Encontré al Dr. Martínez rodeado de las siguientes personas:
Dr. Enrique Rodriguez Larreta, Dr. Andrés Ferreyra, presidente de la Cámara de
Diputados; senador Diego Luis Molinari, contralmirante Storni y coronel Fernández
Valdez; me manifestó que deseaba conocer la forma en que apreciaba la situación
y si tenia inconveniente en exponerla delante de los presentes. Después de
manifestarle que no tenia ninguna clase de inconveniente, le dije, firme y
sentidamente, lo que se transcribe a continuación:
'Que para conocer el estado espiritual del cuerpo de oficiales del Ejercito y el sentimiento popular, era necesario hacer historia retrospectiva, pasando revista a los hechos acaecidos durante los dos últimos años '
'Que para conocer el estado espiritual del cuerpo de oficiales del Ejercito y el sentimiento popular, era necesario hacer historia retrospectiva, pasando revista a los hechos acaecidos durante los dos últimos años
Comencé por historiar, brevemente, mi intervención en abril
y setiembre de 1928, a
fin de evitar que llegase al Ministerio de Guerra un hombre de grandes pasiones;
que la institución necesitaba tener a su frente a un hombre, en lo posible,
militar de una gran, de una máxima circunspección; que su misión especial debía
ser la unión de la familia militar, y que de no hacerse así, tendríamos, a la
larga, y sin lugar a dudas, una nueva semana de enero, pero mucho mas grave.
Que mis consejos no habían sido escuchados, llegándose, precisamente a lo que
con razón temía.
El Gobierno de la Nación, por su parte, no había respetado
la Constitución, ni las leyes, llevando al país rumbo a lo incierto, como había
tenido la oportunidad de manifestárselo al propio doctor Martínez, hacia meses
ya, en su despacho del Senado de la Nación.
Que una parte del Ejercito, justamente agraviada e
interpretando los anhelos populares hacia tiempo que conspiraba para salvar al país.
Tan es así, que en el día de ayer, agregue, un grupo de
almirantes, generales, capitanes de navío y coroneles, pensaron reunirse hoy de
mañana para pedir la renuncia del Presidente Yrigoyen; el coronel Fernández
Valdez conoce tanto como yo esas intenciones.
Y, finalmente, que a mi juicio, la revolución había estallado por haber sido defraudada la opinión publica y no haberse seguido el consejo de los amigos del gobierno que quisieron, sin conseguirlo, la renuncia del Presidente Yrigoyen, la caída de todo el Ministerio, y especialmente, el alejamiento del entourage del Presidente, que tanto mal le había hecho al país.
El Presidente en ejercicio manifestó: Que mi apreciación era concordante con la del almirante Storni; que el, por su parte, deseaba evitar todo derramamiento inútil de sangre, presentando de inmediato su renuncia; pero que antes de hacerlo ya, dadas las responsabilidades que sobre el gravitaban, creía conveniente que se consultase antes al señor Yrigoyen.
Por de pronto, quiso parlamentar y se disponía a efectuarlo, cuando llego el Ministro de Guerra, señor E. González.
El doctor Martínez me pidió repitiese delante del ministro esa apreciación, lo que hice en forma sintética. El contralmirante Storni dijo, que a su juicio, la Armada no se hallaba dispuesta a combatir contra sus hermanos del Ejército.
El Ministro de Guerra manifestó que la situaci6n no era tan
grave, pues hasta ese momento, solo se sabia que el Colegio Militar y la Aviación,
se habían sublevado, pero que, en el Campo de Mayo, el coronel Avelino Álvarez
dominaba la situación. El coronel Fernández Valdez apreciándola, tal vez, solo
desde el punto vista militar, compartió dicha opinión.
El Presidente en ejercicio, paso a deliberar con sus
ministros; después de las 14 horas abandone la presidencia y me traslade a mi
domicilio particular para almorzar…
Fuente: La Segunda Presidencia de Yrigoyen de Gabriel del Mazo y Roberto Etchepareborda, Centro Editor Latinoamericana, 1984.
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