Venimos aquí a llorar la muerte de Arturo Frondizi y a vivir
juntos el orgullo de haber integrado su equipo de gobierno de 1958 a 1962. Hablo en
representación de quienes fueron sus Ministros y Subsecretarios, de los altos
funcionarios y de todos los que desde diversos puestos de trabajo pusieron el
hombro, el talento y la fe a la gran cruzada del desarrollo nacional.
Nos conmueve profundamente su muerte, pero al mismo tiempo,
la inteligencia y el corazón se nos iluminan con los resplandores de su
brillante trayectoria, de su excepcional acción de gobierno y de su singular
itinerario humano. Porque Frondizi fue un político cabal, integro, visceral,
con pocos parangones -tal vez, ninguno-, un extraordinario estadista, que llevo
adelante un proceso vertiginoso y profundo de transformaciones estructurales,
un militante impertérrito e incansable de las causas nacionales y populares, un
hombre ejemplar en su sabiduría de los hombres, en su humildad y en su grandeza
moral; un amigo distinto y superior, al que quisimos en todas las
circunstancias, particularmente cuando fue perseguido y vilipendiado, cuando no
lo comprendieron los profesionales de la política, incluso cuando en algún
momento de sus últimos años adopto posiciones que pudimos no compartir.
Fuimos solidarios, sin interrupciones, con el personaje
fuera de serie y estuvimos atados a el en la admiración y en el afecto, también
en la disidencia. Siempre fue honesto y su sentido ético de la vida mereció que
los respetáramos, sin baches, durante toda la vida y lo lleváramos muy hondo
metido en el corazón.
Nos queda como protagonista principal de una época
importantísima de la vida argentina contemporánea, como prototipo, como
paradigma. Nos queda a nosotros, y les queda definitivamente a nuestros hijos y
a las nuevas generaciones. Pretendemos que lo asuman como un ejemplo de
integridad, de entrega plena y de eficiencia, y como testimonio de una etapa
difícil y dura de la política del país, en la que le toco enfrentar a Frondizi
estructuras partidarias perimidas, anacrónicos ideologismos, férreos intereses
creados que se oponían al desarrollo nacional y a la alternativa de un futuro
sólido, vigoroso en su economía y desplegado al máximo en el talento y la
creatividad de los argentinos.
Fue Frondizi el gran abanderado del desarrollo. Después de
él, el desarrollo fue bandera de todos; se adelanto, incluso, a la Encíclica
"Populorum Progressio" y a las consignas y las propuestas de las
organizaciones internacionales que en periodos posteriores a su gobierno
definieron recomendaciones y rumbos que implicaban nuevas ideas y nuevos
caminos para encarar soluciones de fondo a los problemas de los pueblos del
mundo.
Dialogaron con el, lo admiraron y lo consultaron los grandes
de su tiempo: Kennedy, Juan XXIII, De Gaulle, Adenauer. La Argentina de
Frondizi gano en estatura internacional y asomaba como gran potencia en el Sur
de America.
Es que junto a Frondizi accedió al escenario del
protagonismo y las responsabilidades una legión lucida, verdaderamente
excepcional, de grandes dirigentes politicos: Rogelio Frigerio, Oscar Alende,
Carlos Silvestre Begnis y Raul Uranga, Gobernadores; Alfredo Vitolo. Ministro
del Interior. Julio Oyhanarte, David Blejer, Luis Mac Kay, Donato del Carril,
Guillermo Acuna Anzorena, Arturo Zanichelli en Cordoba, Horacio Guzman en
Jujuy, Cestino Gel si en Tucuman, Ernesto Ueltschi en Mendoza, Ayrault, Freaza
y Perie en Misiones, Anselmo Duca en el Chaco, Piragine Nyveiro en Corrientes,
Ismael Amit en La Pampa , Domingorena, Ferreyra y Bruno en Entre Rios, Paradelo
en Santa Cruz, Gallina en Chubut, Castello y Fermin Oreja en Rio Negro,
Domenicone en San Luis, Americo Garcia en San Juan, Aldo Ferrer, Felix Luna,
Nestor Grancelli Cha, Nicolas Babini y Jorge Gardella; Ataulfo Perez Aznar, en
Educacion de la Provincia de Buenos Aires, Marta Lynch, Marcos Merchensky, Haroldo
Olcese; Carlos Florit y Oscar Camilion en la Cancilleria, Isidro Odena, Emilio
Perina, Olegario Becerra, Rodolfo Carreras, Ramon Prieto, Juan Ovidio Zavala,
Dardo Cuneo, Angel Centeno y Santiago de Estrada; Hector Noblia en Salud
Publica, Gabriel del Mazo y Justo P. Villar; Hector Gomez Machado, Oscar Lopez
Serrot, Ricardo Gonzalez, Jose Liceaga,
Armando Turano y Francisco Caneque en el Congreso Nacional,
Tito Gonzalez, Jose Gimenez Rebora, Enrique Bulit, Hector Sauret y Jorge Juri;
Bernardino Home en Agricultura, Blanca Stabile, Marisa Liceaga, Emilia Menotti,
Alberto Spota, Hernan Giralt, Jorge Perazza, Raul Rabanaque Caballero, Oscar
Valdovinos e Ideler Tonelli; Roberto Aleman en Economia, Arturo Sabato en
politica petrolera, Alberto Tedin, Carlos Juni, Antonio J. Vila en politica
industrial, Generales Hector Solanas Pacheco y Juan Guglielmelli en Defensa
Nacional, Ariel Ramirez, Atilio Stampone, Juan Esteban Agiiero (de San Luis),
Luis Ricardo Casnatti (de Mendoza), Rafael Squirru, Gustavo Levene... en las
áreas culturales.
Pocas veces se dio en la historia que nos toco vivir una pleyade tan alta y calificada de personalidades que, unidas alrededor de Frondizi, arremetieron con uno de los desafíos más inteligentes, transformadores y audaces que produjo la política argentina.
Pocas veces se dio en la historia que nos toco vivir una pleyade tan alta y calificada de personalidades que, unidas alrededor de Frondizi, arremetieron con uno de los desafíos más inteligentes, transformadores y audaces que produjo la política argentina.
Valga que destaquemos hoy la singularidad del pensamiento de
Frondizi. Rompió los moldes, no se ato a estereotipos del pasado, no tomo el
sendero facil de repetir consignas viejas ni ideologías marchitas que vinieran
de la izquierda o de la derecha. Fue original y valiente.
Pensó de otro modo, como debió ser en la circunstancia histórica
que le correspondió, por decisión popular, asumir los destinos del país. En Economía,
trajo propuestas nuevas, diría temerarias, frente a los prejuicios ideológicos
de la partidocracia vigente. Trajo y desplegó la política del desarrollo, de
la industrialización, del
autoabastecimiento petrolero, del despliegue de todas las potencialidades
materiales y espirituales del país y de su pueblo.
En Educación, Frondizi y Mac Kay -el gran Ministro y el
hombre magnánimo- levantaron columnas fundamentales que implicaron cambios
profundos y la apertura hacia responsabilidades institucionales y sociales
nuevas en el campo educativo.
Comenzó entonces el proceso de transferencia de escuelas a
las provincias y, también, la participación social en educación: cuando se creo
el CONET, su cuerpo colegiado de conducción lo integraron representantes del
empresariado y del sindicalismo.
Se aprobaron en 1958 dos leyes principales: el Estatuto del
Docente-por el que lucharon durante décadas los gremios de maestros y
profesores- y la que instituía la libertad de enseñanza en el orden
universitario. Desde entonces pudieron crearse universidades privadas.
Se constituyeron SNEP (Superintendencia Nacional de
Enseñanza Privada) y el primer Servicio Nacional de Planeamiento Educativo.
Fuimos pioneros en America latina. Se hizo la gran convocatoria a la docencia
del país para que analizara la situación del sistema educativo y propusiera
cambios: los Seminarios de la Educación, en cada escuela, en siete Regionales y
el Nacional en Rio Tercero (Córdoba). Fue el mejor antecedente del futuro
Congreso Pedagógico Nacional, que se desarrollo de 1984 a 1988.
Sin duda, se trato de un periodo activo, fecundo y de
huellas hondas. Hay criterios y líneas de acción política que nacieron en
Frondizi y seguirán vigentes hasta que se plasme en plenitud el desarrollo
argentino. No se trata solo de una batalla económica de fondo; es también y
fundamentalmente, una batalla cultural.
Dr. Frondizi: venimos a decirle presente los hombres y
mujeres que militamos en política a su lado, en el viejo Radicalismo, en la
UCRI y en el MID.
También decimos presente los que tuvimos el honor y la
lucida y enfervorizada responsabilidad de integrar su equipo de gobierno desde
el '58 al '62.
Decimos presente sus amigos: tal vez usted crea que solo nos
lleno de grandes ideales la inteligencia; tenga la seguridad de que también nos
lleno el corazón con su humanidad y su ternura.
Queremos recordarlo siempre al lado de Elenita y de Dona
Elena. Desde hoy usted las acompaña.
Fuente: Discurso del Profesor Antonio Salonia en la Recoleta despidiendo los restos del ex Presidente de la Nación Argentina Dr. Arturo Frondizi (1958-1962) -Texto digitalizado por la Fundación Centro de Estudios Presidente Arturo Frondizi
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