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domingo, 17 de febrero de 2013

Juan Isaac Cooke: "Debate de la Renuncia del Presidente Ortiz" (24 de agosto de 1940)

Diputado Cooke: El doctor Ortiz no renuncia coaccionado por un clima o una situación revolucionaria; el doctor Ortiz no renuncia para impedir el estrago o la dinámica revolucionaria.
El doctor Ortiz renuncia obedeciendo a la amargura máxima que cabe experimentar a un hombre político y a un jefe del Estado, que jura cumplir fielmente con la Constitución y que procura cumplir con su juramento, y que siente salpicada su investidura por la resolución del Honorable Senado de la Nación.
Un escrúpulo ––vigor que nace como imperativo de la propia conducta–– lo lleva al planteamiento de una dimisión que es más, mucho más, que un gesto de delicadeza personal.
A ese estado espiritual tienen que obedecer, indudablemente, los términos de su renuncia, que han chocado a muchos de los miembros de esta Asamblea y que motivaron algunas de sus críticas, porque han olvidado que esa renuncia contiene la reacción de un ciudadano y de un magistrado dignos, y que esa renuncia, aunque materialmente ha sido traída a esta Asamblea, en realidad ha sido elevada al pueblo de la Nación, al que le ha hablado en lenguaje valiente y comprensible. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)
La opinión pública, señor presidente, no se ha equivocado cuando ha intuido, apareada a la grandeza del gesto, la finalidad de una ratificación de su mandato, consagratorio de la voluntad del pueblo de la Nación, de la cual seremos fieles intérpretes si rechazamos esta renuncia.
Este proceso, señor presidente, ha dado oportunidad para que haga crisis la lucha entablada entre el señor presidente de la República, empeñado en la tarea de recuperación institucional y de restablecimiento de la verdad del sufragio, en cuyo afán lo acompañaban las fuerzas democráticas que constituyen la inmensa mayoría del pueblo de la Nación, y las fuerzas reaccionarias, en alianza circunstancial o inconsciente, tal vez, con los propugnadores de los sistemas totalitarios, que a favor de los acontecimientos europeos han recrudecido en sus actividades y esperanzas. Y para que esto no sea una mera conjetura me remito a la información telegráfica del día de hoy, que admite la posibilidad de que la renuncia del doctor Ortiz signifique un cambio de posición de la política institucional de nuestro país, que implicaría una política de acercamiento con el Eje.
Al lado de la investigación del Senado, a su margen, quizás en la mente de los que pusieron el explosivo con deleitación amorosa, comentándolo primero a hurtadillas, en los corrillos, “sotto voce”, y después desembozadamente, se fue dosando por los privilegiados que lograban enterarse de los detalles de la investigación, la magnitud del escándalo, en cuanto a su trascendencia relacionada con los hombres del Poder Ejecutivo de la Nación. Y así, muchos fueron esfumando la responsabilidad de los delincuentes, para magnificar la responsabilidad de los que cometieron reales o supuestas irregularidades administrativas.
Es ése el sentimiento a que responde la renuncia del señor presidente de la República, y es ése el sentimiento a que responde la opinión pública, que ha sentido el aldabonazo en el corazón, ante la perspectiva de que el señor presidente de la República pudiera resignar su mandato definitivamente.
Señor presidente: el pueblo de la Nación anhela volver a la normalidad institucional en cuyos carriles estábamos entrando lenta pero firmemente. Comprende sin desconfianzas ulteriores que el doctor Ortiz, mientras aliente, no defraudará sus esperanzas; y teme que su alejamiento del poder traiga, como consecuencia de las derivaciones políticas de este malhadado episodio, una situación de conmoción para la estabilidad de nuestras instituciones.



























Fuente: BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO ARGENTINO / V Tulio Halperín Donghi
La República imposible (1930-1945)

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