Ley 20642 Modificaciones al Código Penal
Sr. Presidente (Busacca).—Tiene la palabra el señor diputado
Amaya.
Sr. Amaya. — El 25 de mayo asistimos esperanzados e incluso
con regocijo al -advenimiento del nuevo gobierno, que no era de nuestro partido
pero que era la posibilidad del acceso de las clases populares para concretar
un proceso de liberación.
Era la derrota de un régimen represivo y de entrega que al
grito de “Se va... se va..., se va y nunca volverá” cerraba un ciclo, dejando
paso al pueblo en un nuevo ámbito, en una nueva dimensión que avizorábamos y esperábamos
habría de ser provechosa para el futuro del país.
Dimos así los primeros pasos: derogamos las leyes
represivas, aprobamos la ley de amnistía. El pueblo comenzó a ser protagonista
de] proceso de liberación con esa nueva dimensión. Sabíamos de los escollo no ignorábamos
que en el nuevo medio existiría convulsión, que la marcha sufriría los avatares
de un camino no andado y que nuevas formas del antiguo régimen volverían a la
carga.
Pero estaba el pueblo y el clima que las libertades públicas
conformaban, y entonces sabíamos que mientras viviéramos ese clima el proceso
de liberación continuaría adelante, proyectado por la concientización popular.
El aparente desorden era el precio para el dialogo fecundo del pueblo en la
calle, para conformar, entonces si, un nuevo orden —no impuesto ni opresor—,
consecuencia, de una nueva relación social que permitiera avizorar, en un
futuro no lejano, nuevas formas en nuestra sociedad, nuevas estructuras y, sobre
todo, la cesación de un régimen explotador del hombre.
Así lo esperábamos, pero lamentablemente nuestras esperanzas
en alguna medida se frustraron. El pueblo abandono la calle —debió abandonar la
calle—; no era el nuevo orden sino el mismo orden. El «Se van... se van,..., se
van y nunca volverán» se perdió en el silencio de la calle vacía. Y volvieron,
pero en ese mismo silencio no tuvieron eco nuestros reclamos por la concreción
del proyecto de liberación en el que todos estábamos empeñados. Y este Congreso,
que había sancionado la amnistía, la derogación de las leyes represivas, nuevas
formas de excarcelación, y aun una comisión para reordenar la legislación
penal, considero un paquete de medidas económicas que mereció nuestros reparos,
pues no modifica de ningún modo nuestra estructura dependiente; concreto el
pacto social y sanciono las leyes de asociaciones profesionales, de arbitraje
obligatorio, de prescindibilidad, y ahora quiere sancionar una reforma al Código
Penal que prácticamente restablece —si no va mas allá— el régimen punitivo y
opresor que había instaurado la dictadura militar.
Este es el aspecto que me importa destacar: como se quebró
un proceso que lo esperábamos rico y generador de una nueva proyección para
nuestro pueblo.
No vamos a hacer el análisis jurídico especifico de cada una
de las reformas proyectadas —mis compañeros de bancada ya lo han hecho
sobradamente—, pero vamos a destacar este aspecto, esta clara connotación política
que tiene el proyecto, no por e] solo hecho de ser reiteración —prácticamente—
de la legislación represiva de la dictadura sino porque tras la reforma se
oculta la consolidación definitiva de los mismos grupos que antes la impusieron
y la ejecutaron y que hoy, embozadamente, buscan precisamente mantener su situación
de privilegio.
Me permito reflexionar respecto de lo señalado por la señora
diputada Sanguineti. Creo, si, que las leyes son instrumentos, pero también que
pueden ser buenas o malas, que sean buenas o malas depende de la finalidad y
los objetivos que pretendan cumplir. La reforma que estamos tratando no
pretende defender al Estado sino que tiende a defender un estado de cosas.
No puede pretender eliminar formas de delincuencia común
—sobradamente sabemos que el agravamiento de penas, por si mismo, no lo logra—,
porque no es idónea para ello, pero- si pretende modificar las relaciones de
poder, en favor de los grupos que están contra el proceso de liberación.
Adviértase que las reformas no pretenden ser remedio que
elimine ciertos actos considerados como desvalores, sino que lo que mas le
importa es la aplicación de sanciones; no es preventiva sino represiva, habiendo
sido destacado este aspecto por el señor diputado Day cuando señalo que no se
fija plazo alguno para su vigencia; no lo hace porque le importa mas que evitar
el delito, el reprimirlo. Aun cuando, por el contrario, la legislación penal
debe tender a evitar los elementos que pueden ser generadores de causas de
delito.
Es indudable que el Congreso esta facultado, es idóneo, es
competente para dictar la legislación penal, pero no solo es necesario, para
dictar esa legislación, que emane del organismo competente, sino que además
este organismo debe concretar la ley como resultante de una necesidad social
que venga a ser cubierta, donde el pueblo sea su protagonista principal y a
quien esta dirigida para su defensa y no para su opresión.
Con esta reforma no solo coartamos un amplio margen de libertades
públicas. Nosotros esperamos, y somos real y efectivamente defensores del gobierno,
en cuanto este lleve a cabo un proceso de liberación y continúe siendo un
gobierno popular. Pero con esta iniciativa se ve coartado el proceso de liberación,
impidiéndose el ejercicio real y efectivo de una democracia capaz de formar un
nuevo modelo de país al que aspiran los argentinos, para su realización.
(Aplausos.)
Fuente: Honorable Cámara de Diputados de la Nación Argentina
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