Como lo informara "La Época" en su edición
anterior el Presidente de la Republica recibió ayer en audiencia especial al
embajador de los Estados Unidos, Mr. Woods Bliss, quien transmitió al
mandatario argentino un mensaje del Presidente Coolidge, por el cual se
invitaba a nuestro gobierno a integrar el Tribunal de Neutrales que designara
la Conferencia Panamericana de Conciliación y Arbitraje, actualmente reunida en
Washington, para intervenir en el conflicto producido entre las republicas de
Bolivia y del Paraguay. Como la respuesta del Presidente argentino y los motivos
en que fundo su declinación a la invitación recibida han pasado ya al dominio
publico y suscitara copiosos comentarios de la prensa americana, nos parece
oportuno hacer una exposición detenida y correcta de los hechos que sirven de
antecedentes a la actitud asumida por el Presidente Yrigoyen frente a la
situación creada entre Bolivia y Paraguay, primeramente, y ante el honroso requerimiento
de que fuera objeto últimamente por parte del Presidente de los Estados Unidos.
Con mucha anterioridad a la fecha en que asumió el gobierno,
el doctor Yrigoyen estaba profundamente interiorizado en el proceso del largo
pleito de límites existente entre el Paraguay y Bolivia, cuyas incidencias había
seguido como argentino y con la atención explicable en quien ha sentido siempre
las más nobles preocupaciones por el mantenimiento de la concordia continental.
En una conversación ocasional con el ministro argentino en Bolivia, doctor Carrillo,
tuvo oportunidad de imponerse sobre el estado de la cuestión, asegurándole
aquel que parecía encaminada hacia una pronta y satisfactoria solución, en la
cual, tal vez, influyera su propia acción diplomática.
Ya en la Presidencia de la Republica, el doctor Yrigoyen,
deseo ser instruido nuevamente de la marcha del pleito entre las dos naciones
amigas, recibiendo entonces su mensaje del ministro en Bolivia, quien le hacia
saber que las cosas habían tornado un sesgo intranquilizador, no sólo alejándose
las probabilidades de una solución cordial sino acumulándose posibilidades
graves para un cercano porvenir. Conocido el fervor verdaderamente apostólico
con que el doctor Yrigoyen ha laborado siempre a favor de la cordialidad
internacional del continente, fácil es de presumir su actitud ante la
revelación de un estado de cosas que cernía amenazadoras nubes sobre las
relaciones de dos pueblos vinculados al nuestro por históricos lazos
fraternales. De inmediato, el Presidente de la Republica ofreció a ambos
pueblos la mediación del gobierno argentino, especificando que ella era esencialmente
amistosa y con carácter de amigable componedor.
La respuesta de los dos gobiernos tardó en producirse,
llegando primeramente la del Paraguay y poco mas tarde la de Bolivia. El
gobierno paraguayo acepto la mediación ofrecida sin reservas, ni restricciones
en cuanto a su alcance, entregando al criterio del Presidente argentino plenamente
el dominio y las soluciones de la cuestión como acto de absoluta confianza en
su rectitud e imparcialidad, y acompaño su respuesta con frases expresivas de
la profunda gratitud y calurosa simpatía con que el gobierno y pueblo
paraguayos recibían la amistosa intervención del Presidente argentino.
La respuesta de Bolivia, concebida en iguales términos
efusivos, expresaba también su reconocimiento por la mediación ofrecida y la
aceptaba de plano, aun cuando haciendo la salvedad de que ella debía tomar como
base o punto de partida, las estipulaciones de un pacto preexistente con el Paraguay
denominado pacto Gondra.
La restricción contenida en la respuesta boliviana no coincidía
con la amplitud de la inspiración que indujo al presidente Yrigoyen a mediar en
el conflicto, pues el mandatario argentino propuso intervenir como amigable
componedor sobre la suposición de que se daría por eliminada toda la tramitación
anterior, a fin de que el mediator pudiera cumplir su cometido sin trabas que
pudieran obstar al encuentro de una fórmula resolutoria final que respondiera a
los anhelos de ambos países y asegurase la paz del continente. Por eso, ante la
constancia de que una de las partes aspiraba a reglar su intervenci6n por las cláusulas
de un convenio pactado con anterioridad, el Presidente Yrigoyen, por sus
propias modalidades, y por cuidados de la investidura que le ha conferido el país,
resolvió sustraerse en absoluto, dando por terminada su gestión por considerar
que con su ofrecimiento pleno y franco, formulado con carácter amigable y sin
resto alguno, había cumplido con las naciones hermanas realizando un supremo
esfuerzo por la conservación de la paz continental.
Tales son los antecedentes de la mediación argentina en el
conflicto boliviano-paraguayo.
Con ulterioridad produjeronse los sangrientos sucesos
conocidos, la intervención de la Conferencia Panamericana de Conciliación y
Arbitraje, aceptada por ambas partes, y por ultimo la gestión del gobierno de
los Estados Unidos ante el gobierno argentino por intermedio de su embajador en
la Republica, quien recibió del Presidente Yrigoyen, como fundamentos de su
negativa, los antecedentes y conclusiones que hemos expuesto precedentemente.
Al declinar la invitación recibida, el doctor Yrigoyen
agrego al embajador americano, que, por otra parte:, estando la cuestión
sometida al arbitrio de una representación Internacional tan autorizada y tan
realmente culminante, no abrigaba duda alguna de que ella daría la solución
satisfactoria y pacifica esperada por el mundo entero, para bien de ambas
naciones y tranquilidad del espíritu americano.
Fuente: Hipólito Yrigoyen "Pueblo y Gobierno" Tomo IV La Función Argentina en el Mundo, Volumen I Americanismo, Editorial Raigal, 1955.
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