"Venimos a encontrarnos con nuestros muertos; con
nuestros magníficos muertos; no porque ellos lo necesiten; no porque ellos
precisen de nuestros homenajes; venimos porque nosotros los necesitamos. Somos
nosotros los que sentimos la imperiosa necesidad de acercarnos a ellos para que
nos muestren el derrotero a seguir; porque los muertos han dejado consignas y
esas consignas deben hacerse realidad en el país para ventura de la
Republica."
Hace casi dos décadas que Ricardo Balbín dijo estas conmovedoras y luminosas palabras al honrar la memoria del doctor Honorio Pueyrredón. Yo las cito ahora al cumplirse tres años de su muerte, porque es cierto y muy cierto que nuestros magníficos muertos no necesitan de nosotros: nosotros necesitamos de ellos; nosotros necesitamos de Balbín. Por eso estamos aquí, para que nos muestre el derrotero a seguir, para renovar nuestra fe con sus consignas de libertad y de paz, de justicia y de solidaridad: esos valores por los cuales bregó durante mas de medio siglo; para expresarle también que trabajamos con todos los argentinos en la maravillosa empresa de hacer realidad esas consignas de lograr y afianzar la ventura de la Republica. No son tiempos felices y lo sabe Balbín que no abandonara nunca este mundo.
Hace casi dos décadas que Ricardo Balbín dijo estas conmovedoras y luminosas palabras al honrar la memoria del doctor Honorio Pueyrredón. Yo las cito ahora al cumplirse tres años de su muerte, porque es cierto y muy cierto que nuestros magníficos muertos no necesitan de nosotros: nosotros necesitamos de ellos; nosotros necesitamos de Balbín. Por eso estamos aquí, para que nos muestre el derrotero a seguir, para renovar nuestra fe con sus consignas de libertad y de paz, de justicia y de solidaridad: esos valores por los cuales bregó durante mas de medio siglo; para expresarle también que trabajamos con todos los argentinos en la maravillosa empresa de hacer realidad esas consignas de lograr y afianzar la ventura de la Republica. No son tiempos felices y lo sabe Balbín que no abandonara nunca este mundo.
Pero ¿que tiempos han sido fáciles?, ¿que tiempos han sido fáciles
para la democracia? Yo lo estoy viendo, no por haberlo visto claro, sino porque
me acuerdo de su relato.
Lo estoy viendo llegar una mañana de abril de 1932 a una casa de Lomas del
Mirador en el partido de La Matanza; un año antes lo habían elegido diputado
provincial, en aquellos comicios que anulo la dictadura que los convocara al
advertir que el pueblo, ese pueblo tan despreciado por ella, volvía por sus
fueros, por sus derechos, por sus bienes, por la democracia. Ahí en la casa de
Lomas del Mirador están los veinte senadores provinciales del radicalismo,
constituyendo el Senado de la única legislatura legitima, dicen, frente a la legislatura
ilegal que se ha reunido en esta ciudad de La Plata, y que ha emanado por la
abstención radical del treinta y cinco por ciento apenas de la ciudadanía y, es
obvio, bajo el fraude y la violencia; y después el y los otros treinta
diputados provinciales del radicalismo designados por el voto popular en los ,
gloriosos comicios del 5 de abril del 31 constituyen la Cámara de Diputados, nombrándolo
secretario junto Crisologo Larralde. Era un muchacho entonces, pero ya era
también un luchador decidido, un defensor de la democracia. Por eso vivió
aquella mañana, aquella mañana del treinta y dos en, la casa de Lomas del
Mirador como algo mas que un acto solemne y debido al pueblo; como algo mas que
una quijotada de la que se burlaron los antiquijotes que habían puesto el país
a su servicio para expoliarlo desde la cima del poder. Balbín y los radicales
que lo acompañaban vivieron aquel momento, aquel acto, aquella quijotada como
un desafío lanzado a los mandones a los autoritarios a los violentos. El desafío
de presentar batalla cívica, política, moral batalla de ideas cada vez que la
Argentina fuese escarnecida por el oscurantismo: cada vez que la Argentina
dejara de serlo; cada vez que la Argentina dejase de ser lo que tenia que ser,
lo que quisieron sus fundadores, los que queremos quienes la amamos, una Argentina
libre soberana, equitativa, independiente, patrimonio de todos los argentinos.
Y también vigilia y destino de todos los argentinos, vinculo
indisoluble de todos los argentinos.
Así fue Balbín así que y así es. Por el y por su obra el
partido al que entregó sus días sin regatear horas, su voluntad, su esfuerzo y
su espíritu indomable.
En otras elecciones, en el año 1942, obtuvo un nuevo mandato
de diputado provincial, pero lo renuncio enseguida como prometiera hacerlo si
los comicios resultaban una farsa mas, un ataque mas.
Entro en
La historia siguió adelante en otras nuevas tormentas.
Yo no he venido a contar esa historia pero si a recordar que
Balbín protagonista de esa historia anduvo el país entero se movilizó una y otra
vez, actuó sin descanso para evitar las tormentas y las calamidades para
afirmar la constitución que es la patria viviente la patria tangible, la patria
verdadera, la única patria de los argentinos.
Tuve el honor y la fortuna de marchar junto a él por
aquellos caminos, por aquellos derroteros a los que aludía en su homenaje a
Honorio Pueyrredón.
Confirme entonces en esos años de política lo que ya sabia y
esa confirmación por venir de él era además un altísimo ejemplo una comprobación
fructífera, un testimonio imperecedero. Confirme que si los electores nos llevan
al poder nos debemos a ellos pero también a quienes no nos votaron y que si
nuestros conciudadanos no nos otorgan el mandato que les solicitamos también hemos
de seguir velando por ellos sin abjurar de la democracia como hicieron tantos
compatriotas.
Confirme que la libertad política no es un fin en si misma,
un hecho autónomo, sino un elemento indisociable de la justicia social.
Confirme que el desenvolvimiento económico sin libertad política ni justicia
social es una nueva forma de la esclavitud. Confirme que la autodeterminación
del pueblo esta en la base misma de la condición humana.
Confirme que el respeto entre las naciones y la igualdad de
las naciones esta en la base de la paz mundial; esa paz siempre amenazada por pretensiones
hegemónicas, esa paz que también viene de la imprescindible concordia interna
de cada una do las naciones. Confirme, en suma que no hay civilización
autentica si no esplende la dignidad humana y confirme también que las
disidencias y la expresión de las disidencias son propias de la dignidad
humana, de la democracia y de los partidos democráticos. A Balbín le debemos el
haber fortalecido en la UCR continuando el empeño de los fundadores la expresión
de distintas ideas porque el libre debate de ellas propende a la unidad no a la
disolución o al divisionismo.
No lo arredraron a Balbín. Como iban a arredrarlo las
vicisitudes de la política, porque la política era para él lo único que debe y
puede ser un servicio civil por excelencia; la devoción por la patria entendida
como una empresa común para todos sus hijos.
Perdió en 1951 y no desertó de la trinchera. Perdió en 1958
y se mantuvo en su puesto, porque nunca tomo una derrota en las urnas como una
ofensa, pues en las urnas no hay derrotas particulares si se ha sufragado en
plenitud; hay una victoria general, un triunfo de la convivencia y de la democracia.
Derrocado el gobierno en 1962, fue el primero en salir a
buscar la reunión de partidos y las fuerzas sociales y económicas para que se
encontraran los comunes denominadores capaces do sacar a la Argentina del nuevo
atolladero.
La asamblea de la civilidad tuvo en el su inspirador y su artífice.
Los grandes hombres pagan alto precio por sus virtudes. Se olvidaron de tan
magna obra para inventar que había dado un paso atrás en la candidatura radical
del 63 porque no creía en la realización de las elecciones prometidas por el régimen
y porque en caso de haberlas no avizoraba el triunfo del radicalismo.
Nadie le pregunto por que se habla desvelado entonces para
alcanzar las coincidencias de la asamblea de la civilidad, porque movió cielo y
tierra para que se celebraran los comicios; y nadie se detuvo a pensar que
apenas convocadas las elecciones renuncio a toda candidatura. Sin duda le
interesaba la victoria de su partido, pero le interesaba mucho más la victoria
de las instituciones. Balbín procuro siempre la victoria de las instituciones.
Eso fue lo que hizo cuando asumió el gobierno Arturo Illia en 1963,
Pero no todos los argentinos oyeron su predica, ni la de don
Arturo; ni todos los argentinos respondieron al llamado que en aquel año
formula la UCR practicando una democracia nueva. Otra vez se impuso el desastre
de junio de 1966. Otra vez reemprendió Balbín la búsqueda de coincidencias; la recuperación
de las libertades y los derechos suprimidos sin fatiga ni desanimo, con pasión
y energía. Y así llego a la "hora del pueblo" y después al dialogo
con el general Perón que le fue reprochado como si el buscara dividendos. Balbín,
que nunca pretendió más dividendos que el bienestar de su pueblo. Pero en 1976 caía
otro gobierno.
Había hablado una semana antes del golpe invitando a sus
compatriotas a fusionarse para salvar el sistema constitucional. Lo hizo con su
modestia habitual, con tanta modestia que enuncio las soluciones a la crisis,
como un ciudadano mas, no como un Salvador iluminado. No se lo perdonaron las minorías,
esas minorías que usufructuaron el Estado y el trabajo del pueblo y que
perturbaron y perturban la unión nacional. Para ellas no tenia soluciones.
Ellos si las tenían, y así nos fue a los argentinos en la larga noche despótica
inaugurada en 1976.
Pero en esa larga noche despótica tornó don Ricardo de nuevo
al combate por el restablecimiento de la soberanía popular y la ley; a la
batalla contra la ignominia económica y la opresión social; a la defensa de la
vida contra los secuaces de la muerte y por tercera vez en menos de 20 años,
logró darnos a los argentinos con la Multipartidaria una herramienta para la
unidad, un centro de convergencia para la reconquista en común del orden democrático.
Fue su ultimo servicio a la patria y al radicalismo; un servicio que le
agradecieron decenas y decenas de miles de argentinos sin distinción de colores
políticos acompañándolo dolidos pero íntegros hasta la tumba el 11 de septiembre
de 1981 cuando aun nos faltaba conocer el amargo sabor de la guerra de las Malvinas.
Aquel último servicio rindió sus frutos hace un año, el 30 de octubre de 1983.
A Balbín lo hubiera gustado estar presente en aquella
victoria del pueblo; pero todos sabemos que estuvo presente; porque esa
victoria fue inocultablemente suya, y no solo porque obtuvo la mayoría nuestro
partido.
Si, Balbín triunfó el 30 de octubre de 1983 porque
triunfaron sus conciudadanos, sus ideales, porque triunfaron sus deseos, porque
triunfaron los grandes valores de la libertad y la justicia social, porque triunfó la democracia, porque triunfó la unión nacional.
Balbín no ignora nada de eso y quizás sonríe con esa sonrisa
bondadosa con una pizca de suficiencia al escucharme decir lo que el bien sabe.
Pero no esta de mas proclamarlo, no esta de mas asegurarle
que mantenemos en alto sus banderas que son de las mayorías y que mantendremos
en alto sin declinarlas jamás.
Empecé con una cita suya y debo terminar con otra que hiciera en momentos de aguda crisis, cuando dijo que "si no vencemos esta instancia es porque seremos ineptos todos". Hay una voluntad nacional, una fuerza nacional, un pueblo y cada vez que uno se aproxima a los amigos porque son los amigos de siempre también se acerca uno a los adversarios que fueron los adversarios de siempre, y no los dice que piensan en lo económico, ni que piensan de la apertura de los mercados en el mundo, sino que le preguntan si podemos vivir en paz los argentinos. Podemos gracias a Balbín que nos regale su vida como ejemplo.
Empecé con una cita suya y debo terminar con otra que hiciera en momentos de aguda crisis, cuando dijo que "si no vencemos esta instancia es porque seremos ineptos todos". Hay una voluntad nacional, una fuerza nacional, un pueblo y cada vez que uno se aproxima a los amigos porque son los amigos de siempre también se acerca uno a los adversarios que fueron los adversarios de siempre, y no los dice que piensan en lo económico, ni que piensan de la apertura de los mercados en el mundo, sino que le preguntan si podemos vivir en paz los argentinos. Podemos gracias a Balbín que nos regale su vida como ejemplo.
Fuente: Discurso del Sr. Pte. de la Nación Raúl Ricardo Alfonsín en el acto homenaje al Dr. Ricardo Balbín en la Ciudad de la Plata, 9 de septiembre de 1984.
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