No nos consideramos con el derecho de indicarle el camino a
un gobierno recién iniciado, mas cumpliremos nuestra obligación patriótica de
sostener y apoyar soluciones que afirmen y defiendan el interés nacional; en
suma, trabajaremos por las ideas que nuestra convención nacional consagró
últimamente.
En este instante de expectativa nacional, cuando nuestra
palabra se espera, la UCR del Pueblo, que cumpla con el deber de advertir al
gobierno el peligro de su copamiento por las fuerzas extremas que concurrieron
a su instalación. Marcharemos convencidos de servir mejor la causa del pueblo
trabajando sin ánimos desabrido, en la realización de una obra dentro de los
lineamientos fijados, en la función opositora inconfundible, severa y limpia,
preparando desde ahora los materiales ideológicos y humanos para un futuro ya
presente, afirmando la histórica conducta radical de amor al hombre y a su
tierra nativa.
Este gobierno con las administraciones provinciales y
municipales de su asignatura, es fruto de una concentración de parcialidades
morales y doctrinarias encontradas y opuestas.
Su aparente congruencia no resulta de identidades filosóficas
permanentes y fundamentales, si no de coincidencias accidentales en el logro de
propósitos utilitarios.
No registra la historia política del país algo semejante a
esta cita de conceptos, valores e intenciones que habrán de volverse unos
contra otros apenas el ámbito de la libertad asegure sus movimientos. Adviértase
que están juntos católicos e incendiarios de iglesias, luchadores por la
libertad con quien la aherrojaron durante una década, hombres que vanamente
clamaron por la justicia con quienes la negaron o la pusieron al servicio de su
partido: liberales junto a fascistas y coalicionistas; hombres que durante diez
años quisieron hablar, escribir o reunirse, con quienes durante esa década como
jueces, ministro, legisladores y funcionarios menores lo negaron.
Ciudadanos que combatieron heroicamente por reconducir
grandes núcleos populares hacia la libertad, con quienes deformaron
caprichosamente la configuración de los distritos electorales para convertir la
derrota en victoria: trabajadores que sueñan una organización gremial sin
dependencias de gobierno o partido con quienes se proponen entregarlas al
servicio de una organización política: están juntos hombres representan la las
expresiones máximas de la concentración capitalista con los que actúan contra
el capital y la propiedad privada. En suma, fuerzas cuyas luchas llenan las
paginas de la historia social, política y económica del mundo en lo que va de
este siglo, pero que aquí parecieran haber fraternizado.
La realidad en estos días que esta conociendo el país en
estos días que esta conociendo el país a través de ruidosos hechos públicos que
niegan la pacificación nacional y de algunas designaciones en importantes
funciones, nos autoriza a afirmar que existió una laboriosa tramitación de
unidad que puso en trueque el voto que se dio con la promesa que se esta
cumpliendo. Es evidente la responsabilidad del oficialismo en el renacimiento
de las fuerzas antidemocráticas en el país. Están son pruebas de los pactos, de
los compromisos que no hubieran tenido necesidad de realizar accediendo a la
demanda de los propios correligionarios que pidieron la reorganización, la unión
del partido, la implantación del voto directo con los derechos que les dio su
vieja militancia y su lucha contra el fraude y la dictadura
La UCR del Pueblo no ha sido derrotada en el terreno de las
ideas, ni en el de las cifras, por un partido que no suma pensamientos como
genio sino expresamente antagónicos en materia política internacional, educación,
economía, cuestiones sociales, fe religiosa, etcétera.
Por eso será inevitable que lo único radical de este nuevo gobierno, partidariamente hablando, sea que se acerque otra vez a la UCR del Pueblo.
Fuente: Diario "EL LITORAL", Lunes 12 de Mayo de 1958
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