Adhiero al elogio que se ha hecho, con tanta elocuencia y
justicia, sobre Marcelo de Alvear pero mi presencia obedece a una expansión
irresistible de mi espíritu, a una confesión pública que debo hacer, que ya he
hecho en otras circunstancias, pero ninguna ocasión más solemne ni más propicia
que esta.
Vengo a pedir perdón públicamente por el fraude electoral que cerro el paso al poder a ese gran ciudadano que fue Marcelo de Alvear (Aplausos) Cerrarle el paso al gran señor de la Republica fue un acto irracional y, mas que eso, fue un acto de locura, un crimen político. Y ese crimen político lo pagamos allanando el camino de la dictadura totalitaria que causo los males y las desgracias de la Republica con el advenimiento del señor Perón al poder ( ! Muy bien! Aplausos) En los primeros años de la década del 30 era imposible el retorno al poder del radicalismo, porque el Ejercito estaba imbuido por doctrinas totalitarias y no lo hubiera tolerado nunca, pero ya por los años 40 la situación era diferente, habían muerto Uriburu, Yrigoyen y de la Torre, y una nueva generación política asomaba para dirigir la ciudadanía, encarnando los nuevos ideales. Ese era el momento y ese momento se perdió irremediablemente por nuestra culpa. Esta es la verdad.
Me opuse en su momento, pero eso no excusa mi
responsabilidad, porque fui beneficiario del fraude electoral.
Perdónenme esta expansión, y de ahí esta convicción de
cumplir siempre los principios de la Constitución, de no apartarme jamás de ella.
Por ello pelee siempre, con el voto y la palabra. No conspire nunca, no acepte
nada de un gobierno militar Hice cuanto estuvo a mi alcance para convencer a
mis conciudadanos de someterse a la Ley, y este es un hecho que reivindico con
modestia pero con satisfacción al final de una vida publica que termina como debe
terminar en el olvido y la pobreza. (Murió pocos meses después). Esta es la
verdad que yo quería decir vinieron después los centuriones que asaltaron el
poder, las amenazas y la agresión espantosa del terrorismo, y los abusos de la represión.
Y siempre cumplimos con nuestro deber y tengo un titulo que invocar yo presidía
un partido que cuando llego el momento de la elección del Presidente Illia influí
para que nuestros candidatos renunciaran patrióticamente a sus candidaturas, y
los conservadores votamos por los radicales en los colegios electorales para
que ese gran ciudadano argentino llegara al poder (Aplausos prolongados)
Los partidos y los hombres debemos perdonar nuestros
agravios recíprocos. Dios, con su inmensa bondad, los perdonar a. Pero la patria
no perdona y no perdonar a nadie el
crimen político de los conservadores, ni la dictadura de Perón, ni el asalto de
los centuriones al poder, ni tampoco los errores y fracasos de los gobiernos
radicales. Todos tenemos que confesar nuestras culpas.
Y ahora permítanme una última expansión. Se habla de una reforma constitucional que encubre un solo propósito: la reelección presidencial.
Vivimos bajo una dictadura que por haber tenido algunos éxitos
no borra el hecho brutal de ser una dictadura. Acá se desconocen derechos
adquiridos; no se cumplen sentencias judiciales; se han enviado soldados y barcos
al exterior; se ha anunciado que el país esta en guerra y se ha alterado la conformación
de la Corte. Y el resultado es que, de cada tres ciudadanos, dos no creen en la
Justicia. (¡Muy bien! ¡Muy bien!)
Tenemos que luchar Tenemos que unirnos. No se puede permitir
la perpetuación en el poder, Lebensohn lo dijo en un discurso histórico en la Convención
Constituyente de 1949 para honor de él, de su Partido y de la Republica:
Tenemos que unirnos en defensa de la Constitución. ¿Y para que servirá cambiar
algunas cláusulas si no se las cumplirá, si las viejas jamás se han cumplido? ¿Para
que una reforma? Solamente para sentar el precedente nefasto de la perpetuación
del presidente en el poder (¡Muy bien!)
Invoco la memoria de Pellegrini, que tuvo el valor de confesar desde el poder a los mates del "unicato " y en camino al país en la senda del progreso y de la prosperidad; de Roque Saenz Peña, que hizo una revolución desde el Gobierno; y de Marcelo de Alvear, gran señor de la Republica, ungido multitudinariamente caudillo popular y que fue castigado por su patriotismo con la cárcel y la expulsión ignominiosa de la tierra argentina a la que el y sus antepasados habían prestado tan grandes y patrióticos servicios. (Aplausos)
Todo es poco en defensa de la Constitución y para evitar la perpetuación del presidente en el poder y el ocaso de la Republica. (¡Muy bien! !Muy bien! Aplausos prolongados. Los asistentes felicitan al orador).
Invoco la memoria de Pellegrini, que tuvo el valor de confesar desde el poder a los mates del "unicato " y en camino al país en la senda del progreso y de la prosperidad; de Roque Saenz Peña, que hizo una revolución desde el Gobierno; y de Marcelo de Alvear, gran señor de la Republica, ungido multitudinariamente caudillo popular y que fue castigado por su patriotismo con la cárcel y la expulsión ignominiosa de la tierra argentina a la que el y sus antepasados habían prestado tan grandes y patrióticos servicios. (Aplausos)
Todo es poco en defensa de la Constitución y para evitar la perpetuación del presidente en el poder y el ocaso de la Republica. (¡Muy bien! !Muy bien! Aplausos prolongados. Los asistentes felicitan al orador).
Fuente: Alvear "Un Politico de Cuna y Raza" de Francisco Loyudice, Fundación Marcelo T. de Alvear, Octubre de 1993.
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