"¡Pueblo argentino!: La Nación acaba de estremecer sus
esperanzas porque ha caído un prototipo de sus sueños de paz, de sus reclamos
solidarios, de sus ilusiones de emancipación.
Ricardo Balbín ha muerto. Nuestra tierra ya no recogerá su
paso, pero el tiempo de su existencia queda incorporado a la búsqueda de una
historia mejor; a todos los tiempos de nuestras luchas por la libertad.
Edificó en la roca viva de su militancia una concepción
republicana. Luchó sin miedos porque nunca apoyó tiranías. En la cárcel fue un
hombre libre. En las derrotas, un triunfador.
Combatió el poder de la fuerza torpe porque sólo creía en la
autoridad que otorga el Derecho.
Como una bendición moral de reconquista posible desarrolló
su esfuerzo en el medio siglo más perverso y pervertido de nuestra historia.
Aceptó su destino como una oportunidad y demostró una vez más que los
auténticos héroes siempre son humildes.
Su piel gastada por todos los vientos y todos los soles
rechazó el totalitarismo como a una alergia que siempre inferioriza a la raza
humana. Para él, los derechos humanos no eran asuntos de candilejas o barrotes
invisibles, fueron, simplemente, un problema de dignidad del hombre. Sus ojos
empalidecían frente a la tortura o la miseria. Sus manos se crispaban ante la
violencia de unos hombres contra otros hombres.
Sabía que las dictaduras siempre deben arrancar las hierbas
vitales de la conciencia democrática para poder implantar el despotismo. Por
eso quisieron denigrarlo, disminuirlo, disfrazarlo. Tan lúcidamente triunfó
sobre los fariseos, que algunos de aquellos duendes se acercan hoya su tumba.
En el Comité Nacional de la UCR ahora, en su sillón vacío
nos deja el alma, en las calles queda flotando su palabra y en la historia se
inserta su mensaje.: ¿Y cuál es su mensaje? Ser leales a nuestros propios
ideales. Combatir contra todos los fantasmas del odio. Poner siempre delante
del partido a la Nación y vivir custodiando la democracia, pero la democracia
con pan, con vivienda, con seguridad, con energía. La democracia es nuestra
superior estrategia. La democracia no puede ser el lujo del desarrollo, debe
ser el desarrollo. La democracia no ha fracasado en Argentina, fracasaron los
hombres. Fracasaron los que impidieron la democracia. El simplismo de los
filósofos del "orden" se agota frente a los desafíos que impone la
revolución de nuestro tiempo.
Balbín se fue imaginando la democracia como una exigencia
cultural de la República. Vivió para afirmar que sólo es soberano el pueblo y
única fuente de legitimidad. Hoy ese hombre argentino aquí por millares viene a
su tumba a certificar la legalidad de su combate.
Por eso, mientras en nuestros corazones se incuba la
tristeza del momento, debemos no caer en la tristeza del tedio. Seguiremos el
ruido en el taller de forja republicana. No dejaremos que nadie pulverice
nuestra democracia con la melancolía de silencios de angustia. Toca a los
radicales y argentinos unirnos en el ataque a las causas que generan nuestra
decadencia.
Como Balbín, vamos a elaborar ejemplos y no la dialéctica
del sermón. Debemos educar y nutrir. Creemos en una nueva sociedad. Seguiremos
pensando que es obligación enseñar a los pueblos a amar la Constitución y las
leyes.
Balbín pasó por la sociedad de consumo sin dejarse tentar.
Tampoco nosotros debemos entrar al baile de disfraz colonialista ni debemos
dejarnos confundir con las serpentinas sensuales de ningún mecanismo
oportunista.
Fuente: Luis León: "Discurso en el entierro de Balbín" (11 de septiembre de 1981)
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