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domingo, 13 de octubre de 2013

Ricardo Rojas: "El Pueblo y el Espiritú Radical" (1932)

El radicalismo argentino, por su tradición histórica, por su extensión geográfica y por su sentimiento es un resumen del pueblo argentino, con todos sus vicios y sus virtudes. Creación del pueblo, el pueblo lo sustenta con su fe. Lo que el patriotismo aconseja para con el, no es vilipendiarlo sino corregirlo, no es humillarlo sino servirlo. El radicalismo es una entelequia política de la argentinidad.
Si poseyéramos otra fuerza tan viviente, una fuerza de tanta raíz popular, de tanta salud y vigor, podríamos dudar; pero no la tenemos. La derecha reaccionaria es heterogénea, anacrónica y ocasional; la izquierda socialista es exótica, metropolitana y gremial. Ni una ni otra pueden ser el instrumento político de la nacionalidad en plena formación, que crece por los impulsos de su pasado, con la substancia de su propia realidad actual, para los ideales de un porvenir mejor. Como en 1806, como, en 1810, como en 1812, como en 1816, como en 1819, como en 1853, como en 1890, como en 1905 como en 1912, al pueblo quiere realizar hoy un inevitable destino y crea los instrumentos de esa realización. Por eso el pueblo ha creado al radicalismo fuerza de emoción y de intuición en su génesis, a la que le falta organizarse y adecuarse a los problemas actuales para ser eficaz; pero que es, en si misma, superior, a todas las agrupaciones adversarias. No es un partido advenedizo, pues cuenta con una existencia de cuarenta años; no es un partido burocrático, pues no vive de papeles sino de multitudes: no es un partido regional, pues se irradia a toda la Republica; no es un partido gremial, pues congrega a todas las clases; no es un partido de abolengos, pues asimila a las gentes nuevas lanzadas a la vida nacional por la inmigración y por las escuelas; no es un partido materialista, pues su filosofía es espiritualista y su temperamento es romántico: no es un partido de privilegios, pues lucha contra todos los privilegios; no es un partido de dogmas, pues crea con libertad nuevos ideales; no es un partido de imitación, sino un engendro genuino de nuestra nacionalidad, pues ya hemos visto que de la revolución emancipadora arranca su aliento histórico. Fuerza dinámica de la patria en esta hora de peligro para el mundo, solo la ofuscación mezquina ha podido pretender su destrucción, sin que se tuviera para reemplazarlo otra cosa que la dictadura militar o el comunismo internacional.
Fue grave error de los septembrinos el pretender suprimir esta fuerza irreprimible y necesaria. La coacción pudo suprimir candidatos radicales pero no suprimir al radicalismo. La reacción dictatorial ha fracasado en su propósito porque, aun logrado su éxito inmediato, el partido radical se mantiene irreductible en su proscripción, y vencerá en lo futuro. Ha fracasado también la táctica dictatorial, porque diciéndose patriótico y popular el movimiento de septiembre, ha tenido que recurrir al fraude en las provincias y obligar en la capital a que se optara entre los dos matices de la bandera roja. No quedaba sino esto y aquello, toda vez que el radicalismo estaba ausente. Como consecuencia de tales procedimientos, se ha constituido un gobierno de apariencia legal que prescinde de la realidad nacional, que la deforma o falsifica. Así no se puede volver a la legalidad. La violación de la ley no puede fundar el imperio de la ley. Y todo este oprobio, realizado para matar al radicalismo, no ha hecho sino restaurarlo en su fuerza y en su esperanza.
Ha sido menester que la dictadura septembrina suprimiera la libertad, negara la igualdad, rompiera la fraternidad, para que se viera mejor lo que significa el radicalismo en la evolución política de nuestro país.
El pueblo argentino, después de la triste experiencia, necesitara volver a las fuentes filosóficas de su justificación democrática, pues hoy comprende el peligro de un izquierdismo sin nacionalidad y de un derechismo sin justicia. El radicalismo no esta en el centro, sino adelante de los dos y acaso por encima do ellos. La Unión Cívica Radical es un partido de reforma y de avanzada.
Dicho ya abundantemente cuales son los motivos que nos separan de la dictadura, de la oligarquía, de todas las formas de la reacción, necesitamos decir ahora cuales son los que nos separan de ambos partidos socialistas, que concurrieron a las escandalosa elecciones de 1931, pasando por las horcas caudinas de un rescripto despótico que excluía al radicalismo y a sus candidatos.




























Fuente: "El Radicalismo de Mañana" de Ricardo Rojas, 1932.

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