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lunes, 21 de enero de 2013

La Época: "Yrigoyen ante el conflicto boliviano-paraguayo" (3 de enero de 1929)


Como lo informara "La Época" en su edición anterior el Presidente de la Republica recibió ayer en audiencia especial al embajador de los Estados Unidos, Mr. Woods Bliss, quien transmitió al mandatario argentino un mensaje del Presidente Coolidge, por el cual se invitaba a nuestro gobierno a integrar el Tribunal de Neutrales que designara la Conferencia Panamericana de Conciliación y Arbitraje, actualmente reunida en Washington, para intervenir en el conflicto producido entre las republicas de Bolivia y del Paraguay. Como la respuesta del Presidente argentino y los motivos en que fundo su declinación a la invitación recibida han pasado ya al dominio publico y suscitara copiosos comentarios de la prensa americana, nos parece oportuno hacer una exposición detenida y correcta de los hechos que sirven de antecedentes a la actitud asumida por el Presidente Yrigoyen frente a la situación creada entre Bolivia y Paraguay, primeramente, y ante el honroso requerimiento de que fuera objeto últimamente por parte del Presidente de los Estados Unidos.
Con mucha anterioridad a la fecha en que asumió el gobierno, el doctor Yrigoyen estaba profundamente interiorizado en el proceso del largo pleito de límites existente entre el Paraguay y Bolivia, cuyas incidencias había seguido como argentino y con la atención explicable en quien ha sentido siempre las más nobles preocupaciones por el mantenimiento de la concordia continental. En una conversación ocasional con el ministro argentino en Bolivia, doctor Carrillo, tuvo oportunidad de imponerse sobre el estado de la cuestión, asegurándole aquel que parecía encaminada hacia una pronta y satisfactoria solución, en la cual, tal vez, influyera su propia acción diplomática.
Ya en la Presidencia de la Republica, el doctor Yrigoyen, deseo ser instruido nuevamente de la marcha del pleito entre las dos naciones amigas, recibiendo entonces su mensaje del ministro en Bolivia, quien le hacia saber que las cosas habían tornado un sesgo intranquilizador, no sólo alejándose las probabilidades de una solución cordial sino acumulándose posibilidades graves para un cercano porvenir. Conocido el fervor verdaderamente apostólico con que el doctor Yrigoyen ha laborado siempre a favor de la cordialidad internacional del continente, fácil es de presumir su actitud ante la revelación de un estado de cosas que cernía amenazadoras nubes sobre las relaciones de dos pueblos vinculados al nuestro por históricos lazos fraternales. De inmediato, el Presidente de la Republica ofreció a ambos pueblos la mediación del gobierno argentino, especificando que ella era esencialmente amistosa y con carácter de amigable componedor.
La respuesta de los dos gobiernos tardó en producirse, llegando primeramente la del Paraguay y poco mas tarde la de Bolivia. El gobierno paraguayo acepto la mediación ofrecida sin reservas, ni restricciones en cuanto a su alcance, entregando al criterio del Presidente argentino plenamente el dominio y las soluciones de la cuestión como acto de absoluta confianza en su rectitud e imparcialidad, y acompaño su respuesta con frases expresivas de la profunda gratitud y calurosa simpatía con que el gobierno y pueblo paraguayos recibían la amistosa intervención del Presidente argentino.
La respuesta de Bolivia, concebida en iguales términos efusivos, expresaba también su reconocimiento por la mediación ofrecida y la aceptaba de plano, aun cuando haciendo la salvedad de que ella debía tomar como base o punto de partida, las estipulaciones de un pacto preexistente con el Paraguay denominado pacto Gondra.
La restricción contenida en la respuesta boliviana no coincidía con la amplitud de la inspiración que indujo al presidente Yrigoyen a mediar en el conflicto, pues el mandatario argentino propuso intervenir como amigable componedor sobre la suposición de que se daría por eliminada toda la tramitación anterior, a fin de que el mediator pudiera cumplir su cometido sin trabas que pudieran obstar al encuentro de una fórmula resolutoria final que respondiera a los anhelos de ambos países y asegurase la paz del continente. Por eso, ante la constancia de que una de las partes aspiraba a reglar su intervenci6n por las cláusulas de un convenio pactado con anterioridad, el Presidente Yrigoyen, por sus propias modalidades, y por cuidados de la investidura que le ha conferido el país, resolvió sustraerse en absoluto, dando por terminada su gestión por considerar que con su ofrecimiento pleno y franco, formulado con carácter amigable y sin resto alguno, había cumplido con las naciones hermanas realizando un supremo esfuerzo por la conservación de la paz continental.
Tales son los antecedentes de la mediación argentina en el conflicto boliviano-paraguayo.
Con ulterioridad produjeronse los sangrientos sucesos conocidos, la intervención de la Conferencia Panamericana de Conciliación y Arbitraje, aceptada por ambas partes, y por ultimo la gestión del gobierno de los Estados Unidos ante el gobierno argentino por intermedio de su embajador en la Republica, quien recibió del Presidente Yrigoyen, como fundamentos de su negativa, los antecedentes y conclusiones que hemos expuesto precedentemente.
Al declinar la invitación recibida, el doctor Yrigoyen agrego al embajador americano, que, por otra parte:, estando la cuestión sometida al arbitrio de una representación Internacional tan autorizada y tan realmente culminante, no abrigaba duda alguna de que ella daría la solución satisfactoria y pacifica esperada por el mundo entero, para bien de ambas naciones y tranquilidad del espíritu americano. 















Fuente: Hipólito Yrigoyen "Pueblo y Gobierno" Tomo IV La Función Argentina en el Mundo, Volumen I Americanismo, Editorial Raigal, 1955.

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