Presidente (Zanni).
— Tiene la palabra la señorita diputada por la Capital.
Sra. Baigorria. —
Señor presidente: indudable mente, hoy es para mi un día muy afortunado, porque
faltan cinco minutos para que termine el 24 de septiembre de 1958, y llevados
por la gran pasión de este articulo 28, hemos olvidado que en este día se libro
la batalla de Tucumán. Un recuerdo para Manuel Belgrano, en este momento en que
nosotros también nos aprestamos a librar una gran batalla, porque así pasara
este día a la historia del Parlamento argentino.
Voy a poner esta exposición, por otra parte, bajo la
advocación de Baltasar Gracian, aquel magnifico estilista del habla castellana
que cincelo la expresión que debemos recordar a menudo: «Lo bueno, si breve,
dos veces bueno; lo malo, si poco, menos malo».
Por lo tanto, procurare ceñirme a lo estrictamente necesario
para aclarar la posición de todos aquellos que votamos el despacho de la mayoría,
en el sentido de derogar lisa y llanamente el artículo 28.
En la exposición del señor diputado Domingorera escuche esta
alusión: «Se ha hablado, pese a todas las formas de expresión, de laico» y religiosos.
Hasta en el Congreso mismo, no solo en la calle, se ha hablado —dijo— del problema
clerical. Queremos aventar esos fantasmas».
En ese instante, recordé las palabra de un extraordinario
sacerdote Frances, fray Ducatillon, que a poco de terminar la guerra, dio en
Buenos Aires una magnifica conferencia. Dijo entonces: «el nacionalismo extremo
es al patriotismo lo que el egoísmo es al amor». En una proporción matemática definió
un extraordinario pensamiento. Recordé también junto a fray Ducatillon a monseñor
De Andrea, el gran sacerdote que valientemente supo luchar por la libertad, y
que en otra conferencia aludió al clericalismo y al catolicismo señalándolos
como movimientos antagónicos. Remedando, pues, a fray Ducatillon expreso que
«el clericalismo es al catolicismo también lo que el egoísmo es al amor», (¡Muy
bien!; ¡Muy bien! Aplausos.)
Si hoy se alzan esos fantasmas y si existen, será necesario
luchar contra ellos. Se que no será luchar contra un problema religioso; sostener
lo contrario es un sofisma, y lo afirmo como católica sincera que defenderá
siempre su fe, pero no servirá nunca los intereses políticos que tratan de
encubrirse en ella.
Categóricamente, no debe ubicarse este problema en el
terreno religioso. Habrá que ubicarlo, si, en el terreno ideológico.
Por eso no voy a hacer el planteo desde ese punto de vista:
me referiré exclusivamente al problema educativo y al problema docente en nuestro
país.
Hace poco tiempo, con motivo de tratarse el Estatuto del
Docente, se dijo en esta Cámara que en el país se padece una grave crisis educativa,
y que todo lo que hagamos en el orden económico no tendrá base de sustentación
si antes no se afirman los valores de la cultura.
Hemos dicho también que hay en el país una profunda crisis
moral, que asimismo tiene su base de sustentación en esa crisis educativa, porque
la educación no encaminada a formar al hombre determina que en la frustración
del sistema estén las desgracias del pueblo.
El señor diputado Domingorena también ha dicho que en este
recinto se ha hablado exclusivamente de la parte negativa del problema y no se
ha traído la solución. Los que son cos legisladores, y somos docentes, y hemos
escuchado algo el problema pedagógico que hoy afecta a nuestra patria, vamos a
enunciar la parte constructiva.
El problema educativo en si, y todo lo que se haga en ese terreno,
sin saber mucho de anatomía, podemos considerarlo como una célula nerviosa.
Todos sabemos que las células del organismo pueden destruirse y renacer, pero
la célula nerviosa que se toca, se destruye para siempre y no puede
restituirse; por lo tanto, todo enfoque desviado, toda orientación mal dirigida
puede determinar largos años de caos.
De allí la penetración, la honda delicadeza del problema. De
allí que una solución educativa no pueda ser jamás obra de un artículo
injertado en una ley sobre un problema de tan grande envergadura como es la instauración
de la universidad privada. Esto importa una gran transformación en el orden pedagógico,
en el orden docente y en el orden formativo integral del país. De ninguna
manera un docente o pedagogo legislador podrá propiciarla insertando un artículo
en una ley. Esto deberá ser objeto de un amplio debate.
Por ello consideramos que no solo desde el punto de vista de
la responsabilidad legislativa, sino también de la responsabilidad docente, en
este momento de la vida argentina lo que corresponde es la derogación lisa y
llana del artículo. Que venga luego el gran debate. ¡Cómo no vamos a exigirlo
para lo que concierne a la esencia de la formación de los pueblos!
Si nosotros mismos en este Congreso estamos confundiendo los
términos y colocándonos en planos distintos, ¿Como no se va a confundir el
hombre de la calle? ¿Como no va a hacer una extraña mezcla de enseñanza laica y
de enseñanza libre, de universidad estatal y universidad privada?
¿Acaso se ha hecho la gran campaña esclarecedora? ¿Se ha
salido a la calle para la amplia discusión de este problema con profundidad?
¿Se ha llegado a los hogares a través de todos los elementos de difusión para
clarificar al pueblo y para que este, llegado el instante, pueda manifestarse
hasta mediante un plebiscito nacional? No se ha hecho eso.
Y llega el gobierno constitucional. Asumimos la
responsabilidad del gobierno y encontramos como herencia el artículo 28 del
decreto 6.403.
Desde el punto de vista lógico, ¿que corresponde hacer en la
emergencia? ¿Reglamentar un solo artículo de una ley para encauzar la
universidad privada? ¿Es posible que pensemos que con unos cuantos agregados a
ese articulo se podrá hacer algo tan amplio que contemple todas las
posibilidades?
-De ninguna manera. Desde el punto de vista pedagógico, desde el punto de lo que esto significa .para el país, será incurrir en profundo error.
-De ninguna manera. Desde el punto de vista pedagógico, desde el punto de lo que esto significa .para el país, será incurrir en profundo error.
Deróguese entonces este articulo que ha traído la división
en el pueblo argentino, que ha traído tantas desinteligencias, y luego, con un Congreso
de la Nación integrado con gente responsable, que hallara la solución del
problema después de compulsar todas las opiniones, díctese la gran ley
universitaria, no solo para contemplar el caso de las universidades privadas,
sino también para remover desde la base la estructura de la universidad estatal
e infundirle el autentico contenido popular con que siempre sonó la reforma.
(¡Muy bien! ¡Muy bien!)
Tal es nuestra posición, solidamente constructiva. Queremos
la mejor solución; queremos dar al país la ley universitaria que reclama desde
tantos años. Jamás, quienes hemos militado en la reforma, quienes seguimos
militando en sus filas, quienes para informarnos tenemos solo el texto de
Gabriel Del Mazo... (Aplausos.) . . .que ha sido nuestro maestro, jamás podemos
poner en igualdad de condiciones así arbitrariamente a la universidad estatal
con la universidad privada, en lo que atañe al otorgamiento del titulo
habilitante.
Se dijo tanbien como argumento que lo que nosotros habíamos
admitido para las escuelas primarias y secundarias, lo negamos ahora en el
terreno universitario. Contesto rotundamente que no, porque los colegios
primarios y secundarios adscritos están sometidos a los planes de estudio de
las escuelas oficiales. A fin de año, sus alumnos deben rendir exámenes ante
tribunales examinadores constituidos con el profesor del establecimiento
adscrito y los de los establecimientos oficiales. Tanta filosofía, tanta historia
patria, tanta geografía argentina y tanta instrucción cívica sabe el alumno de
la escuela estatal como el de la adscrita. Es una escuela incorporada,
asimilada totalmente a los planes de estudio de la enseñanza oficial. En cambio,
la universidad privada, si bien se manifiesta que habrá de ceñirse a un plan mínimo
de formación nacional, dará libertad para que el estudiantado reciba la orientación
que quiera elegir, y esta nueva realidad debe ser resultado de un prolijo
estudio.
Asimismo es preciso un análisis medular para salvaguardar
esa universidad estatal cuya reforma a fondo habremos de iniciar, porque es el
compromiso contraído con el pueblo y que por otra parte, hace a nuestro honor
de radicales intransigentes, continuar con esa bandera enhiesta en lo alto del mástil.
Lo hemos prometido al pueblo, y lo hemos de realizar. (Aplausos.)
A un partido político se puede llegar racionalmente o por intuición, pero siempre
porque en el se encuentra la consubstanciación con las propias esencias del espíritu.
El intelectual racionalista dirá que llega a ese partido por el camino de la razón;
el exclusivamente sensitivo dirá que llega por el camino de la intuición. Pero
en la doctrina de ese partido habrá cuatro o cinco principios fundamentales,
que informan su contenido y le dan el valor ético que le hace poner en su
defensa toda la rigidez, la severidad y la firmeza de que es capaz. Se puede ser
muy plástico en cuanto a las formas, pero se debe ser apasionadamente
intransigente en cuanto a principios y uno de nuestros principios fundamentales,
fue sostener paladinamente la reforma universitaria.
Leyendo a Del Mazo, al que hemos repasado mucho en estos últimos
tiempos, cuando habla de manera muy emocionada de aquello» episodios que
ocurrieron en America después del primer decenio de la reforma, dice mas o menos
así: “Allá esta esa juventud argentina; alla esta esa juventud americana. Son
los pueblos de America que sintieron el llamado de la reforma. Y comienzan las
dictaduras a enseñorearse al suelo americano y cae la sangre de los estudiantes
fertilizando a America. Allí, en Trujillo del Perú, son fusilados jovenes reformistas;
mas allá, en Cuba, caen también asesinados. Y yo agrego, en Buenos Aires, en
1945, con la heroica generación de estudiantes reformistas que llevaba dentro
de si el calor de la reforma y el ansia de transformación popular de la
universidad argentina, con la sangre de dos jóvenes que recuerdo: Sulkin,
muerto frente al paredón del Once, y Andrada, el joven químico caído también
cuando la dictadura comenzaba a invadir las calles de Buenos Aires, se repite
aquello de Arcienagas: «siempre estudiantes conduciendo el verbo y el brazo de
la emancipación.
Esa fue sangre de mártires de la reforma, de juventud que
nosotros, los radicales, no la llamamos de derecha ni de izquierda, porque no
caemos en el tremendo confusionismo que desvirtúa la palabra reforma, adjudicándole
un color y una ubicación política extranjerizante de tipo marxista. La reforma
es argentina, pero es auténticamente radical, y los radicales no estamos ni a
la izquierda ni a la derecha: los radicales estamos con la esencias de la
patria en plena exaltación espiritual. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)
Sr. Gutiérrez (V. H.
B.). — ¿Me permite una interrupción, señorita diputada?
Sra. Baigorria. —
Con mucho gusto.
Sr. Gutiérrez (V. H.
B.). — La señora diputada Baigorria se refirió a la misión de la reforma
respecto de la universidad argentina y americana, según el pensamiento de Del
Mazo. Quiero ratificar, por la profunda emoción que me producen sus palabras,
que nosotros somos de una tierra nueva donde, precisamente, con sentido actual,
el mismo maestro Del Mazo dio la concepción moderna de la universidad en su
Mensaje a las cuatro provincias ■—Chaco, Misiones, Formosa y Corrientes— cuando
se creaba la Universidad del Noroeste. Dijo que «la Universidad del Noroeste
debe partir del hombre, del pueblo y de la tierra, tal como aquí se dan.
Universidad moderna y típica, adaptada no solo por la naturaleza de sus estudios,
sino por las particularidades de su implantación en varias ciudades. . . ». Y
terminaba diciendo en aquel mensaje: «Debemos buscar la integración nacional en
la libre personalidad de sus regiones, así como el ideal de la solidaridad
americana -esta en la libre soberanía de sus naciones. Hay que construir el país
con todos sus hombres, habilitando bases institucionales, culturales y económicas
nuevas que entreguen a las provincias, a sus pueblos y a las regiones la realización
de sus propios destinos dentro de la vida nacional solidaria.» Este es el
concepto más moderno de la reforma. Muchas gracias.
Sra. Baigorria. —
Continuo, señor presidente.
"Todos los que hemos pasado por las aulas
universitarias sabemos bien que en ellas había predominio de camarillas. Así
las llamábamos: «camarillas gobernantes». Había formas anquilosadas; alguna
vez, quizá, hubo planes de estudio negadores de la realidad nacional Pero los
que hemos salido de esas aulas, por cierta afinidad con principios o por inclinaciones
naturales, tuvimos en ellas nuestra formación. No vamos a ser negadores
absolutos, como parece serlo el señor diputado Domingorena, de la universidad del
Estado. Nos dio ella la libertad de optar por lo que cada uno quiso,
contribuyendo a formarnos y, admito también, en alguna faz quizá, a deformarnos.
Pero no podemos negar que esa universidad nos dio, en cambio, un espíritu de
lucha. Ansiábamos reformarla, porque sabíamos que había en ella formas caducas
y viejas estructuras. Para eso llego al gobierno precisamente esta fuera revolucionaria
que representamos. Debemos romper los viejos cánones y debemos realizar en el
Estado democrático la integración nacional de la universidad.
Del Mazo explica esa integración nacional de la universidad
de la siguiente manera: una universidad formada en primer término por su
material humano, por los estudiantes, profesores y egresados. Pero —dice el
maestro — esa universidad no seria completa por el hecho de dar junto con la formación
científica la formación humanística que corresponde para elevar la jerarquía
humana. Y aun, tampoco seria completa si en ella estuvieran representados todos
los grupos sociales. La universidad lo será íntegramente en el sentido nacional
cuando este al servicio del ser nacional.
Por eso, decía del Mazo, cada universitario tendrá que ser
un combatiente y no podrá soslayar los problemas del mundo que lo rodea. No podrá
soslayar los problemas nacionales y tendrá que ser un factor activo de la verdadera
emancipación de la patria.
Esa será la reforma: esa integración nacional de la
universidad argentina. Y debemos hacer la en nuestro joven país que no tiene
substrato étnico definido. Porque no podemos engañarnos: en la Republica
Argentina no existe substrato étnico ni existe tampoco una unidad espiritual.
Sabemos perfectamente; que muchos hijos de extranjeros se sienten mas
extranjeros que argentinos.
Por eso, no comparemos con los nuestros los sistemas educativos
de Europa. No comparemos Francia o Inglaterra con la Argentina, porque el francés
lo es incluso por atavismo y porque el ingles lo será en Inglaterra y en cualquier
lugar del mundo. Y así lo serán sus hijos, sus nietos y todas las generaciones
que les sigan.
Cuando el hombre argentino este así, impregnado de sus
esencias, perfectamente plasmado, arraigado en el suelo, sintiendo la vibración
de la tierra como algo telúrico y teniendo en su alma la concepción plena y
absoluta de lo que es el ser nacional, entonces si podremos poner en un pie de
igualdad a la universidad privada con la universidad estatal, con respecto a títulos.
Entonces si ese hombre será indeformable y podrá venir el imperialismo a
instalar sus grandes escuelas técnicas, porque en los corazones de la juventud
argentina que vaya a esas grandes escuelas seguirá palpitando el ser nacional,
que no habrá de matar ningún propósito extranjerizante.
En defensa de lo que es verdaderamente argentino es que temo
a la desintegración espiritual del pueblo, porque si hay alguna integración que
realmente vale la pena realizar y que es verdaderamente valiosa es la integración
espiritual del pueblo argentino. (¡Muy bien! ¡Muy bien!) Eso es lo que debemos
conquistar y eso es lo que conquistaremos por el camino de la educación y
perfeccionaremos por el camino de la cultura.
Llegara entonces el momento de la universidad privada,
porque con la liberalidad con que se da en Europa, por ejemplo, no queremos
encerrarnos en ningún sectarismo. Dijo el señor diputado Uzal que habláramos
sin obnubilarnos, sin dejarnos avasallar por sectarismos. Puedo decir que nunca
nuestro cerebro estuvo más frío, pero que nunca nuestra pasión argentina estuvo
tampoco más encendida; sin embargo, esa pasión no altera la fría lógica que nos
lleva a hacer estas reflexiones.
Después de ese gran debate, después de esa gran ley universitaria
de la que participaran todas las fuerzas y para la que pediremos la colaboración
de todos los que estén interesados, con buena voluntad, en este gran problema,
junto con la instauración de las universidades privadas llegara también la remoción
de la universidad estatal, para que todo sea casi perfecto, porque no estamos
llevando nuestro pensamiento hacia un terreno de abstracciones. Yo creo que
estas cosas son sumamente complejas; pero que con voluntad sana, con tesón, con
afán de perfeccionamiento, esto que ha escrito del Mazo, esto que es substancia
de nuestra doctrina, esto que es principio esencial de nuestra vida radical, podrá
ser realizado dentro del Estado democrático.
Los que luchamos por la reforma en anos duros, sin saber quizá
definitivamente por que, pero con un afán revolucionario de juventud, nos
afiliamos a los centros reformistas de las facultades donde estudiábamos. Después,
egresados, seguimos militando en los colegios de graduados reformistas, ya con
conciencia plena de lo que es la reforma en el sentido auténticamente nacional
y de contenido popular Hoy, en esta hora de la patria, en esta hora de incertidumbre,
de pasiones, de luchas, cuando tantas cosas se han descolocado, cuando tantos términos
se han confundido, cuando, desgraciadamente, en lugar de fe parece haber escepticismo
en muchos corazones jóvenes, estamos; de pie. Y así como nosotros hemos tenido
grandes maestros, el primero de los cuales fue Yrigoyen y el segundo en este
terreno fue Gabriel del Mazo, con toda modestia, los diputados reformistas
aspiramos desde estas banca ser maestros de la juventud argentina a través de
una conducta fiel a la doctrina.
Sepan que seguimos firmemente adheridos a esos principios
que ostenta nuestra bandera radical intransigente. Sepan que habremos de luchar
con pasión honda y sentida por los principios de la reforma, que somos respetuosísimos
del principio de la libertad de enseñanza, pero que esa libertad, que tendrá su
plena manifestación a través de la ley que habrá de sancionar este Congreso,
hasta que ese ser nacional este integrado no habrá de poner en paridad de condiciones
a la universidad nacional con las privadas en lo único que provoca disensiones:
el titulo habilitante. Seguiremos luchando por esto aunque tengamos que luchar
solos el compromiso que hemos contraído en el momento de enrolarnos en la
militancia política
Sepa también la juventud argentina que ha llegado el momento
de la construcción y que en esa construcción no pueden dejarnos en orfandad,
porque restaurado el clima de paz y de trabajo empezaremos todos la gran marcha.
Que no se derrame más la sangre de los estudiantes argentinos en las calles;
que sean aquellos, episodios del pasado. Que cuando vuelva a escribirse la
historia se diga con la honda emoción de siempre: la sangre de la juventud
americana fue el brazo armado de la emancipación. Ahora, el vigor y la pujanza
de la juventud estudiosa es también el brazo armado para la redención nacional.Llegaremos así por ese gran camino de la reforma a lo que
fuera el sueño de Hipólito Yrigoyen: a la integración latinoamericana, a la fusión
de los obreros y de los estudiantes, no demagógicamente, como quiso hacerse
alguna vez, sino con absoluta compenetración de ideales, marchando por las
rutas de America, para lograr esa autentica integración de las esencias
americanas. No para enquistarnos en este suelo, sino para abrirnos
generosamente a todo el mundo y para que ese mundo se vuelque a su vez hacia
nosotros en un fraterno mensaje de humanidad. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos.
Varios señores diputados rodean y felicitan a la oradora.)
Fuente: "Debate de la Ley de Enseñanza Libre" (24 de septiembre de 1958)
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