—Usted formo el MAY y
algunos correligionarios suyos dicen, que, se ha lanzado a buscar el poder. ¿Es
así?
—Yo pienso que el desafío que tenemos los políticos hoy en día
no es buscar el poder, sino ver primero como podemos ser útiles a una Republica
que uno ama, y la ve postrada, rendida. Entonces la militancia la estoy haciendo
con este fervor. De golpe la política, que naturalmente tendría que ser buscar
una Candidatura o el poder, que es lo ético en el mundo político, transforma
esto en un hecho secundario. Pareciera que el desafío que tenemos es como ganar
una guerra. No una guerra donde nos matemos, porque esto habrá que terminarlo
definitivamente en la Argentina, sino para recuperar una escala de valores que
ha desaparecido del país. Se supone, teóricamente, que somos una Republica, que
funcionan los poderes, que el pueblo participa, que nuestras leyes están
prestigiadas, que nuestra inserción internacional nos ha jerarquizado, y de
golpe descubrimos que todo eso se nos ha escapado de las manos. Creo que ha
sido por error de casi todos los argentinos, aunque hay que reconocer que
algunos son más culpables que otros.
—Cuando usted dice
que nos dimos cuenta "de golpe", ¿se esta refiriendo a algún
acontecimiento en particular?
—Digo "de golpe" porque es un proceso histórico
que se produce en pocos años. Creo que lo que esta sucediendo no es la crisis
de este ultimo proceso, sino del sistema que se creo en la Argentina cuando por
primera vez se dejo de lado la Constitución, en aquel 6 de septiembre de 1930.
Lo que esta haciendo crisis ahora es la inestabilidad. A tal punto, que por primera
vez hay casi un consenso en el país de que hay que volver a insertarse en el
campo de la legitimidad, salir de esta especie de selva donde triunfa el mas
fuerte y volver al campo de la convivencia y de la ley.
—Este consenso del
que usted habla, ¿lo detecta en toda la sociedad o todo en los sectores mas politizados?
—Creo que ahora hay un consenso general, porque durante
mucho tiempo en la Argentina, y este es un déficit nuestro, a la gente si le
iba bien no le importaba que gobernara un dictador. Era un poco como el verso
de Quevedo. Ahora, este proceso ha mostrado que cuando se agranda la
inseguridad corren riesgos todos. Había gente que tenia una gran industria y creía
que era intocable, hasta que un gerente del Banco Central una noche hizo una
circular y la derroto. Lo mismo sucedía con los grandes productores; sobre todo
los sectores económicos mas encumbrados, que fueron cómplices muchas veces de
la deformación constitucional en función de estrategias menores; yo las llamo
menores porque sin las materiales. Pienso que ahora todo el mundo esta sacudido,
no hay nada en pie; exceptuando a quienes se llevaron los dólares, que son muy
poquitos, el drama quedo en quienes estamos viviendo acá. Y esto ha creado una
conciencia republicana que, por supuesto, todavía en muchos sectores es frágil
porque aquí, a través de los medios de comunicación masivos, se ha hecho una mistificación
histórica, se han vendido imágenes alentadas desde las esferas del poder
sugiriendo que la Republica es la culpable y que los políticos somos los responsables
de todo lo que pasa.
—Si, pero ahora están
tratando de revalorizar la política y la democracia por medio de cursos televisivos...
Pasando a otro tema: ¿Que opina de los esfuerzos de los militares de pactar con los sindicalistas, como en el 66 lo hizo Ongania?
—Aquí se habla de muchas cosas, entre ellas de esa. Me
parece que las alquimias están saturadas. Puede ocurrir, porque en nuestro país
estamos preparados para cualquier sorpresa, pero no le veo éxito. Puede ser un
intento que duraría un año, pero eso no va a estabilizar ni va a crear las
plataformas de desarrollo de recuperación y de unidad sólida que el país
necesita. La Argentina es una especie de Tupac-Amaru al que estamos
destrozando, tironeándolo de las extremidades. Mire, para volver a recrear una nación
yo sostengo que hay dos pasos: en el primero nos tenemos que poner de acuerdo
en como va a ser nuestra Nación, cual va a ser nuestro pensamiento económico,
nuestra inserción internacional, evaluar nuestras costumbres, nuestra historia,
cual es nuestra tierra, cuales son nuestras leyes y nuestra religión. Luego hay
que pasar al segundo paso: cuando llega la hora de votar, uno gana y otros
pierden. Pero el que gana tiene que aplicar la tesis del primer paso, con sus
matices. Y aquí también se ha deformado bastante esto, porque algunos de los triunfadores,
aun en el campo democrático, no supieron ganar. Creyeron que el poder era un
"votismo". La democracia exige saber ganar y saber perder.
— ¡Es lo mas difícil!
A los argentinos se nos hace muy difícil asumir nuestras derrotas.
—Este es el convencimiento que nos falta. Creo que la democracia
es naturalmente débil, tolerante, generosa; no ha elaborado un sistema de
defensa en la Argentina para custodiar su propio sistema, y pienso que esta es
una de las experiencias que vamos a tener que aprovechar. Los políticos han
sido muy humildes y han tenido el poder pero no lo han ejercido. Yo creo que la
democracia tiene que volver a ser enérgica dentro del sostén de su esencia,
tiene que conseguir fuerzas para atropellar a los sectores que quieren seguir
conservando el poder: la gran concentración económica que se pone delante del país
y los factores tradicionales tendrán que ir cediendo terreno. No podemos tener
fuerzas armadas que no sean republicanas si queremos ser una Republica. En este
aspecto, las ultimas experiencias políticas han sido muy frágiles, incluida la
del doctor Illia, quien confiaba en que como era un presidente limpio, que
gobernaba honorablemente, nadie le podía hacer un golpe de Estado.
—Eso fue una
ingenuidad política que muchos le reprochan.
—Exacto. Y las fuerzas que están al servicio de otras ideas
no tienen la virtud ética ni el convencimiento nuestro, ellas actúan al
servicio de otras cosas, entonces barren con lo que sea necesario. Yo no creo
que hay a un argentino traidor, pero cuando se mezclan los negocios públicos
con los negocios privados, ahí aparecen siempre los tufillos: porque en política,
tal vez como en ninguna otra área, no solo hay que ser también hay que parecer,
como la mujer de Cesar, porque si no se genera desconfianza como ocurre con el
doctor Wehbe, que fue presidente de la General Motors, y la General Motors
integra el capital de los bancos que nos han prestado.
— ¿Usted cree que
Bignone podrá hacer algo por el país ?
—Bignone esta bien. Creo que el es un arrepentido que esta
haciendo con convencimiento todo esto. Porque ahora la Argentina se ha llenado
de arrepentidos.
— ¿Es una, constante
nuestra o algo que se ha despertado últimamente?
—Creo que los porcentajes han mejorado; hay mas arrepentidos
que antes. Y esto es saludable. Acuérdese que el cristianismo triunfo no solo
por el sacrificio de los mártires cristianos, sino también por la conversión de
los emperadores paganos. Por eso pienso que algunos autócratas se van a tener
que convertir en demócratas para que triunfe la democracia en el país.
— ¿Usted cree que
nuestro peor defecto es la falta de coherencia?
—Si. La inestabilidad política nos llevo a juntar la Biblia
con el calefón. Hemos hecho un poco de cambalache, y ahora tenemos que hacer autocrítica,
porque estamos desperdiciando nuestra Nación. En poco tiempo todo lo que
tenemos que vivir y disfrutar, gozar y realizarnos, aparece por el suelo. Si
analizamos un poco, resulta que son pequeñas minorías que han ordenado al país
para derrotarnos a nosotros.
— ¿Usted piensa que aquí
se podría hacer como en Venezuela, para asegurar la democracia?
—En Venezuela la democracia tuvo que tener energía para
pelear con los que querían derrotarla. La guerrilla allí fue muy dura, porque
incluso hubo sectores militares que estuvieron en ella. Allí se juntaron los políticos,
esto fue fundamental, para buscar la solución. Aquí nosotros todavía
practicamos el canibalismo político, no solamente entre los partidos sino en
todos los sectores de la Nación.
— ¿Que se debería
hacer entonces?
—Poner en el bolsillo los rencores y actuar con una gran
generosidad. Hay que evitar que un sector imponga la claudicación al otro. Esto
no puede arreglarse con la rendición incondicional de los civiles a los militares,
ni de los militares hacia los civiles. Tenemos que buscar un termino medio
donde nadie salga recortado. Yo siempre pongo como ejemplo lo que sucedió después
de la Primera Guerra Mundial; a Alemania la avergonzaron, la humillaron y nació
un Hitler. Cuando termino la Segunda Guerra, los aliados implementaron el Plan
Marshall y nació la Alemania democrática. Por eso yo pienso que no hay que
derrotar a nadie, porque cuando a uno lo humillan queda la revancha flotando en
el aire. Entonces nadie tiene que pretender victorias absolutas, sino las
normales dentro del campo de la convivencia dentro del país. Hay que aceptar que
nuestras fuerzas armadas se equivocaron mucho, y cuando uno se equivoca en política
va al infierno. Yo pretendo que algunos vayan al purgatorio, pero a mi no se me
ocurriría, por ejemplo, disolver las fuerzas armadas, porque nosotros queremos
que no se les ocurra mas a ellos disolver el Parlamento ni proscribir a los
partidos políticos
.
— ¿Que opina usted de
la, concertación con los políticos y otros sectores, que la Junta Militar esta implementando?
—Creo que nadie de buena fe puede negarse a crear las condiciones de un entendimiento argentino.
Yo en otras circunstancias siempre estuve en contra de ir a dialogar con este
gobierno; vote en contra cuando; había que decidir si Balbín iba o no a
dialogar con Harguindeguy, porque me sentía proscripto. Pero pienso que ahora
se debe hacer. Con el asunto de la concertación lo que tiene que hacer el
gobierno es explicarlo bien, porque si lo que quiere hacer es encontrar una
salida decorosa, honorable, creo que los argentinos van a estar dispuestos. Lo
que pasa es que no lo explican y da la sensación de que lo que quieren es una especie
de taparrabos del gobierno que se va, entonces el país no puede complicarse en
esto, y muchos menos los partidos políticos; porque si se condiciona la democracia
es como arrimar la manzana sana a la manzana podrida.
—Lo que uno ve es que
hay temas clave para las fuerzas armadas, como el de los desaparecidos, la corrupción,
la guerra de las Malvinas y el problema del Beagle.
—En el tema de los desaparecidos yo tengo una posición, que
es la siguiente: las fuerzas armadas tienen que esclarecer, informal- todo lo
que puedan. Es posible que existan cosas que no van a poder aclarar. Y también
se que algunas madres tendrán que ponerse las manos sobre el corazón, y esto lo
digo con mucho respeto al dolor que significa para, una madre buscar a su hijo
desaparecido. En lo que si estoy de acuerdo es en que la respuesta que tenemos
que dar es como Nación, no con rencores personales. Tenemos que aceptar la
realidad, que a algunos les puede significar dolor, pero la Argentina tiene que
salir de esta calesita de frustraciones en función de mantener sus rencores vivos.
Tenemos que ver como salimos de este atolladero, y los dos sectores tienen que
darse satisfacciones. Yo rendí homenaje en el Senado al coronel Larrabure; a él
lo torturaron, y después otros habrán torturado a los que lo torturaron a el.
Lo que tenemos que hacer es dejar de torturarnos entre nosotros.
—O sea que ni borrón
y cuenta nueva, ni cortar cabezas.
—No, borrón y cuenta nueva no. Pero tampoco pensar que vamos
a dejar que esto siga como una herida abierta para no buscar soluciones al país.
Hay que buscar apasionadamente un reencuentro nacional. Nosotros estamos
convencidos, de que vamos a hacer cualquiera si el que gane, un gobierno de coincidencias.
Esto obliga a lograr políticas básicas concertadas; aquí se tiene que hacer un
pacto social. Todos los sectores tendrán que aportar su sacrificio al país. Hay
que dejar de lado la doctrina del "sálvese quien pueda", porque en esa
desesperación se rompen las bases solidarias de la Nación.
—Los últimos acontecimientos,
como el, de los cementerios con fosas comunes y tumbas sin nombre, ¿no
complican todo de nuevo? ¿Como se va a resolver eso?
—Complican mucho. Porque lo que puede ser hecho de buena fe
por quien anda buscando a su hijo, puede ser utilizado de mala fe por quienes
usan estos sucesos para frenar el proceso de institucionalización. Pero hay otra
cosa, como este asunto de la cooperativa de los generales para edificar una
casa de departamentos. ¿No hubiera sido mucho mejor que nuestras fuerzas
armadas, en lugar de explicar ese problema, nos hubieran informado que paso en
las Malvinas?
—Ese es otro de los
temas conflictivos que mencionamos al principio. Pero todavía nos queda el Beagle...
—Eso fue muy mal manejado. Tal vez una de las áreas donde
peor nos movimos los argentinos fue en el campo internacional, porque ahí se
nota, más que en ningún otro lado, cuando la Argentina no actúa como una Nación
coherente. Siempre estamos operando coyunturalmente. Con respecto a las
Malvinas yo fui uno de los políticos que pidió siempre el desembarco, pero nunca
se me ocurrió que lo haríamos como lo hicimos. Ahora estamos tratando de
conseguir en la ONU una resolución que ordene a Gran Bretaña seguir las
conversaciones con nosotros. ¿Que sentido tiene si ya hay otras resoluciones
que dicen eso? Allí hay que pedir que La Asamblea General ordene a Inglaterra
retirarse de las islas, porque existen antecedentes al respecto, como cuando se
le ordeno a Francia retirarse de las islas Comores. Creo que en este problema
son las propias fuerzas armadas las que tienen que decirle al país quienes son
los héroes y quienes no lo fueron tanto. Me parece que esto se lo merece el país,
porque cuando convocaron a Plaza de Mayo, nadie dijo "Yo estoy proscripto
y no voy". Fue todo el mundo. Este país dio sus hijos; los únicos héroes
de nuestro tiempo son los chicos muertos. Por eso el pueblo necesita que le
expliquen bien; no así como esta saliendo todo a los tirones y en función de que alguno de los integrantes de
las fuerzas armadas hace su defensa o su ataque.
Con respecto a las investigaciones, en la Argentina tenemos
que tener el espíritu de Watergate, porque ese espíritu volteo a un presidente,
pero se custodio el prestigio de una nación. Yo pretendo que nadie tenga miedo,
porque el país tiene que juzgar caiga el que caiga, pero hay que salvar los
valores morales de nuestra convivencia, porque aquí hay presos sin causa y
resulta que algunos que deberían estar adentro andan sueltos.
—Pasando a otro tema.
¿Como nace el MAY?
— El MAY nace porque nuestro partido se ha aburguesado y yo quiero mejorarlo. El radicalismo no puede ganar en Ayacucho, donde se hace la fiesta del ternero, y perder 200 a 20 en el Gran Buenos Aires donde votan los obreros. Tenemos un partido desequilibrado para ser un partido con pretensión de ser gobierno. No podemos, si somos un partido policlasista, decir que vamos a ser el partido de la clase media, porque incluso ahora no sabemos bien donde esta la clase media. Por otra parte, no le puedo regalar al peronismo el campo del trabajo porque el radicalismo voto todas las leyes a favor de la clase trabajadora. El partido tiene que tener escuelas políticas, aggiornarse, dar respuestas distintas. La sociedad hoy es muy compleja, no podemos manejarnos con el radicalismo histórico. El MAY es un movimiento que viene del interior sobre Buenos Aires. Lo que queremos es que el partido no se haga una monarquía en la provincia de Buenos Aires. En mi caso, por primera vez, en la historia del partido, un hombre de una provincia chica esta disputando con chance la posibilidad de conducir el radicalismo. Mis otros dos adversarias son bonaerenses: Alfonsín y Pugliese.
Fuente: Testigos Del "Proceso" Militar (1976-1983) Emiliana López Saavedra, Centro Editor de America Latina S.A., 1984
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