La Providencia que ha convertido nuestra Patria en un solar
de paz mientras el mundo se desangra en una espantosa guerra, nos ha evitado
los desastres de una dictadura confesadamente fascista, con su cortejo de
partidos únicos, uniformidad de camisas y de conciencias. Nos coloca en la más
superior condición para laborar por la felicidad futura del pueblo argentino en
el periodo de posguerra. Pero entendámonos; para ello es necesario tener la
exacta visión del momento crítico que la civilización y la organización del
mundo vienen sufriendo y es indispensable adaptar el radicalismo a ese ritmo
nuevo, so pena de convertirlo en un nuevo partido conservador.
El hombre de hoy esta contemplando la transformación económica
mas profunda que ha vivido la civilización humana contemporánea. En este
instante crucial es imposible predecir lo que vendrá, pero sabemos si lo
fundamental, y es que una profunda conmoción ha de sacudir nuestro mundo en
procura de un ajuste en el mecanismo social, que asegure la felicidad de la mayoría
y garantice por sobre todo la justicia social, la retribución económica y la
mejor existencia de los que trabajan.
Si el radicalismo permanece aferrado a sus viejos teoremas y
pretende enfocar los problemas nacionales con la mentalidad de 1916 y aun con
la de 1940, habrá perdido su razón histórica de existir y se vera superado y
desplazado por las nuevas fuerzas que los hombres han de crear como instrumentos
forjadores de su destino. ¡Lastima grande seria!... Porque el radicalismo
parece hoy colocado por la misma Providencia para resolver, con carácter
permanente, dinámico, toda cuanta cuestión nueva pueda presentarse en el que será
cada vez mis cambiante y complicado panorama nacional. Tres fuerzas sociales
revolucionarias existen en este momento en el país: el radicalismo, el llamado
"nacionalismo" y el comunismo. Los nacionalistas dicen tener el
sentido de lo nacional pero ignoran el sentimiento popular, por eso en vez de
justificar a Rosas lo admiran y en vez de mirar hacia el futuro añoran la
colonia y el miriñaque. Los comunistas tienen el sentido de lo popular, pero
carecen del sentido de lo nacional y llevados por su internacionalismo cumplen
las instrucciones "standard" del exterior, que cambian según las
necesidades de las relaciones exteriores rusas. Ambos movimientos son incapaces
de realizar la revolución que deseamos ver ejercitada dentro de la paz civil y
la armonía republicana. Revolución sin sangre —como define Keyserling a la de
1916—, pero capaz de adaptar la Nación Argentina a los nuevos conceptos de
existencia y de organización vital que en otras tierras han de levantarse sobre
las ruinas, la miseria y la muerte. Los nacionalistas han perdido ya su oportunidad
al fracasar en su sentido de totalizar la revolución del 4 de junio. Los
comunistas son poderosos en la ilegalidad, por su disciplinada organización y
porque utilizan sin escrúpulos, cualquier medio, ético o no, para cumplir sus
fines. La libertad los ahoga y pone en evidencia su carácter minoritario. Si el
radicalismo cumple con su misión específica y se convierte en el leal
interprete de las aspiraciones populares, el comunismo no tendrá justificación,
porque el mecanismo renovador ha de tener en cada país un carácter nacional. Y
el radicalismo es la única fuerza argentina que aúna el sentido de lo nacional
con el sentido de lo popular.
Fuente: Entretelones de la Trampa de Oscar Eduardo Alende, 1964
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