Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador por el
Chaco.
Sr. León, — Señor presidente: seguramente el Senado de la
Nación esta enfocando una de las razones morales mas importantes para justificar
su existencia.
Yo no era senador cuando leí el texto de esta ley; era un
ciudadano argentino que creía en una nación que, con la aplicación de esta disposición,
desaparecía definitivamente.
Todos los argentinos alguna vez tuvimos la creencia de que éramos
una nación, que teníamos estabilidad, conciencia nacional y una ideo logia que
nos hacia solidarios. Nunca pensamos que podíamos llegar a ser una tribu en una
selva. Pensábamos que nuestra Constitución era para siempre y que nuestro
prestigio exterior estaría custodiado por nuestra propia presencia interior, un
día, como un relámpago infernal, aparecieron en nombre de la fuerza, siempre
infecunda, una especie de dioses de la Acrópolis que representaban todas las
perversiones. Entonces, aquella nación que nosotros habíamos sonado y aquel país
que queríamos custodiar se nos escapó, cayó la república y se desintegró
nuestra solidaridad.
¿Quien de nosotros hubiera pensado alguna vez que un comandante
podía designar al presidente de la Nación? Así la inmoralidad fue creciendo. En
1930 fueron el presidente provisional y los interventores federales, luego, como
esas fieras que se van acostumbrando al festín, se deformó cada vez mas el
mandato de nuestras costumbres políticas y republicanas y, finalmente, la
fuerza se apropio del poder del pueblo.
Esta verticalidad de los mandos destruyó las estructuras de nuestra sociedad, y por ende el país entro en una etapa de crisis total.
Esta verticalidad de los mandos destruyó las estructuras de nuestra sociedad, y por ende el país entro en una etapa de crisis total.
Esta ley que vamos a derogar y que no necesita ya mas
comentarios —por eso voy a tratar de ser muy breve en mi exposición—, constituye
tal vez el ultimo acto de la farsa más grosera de todas las deformaciones de la
historia de nuestro tiempo, y quizá esta derogación sea la encargada de dar
vuelta la pagina.
Existe una historia sucia, mezquina, perversa y saturada de
miedo que tenemos que dejar atrás con la votación que realizará el Senado de la
Nación. Pero hay un sentido moral que tiene que empalmarse con la ética que
exige la sociedad de nuestro tiempo y nuestra presencia, porque hay una escala
de valores argentinos que obliga a que todo representante del pueblo, con los
matices de su propio pensamiento expresados aquí talentosamente por todos los
bloques, custodie esta axiología: somos una democracia que tiene que vivir éticamente
y nuestras fuerzas armadas deben comprender que no están para custodiar el rabo
de una oligarquía miserable e insaciable sino para resguardar el derecho y la libertad
de los argentinos.
La ley que vamos a sancionar tiene ese sentido ético. La
Argentina tiene que salir de sus miedos. Los señores senadores Menem y de la
Rua hablaron de la noche de la dictadura y yo quiero decir que tal vez esta
sanción signifique que no podemos escapar del espíritu de Poncio Pilatos
Pilatos era un juez correcto, noble e inteligente. Un día tomó una moneda y
sobre ella dio un fallo perverso, en función de su decadencia ética. Otro día
tuvo miedo, y sin darse cuenta condenó a Jesucristo mientras ponía en libertad
al ladrón. La ley que queremos derogar es algo parecido: ellos tomaron las
monedas y, en el plano de su decadencia para custodiarlas, agregaron más
dependencia a la patria ya declinante de los argentinos. Hasta hubo una
rendición incondicional, y otro día también tuvieron miedo y entonces trataron
de escapar como los ladrones, dejando enterrada la conciencia ética, moral,
liberadora, honorable, decente y docente de Jesucristo,
El señor senador Brasesco dijo en su brillante discurso que quería
votar con una idea casi intima. A mí, mi propia intimidad me obliga a decir que
muy pocas veces en mi vida parlamentaria voté con tanto apasionamiento como lo
voy a hacer ahora. Creo que esta derogación significa la apertura necesaria de
un mundo que vamos a tener que recrear, porque tenemos la esperanza de que terminen
las dos violencias: la invisible que mata de hambre y la visible que mata por
un tiro en la nuca.
La democracia que buscamos esta en el camino de esta sanción,
Las fuerzas armadas tienen que comprender que nosotros buscamos una estrategia
de seguridad que no pasa por la seguridad de los militares sino por la de la
Nación.
Y la seguridad de la Nación no pasa por los actos necios de
rendición sino por los actos generosos y casi heroicos de la custodia de
nuestra propia Republica.
Había pensado pronunciar un discurso más extenso y quería recordar
a Pellegrini cuando hablaba de la revolución de 1905 preguntando en el
Parlamento cómo era posible que quienes usurpaban el poder pudieran perdonar a
alguien, ¿Quien nos perdona ahora a nosotros? Tal vez ese podría ser el
agregado que le hago a la pretensión del señor senador Brasesco de que se
inserte en el campo de nuestras tuerzas armadas, porque esto fue hecho por un
sector y yo ahora voy a votar esta ley para custodiar el prestigio de nuestras
instituciones militares. Por eso que era hacerlo en nombre de una humilde
actitud: el problema del país ya no es decidir quien fue el mis sinvergüenza
sino dar nosotros mismos las mejores respuestas. Por eso tenemos que hacerlo
sin rencores.
Si a mi me proscriben y llega el minuto de mi victoria y yo
proscribo, no sirve. Si a mi me torturan y llega el minuto de mi victoria y yo
torturo, tampoco sirve, porque el país seguirán en una especie de calesita
infernal, justificando otra vez todas nuestras deformaciones.
Por eso el voto que hago al apoyar el despacho de la mayoría
consiste en que esta sanción tenga el animo de una semilla capaz de generar una
respuesta que entierre para siempre el canibalismo de los argentinos, que
soslaye para siempre en el camino de nuestra historia a todos los diablos que
han jugado con el fuego de un infierno que consumió la esperanza de dos generaciones
de argentinos.
Este es el sentido que le quiero dar a mi voto. Jurídicamente
ya esta explicado, pero debe ser alentado desde un punto de vista moral.
La primera ley de amnistía del país tuvo lugar en 1811; fue
también perversa; fue cuando lo echaron a Moreno. Desde entonces hasta ahora
hubo más de treinta o cuarenta, algunas generosas y otras egoístas. La que
estamos derogando es la más egoísta de todas.
Seguiremos viviendo en el campo de las amnistías si
definitivamente los argentinos no nos abrazamos todos juntos, civiles y
militares, dispuestos a vivir en el marco de nuestras leyes y de la Constitución.
Este es mi voto y este es mi anhelo y mi fervor. Amo a mi
Nación e intento servirla desde el instrumento de mi militancia en un partido
histórico como el radicalismo. Voto, entonces, en nombre del Partido Radical,
que custodia la paz y pretende hacerlo poniendo permanentemente resguardo a los inocentes, sin olvidar que la
justicia debe poner en marcha el castigo a los culpables, a los responsables.
Una nación como la nuestra no puede haber caído tanto Por
eso el acto que realiza el Senado esta tarde lleva en si la aspiración de poner
un cimiento a la posibilidad de que algunos bajen de su soberbia para que la
fuerza desaparezca como argumento político, para que nosotros, los políticos,
seamos decentes y docentes y para que nunca mas una amnistía vuelva a violar el
sentido ético de nuestra Constitución.
Fuente: Honorable Cámara de Senadores de la Nación Argentina.
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