Sr. Presidente (Odena)
—Tiene la palabra el señor diputado Álvarez Guerrero.
Sr. Álvarez Guerrero.
— Señor presidente: este debate ha sido sin duda especialmente prolongado, pero
sucede que las circunstancias que vive el país son también muy particulares;
son esas circunstancias especiales que exigen en la vida política de los pueblos
un balance en la interpretación de la realidad social y un replanteo en las
actitudes políticas.
El problema de Córdoba, obviamente, es hoy el problema del país,
el problema del gobierno, de la civilidad y de las instituciones republicanas.
Este problema constituye una crisis del régimen, entendiendo por tal una situación
de ruptura del nexo entre el pasado y el presente, sin nada que lo reemplace,
que provoca este vacío, esta carencia de fundamentos, esta excesiva fluidez de
los acontecimientos políticos, causa de la angustia que vive la ciudadanía de
la Republica hoy.
Por supuesto, señor presidente, nos oponemos a esta intervención,
pero esta oposición no es importante en la medida que no trasciende el piano
formal y reducido de denunciar su ilegalidad. Es preciso, urgente y necesario
caracterizar el trasfondo político y social en el cual se inserta nuestra
negativa.
El examen de los episodios de Córdoba, desde un plano teórico
constitucional, nos señala, en primer lugar, que este hecho es un hito en la reversión
ya evidente del difícil proceso de institucionalización que el pueblo festejo
alborozado el 25 de mayo. No es el único hito ni es el primero, aunque
esperamos que sea el ultimo, pero es quizá el mas revelador. Es el mas revelador
porque este episodio significa una quiebra clara, nítida, sin atenuantes, de la
legalidad constitucional en la Republica. Es revelador también porque esa
quiebra se ha producido y provocado no desde fuera de las instituciones sino
desde su seno mismo por acción de un jefe de Policía y por omisión del Poder
Ejecutivo nacional implica una autentica deformación, una grave degeneración
del funcionamiento de las instituciones republicanas, Este hecho es revelador
—y esto es quizá lo mas grave porque
pareciera pretender ser el origen de una verdadera institucionalización de la
violencia.
El examen del marco político en el que se des- envuelven
estos episodios superficialmente pareciera indicarnos que se trata de una
consecuencia de la aparente división interna del partido gobernante, pero en el
fondo, por su trascendencia institucional, que escapa de los marcos provinciales
de Córdoba, por sus consecuencias practicas, representa, a nuestro juicio, un
agudo avance de las corrientes reaccionarias y antidemocráticas que tienen
vigencia real en el aparato estatal.
Hay fascismo en la Argentina. El señor diputado Sueldo
enumero una serie de circunstancias. y hechos, que no vale la pena repetir, que
son reveladores. Esto del fascismo no es una novedad en la Argentina, porque existe
desde hace mucho tiempo. A Yrigoyen lo derroco en 1930 el golpe fascista del
general Uriburu.
Lo que es preciso denunciar hoy aquí con energía, y
reiterarlo, es que este fascismo tiene un acelerado desarrollo en nuestros días
y que, inconscientemente quizá, ha cristalizado en influyentes sectores de la
vida nacional. Hay pesimismo y tristeza en la ciudadanía. La alegría juvenil de
los cantos del 25 de mayo y de las campanas electorales se ha ido transformando
en la torva mirada de las bandas armadas y de los inquisidores ideológicos. Hay
una necesidad imperiosa por parte de las fuerzas democráticas y populares de
reaccionar enérgicamente ante este proceso acelerado. Es evidente que nuestra posición
partidaria perderá esta votación. Pero queremos que trascienda nuestra
denuncia, nuestro llamado de atención y el sentido de nuestra gestión. No
admitiremos complicidad alguna con quien pretende quebrar la legalidad y
defenderemos celosamente hasta el ultimo vestigio, aunque sea formal, de la
realidad constitucional, porque creemos que las instituciones políticas democráticas
son el único instrumento valido para la liberación nacional, social y humana
que pretendemos.
No se, señor presidente, si habrá posibilidades de rectificar el rumbo por parte del gobierno. No sabemos si nuestra gestión dialoguista de advertencia tendrá éxito, aunque sea relativa, Yo ya empiezo a ser pesimista En estas circunstancias solo nos cabe invocar nuestras propias convicciones, reivindicar con un acto de fe nuestros propios postulados, encolumnarnos con firmeza, intransigencia y tozudez yrigoyeneana tras nuestros ideales esenciales y permanentes. Sin grandilocuencia pero con la grandeza que las circunstancias imponen es preciso refirmar en este recinto, para que se sepa en todos los recintos del país, que no negociaremos ni cejaremos en nuestra ratificación de fe doctrinaria. Y mientras quede un solo radical —le hemos dicho otras veces— habrá la esperanza en la Argentina de una efectiva vigencia de la democracia y habrá luchadores para que se imponga esta concepción de la vida cívica en la Nación. (Aplausos.)
No se, señor presidente, si habrá posibilidades de rectificar el rumbo por parte del gobierno. No sabemos si nuestra gestión dialoguista de advertencia tendrá éxito, aunque sea relativa, Yo ya empiezo a ser pesimista En estas circunstancias solo nos cabe invocar nuestras propias convicciones, reivindicar con un acto de fe nuestros propios postulados, encolumnarnos con firmeza, intransigencia y tozudez yrigoyeneana tras nuestros ideales esenciales y permanentes. Sin grandilocuencia pero con la grandeza que las circunstancias imponen es preciso refirmar en este recinto, para que se sepa en todos los recintos del país, que no negociaremos ni cejaremos en nuestra ratificación de fe doctrinaria. Y mientras quede un solo radical —le hemos dicho otras veces— habrá la esperanza en la Argentina de una efectiva vigencia de la democracia y habrá luchadores para que se imponga esta concepción de la vida cívica en la Nación. (Aplausos.)
Fuente: Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina
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