La Universidad de
Buenos Aires, como las de Córdoba y La Plata, ha recibido el saludable influjo
de las nuevas ideas impuestas por el espíritu renovador argentino, de acuerda
con las exigencias y necesidades de la Nación en el orden de las instituciones
de enseñanza superior y con los adelantos de le civilización en las distintas manifestaciones
de la Vida. El régimen de gobierno, los métodos y procedimientos docentes, las
normas reguladoras de su organización y desenvolvimiento, están fundamentados y
orientados por ese principio renovador. Ello es, por otra parte, propio de la
nueva vida que vive la Nación, desde el preciso instante en que dejo de ser
gobernada para gobernarse a si misma.
Podemos afirmar, sin
reticencias, que, en la hora presente, la Universidad argentina, despojada de
sus viejos moldes, sin círculos privilegiados, libre de prejuicios, ajeno a los
intereses creados, sin banderías ni egoísmos, llevando solamente en su seno
generoso, palpitante, el noble ideal de la ciencia, marchara rectamente,
difundiendo las virtudes de sus enseñanzas, hacia la consecución do sus superiores
destinos y con la posesión plena de sus atributos esenciales de institución autónoma,
educadora y democrática.
Además, la Universidad
Argentina, por virtud de la reforma realizada, ha adquirido su sello peculiar, característico.
Intervienen concurrentemente en su constitución las tres entidades que forman
el organismo universitario: las autoridades propiamente tales, los profesores
de todas las categorías y denominaciones, y los estudiantes, alma y vida del
Instituto. La acción conjunta y armónica de esos factores, el peso y contrapeso
de las opiniones, los esfuerzos colectivos, la reciprocidad de anhelos, una mas
intima y permanente vinculación, los mutuos afectos, la responsabilidad solidaria,
generaran sin duda alguna, los comunes ideales, los patrióticos ideales de
forjar una universidad genuinamente argentina, grande y prestigiosa, identificada
con la vida nacional, con su desenvolvimiento político, institucional y social,
con sus necesidades económicas, industriales y comerciales.
La febril y apasionada participación
de la juventud en el noble afán reconstructivo de la reforma, que alarma a los
retardarios del progreso moral de la República no es sino la realidad de la
democracia universitaria, por ella misma consagrada, como uno de los postulados
fundamentales. Es que la quietud de antes que significa la muerte, ha sido
reemplazada, ahora, por el movimiento que es la vida.
Fuente: El Radicalismo "Ensayo sobre su Historia y Doctrina" de Gabriel del Mazo, Editorial Suquía 1984.
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