Por primera vez nuestro candidato mencionaba "los factores
de poder". Me extraño su expresión y comprendí que estaba ante la clave de
algunas actitudes y discursos de Arturo.
Mi respuesta fue un poco enérgica: —No conozco en la democracia mas "factores de poder" que el pueblo, ni acepto su substitución por parcialidades. ¿Que son los factores de poder? No había terminado de formular la pregunta cuando ya Frondizi la contestaba con el dogmatismo de un profesor:
—Los factores de poder existen; no podemos desconocerlos y
mucho menos negarlos. En la Argentina, las fuerzas armadas son el principal
factor de poder político, así como también lo es la Iglesia Católica, y como lo
son los sindicatos obreros, las potencias preponderantes en el campo económico
internacional y hasta nuestra oligarquía. La solución política se dará en la
medida en que sepamos considerar y aceptar esta realidad, haciéndola jugar en
favor de nuestro ascenso al poder — de inmediato le exprese que "sus factores
de poder" eran solo elementos heterogéneos, que si bien merecían consideración,
puesto que formaban parte de la sociedad, una política ética y democrática los comprendía
a todos, supeditándolos al único factor legitimo de poder de la Republica, el
pueblo.
Añadí que en la enunciación hecha había organizaciones
permanentes como la Iglesia Católica, cuya esfera normal no debe interferir jamás
al poder civil; y otros, como las fuerzas armadas, cuya hipertrofia política
las ha transformado en un verdadero factor desquiciante del poder, lo cual,
nosotros —herederos del año 30—, no podíamos reconocer, puesto que se trata de
una institución que debe estar siempre supeditada al gobierno civil, única expresión
de la voluntad ciudadana. No negué la fuerza del sindicalismo moderno, pero
tampoco acepto la substitución de la soberanía popular por las jerarquías sindicales;
y, en cuanto a la oligarquía y al imperialismo, se trataba, para mi, de dos
estructuras cuyos privilegios eran la causa misma de nuestra vida política, razón
por la que cualquier pacto o acondicionamiento a sus exigencias nos colocaría
fuera del radicalismo.
La replica de Frondizi fue contundente: —Pueblo es una mención
abstracta— y yo hablo de cosas concretas le repuse:
—Pueblo para nosotros es todo; soy democrático sin vetas
corporativistas —
Se había producido así, y tal vez sin que los presentes dieran
a la incidencia mayor importancia, un dialogo esclarecedor: Frondizi parecía
obedecer a esquemas ideológicos distintos a los que habíamos compartido hasta
la Convención de Tucumán. Su móvil confesado ¿era, ahora, solo la conquista del
poder? ¿Estábamos realmente en la labor de transformar el país a través del programa
de Avellaneda? Para él ¿el poder era un
fin y para nosotros un instrumento?
Me retire muy preocupado y finalmente pensé que un hombre
con veinticinco años de lucha fieles a un ideal no debe ser juzgado por una discusión
circunstancial.
Fuente: Politica de Entrega de Alejandro Gomez, Editorial A. Peña Lillo 1963
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