LOS DOS GRANDES
PROBLEMAS A PARTIR DE 1918
Señor presidente, señores diputados: desde el año 1918
quedaron planteados por la juventud estudiosa los dos grandes problemas que
configuran la crisis de las universidades sudamericanas en la crisis
contemporánea de la universidad y de su idea histórica:
Primero, el problema universal de la universidad, el de la
formación humana completa, el de integrarnos educativamente pensando en el
hombre, en su Integra humanidad, antes que en la sola profesión o en la técnica
que el hombre ha de usar. Segundo, el problema específicamente nuestro, es
decir, el problema correspondiente a estas naciones donde la civilización no es
hija de la cultura, el problema de que ese hombre integralmente formado, sea
aquí nuestro hombre, situado en nuestra tierra, que es donde su universidad
arraiga, y no un hombre de mentalidad importada o abstraída no coincidente
ecológicamente con nuestro hombre.
De tal modo, la crisis de nuestras universidades se
condiciona por un factor común a todas las universidades en su crisis
universal, pero también a un factor nacional propio, continental. Tenemos el
doble problema de que la universidad no solo sea humanista sino que se refiera
a nuestras humanidades, a nuestra gente, en cuerpo, en sangre, en alma, en
ámbito y en destino histórico; que cultive aquellas humanidades que nuestra
cultura debe cultivar preferentemente si es una cultura de nuevo mundo.
BASES PARA LA
TRANSFORMACION
Para la realización de esos fines fueron propuestas por la
juventud universitaria argentina y americana, durante las ultimas tres décadas,
las bases doctrinarias y las fórmulas positivas de realización de un tipo
espiritual y real de universidad adecuada a nuestros pueblos, con fidelidad a
su índole espiritual y, por lo tanto, liana v humana, como debieran ser sus
Estados. Tendrá integralidad de composición interna, para responder al
principio de comunidad que viene desde los remotos orígenes de las
universidades en el mundo; tendrá bases educativas que le den integración vertical
en correlación gradual con toda la escuela para responder al ideal de la
personalidad que es su razón de ser; y tendrá integración popular, nacional y
continental, es decir, histórica. Suscitará las formas peculiares de nuestra
cultura, en relación con la cultura universal; y si es verdaderamente adecuada
a nuestros pueblos, adoptara la democracia como organización y método y erigirá
la libertad en principio eminente, con todas las fecundas consecuencias
pedagógicas.
VUELTA A AMERICA; A
LA TIERRA Y AL PUEBLO
No se interpretara en hondura el significado de esta nueva
concepción para la universidad argentina y americana surgida en 1918, si no se
tiene en cuenta que es la primera proposición de carácter colectivo en el campo
intelectual en nuestra historia de profesar con lealtad lo argentino, lo
americano; de preocuparse del contenido de las fuerzas que nos mueven y que nos
limitan; de capacitarse para medir nuestro propio dolor y luchar por una vida
nacional autentica. Es la vuelta a America, la vuelta a la tierra y al pueblo;
la vuelta a la personalidad nacional, corrigiéndonos intelectualmente de no
abstraer al hombre en la doctrina y abriéndonos, sin mengua de la sugestión de
todo lo humano, al conocimiento y cultura de lo propio.
La reforma universitaria vio que es principalmente mental,
que es en primer termino intelectual y educativa la procedencia de las grandes
claudicaciones políticas, de la economía sujeta o deformada y hasta de cierta
aberrante enajenación sentimental; dolores todos que estos pueblos sufren. Vio
que dos grandes exigencias son ineludibles para la realización de un gran
emprendimiento renovador y emancipador: que la transformación política social
de cada una de las naciones sudamericanas haya alcanzado un tipo de Estado con
efectiva vocación democrática, y que cada una de sus universidades acuerde viva
personería a la juventud que en ellas se educa.
El problema de la integración y nacionalización de las
universidades sudamericanas es un problema pedagógico y cultural; pero a la vez
y necesariamente un problema político, de política esencial de la nacionalidad,
que se resuelve en el plano del Estado. Porque solo con la emancipación
nacional en proceso, la universidad dejara de sufrir raquitismo de base;
aquella insuficiencia esencial proveniente de la vida económico social del niño
y del adolescente y de sus dificultades de ascenso cultural; y solo un Estado
democrático, y por lo tanto, con sentido histórico, ético y orgánico de lo
nacional, promoverá o amparara la integración representativa de la universidad
—la única legitimante de su autonomía—, y sentirá en la libertad que le
conceda, su propia necesidad de inteligencia.
REIVINDICACIÓN DE LA
PERSONERIA DEL ESTUDIANTE EN LA REPÚBLICA UNIVERSITARIA
El nuevo orden jurídico de la universidad argentina,
inspirado en tales bases principistas y de derecho publico, respondió a las
exigencias del espíritu nacional en todas las manifestaciones de su
renacimiento democrático, a la luz de acontecimientos históricos en el país y
en el mundo. Confluía para su configuración originaria, junto con las
revelaciones de la primera gran guerra, el triunfo del radicalismo, con el que
el pueblo argentino conquistaba por primera vez las posibilidades políticas de
su movilización en la búsqueda y en la realización nacional de lo autentico. La
abstención del país en la contienda mundial —hecho inigualado de conciencia
histórica— permitió a la Nación replegarse en sus senos profundos y le dio
perspectiva para enjuiciar una civilización superficial y predatoria y su
inhumanidad intrínsico.
De modo tal que, junto a la voluntad política de salvar a
nuestros pueblos del destino de los pueblos europeos, la insurrección juvenil
necesitada entonces de auto docencia, proclamo naturalmente los derechos
pedagógicos de la juventud como edad y, culturalmente, "la autonomía
espiritual de las nuevas generaciones". Así un halito de vida ensancho la
vida del país, y nace o renace la fe argentina en lo propio y en la función y
en la responsabilidad de lo propio.
El sufragio universal efectivo fue el instrumento de la
movilización política y cultural para el alumbramiento civil de la conciencia
nacional, porque el acceso del ciudadano a la vida política y el acceso del
estudiante a la vida universitaria, son dos índices de un mismo fenómeno, son
aspectos distintos pero correlacionados de una misma lucha por la integración
orgánica de la nacionalidad. El vasallaje social de las oligarquías políticas,
dueñas del poder y de la riqueza, consumía nuestro aliento vital, del mismo
modo que en el orden educativo el régimen de tutela mental que ejercieron
sofocaba nuestro porvenir en los brotes, en los retoños del espíritu naciente.
Tal como sucedía al país, la universidad dejo de ser
gobernada para gobernarse por si misma; y el voto estudiantil confirió al
estudiante el derecho a ser, dentro de su comunidad, como el voto ciudadano
reivindico la personería del hombre aislado en la comunidad nacional. Son dos
hermosos y eficaces instrumentos con que por la cultura y por la milicia civil
podrá desarrollarse aquí con plenitud un gran pueblo con personalidad para
servir a la causa humana con autonomía espiritual.
La reivindicación de la personería del estudiante en la
republica universitaria, guarda relación con la reivindicación de la autonomía
espiritual de todo hombre en la republica mayor, de las provincias y de las
regiones en la Nación, de la Nación como persona del mundo. Constituye una
creación autentica y original del espíritu argentino; ha sido y es una
proposición nuestra, con la que afirmamos una vigorosa personalidad nacional.
¿A quienes choca este alarde creador del joven espíritu de la Nación? Los que
manifiestan afirmar su política en su fe en el pueblo argentino, ¿carecen de fe
en la juventud argentina? ¿Molesta la presencia plena de la juventud cuando
llega el momento de la regulación que de ingerencia a su vivo y lucido espíritu
en las instituciones de la Republica?
EL PROYECTO DE LEY
DEL GOBIERNO ES REGRESIVO
No ha recogido el proyecto del gobierno las esencias
institucionales de estos fecundos planteamientos. Es, en lo fundamental,
regresivo; vuelve a la universidad autoritaria, gobernada por uno solo de sus
estamentos, e inventa el pupilaje de la universidad por el poder ejecutivo. No
cree que el desarrollo de la personalidad del estudiante en el orden ético,
estético y científico, exige que la universidad vele por los fueros de su
personalidad mediante su ingerencia en todos los aspectos de la vida de la
institución: desecha, por lo tanto, para la universidad, el sentido de comunidad
pedagógica y de organización democrática; revive de nuevo el concepto del
profesor propietario; no cree que, fundamentalmente, educar es promover
autoeducación; no cree que la universidad tiene de característico que, toda
entera, con sus maestros y sus discípulos, es una personalidad centrada en
personalidades; no cree que la suerte del Estado este vinculada a la formación
ético-pedagógica de la juventud, formación cuya esencia es la autonomía
universitaria.
Los estatutos de las universidades de veinte países de
nuestra America han adoptado, sin embargo, los grandes principios llamados en
todos ellos los principios argentinos, entre los que se encuentra el
típicamente nuestro, de la ingerencia estudiantil, activa y orgánica, en la
vida y en el gobierno de las universidades; y son diez ya de entre esas
naciones americanas de nuestro común origen las que han llegado a consagrarlos
en sus leyes; ¿es ahora el Congreso argentino que pretende negarlos?
BUSQUEDA ANSIOSA DE
UNA FORMULA QUE LOS SUDAMERICANOS YA TENEMOS
Deja perplejo considerar esta incomprensión del problema no
solo universitario sino político, en su relativo y reciproco influjo, cuando se
observa el desesperado esfuerzo de las universidades europeas para encontrar
una formula vitalizadora, una formula fertilizante ansiosamente deseada pero
que no había surgido como necesidad en ellas hasta la ultima guerra. Es
necesario ver la dramaticidad de como buscar sin encontrar el modulo hormonal
equilibrante, cuya formula aquí tenemos. Es de ver la dramaticidad de esa
búsqueda por los mas luminosos y conscientes investigadores, por ejemplo, los
que han tratado de los problemas de aquellas universidades inglesas llamadas de
ladrillos colorados, las red bricks universities. Es de ver el problema
planteado en los Estados Unidos cuando las universidades exigidas por los ex
alumnos, que vuelven de la ultima guerra, se convencen que deben corregirse
retomando y ampliando las sendas de la gran tradición humanista, integradora.
Por ese camino de integración asoma para ellas, por primera vez con carácter
general y principista, un movimiento tendiente a considerar a la universidad
según una concepción que es en el fondo la nuestra, la sudamericana; tendiente
a considerar la universidad como una organización democrática, como una
compañía de estudiosos en que todos, graduados de toda categoría y alumnos,
tienen ingerencia en su determinación, ingerencia inclusive gubernativa, que
algunos estiman ya como sabiduría salvadora. Hace poco mas de un año, el
Harvard Commitee, la comisión especial nombrada por la Universidad de Harvard,
a quien se encargó el estudio de la situación educativa "en un país
libre", expresó en su notable informe
el convencimiento de que seria valioso el gobierno de los estudiantes en
las universidades, porque "solo cuando el estudiante encara las reales
dificultades de gobernar democráticamente, empieza a apreciar la complejidad de
una sociedad libre y las enseñanzas abstractas toman valor de concretas
decisiones y acciones".
Frente a ese documento vienen a la memoria, tratándose de
Estados Unidos, aquellas admonitorias palabras del presidente Wilson, cuando
hizo de la situación de las universidades un paradigma institucional, diciendo
a su país: "Hemos sido gobernados por la teoría de un gobierno a través de
un tribunal de directores guardianes de nuestra insuficiencia. Los hombres
libres no necesitan guardianes. Fui rector de una universidad y note que los
estudiantes sabían de ella y de lo que les convenía más que los consejeros.
Cuanto no hubiera podido hacerla prosperar si hubiera podido entenderme, no con
su asociación de guardianes, sino con todos los graduados y con todos los
estudiantes, es decir con toda la Universidad de Princeton".
TRADICIÓN DE
COMUNIDAD DE MAESTROS Y DISCIPULOS VALIDA PARA LAS UNIVERSIDADES PRIVADAS O LAS
ESTATALES
Veamos ahora, por de pronto, que la participación
gubernativa de los estudiantes en la universidad responde a una idea sindical,
a una idea gremial, a una idea de comunidad, que es la gran tradición de la
universidad desde sus orígenes, valida para las universidades privadas o las
estatales. Viene desde aquellas universidades de la cristiandad europea de hace
mas de ocho siglos que dan, en muchos aspectos, insustituible ejemplo a las
contemporáneas, particularmente en su característica condición de comunidades
de trabajadores intelectuales constituidas en derecho. Fueron los
"estudios" de Bolonia, Paris, Oxford y Salamanca, asociaciones de
maestros y estudiantes. En Paris gobernaron preferentemente los maestros,
modelo que después siguieron las universidades del Norte europeo; en Bolonia
gobernaron preferentemente los estudiantes, modelo que influyo en las universidades meridionales.
Salamanca, madre de las primeras universidades sudamericanas, realizo un tipo de
gobierno en que armonizaron los dos sistemas, constituyéndose la universidad
como hermandad de maestros y discípulos. Y bien sabido es que las facultades de
Teología y de Derecho de hoy son descendientes directas de las de Paris y
Bolonia, respectivamente; como las actuales de Medicina provienen de las de
Salerno y Montpellier, pertenecientes a aquel mundo intelectual del
cristianismo; como nuestras facultades de Filosofía y Letras son la
continuación de los viejos estudios llamados de "artes" procedentes
de la cultura griega, subsistentes en las universidades de la Europa medieval a
través del mundo romano.
En la Universidad de Bolonia, por ejemplo, la confirmación
periódica de los profesores, la docencia libre y el derecho de los alumnos a
escoger sus maestros, impidieron todo antagonismo entre profesores y alumnos.
Ha sido señalado que, cuando los estudiantes fueron privados del derecho de
coparticipación, los centros estudiantiles, las llamadas "naciones",
se convirtieron en meras asociaciones de mutualidad, rompiéndose el pacto en
que residía la extraordinaria fuerza moral de las universidades. Como
consecuencia, las universidades quedaron bajo la ingerencia excesiva del
Estado; y gobernadas en lo interno exclusivamente por los maestros, se
convirtieron en entidades burocráticas "destinadas a preparar profesores
egoístas sin sentido social".
La Universidad de San Marcos de Lima, hija de la de
Salamanca y madre de la nuestra de Córdoba, así como fue de la de Charcas, tuvo
un gobierno de asambleas en que se atenuaba la participación estudiantil con
relación al sistema de las universidades afines de España. Así, en lugar de
ocho consejeros, dos por cada "nación", había solo cuatro: dos
graduados y dos alumnos; pero tal como en Salamanca, rigió en Lima la intervención
estudiantil en la provisión de sus cátedras, sistema que se mantuvo hasta la
época de la Independencia y que reaparece luego en las reformas universitarias
peruanas de los últimos tiempos, como la de 1931 y la de 1946.
LA PERSONERIA
ESTUDIANTIL RESPONDE AL IDEAL DE LA PERSONALIDAD HUMANA TRAIDO POR LA
MODERNIDAD HISTORICA
Claro es que el extraordinario avance de hoy consiste en que
poseemos una conciencia valorativa pedagógica, ético jurídico y social, de la
innovación que confiere personería a la juventud estudiosa. Porque se trata
ahora del ideal de la personalidad humana que se hace vivo en las instituciones
contemporáneas de la modernidad histórica. La universidad contemporánea, al
centrar su actividad en la actividad del estudiante, aspira a dar respuesta
pedagógica a la exigencia formativa, satisfacción jurídica al sistema
representativo, sentido histórico al avance perenne de renuevo.
El problema de la personería estudiantil no podría tal vez
ser comprendido y seguramente no podría ser instaurado hoy en Europa, en sus
universidades privadas o estatales, infortunadamente para ella; pero en estos
países del nuevo mundo si ha sido comprendido y su instauración es un problema
esencial de la vida nacional y continental y de sus grandes rumbos éticos.
Vemos en la actividad plenaria de los estudiantes de las aulas superiores una
fuerza de nuestra emancipación nacional; del proceso fecundo de la democracia,
que es una creación incesante. Los alumnos son nada menos que el pueblo
presente en las aulas. La actuación del estudiante como parte viva y directora
de la universidad, es principio substantivo en que radica la mayor posibilidad
de comunicar el espíritu de la universidad con el espíritu de la Nación y el
único medio de proyectarla continentalmente, para la realización de una
comunidad espiritual sobre la que se construya una autentica política nacional
y sudamericana, solidaria y emancipadora.
Fruto de constante selección dentro de la substancia
popular, no habría para la universidad otra representación como la del
estudiante, que procedente de los manantiales primeros de la vida nacional,
fuera más directa, prístina y palpitante.
La universidad no es un armazón: es un cuerpo espiritual.
Valdrá saber si por dentro tiene carne, sangre y alma. Como dicen los
españoles, valdrá saber cual es, dentro de la cáscara, el verdadero tamaño de
la almendra y hasta que punto la cáscara la consume.
PUPILAJE DE LA
UNIVERSIDAD POR EL PODER EJECUTIVO
El gobierno y la comisión han optado por el tipo de
universidad autoritaria, conducida por uno de sus brazos; pero además, como he
dicho, han inventado el pupilaje de la universidad por el poder ejecutivo. Lo
han inventado, porque la designación del rector por el poder ejecutivo no tiene
precedentes. La universidad argentina, desde los tiempos virreynales, fue
siempre autónoma, aun en los momentos más violentos del poder público.
Agréguese que, a su vez, se propone que el rector designado por el presidente
de la Republica elija las ternas para los decanatos de las facultades, con lo
que la ingerencia del poder ejecutivo se traduce en la correspondiente mayoría
en el consejo universitario. No habrá, entonces, autonomía sino automatismo,
sujeción, y en lo interno contemplación temerosa continua del favor o de las
directivas presidenciales.
Sin embargo, escrito esta que la universidad no es una
subdivisión del poder ejecutivo, ni un poder del Estado, ni una derivación de
cualquiera de ellos. Es uno de los elementos orgánicos constituyentes de la
Nación. Un órgano autonómico del Estado que tiene un régimen sui generis y sui
juris en virtud de su índole espiritual, porque la universidad trata inclusive
de la formación inteligente del Estado y porque dentro de la organización del
Estado, la universidad es un lazo de unión entre el pueblo y el ámbito
universal de la cultura.
La universidad, que no solo es educadora del individuo y de
la sociedad, sino del Estado, no puede estar tutelada por el Estado en calidad
de menor, ni el gobierno del Estado democrático ser cosa distinta que el amparo
de la iniciativa individual y de la libertad en su seno. ¿Será necesario volver
a recordar que el gobierno de la universidad debe ser distinto al de una
compañía petrolera del Estado y la situación del catedrático distinta de la de
un empleado de la aduana?
Aquí estamos frente al gran peligro de que la universidad se
mediatice a fines extraescolares y que aun cuanto de bueno pudiera traer la ley
quede frustrada por el discrecionalismo del poder político que la propia ley
permite y que hiere a la universidad en su entraña. La universidad no puede
aceptar esas sumisiones porque es una idea. Esa idea vive con o sin el Estado,
y viviría aun sin sostén material. Dentro de un régimen democrático, por lo
tanto de libertad y de integral comprensión nacional, el mantenimiento de la
universidad del Estado subordinada o semisubordinada, no tiene razón de ser.
INADMISIBLES
PRETENSIONES DEL CENTRALISMO
"La educación consiste —dice el maestro Cossio— en
preparar a los hombres y a las sociedades para ser autónomos, y nada se puede
aprender a hacer mas que haciéndolo". "Educadores son siempre la
libertad y la responsabilidad".
Algún mensaje presidencial, sin embargo, habló de la
necesidad de que las universidades se subordinaran a las "tendencias
predominantes". ¿Que seria de las provincias y de las municipalidades con
la aplicación extensiva de este concepto? El principio de autonomía que
reconoce a una Provincia, a una comuna, a una universidad prerrogativa de
autogobierno, es en razón del libre desarrollo de su personalidad para el bien
de la Republica; y este principio de autonomía interna, sin mengua de su
congruencia con los órganos de la soberanía general, principio que concede
vigor y responsabilidad a los órganos viscerales de la Nación, es
particularmente valido para la universidad por la naturaleza vital, espiritual
y no mecánica, de sus funciones. No somos centralistas, sino federalistas.
Guardamos fidelidad a todo lo originario, a toda vida propia. Son los
absolutistas quienes tienen la formula unitaria en que se asientan los poderes
irremediables. Somos gentes de libertad. Aun la fuerza es para los argentinos
"protectora", según la formula sanmartiniana.
No habrá transformación nacional, así se la proclame, sin
provincias libres, sin comunas libres, sin universidades libres, sin la urgente
corrección de todo centralismo desapoderado.
LA AUTONOMIA DE LOS
PROFESORES NO ES LA AUTONOMIA DE LA UNIVERSIDAD
¿Pero esta autonomía que se reclama puede ser solo la
autonomía del cuerpo de profesores? De ningún modo. La expresión universidad se
refiere al hecho asociativo interno, al gremio libre de trabajadores
intelectuales, de maestros y discípulos, unidos en congregación de estudios; y
solo allí esta la razón de su autonomía. En un Estado democrático la autonomía resulta
y se legitima en derecho únicamente por el carácter democrático del gobierno
propio de la universidad, por la amplitud de sus bases representativas, por la
universalidad de la ciudadanía universitaria: sobre el firme plano de la
democracia, la libertad se hace posible y fecunda. Precisamente, por no
considerarlo así, la universidad con que nos encontramos en 1918 había
desequilibrado su vida y su fraternidad en un desorden de fondo. La Reforma
propuso equilibrarla orgánicamente, enquiciarla, mediante la participación
activa general de sus miembros, mediante la armonía en la comunidad. Por eso,
para la Reforma, son miembros de la universidad los profesores de toda
categoría; pero además, los graduados inscriptos y los alumnos. Esa fue la
formula argentina de 1918, formula de ensanchamiento y enjuiciamiento de la
universidad. Es también la formula que legitima su autonomía. El memorable
Congreso de Estudiantes de aquel año declare: "Solo una vez integrada la
universidad por todos sus elementos, la ley puede abandonarle la orientación de
la enseñanza y la dirección de la labor científica nacional. Será dable así
tener confianza en las universidades para mejorar continuamente". Se había
intentado resolver el problema de la casta académica que provoco el estallido
de 1918, manifestación local de un viejo problema mundial, el de los círculos
gobernantes de la universidad. Fue la tentativa de 1905, la ley 4699. Sucedía
que hasta 1905 las universidades
nacionales no se gobernaban siquiera por la totalidad de los profesores. Ese
año, al nacionalizarse la Universidad de La Plata, mediante el convenio de la
ley 4699, se pensó en corregir esas graves deficiencias mediante el ensayo de
un sistema de elección de todos los cargos por todos los profesores. La ley ponía
así el gobierno de la nueva universidad nacional en manos de un circulo mas
numeroso que en las demás, pero siempre cerrado. Son siempre profesores
nombrándose a si mismos: es decir, profesores fiscales de su propio desempeño,
ligados entre si por intereses comunes, y expuestos, por lo tanto, al
desarrollo de la camaradería. Es el sistema que se generalizo después por vía
estatutaria a las demás universidades, hasta 1918 y 1919 en que fracaso. Es el
sistema que el poder ejecutivo ahora propone.
¿Volveremos de nuevo a los grandes canónigos universitarios
y a sus cabildos encargados de tapiar la mentira de la universidad contra los
reclamos legítimos de los que quieren que ella sea algo más que una nomina de
sueldos? ¿Ese es el programa de una revolución o de una regresión? ¿Los
atentados, el fraude, el soborno, o los malos ejemplos imputables a la
democracia política nos bastarían para abandonar el sistema de la democracia
política? ¿Los inevitables tropiezos de la democracia universitaria, como de
toda institución nueva, son suficientes para abandonar el sistema de la
democracia universitaria o deben llevarnos a corregir los defectos no
imputables a su espectable condición?
LA UNIVERSIDAD Y LOS
HIJOS DEL PUEBLO
Y ahora otro problema, señores diputados. Un sistema
universitario amplia y democráticamente planteado en lo interno, ¿bastara para
que la universidad tenga la amplitud nacional correspondiente a la gran
democracia entrevista para nuestro destino universal? Evidentemente, no. La
cuestión universitaria es parte de la cuestión social, y nuestra realidad
social restringe y constriñe en términos inadmisibles, para una concepción
emancipadora argentina, la educación publica completa del pueblo argentino.
Todo el problema de la educación esta relacionada con las
condiciones económicas de la sociedad, empezando por la condición de los niños
y de los adolescentes hijos del pueblo, hoy compelidos a la sordidez de ninguna
educación o divididos en dos clases de vida educativa. Dos clases de vida
educativa que ahora, paradojalmente, se consagraran por ley para los
estudiantes de la universidad argentina en el preciso momento en que se la
moteja de "poco democrática". La asistencia obligatoria que se
proyecta —apuntalamiento coactivo del profesor único, y por lo tanto contraria
a la emancipación del alumno— retrotrae la universidad al peor pasado y la
cierra a quien necesita trabajar; es decir, a la mitad de los alumnos de las
aulas superiores de la Republica. Y este cuadro no se cubre con un harnero, ni
con becas prácticamente reservadas para las progenies de la burocracia del
Estado.
Con aire de descubrimiento el gobierno señala, además, que
hay una "falta de acceso de las clases humildes a los estudios
superiores", como si ese no fuera un aspecto de la vieja lucha reformista,
como si las diferencias sociales en la educación pudieran desaparecer por
decreto o por ley mientras subsistan las extremas diferencias económicas en la
sociedad, mientras el proceso democrático no alcance una realización cristiana
conforme a la dignidad del hombre. ¿Es posible que alguien ignore que el
problema meramente técnico de la pedagogía tiene un límite que la pedagogía no
puede superar con sus solas fuerzas: el de las condiciones sociales del pueblo
de la Nación?
Hace treinta años que venimos sosteniendo esa premisa, que
venimos sosteniendo que una pedagogía que no responda simultáneamente a las
exigencias de una organización institucional democrática y a las de una
correlativa organización económica democrática, es una pedagogía abstracta o
congelada que comete inconsciencia o irreverencia frente al pobre niño del
pueblo, desposeído y con hambre.
Que tengamos un plural de millones de analfabetos, y que
solo tres de cada mil argentinos reciban hoy instrucción en las aulas
superiores, son índices reveladores de que escolarmente el país, a pesar de su
riqueza y de la riqueza de su
Estado, esta metido en zapatos chinos, y que los pobres se
quedan descalzos.
No basta que el movimiento juvenil haya luchado noblemente
para que la educación no se use como instrumento de privilegio; es preciso que
prosiga noble y decididamente su lucha dentro y fuera de la universidad, para
que la educación no siga dividiendo las posibilidades educativas del pueblo
argentino. Es un problema de los estudiantes ciudadanos y de los ciudadanos
todos, que incide sobre la lealtad nacional.
LA INDOLE CULTURAL DE
NUESTROS ESTADOS ES MUNDIALMENTE ÚNICA
Claro es que, a pesar de todo, la situación de la Republica
es comparativamente superior a la de algunos países de prestigio, pero el error
consiste en creer que eso sea bastante; el error consiste en olvidar que
nuestros Estados, los Estados de las republicas sudamericanas, si responden a
su origen y a la índole de sus pueblos, llevan como propósito una idea
histórico humana que los distingue de los orígenes y de la índole de los
Estados europeos, porque no se trata aquí del Estado de conquista, del Estado
de fondo predatorio, de explotación de los débiles en el orden nacional y en el
orden internacional, sino de un Estado capaz de justicia interna y externa, de
un Estado humano, primera posibilidad que solo el nuevo mundo abrió en el
destino del hombre.
Y un Estado que se propone dar valor a los hombres como
hombres, es un Estado de docencia y la cultura es su objetivo esencial; la
cultura como formación: como formación del pueblo en el mundo, conforme al
sentido o ideal sacados de su propia entraña. Y si la cultura es la función
primordial de un Estado humano y docente, la educación deber ser la primera
institución política, el primer ministerio publico. La educación universal y
completa conforme a cada aptitud personal, no podrá estar subordinada a los
motivos de la economía o de la organización del Estado, sino al revés, estos
órdenes instrumentales deben ser los medios para conseguir el fin cultural, el
desarrollo integral de la personalidad de los nacionales en la Nación.
Por eso, los estudiantes quisieron habilitar los medios
cuando proclamaron que en el fondo del problema de la educación esta el
problema de la dignificación del trabajo, el de la popularización de la cultura
y el de la lucha contra la miseria para la superación de la vida de tipo
proletario en grandes sectores de la población; el de la organización, en fin,
de una democracia cimentada sobre la justicia social sin sacrificio de la
libertad.
Bien sabemos también que la "extensión
universitaria", vieja y característica demanda en el movimiento
estudiantil, solo se explica como función provisional de la universidad, como
función que indique, cada vez que se ejerza, la exigencia de una gran
ampliación horizontal y vertical en todos los grados del sistema educativo. No
es meramente una "extensión" en carácter de paliativo eventual, sino
toda la escuela, toda la universidad, la que corresponde al pueblo; y la
universidad debe partir, allá en sus bases, de todos los niños de la Nación, de
todos los jóvenes de la Nación, hombres y mujeres, los de la ciudad y los del
campo, problema de grado constituyente para estas republicas; problema que es
por de pronto ético, y es a la vez político, económico, sanitario, social,
pedagógico; es el problema todavía postergado: el de la educación publica
universal y completa; el de la formación gradual de todo muchacho argentino en
la integridad de su individualidad personal, tal como ella sea y alcance a ser.
Si. Apertura de abajo a arriba para que el pueblo ascienda, la universidad
necesita; y dentro, libertad responsable.
LA CRISIS DE NUESTRO
TIEMPO Y EL DEBER DE LOS GOBIERNOS
Se esta resquebrajando la armazón histórica de nuestro tiempo.
Es, por lo tanto, un momento en que, en cada país, se requiere de todos y de
cada uno; y no me refiero al orden material, sino al espiritual. Será
deficiente todo plan cultural que no atienda la construcción de bases primarias
y de todo el orden educativo completo y universal hasta la universidad, y que
para la universidad no cuente con la personería viva y libre de la juventud de
las aulas superiores.
Yrigoyen resolvió en 1918, con su talento de gobernante
superior, con relación a las jóvenes generaciones estudiantiles, la crisis
histórica de su tiempo, consecutiva de la primera gran guerra. En un momento en
que el quebrantamiento de una civilización se iba a traducir en la
desmoralización o desrumbo juvenil, abrió con todo el poder moral de su representación
personal y publica, el cauce de la acción y del pensamiento fecundo. Lejos de
considerar a la universidad propiedad del partido triunfante, amparó
objetivamente la transformación de las universidades, cuyos principales actores
jóvenes no pertenecían o eran contrarios a su filiación política. Ayudo así, a
designio, a que los estudiantes llevaran a cabo en el país, como después en
toda nuestra America, una obra imperecedera en procura de las bases
pedagógicas, y por lo tanto correlativamente políticas, económicas y sociales,
de una cultura nacional autentica en la identificación de saber y justicia.
Frente a la nueva crisis del mundo, consecutiva de la
segunda gran guerra, vemos que hay un ansia de transformación que se expresa en
todos los campos, a veces defensiva del mundo mortalista que pugna por
sobrevivir, pero a veces creadora, redentora, cuando vive en aquellas
mentalidades de digna humanidad. ¿Es revolucionario, es siquiera políticamente
inteligente, atentar contra esa ansiedad, cerrando a la juventud estudiosa los
cauces históricos?
EL RADICALISMO
REPONDRA LA REFORMA UNIVERSITARIA
El radicalismo sigue reivindicando la personería estudiantil
en las universidades. La Unión Cívica Radical protesta que sea abolida y
proclama que la repondrá en cuanto su poder político sea suficiente. No acepta
esa, ni ninguna otra desvirtuación del sentido revolucionario que trae el
mundo, y luchara por hacerlo fecundo en esta tierra, con módulos que surjan de
la realidad argentina y del genio nacional y que atiendan la dignidad humana.
Tengamos comprensión, señores, para la intimidad de los
problemas espirituales de la Republica. Comprendamos que no hay aquí absolutos
vencidos, ni absolutos vencedores, ni es este un problema que pueda resolverse
sobre tales consideraciones; que en cambio debe haber un afán general de tomar
nuevas grandes rutas de renacimiento; afán que no se satisfará exacerbando el
autoritarismo sino liberando en todos todas las potencias de construcción
posibles, procediendo con "serenidad salvadora", como ha sido el
propio presidente de la Republica quien lo dijo ante el Congreso, con precisión
contradictoria.
EL HOMBRE Y LA
TÉCNICA - LA INTELIGENCIA Y EL CORAZÓN
Los nuevos descubrimientos atómicos traen consigo poderes
que acentúan hasta la tragedia posible, el desequilibrio entre el espíritu y el
saber técnico científico del hombre. Es el invento del nuevo fuego, cuyas
consecuencias no tienen comparación con los grandes descubrimientos anteriores,
promotores a veces, de nuevas edades. La inteligencia ha llegado al máximo y su
disyuntiva es que se aplique a trabajar en un pensamiento ético, o colabore
queriéndolo o no, en la destrucción definitiva de lo que ha podido hacerse en
tres milenios. Políticamente o intelectualmente, o ahondamos el planteamiento
humano para proseguir por los rumbos salvadores que aquí llevan casi dos
siglos, o bien mil años, si nos referimos a la gran tradición de España, de la
España espiritual y libertadora, o tomamos opción por el abismo.
Nuestra educación se ha resentido y sigue resintiéndose de
intelectualismo y de inautenticidad, por renuncia y desestimación de la gran
tradición de humanidad que anida en el espíritu de nuestro pueblo y en su
modalidad de convivencia; pueblo que. ¡Dios sea loado!, pertenece a un linaje
emocional, con eticidad igualitaria y capacidad espiritual de armonía. Debemos
adoptar rumbos integralistas; una educación de "cabeza, corazón y
manos", y no una educación que apenas cuida la cabeza, desarticulándola
del corazón y con muy escaso cultivo del corazón, que es donde anidan con la
emoción, los fermentos éticos y los valores estéticos.
La crisis de las universidades del mundo en la consecución
del hombre completo, de que hablábamos al comienzo, ha sido descrita por un
maestro ilustre, por medio de una luminosa alegoría histórica, basada en las
dos lógicas pascalianas: la del corazón y la del pensamiento. La universidad
habría olvidado la lógica del corazón.
Es necesario que la universidad enriquezca y, sobre todo, no
impida la lógica del corazón porque allí estará la base admirable para la
creación que conduzca a una gran democracia, único régimen que a la vez que
razón tiene corazón. No insistamos en el tipo de universidad que atiende solo
la inteligencia de la razón, y erijamos la universidad hogar como comunidad de
alumnos, graduados y maestros, formadora del hombre y del carácter del hombre.
Contribuyamos a curar la crisis de un mundo extraviado por el pensamiento sin
equilibrio, salvándolo con el corazón. Almas más que inteligencias. Capacidad
de comunión de los hombres.
DE NUEVO LOS DOS
GRANDES PROBLEMAS: EL UNIVERSAL Y EL CONTINENTAL
Tratándose, además, de una universidad exigida de adecuación
a los hombres de nuestros pueblos, tendrá en cuenta las bases constitutivas
diferenciales de nuestros pueblos; a saber:
La personalidad de nuestras gentes tiene caracteres típicos
y también extraordinariamente relevantes, tanto que sus bienes morales
subsistentes pueden ser la base de una noble y ejemplar cultura humana;
La razón de ser y los fines de estas naciones son únicos;
Las condiciones económicas sociales continentales y la
relación histórica del tiempo con el espacio son aquí distintas a las del viejo
mundo; porque como dijo Alberdi en la Asociación de Mayo, "cada pueblo
debe ser de su edad y de su suelo".
Creo que sobre aquellos y estos grandes principios, aquellos
universales y estos continentales, podríamos decidir en nuestro favor la
alternativa, en un orden esencial e histórico, de seguir siendo epígonos de
desarrollo cultural ajeno o de tener cultura nacional, es decir, un propio modo
de ser y de hacer como comunidad.
Todo lo cual dará el rumbo si no olvidamos que la cultura
solo surge Integra como expresión de libertad; si no olvidamos que solo una
universidad organizada democráticamente y autonómicamente en libre, completa y
abierta comunidad de maestros y discípulos y por lo tanto con la libertad
universitaria que todo Estado democrático necesita vitalmente por su propia
índole, dará a su estudiante, sea alumno, graduado o profesor, clima y
entonación para que en el se exalten los valores históricos que lleva
implícitos y formara en el un pensamiento del mundo en función de los valores
propios del país, una cultura efectivamente nacional, no de copia, no adscrita
a particularismos extraños o contrarios a nuestra índole, sino extraída del
propio ser de la Nación.
GRAVES DEFECTOS DE LA
LEY DEL GOBIERNO
Pero sucede, señores diputados, que después de treinta años
de uno de los mas vastos e intensos ensayos mundiales sobre la problemática universitaria
como el realizado en las republicas sudamericanas, el mas vasto e importante
por sus postulaciones pedagógicas, por sus conquistas en el derecho positivo,
por sus enunciados y consecuencias sociales, y hasta por la extensión
geográfica de sus experiencias, el gobierno y la comisión se definen con un
proyecto de ley universitaria que cuando menos pierde la primera gran
oportunidad política en sesenta años de mejorar la legislación existente; ley
que abate, ¿por cuanto tiempo?, grandes posibilidades de realización cultural a
la altura de nuestras grandes obligaciones en la comunidad continental.
Esta ley no mejora siquiera formalmente leyes anteriores.
Carece de las condiciones lacónicas de la ley del 85, que dieron margen al
juego de las mas fecundas experiencias, inclusive las revolucionarias, y
permitieron por su amplitud un sistema diferenciado para las distintas
universidades nacionales, sistema que es norma de libertad y por lo tanto de
descentralización, de originalidad, de personería cultural de las regiones.
Segundo, la nueva ley se nos presenta aislada de los demás
aspectos y estructuras de la educación pública argentina. Carece de sentido
orgánico. No se refiere a todo el proceso educativo, sino solo al coronamiento.
Así empezamos arbitrariamente a legislar por el capitel, sin consideración del
fuste ni del basamento de lo que debiera ser una total y congruente
arquitectura del hacer pedagógico en relación con la actitud espiritual que lo
anime.
Tercero, la nueva ley trae una enumeración de fines
universitarios; pero una cosa son tales enunciados y otra las instituciones
propuestas en la ley para cumplir los enunciados; porque en rigor, se subraya,
y ahora, por ley, la condición predominantemente profesionista de los estudios,
conocido gravamen de nuestras universidades, al parecer sin remedio; solo
buscar idóneos y no hombres. Mas que nunca hoy el problema humano consiste en
la reintegración del hombre.
UNIVERSIDAD SIN
HUMILDAD
Cuarto, la nueva ley persiste en un tipo de cultura intelectualista,
cuando ni siquiera la contienda entre humanismo y profesionismo en el plano
intelectual, es hoy en las universidades la cuestión mas importante, sino las
perspectivas morales de la educación, las relativas no a la cabeza sino mas
bien al corazón, a la formación del carácter y de la responsabilidad social. La
universidad debe ser "el universo de la vida y de las facultades del
hombre". Por eso también, la universidad propuesta carece de humildad a
pesar de los propósitos manifestados de atender a los "humildes". El
cultivo de la sola inteligencia produce vanidad y petulancia. El mundo no
carece de inteligentes: sufre de insensibles.
Quinto, con relación al gobierno del Estado, la nueva ley
establece una universidad de tipo napoleónico, como si se pretendiera afirmar
para una universidad nacional, el regalismo inmutable de las llamadas
"tendencias predominantes", sin re- conocimiento de la especificidad
del acto educativo.
Sexto, con relación a su gobierno interno, la nueva ley
vuelve al sistema unilateral fracasado del gobierno exclusivo de los
profesores. No se instituye la universidad ni como comunidad ni como hogar;
tiene una sola dimensión, la de los profesores. Le falta el pulso de los demás
graduados; le falta el impulso vital de los estudiantes.
LA UNIVERSIDAD Y SUS
GRADUADOS LOS TERRATENIENTES INTELECTUALES
La cultura no solo necesita libertad, sino la plenitud
espiritual que resulta de la afluencia general de todos los factores
constituyentes. Todo lo cual exige a su vez ámbito y organización democráticos.
Particularmente la comunicación de la universidad con el país mediante sus
alumnos y la vinculación orgánica y permanente con sus ex alumnos graduados, es
tan decisiva como la existencia del pensamiento libre.
Es pasmoso considerar lo que la universidad pierde con su
desvinculación con los graduados. Es una paradoja sin explicación que la
universidad, en el preciso momento en que gradúa a sus hijos, los despida y
rompa violentamente el vínculo para no restablecerlo.
Es claro que toda institución nueva como esta de los
graduados coparticipantes, necesita modelarse primero en la con- ciencia de
las gentes y después en las instituciones mismas, pero es necesario tener
confianza y fe en los principios en que se inspira.
Llego ahora al titulo séptimo de una enumeración crítica.
Afirmo que no es una universidad libre la de la nueva ley, en el sentido de la
libertad de enseñar y aprender de la Constitución nacional; que no es una
universidad abierta por la libre docencia ni por la libre discencia. La
docencia libre queda relegada a un lugar de puro compromiso, y los profesores,
elegidos por acto y no por proceso, reiteran el sistema del profesor
propietario, dueño único y vitalicio de todo un fundo docente: terrateniente
intelectual.
RESPONSABILIDAD
CONTINENTAL,
Tal no es, no puede ser la nueva ley de una universidad
argentina, el gran modelo legislativo que con autoridad reconocida esperan los
pueblos hermanos y hubiera podido dar la Republica. Con reconocida autoridad,
digo, porque desde 1918 el nombre argentino es, para todas las juventudes
estudiosas de las naciones americanas de nuestro común origen, el nombre de la
patria de San Martín y el de la nación que enuncio los grandes principios de la
reforma educativa, de la llamada por antonomasia la reforma universitaria. Esta
universidad de ahora no cultivara los fermentos creadores y la cultura nacional
se vera forzada a ser de nuevo de elaboración privada.
En 1918 estábamos frente a fallas institucionales y a viejos
vicios que hacían de la universidad una institución urgida educativa y
moralmente de corrección. Ahora lo que tenemos encima, por motivos
exclusivamente extra-universitarios, es la amenaza de ver irremediablemente
perdida la institución, la universidad misma, que no pertenece abusivamente a
los politicos, ni de hoy, ni de ayer, ni de mañana, sino que por derecho
natural es de la juventud; de todos los que llevan en su pecho por amor humano,
el amor de amar la cultura; que no es de dignatarios ni de los poderosos, que
pasaran, sino del espíritu, capaz por siempre de flotar sobre la faz de las
aguas...
Fuente: "Reforma Universitaria y Cultura Nacional" del Ing. Gabriel del Mazo. Editorial Raigal
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