llenar ese vacío que dejan los
sectores populares, es decir, el radicalismo tendría que ir a asumir ahí el rol
de fuerza moderadora, de fuerza estática, frenadora de un proceso de cambio
garantizadora de otro sector de la acción a desarrollar, rol que desde luego no
puede desempeñar de ninguna manera la UCR, por lo menos la UCR que quiere
seguir siendo fuerza popular revolucionaria, síntesis de lo que están las
afirmaciones permanentes del país en cuanto a las convicciones nacionalistas,
populares democráticas, liberadoras. Este es el sentido íntimo de la
significación profunda de nuestra determinación.
- Doctor, usted en su
momento compartió la filosofía que dio origen a la Hora del Pueblo y, por lo
tanto, sus resultados. ¿Es así?
-Así es.
-Posteriormente, a
partir del acceso del doctor Cámpora al poder, el radicalismo se manejó con una
especie de colaboración crítica desde el Parlamento.
- Yo he manifestado reiteradamente un apoyo crítico. Yo he salido
a recorrer el país luego del advenimiento del gobierno del doctor Cámpora para
señalar lo que tendría que ser la estrategia de nuestro partido. En este
sentido, decía, siempre en primer lugar, defender esta conquista de la
civilidad que significa el reconocimiento de la soberanía del pueblo; en
segundo lugar, ser motor de un proceso de cambio, no simple espectadores;
insertarnos en el proceso de suerte de hacerlo avanzar y, en tercer lugar,
defender con sentido crítico o de posición constructiva, como quiera
llamársele, la democracia a dos puntas: hacia abajo, en cuanto tenemos que
comprometernos a que nuestra lucha por el gobierno ha de conspirar contra el
ejercicio del poder y, fundamentalmente, seguir trabajando sobre la base de un
concepto de la unidad nacional, porque es indispensable que nos comportemos
como una auténtica Nación estableciendo comunes denominadores que vayan más
allá de lo que pueden ser nuestras discrepancias partidarias o ideológicas,
única forma que podemos operar y, lo he dicho muchas veces, la liberación
nacional que significa terminar con el esquema de la dependencia, la liberación
social, que significa terminar con la injusticia y el privilegio, y la
liberación humana; en cuanto a estos dos objetivos son todos de acuerdo con la
concepción de la UCR, que busca el establecimiento de una democracia social
sobre la base del respeto cabal a los derechos del hombre.
- En una declaración
que usted leyó al periodismo el martes 24 se refirió al proceso que había
culminado con las denuncias de los doctores Cámpora y Lima. Dijo que no había
sido un proceso voluntario. Si mal no recuerdo, las expresiones de algunos
protagonistas así lo confirmaban. ¿Podría aclararme este punto?
-Yo no he dicho de ninguna manera que no hubiera sido un
proceso voluntario. ¿De dónde surge su apreciación? No lo he señalado para
nada. Yo he dicho que se han impulsado las renuncias, y creo que es así. Por
otra parte, conociendo la personalidad del doctor Cámpora, evidentemente por
otro lado la candidatura de Perón, había que presumir que a la menor
insinuación se produciría la renuncia.
- Doctor, tanto
hablan de la posibilidad de la fórmula mixta. Creo que quedó un poco en segundo
plano lo que quizás es el tema más importante: ¿es legítimo o no, desde el
punto de vista jurídico, el hecho de que Perón reemplace a Cámpora?
- Mire, es evidente que ésta es una aspiración de vastos
sectores del país; sobre esto cabalga el episodio. Sobre esta legítima
aspiración del pueblo argentino, o de una parte del pueblo argentino, pero a mí
se me ocurre, pensando en el futuro político argentino, que todo es lamentable.
Habíamos peleado durante muchos años contra la dictadura militar para lograr
este reconocimiento de la soberanía del pueblo. Poner en caja nuestras
instituciones, empezar a marchar hacia delante y de ninguna manera era
concebible que se nos colocara ante un mero proceso electoral cargado de
tensiones, de incertidumbres y con una paralización del país como la que
estamos viviendo que ya venía de antes. Porque los últimos meses de Lanusse
también tuvieron este sentido, ¿verdad? No nos podemos dar estos lujos los
argentinos de ninguna manera. Esto parece una burla a la ciudadanía. Cuarenta y
cinco días demostraron que todo esto no servía para nada. Hemos aceptado todas
las reglas del juego, todos las habíamos aceptado. Lo conveniente es que
hubiera seguido este gobierno, que tenía la obligación de durar cuatro años en
el país.
- ¿Vale la pena que
se haga la elección del 23 de septiembre o cree que hubiera sido mejor para el
país que directamente la Asamblea Legislativa, reformando la ley de acefalía, o
no, según las interpretaciones que se pudieran hacer, hubiera designado el
nuevo presidente?
- Bueno, yo creo que, producido el episodio, me inclino por
la elección, que me parece más correcto.
- ¿Y ante la
posibilidad de que no se presente ninguna fórmula para enfrentar la candidatura
de Perón?
- Yo creo que de todos modos será convocado el pueblo para
elegir.
- Doctor, ¿usted
coincidiría que en las últimas semanas se ha observado un proceso de confluencia
al menos en las apreciaciones y en los anhelos entre la juventud radical y la
juventud peronista?
- Es evidente.
-¿A qué lo atribuye?
- A que piensan bastante parecido.
- ¿Esto habla a favor
o habla en contra de una posible complementación peronista-radical?
- Nosotros estamos trabajando desde hace tiempo; fue incluso
uno de los motivos que dieron origen al Movimiento Renovación y Cambio la
necesidad de expresar la idea del seno de nuestro partido, si es necesario
trabajar en común con otros sectores populares para afirmar un programa de
organización realmente liberadora. Nosotros vemos con mucho agrado que coincidan
en los diversos aspectos la juventud del radicalismo con la juventud peronista
para afianzar esta revolución reclamada por las grandes mayorías argentinas. Lo
que no vemos con agrado es que se piensa cambiar esto, que es natural, que es
lo espontáneo, que es lo puro por acuerdos en la cúspide que nada tiene que ver
con el proceso de la revolución.
-Si en determinado
momento el acuerdo en la cúspide puede responder a un anhelo de una parte o de
una buena parte de las bases, ¿podría autenticarse de este modo?
- Pienso que no; en la militancia, por lo menos, no.
- Le pregunto esto
por lo que conversábamos recién. Se me ocurre que hay en el fondo en estas
coincidencias manifiestas en las juventudes de ambos partidos por lo menos en
el gérmen de una posibilidad de trabajo en común.
- Para trabajar en común vamos a estar totalmente de
acuerdo, no hay ninguna duda, con el peronismo y con todos los sectores
populares que están realmente decididos a operar en la Argentina esta transformación
que nos saque de la postración a que nos tiene sometido un régimen de sumisión.
- Doctor, por un
momento me pongo en abogado del diablo. Especialmente partiendo de la respuesta
del secretario general de la CGT, sobre los conceptos suyos, se ha escuchado a
algunas personas que lo acusan de gorila y de izquierda. Yo quisiera que usted
responda a esta cosa.
-De ningún modo yo soy gorila. Lo que pasa es que aquí se
pretende, por algunos señores, que los que estamos luchando en serio por las
reivindicaciones populares tenemos que ser pisoteados, de cualquier manera se
nos coloca en casilla, se nos estereotipa y desde luego cuando regresamos,
alguna crítica tiene que producir alguna vez alguna crítica personal que nada
tiene que ver con nuestra posición. Yo soy un hombre que lucho por mis
aspiraciones, mis propias conclusiones; no soy antiperonista simplemente; no
soy peronista y estoy dispuesto a trabajar con todos los que puedan coincidir
en los aspectos fundamentales con nosotros, preservando desde luego mis propias
convicciones.
- ¿A qué cree que
responde la diferencia que Rucci se empeña en señalar cuando primero lo ataca a
usted y luego con palabras semielogiosas al doctor Balbín?
- No sabría contestarte eso.
- Doctor, creo que
sería conveniente escuchar de sus propios labios una definición concreta de las
diferencias que lo separan del doctor Ricardo Balbín.
- De eso ya hemos conversado bastante. Yo prefiero que las
diferencias surjan de los acontecimientos, de los hechos, por eso se está
clarificando todo, de suerte que lo dejo para que usted extraiga las
conclusiones. Yo creo en un modelo de país y esto no significa cristalizar esta
idea, pero creo en un modelo de país con un área que podríamos llamar socializada,
que por extensión podríamos llamar la infraestructura social, para lograr
igualdad de trato en materia de salud. El problema de la educación en todo lo
que hace a la necesidad fundamental, la democracia pluralista, que se
manifiesta solamente en la medida en que se trabaje, eficacia para lograr
igualdad de oportunidades. Creo también en una franja ancha en el medio en la
que no deben socializarse en los medios de producción que debe estar librada a
la iniciativa privada, pero sujeta siempre a un planeamiento de economía para
que fije prioridades en su desarrollo a un correcto sistema tributario que
opere la distribución de los ingresos y la riqueza a una lucha permanente
contra todo lo que sea la concentración del poder económico, por eso contra los
monopolios, por eso contra los latifundios y también a vincular la gestión de
la empresa en cuanto a trabajo y menos en cuanto a capital.
- Doctor, en todo
este proceso que se ha abierto, ¿qué papel le atribuye a las Fuerzas Armadas?
- Yo no le atribuyo ningún papel.
Fuente: REVISTA EXTRA - AÑO IX - N° 98 - AGOSTO 1973
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