No significa otra cosa la nota que, en nombre del Poder Ejecutivo firma el señor ministro del Interior, al contestar la que esta mesa le enviara pidiendo comicios limpios para elegir autoridades legales. Al negar la derogación de decretos violatorios de las garantías cívicas, el gobierno cierra los comicios a nuestro partido. Necesitamos, pues, explicar a la Nación lo que significa para las instituciones este acto insólito. La Unión Cívica Radical había desmontado antes de ahora la maquina dialéctica del gobierno de hecho, descubriendo las citas falsas, los textos truncos, las doctrinas sofisticas, con que aquel pretendía justificar sus decretos contrarios a la Constitución Nacional, a la Ley Sáenz Peña y a la moral política.
Nuestras demostraciones quedaron sin replica, y entonces fue
cuando solicitamos garantías fundadas en la ley, en la libertad y en la
justicia, demostrando una vez mas nuestro deseo de concurrir a la urnas, seguros
de la razón histórica que nos asiste y de la fuerza civil que nos sostiene. El señor
ministro, al responder a nuestro petitorio, ensaya una ironía: "el partido
que ustedes dicen representar", escribe, refiriéndose a esta mesa del comité
nacional, frase que repite complacido. Sin embargo, nosotros obramos por
mandato unánime de la convención nacional, en la que estuvieron representadas
la capital y las catorce provincias. El partido se ha reorganizado en todos los
distritos, con programa de principios, carta orgánica, libros visados por la
justicia y voto directo de los afiliados. El gobierno lo sabe, pero finge
ignorarlo. Nosotros representamos, pues, a la Unión Cívica Radical reorganizada
en toda la Republica, al verdadero radicalismo, y no al de otros que toman
nuestro nombre.
En otro pasaje de su nota, el señor ministro nos atribuye propósitos
de conspiración, lo que seria absurdo en quienes están bregando con paciencia patriótica
por concurrir a comicios legales.
A nuestro petitorio, de fundamentos exclusivamente jurídicos,
el gobierno de hecho ha respondido sin embozo: "El partido de ustedes
procura la contrarrevolución en los comicios, intentando una reacción que no será
tolerada por el pueblo ni permitida en modo alguno por el gobierno
revolucionario".
Si el gobierno de hecho cree que el pueblo lo acompaña, ¿por
que no da comicios libres y legales? Pero esto es solo una burda contradicción.
A quien teme realmente es a la Unión Cívica Radical interprete, hoy mis que
nunca, de los eternos ideales del pueblo argentino, y por eso dice con
franqueza que el gobierno de hecho no permitirá de modo alguno nuestra victoria
en las urnas.
Como si no bastara esa declaración, de por si tan grave para
la dignidad nacional, la nota del ministro del Interior, por única replica a
nuestra sólida argumentación jurídica, responde con lacónico desenfado:
"No corresponden alegatos forenses ni citas legales que no hacen al
caso". Así queríamos oír hablar al gobierno de hecho: Nada de alegatos
forenses, y nada de citas legales, porque la ley es una invalida cuando se
opone al que tiene o cree tener la fuerza física. Así debió haber hablado desde
el principio a los incautos estudiantes y a los medrosos políticos a quienes la
conspiración de septiembre sedujo con promesas de patriotismo y con palabras de
legalidad. Estas palabras de ahora son mejores, porque siempre es mejor la
verdad, y nos congratulamos de haberlas provocado. Ahora la Nación y la opinión
internacional saben a que atenerse sobre el actual gobierno y sobre el que esta
incubándose oficialmente. Nada de que el pueblo exprese su voluntad en comicios
limpios, nada de alegatos forenses, nada de citas legales.
Desde el 6 de septiembre de 1930, el gobierno de hecho empezó
a descender por una pendiente que esta protocolizada en decretos,
comunicaciones y discursos que la historia recogerá como documentos
excepcionales de la evolución argentina.
Fueron primero declamaciones sobre la patria, zalamerías al
pueblo, solemnes juramentos de respeto a la Constitución. El 6 de septiembre
era un segundo 25 de mayo y el jefe del gobierno de facto un nuevo San Martín.
Todo se prometía entonces, en una atmosfera de gloria inmarcesible, con estremecimiento
de clarines marciales. Después vinieron los rencores banderizos, los pujos oligárquicos,
los nepotismos provechosos, los prejuicios de casta, los intentos de regresión,
las tortuosas burlas al derecho, las persecuciones crueles a una parte de los
argentinos, el salto atrás a las peores épocas de nuestro pasado; pero aun se
invocaba a la ley para cubrirse con ella. Mas, ahora, después de la nota del
señor ministro del Interior, hemos llegado al momento en que el gobierno de
hecho arrinconado por la fuerza civil del radicalismo, rehúye el combate en el terreno
de la razón publica y de las instituciones patrias, despojándose del manto de
ficción legal con que durante un año se cubriera.
Eso es, precisamente, lo que la Unión Cívica Radical
necesitaba para mostrar al pueblo argentino, en toda su horrible desnudez, la
verdad de la hora política en que vivimos, y para que los demás partidos y
todos los ciudadanos sepan a que especie se los convoca. La nota ministerial se
ocupa también de lo que ahora se llama "estado de sitio" por
eufemismo. No se rectifica la definición constitucional que de este régimen
hemos dado. Afirma simplemente -y esta es otra ironía- que, a pesar del
"estado de sitio", la más completa libertad reina en toda la
Republica. Pero nosotros debemos atenemos al testimonio de innumerables comités
cerrados, de reuniones prohibidas de libretas secuestradas, de diarios
clausurados, de ciudadanos inhabilitados, presos, procesados, desterrados,
injuriados y perseguidos. Contando con la obsecuencia de agrupaciones
accidentales complacientes y complacidas, el gobierno se propone formar un
congreso "ad hoc", con mayoría genuinamente reaccionaria. Mire bien
el pueblo quienes son los verdaderos defensores de su derecho en esta emergencia.
Ahora comprenderá la Nación lo que vale todo este aparato
legalista con que desde hace un año se pretende desacreditar al radicalismo,
mediante investigaciones administrativas, "descubrimientos" policiales,
vetos y procesos, "citas legales" y "alegatos forenses" que
el gobierno de hecho menosprecia, según propia confesión, aunque usa de todo
ello para infamar a nuestro partido.
El "veto" a las candidaturas radicales pertenece a
la misma especie de las "citas legales" que no hacen al caso, como
dice el señor ministro. Se trunca la Constitución, se abusa de ella, se arroga
el P E. facultades extralegales de inhabilitación, y se aducen argucias
morales, cuando nada es peor que dos generales llegando juntos en automóvil a
la Casa Rosada en un momento de acefalía, y que después de posesionarse el uno
del gobierno conquistado sin comicios y sin batalla, un año mas tarde, al
sentirse agotado, entrega al otro general el comando. Nada hay en ello que demuestre
respeto al espíritu ni a la letra de la Constitución, a todo lo que fue el
ideal del pueblo argentino durante un siglo de contiendas por la democracia.
No procedieron así los prohombres de Mayo, con quienes los
hombres de septiembre, en la primera embriaguez del fácil triunfo, dijeron emular;
ni procedió de esa manera aquel general San Martín cuya virtud se olvida en los
días actuales.
Una vez fundada la libertad del Perú, San Martín se alejo de
America para no usar de su espada en las luchas internas. Cuando volvió de
Europa cinco años después, las provincias argentinas hallábanse desgarradas por
la contienda fanática de unitarios y federales; los combatientes le ofrecieron
la dictadura, pero San Martín se negó a aceptarla y nuevamente se alejo de su
patria con el corazón atribulado por los odios fraticidas, para morir 20 años después,
en voluntaria expatriación. Fue en 1829, cuando dijo al coronel Olazábal:
"Mi sable, ¡No! Jamás se desenvainara en guerra civil"
El puesto que San Martín repudio, Rosas habría de tomarlo
mas tarde; Rosas, que no participo en la guerra de la independencia nacional y
cuya memoria es execrada en su patria.
Solamente los que han olvidado los puros ejemplos de nuestro
patriciado pueden hoy ponerse fuera de la mejor tradición argentina y de lo que
sigue siendo nuestro destino manifiesto como Nación.
No es en la tradición de Mayo y de la Constituyente, no es
en los paladines militares de la magna epopeya, no es en el pensamiento civil
de Moreno, de Echeverria, de Alberdi, de Sarmiento, de Sáenz Peña, en donde se
hallan los hontanares de las fuerzas regresivas predominantes en la Argentina
oficialista de hoy.
Ni siquiera creemos que lo fraudes y coacciones de la oligarquita
electora anterior a 1912, puedan ser comparados a los que ahora ocurren. La oligarquía
perpetuaba entonces un sistema que venia pereciendo por la creciente aptitud cívica
del pueblo en el progreso general de la Republica y la Unión Cívica Radical
luchaba entonces en todos los terrenos para obtener la ley que proyecto Sáenz
Peña y que los postreros congresales de un régimen agonizante refrendaron con
sus firmas.
Hoy se da un salto atrás; la Constitución ha sido abolida;
la ley Sáenz Pena esta derogada por decreto; no hay Congreso, no hay justicia,
no hay prensa libre, la cárceles hállanse colmadas de presos políticos; la fuerza
impera como una espada desnuda. Así los próximos comicios serán una simulación
innecesaria.
La libertad de sufragio conquistada por la Unión Cívica
Radical, para el pueblo argentino, desalojo del gobierno a una oligarquía ya
caduca. La nueva Argentina, que llego al gobierno con la Unión Cívica Radical,
impuso orientaciones populares, que hirieron otros intereses de casta o de
gremio solidarizados hoy con la resucitada oligarquía. Los sucesos del 6 de
septiembre han conducido a sus autores, de la agresión contra el partido que
los venció en lucha leal, a una agresión contra el pueblo y sus instituciones
civiles.
El espíritu del radicalismo, que es el espíritu de Mayo y de
la Constituyente, palpita no solo en la reforma electoral, contra la oligarquía
política, sino también en la reforma universitaria, contra la oligarquía
doctoral, y en la reforma obrera, contra la oligarquía económica. Esas tres
fuerzas reaccionarias, de filiación exótica o anacrónica, son las que se han
unido contra la Unión Cívica Radical, apoyándose en prejuicios virreinales y en
ambiciones entorchadas. Las líneas están así tendidas, y el pueblo lo sabe.
Por eso la Unión Cívica Radical se siente hoy mas fuerte que
nunca; fortaleza del numero para el comicios del que se la excluye, y fortaleza
del espíritu para la historia de la que nadie podrá excluirla.
Los hombres libres y los partidos que se dicen democráticos, se hallan en una encrucijada decisiva: o se pondrán a nuestro lado para defender los derechos del pueblo, o se resignaran a participar en una parodia. El gobierno de septiembre juro el año pasado que respetaría la Constitución y las leyes; lo juro solemnemente ante la pirámide de Mayo, a pocos pasos de la Catedral de Buenos Aires que guarda las cenizas del general San Martín. El pueblo que le recibió ese juramento, hoy ha abandonado al gobierno, y diremos por que. El gobierno de septiembre ha suprimido las instituciones republicanas y hace caso omiso de las leyes, en la Municipalidad, en los Estados federales, en la aduana, en la Universidad, en la prensa, en las cárceles, en la magistratura judicial.
Los hombres libres y los partidos que se dicen democráticos, se hallan en una encrucijada decisiva: o se pondrán a nuestro lado para defender los derechos del pueblo, o se resignaran a participar en una parodia. El gobierno de septiembre juro el año pasado que respetaría la Constitución y las leyes; lo juro solemnemente ante la pirámide de Mayo, a pocos pasos de la Catedral de Buenos Aires que guarda las cenizas del general San Martín. El pueblo que le recibió ese juramento, hoy ha abandonado al gobierno, y diremos por que. El gobierno de septiembre ha suprimido las instituciones republicanas y hace caso omiso de las leyes, en la Municipalidad, en los Estados federales, en la aduana, en la Universidad, en la prensa, en las cárceles, en la magistratura judicial.
El gobierno de septiembre dijo en un decreto de abril de1931,
que jamás desacataría el sufragio popular ni anularla los escrutinios de la
provincia de Buenos Aires; pero ese mismo gobierno ha desacatado el sufragio
popular y ha anulado los escrutinios de la provincia de Buenos Aires.
El gobierno de septiembre dijo que reajustaría la administración y equilibrarla el presupuesto; pero ese mismo gobierno mantiene el presupuesto que dejo el radicalismo, se maneja por duodécimos, se debate en el déficit, aumenta los gastos militares y policiales, retarda el pago de deudas y sueldos, expulsa empleados que reemplaza por adictos sin que pueda culpar de su conducta al Congreso que no existe ni a las presiones de la opinión publica ahogada en todas las tribunas. Y, entretanto, el agio prospera en medio de la crisis que ya asoma con los primeros síntomas del hambre.
El gobierno de septiembre dijo que venia con propósitos de
solidaridad patriótica y que, como después de Caseros, no habría vencedores ni
vencidos; pero ese mismo gobierno destierra e inhabilitada a ciudadanos
honorables, encarcela sin proceso, allana domicilios sin orden judicial, prohíbe
reuniones, y se restauran las torturas abolidas por la asamblea de 1813.
El gobierno de septiembre dijo que apelaría al sufragio para
consultar la voluntad nacional y que, si esa le era adversa, el presidente
provisional se retiraría tranquilo como Washington, a su casa; pero el mismo
gobierno provisional declara, bajo la firma de su ministro del Interior, lo que
dice en aquella nota, que será memorable. Son estas razones por la cuales la Unión
Cívica Radical, interpretando como otras veces el sentimiento del pueblo
argentino, no ha debido someterse a la arbitrariedad; y estas son también las
razones por la cuáles los hombres libres sienten atacados los fundamentos de la
nacionalidad y el honor de la ciudadanía.
En tales condiciones la Unión Cívica Radical declara ante la
Nación y ante el mundo que un gobierno de hecho le ha cerrado el comicio. La Unión
Cívica Radical comprueba el caso y procede de acuerdo con el. No se trata de
una abstención deliberada y voluntaria, sino de una coacción. La responsabilidad
de este acto de fuerza recaerá sobre sus autores.
En torno de la enseña radical, enseña amada de nuestro
pueblo, los viejos y los nuevos radicales se aprietan hoy como nunca unidos en
haz indestructible. Proscriptos de la ciudadanía, la Nación a quien servimos, estará
una vez más con nosotros. La historia nuestra y la ajena ofrecen ejemplos confortadores
de luchas como la actual. Desde nuestra forzada proscripción, el espíritu vencerá
a la materia.
Levanten sus corazones todos los ciudadanos porque nuestra causa es hoy la causa de la ciudadanía argentina.
Levanten sus corazones todos los ciudadanos porque nuestra causa es hoy la causa de la ciudadanía argentina.
Donde se reúnan tres radicales enciendan la antigua fe del
partido y de la patria indestructible.
Mantengan su confianza en la dirección partidaria y conserven la magnifica disciplina con que han sabido mostrarse en estos días de adversidad. Los errores del gobierno que pesa sobre la Republica, han dado a la Unión Cívica Radical remozamiento y misión para otros cuarenta años. La Nueva Argentina ha de reincorporarse por nuestro esfuerzo, porque somos el único partido nacionalista de índole popular. Acaso la presente crisis sea necesaria para la obra de reedificación que preparamos.
Los manes fundadores de la libertad inspiran la nueva empresa y alumbran los caminos del porvenir.
Mantengan su confianza en la dirección partidaria y conserven la magnifica disciplina con que han sabido mostrarse en estos días de adversidad. Los errores del gobierno que pesa sobre la Republica, han dado a la Unión Cívica Radical remozamiento y misión para otros cuarenta años. La Nueva Argentina ha de reincorporarse por nuestro esfuerzo, porque somos el único partido nacionalista de índole popular. Acaso la presente crisis sea necesaria para la obra de reedificación que preparamos.
Los manes fundadores de la libertad inspiran la nueva empresa y alumbran los caminos del porvenir.
Cuando cantemos el Himno que dice: "Libertad, Libertad,
Libertad"; cuando leamos el preámbulo de la Constitución que
proclama:" Afianzar la justicia, asegurar la paz interior y promover el
bienestar general"; cuando enarbolemos la bandera nacional con el sol para
todos; cuando contemplemos el escudo de la patria, blasón de la argentinidad,
con las manos anudadas de los hermanos sosteniendo el gorro frigio entre
laureles y olivos, en esos símbolos y palabras seculares hallemos la fuerza
espiritual de nuestra inmolación presente y de nuestra futura victoria. Todo
eso ha sido olvidado por otros; pero la Unión Cívica Radical no podrá
olvidarlo.
De un lado lo efímero, del otro lo perenne; de un lado lo de
algunos, del otro lo de todos; de un lado el capricho, del otro la ley; de un
lado la oligarquía gozadora, del otro el pueblo sufrido; de un lado el
exitismo, del otro la esperanza, y con nosotros la voluntad resuelta a seguir
combatiendo por los ideales de nuestra nacionalidad.
En la iniquidad que denunciamos, el radicalismo se exalta y purifica como un leño en su llama. La prueba a que se nos somete es nuestra justificación ante la historia. La Unión Cívica Radical no vive de anécdotas electorales ni de días burocráticos, sino de ideales heroicos y de lustros históricos. Nuestro es el porvenir, porque la juventud y el pueblo están con nosotros.
En la iniquidad que denunciamos, el radicalismo se exalta y purifica como un leño en su llama. La prueba a que se nos somete es nuestra justificación ante la historia. La Unión Cívica Radical no vive de anécdotas electorales ni de días burocráticos, sino de ideales heroicos y de lustros históricos. Nuestro es el porvenir, porque la juventud y el pueblo están con nosotros.
Firman:
Adolfo Guemes, José Luis Cantilo, Roque Suárez, Raúl Rodríguez
de la Torre, Enrique Mosca, Eudoro Ardoz, Roberto J Parry, Martín Noel, Ricardo
Rojas, Juan A. O' Farrell, Félix Ramírez García, Diógenes Hernández, José
Rafael Guerrero, David Luna, Emilio Cipoletti, Osvaldo Tuculet, Francisco
Emparanza, Alberto J. Paz, Julio C. Borda, Miguel A. Critto, Modesto Quiroga,
A. Garcia Quiroga, Simon Avellaneda, Aristóbulo Murua, Raúl Bertres, Domingo Fernández
Bestchedt, Carlos Arias Aranda.
Fuente: "El Comicio Cerrado", 27 de octubre de 1931 en Radicalismo "Un Siglo Al Servicio de la Patria, de Carlos Giacabone y Edith Gallo, 1991.
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