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miércoles, 27 de marzo de 2013

Mario Abel Amaya: "Debate de la Ley Represiva" (24 y 25 de enero de 1974)


Ley 20642 Modificaciones al Código Penal


Sr. Presidente (Busacca).—Tiene la palabra el señor diputado Amaya.
Sr. Amaya. — El 25 de mayo asistimos esperanzados e incluso con regocijo al -advenimiento del nuevo gobierno, que no era de nuestro partido pero que era la posibilidad del acceso de las clases populares para concretar un proceso de liberación.
Era la derrota de un régimen represivo y de entrega que al grito de “Se va... se va..., se va y nunca volverá” cerraba un ciclo, dejando paso al pueblo en un nuevo ámbito, en una nueva dimensión que avizorábamos y esperábamos habría de ser provechosa para el futuro del país.
Dimos así los primeros pasos: derogamos las leyes represivas, aprobamos la ley de amnistía. El pueblo comenzó a ser protagonista de] proceso de liberación con esa nueva dimensión. Sabíamos de los escollo no ignorábamos que en el nuevo medio existiría convulsión, que la marcha sufriría los avatares de un camino no andado y que nuevas formas del antiguo régimen volverían a la carga.
Pero estaba el pueblo y el clima que las libertades públicas conformaban, y entonces sabíamos que mientras viviéramos ese clima el proceso de liberación continuaría adelante, proyectado por la concientización popular. El aparente desorden era el precio para el dialogo fecundo del pueblo en la calle, para conformar, entonces si, un nuevo orden —no impuesto ni opresor—, consecuencia, de una nueva relación social que permitiera avizorar, en un futuro no lejano, nuevas formas en nuestra sociedad, nuevas estructuras y, sobre todo, la cesación de un régimen explotador del hombre.
Así lo esperábamos, pero lamentablemente nuestras esperanzas en alguna medida se frustraron. El pueblo abandono la calle —debió abandonar la calle—; no era el nuevo orden sino el mismo orden. El «Se van... se van,..., se van y nunca volverán» se perdió en el silencio de la calle vacía. Y volvieron, pero en ese mismo silencio no tuvieron eco nuestros reclamos por la concreción del proyecto de liberación en el que todos estábamos empeñados. Y este Congreso, que había sancionado la amnistía, la derogación de las leyes represivas, nuevas formas de excarcelación, y aun una comisión para reordenar la legislación penal, considero un paquete de medidas económicas que mereció nuestros reparos, pues no modifica de ningún modo nuestra estructura dependiente; concreto el pacto social y sanciono las leyes de asociaciones profesionales, de arbitraje obligatorio, de prescindibilidad, y ahora quiere sancionar una reforma al Código Penal que prácticamente restablece —si no va mas allá— el régimen punitivo y opresor que había instaurado la dictadura militar.
Este es el aspecto que me importa destacar: como se quebró un proceso que lo esperábamos rico y generador de una nueva proyección para nuestro pueblo.
No vamos a hacer el análisis jurídico especifico de cada una de las reformas proyectadas —mis compañeros de bancada ya lo han hecho sobradamente—, pero vamos a destacar este aspecto, esta clara connotación política que tiene el proyecto, no por e] solo hecho de ser reiteración —prácticamente— de la legislación represiva de la dictadura sino porque tras la reforma se oculta la consolidación definitiva de los mismos grupos que antes la impusieron y la ejecutaron y que hoy, embozadamente, buscan precisamente mantener su situación de privilegio.
Me permito reflexionar respecto de lo señalado por la señora diputada Sanguineti. Creo, si, que las leyes son instrumentos, pero también que pueden ser buenas o malas, que sean buenas o malas depende de la finalidad y los objetivos que pretendan cumplir. La reforma que estamos tratando no pretende defender al Estado sino que tiende a defender un estado de cosas.
No puede pretender eliminar formas de delincuencia común —sobradamente sabemos que el agravamiento de penas, por si mismo, no lo logra—, porque no es idónea para ello, pero- si pretende modificar las relaciones de poder, en favor de los grupos que están contra el proceso de liberación.
Adviértase que las reformas no pretenden ser remedio que elimine ciertos actos considerados como desvalores, sino que lo que mas le importa es la aplicación de sanciones; no es preventiva sino represiva, habiendo sido destacado este aspecto por el señor diputado Day cuando señalo que no se fija plazo alguno para su vigencia; no lo hace porque le importa mas que evitar el delito, el reprimirlo. Aun cuando, por el contrario, la legislación penal debe tender a evitar los elementos que pueden ser generadores de causas de delito.
Es indudable que el Congreso esta facultado, es idóneo, es competente para dictar la legislación penal, pero no solo es necesario, para dictar esa legislación, que emane del organismo competente, sino que además este organismo debe concretar la ley como resultante de una necesidad social que venga a ser cubierta, donde el pueblo sea su protagonista principal y a quien esta dirigida para su defensa y no para su opresión.
Con esta reforma no solo coartamos un amplio margen de libertades públicas. Nosotros esperamos, y somos real y efectivamente defensores del gobierno, en cuanto este lleve a cabo un proceso de liberación y continúe siendo un gobierno popular. Pero con esta iniciativa se ve coartado el proceso de liberación, impidiéndose el ejercicio real y efectivo de una democracia capaz de formar un nuevo modelo de país al que aspiran los argentinos, para su realización. (Aplausos.)
























Fuente: Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina

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