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lunes, 24 de marzo de 2014

Ricardo Balbín: "Cierre de Campaña en el Teatro Astral" (20 de septiembre de 1973)

Cuando se proclama a un candidato y éste tiene que hablar, debe tener la sensación exacta de que puede ser el presidente de la República. Yo sé que aquí no caben más; se que puede llenarse la calle; yo no lo veo, lo presiento. También sé que a través de estos mecanismos y las cámaras de televisión, está oyendo gran parte de la República.

Muchos de aquí y de afuera tienen sus preocupaciones y sus lógicas disconformidades. En todos los lugares hemos hecho la crítica severa de los errores co­metidos. También en todos los lugares hemos explicado nuestra plataforma de avanzada. Estamos disconformes con lo que se hace. Pero no queremos vivir de los errores de los otros, sino de los aciertos de nuestras ideas.

Una lamentable política económica debe ser de inmediato rectificada.

Lo saben los hombres del campo, los estudiantes, los trabajadores. No nos gusta tampoco esta central obrera partidista, que quiebra el sistema sindical argentino.

Dijimos también que había que eliminar las importaciones innecesarias y terminar con las industrias para el lujo. Ya los que hablan hoy de imperialismos, yo les contesto simplemente poniendo por delante la historia de mi partido.

Los que no supieron o no quisieron condenar la violencia, ahora la tienen multiplicada. ¿Quién la trajo? A nosotros nadie nos presentará la cuenta, porque no alentamos la violencia en la República. A quienes desataron las pasiones y ahora pretenden encontrarlas en comprensión les será muy difícil.

Dijeron que la violencia era culpa de la dictadura militar. Ya no está más. ¿Por qué impera todavía la violencia? Yo quiero gobernar en paz y no tener que defender con fusiles al que va a ser mi gobierno. 

Nuestra juventud no tiene ar­mas, pero tiene ideas como para defenderse ante cualquiera. Ellos saben, nuestros jóvenes, que con la violencia y el enfrentamiento le abrimos el camino a los imperialismos. 

La intolerancia absurda no ayuda a construir, destruye todo intento de emancipación.

Nadie me tiene que dar explicaciones de cómo se pelea, porque yo estuve en todas las luchas. Pero he definido para siempre, que se debe conjugar con fuerza la pacificación argentina.

La violencia es ahora guerrilla por un lado y delincuencia por otro, generadas por la falta de coraje civil para dominarla. A nosotros no podrá acusarnos nadie, porque jamás la alentamos. Pensar que a Illia le decían que tenía vacío de poder, porque caminaba la libertad por las calles, porque reinaba la cultura en las aulas.

La intolerancia trae malas consecuencias. Yo prefiero vivir para la paz, pero debo decirles a los que no la cuidan, que también nuestra tolerancia tiene un límite. No llego al pueblo para rivalizar, sino para pacificar, quiero poner mis manos limpias, para el servicio limpio de la República.

Hasta ahora, hay sólo palabras en las esferas del gobierno. Mientras tanto, el trabajador no sabe para qué trabaja. Le han dicho desde arriba que con su esfuerzo podremos alimentar al mundo. Si eso es cierto ¿Por qué no convocan a unirnos en paz para el progreso común?

Juro que, a riesgo de todo, pondré seguridad en el país si se me elige presidente. Todos los esfuerzos para el trabajo requieren un país, y no la anarquía; requieren la convicción firme de que somos una soberanía auténtica, en la cual su presidente tenga la fuerza moral, como para mirar con la frente bien alta al continente.

Pusimos las coincidencias ante el país, como una importante novedad. Les tocó ganar a los otros, y aplaudimos, pero tenían una trampa interna que volteó a un presidente y perjudicó al país. Y yo me pregunto quién vale más: si quienes teniendo todo le dieron al país la anarquía o quienes desde la minoría ofrecieron la paz y la convivencia. Yo les digo a todos que tengan confianza en la República. Hay un partido, el radicalismo, que jamás pierde su rumbo.

Quiero a toda la juventud de la República, porque es la que tiene el porvenir. Lucho por ella porque es el instrumento del futuro. La quiero en paz, construyendo, y no en la guerra que destruye. Yo sé, que cuando los padres entierran a sus hijos, es señal que el país está detenido. Dejen de lado la violencia, ustedes me entienden. Si se quieren matar entre ellos, que se maten, pero no cobren vidas de quienes tienen la sagrada misión de reconstruir al país.






















Fuente:  Discurso del candidato presidencial Dr. Ricardo Balbin en el Teatro Astral en la campaña de elecciones presidenciales (20 de septiembre de 1973)

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