Desde el descubrimiento del petróleo en 1907, el problema
fue objeto de constante preocupación publica, en el año 1927, acontecimientos
mundiales vinculados a este combustible y los estudios hechos por la Comisión
especializada de la Cámara de Diputados, habían despertado un interés
creciente. La histórica decisión del radicalismo de sostener la nacionalización
de las fuentes y el monopolio estatal del petróleo y la extensión y
profundidad del debate desarrollado en la Cámara de Diputados dieron al
problema jerarquía definitiva de tema nacional y popular. Fue así como en torno
al asunto tomaron posición todos los sectores del país de acuerdo con su
orientación ideológica y con los intereses nacionales e internacionales a los
cuales estaban ligados.
Mientras los partidos políticos decían su palabra en la
Cámara, la polémica se mantenía a través de los periódicos partidarios, de las
tribunas, de la cátedra y de los grandes diarios. Los defensores de la nacionalización
y monopolio pronto transformaron la idea en un sentimiento, y la defendieron
con pasión y ardor.
Yrigoyen, que había unificado el pensamiento del bloque
parlamentario y señalado la conveniencia de un debate amplio en que hablaron el
mayor número de diputados, además de mantenerse en contacto con los
legisladores, inspiraba la acción callejera y la campaña periodística a través
del diario radical "La Época". Este periódico desempeño un papel de
primer orden en el esclarecimiento del problema, tanto durante el debate como
en el periodo preelectoral, y, posteriormente, hasta el 6 de Setiembre, debido
a la negativa del Senado a tratar las leyes de petróleo. Sus comentarios
alcanzaron tal resonancia que ese cuerpo legislativo dispuso investigar las
denuncias del diario respecto a relaciones de senadores con empresas
petroleras. La campaña callejera fue desarrollada por el partido y por la Junta
Nacional Pro Defensa del petróleo que inicio su acción a comienzos de agosto de
1927, es decir en el periodo más agudo del debate, mediante conferencias, notas
y otros medios de publicidad, con la decidida colaboración de Oscar López
Serrot, Francisco Monteagudo, Oscar Gil Navarro, Carlos A. Robiani y otros
radicales.
Los obreros y los estudiantes no fueron ajenos a la pasión
despertada por el problema. Los universitarios reformistas tenían posición
definida frente al imperialismo y, recién iniciado el periodo parlamentario de
1927, la Federación Universitaria de Buenos Aires en una nota a la Cámara de
Diputados de la Nación en que pide la sanción de leyes protectoras del
petróleo, deja constancia de que procura crear un movimiento de opinión, para
lo cual realizo un acto publico, pues no puede quedar en silencio frente a
problemas de los que depende la soberana económica y política de la Nación.
Añade que la sanción de la ley del petróleo es una necesidad nacional
identificada con la conciencia publica, por lo cual la Federación, que se ha
hecho un honor en repudiar los movimientos imperialistas que minan la integridad
de la comunidad latinoamericana, recuerda lo ocurrido en Méjico, y confía en la
conciencia vigilante del pueblo para alcanzar una solución adecuada (Dip.
1927,1, 709). Muchos otros actos posteriores ratifican la limpia conducta
nacionalista de los estudiantes universitarios en defensa del petró1eo
argentino.
Deben ser recordadas dos instituciones que definieron con
claridad su idéntica posición. La Unión Latinoamericana envía una nota a la
Cámara de Diputados, con la firma de Alfredo L. Palacios (presidente); C.
Sanchez Viamonte (vicepresidente); y F. Marquez (secretario general), para
que, "interpretando fielmente el sentir popular, sancione la
nacionalización del petró1eo y su explotación por el Estado", puesto que
"Estados Unidos e Inglaterra extienden por todos los continentes su acción
imperialista procurando la captación de riquezas petroliferas..." La
Alianza Continental, fundada en mayo de 1927 por iniciativa de Arturo Orzabal
Quintana, realizo hasta 1930 una intensa campaña oral y escrita en favor de la
nacionalización del petróleo, con el decidido apoyo del general Enrique
Mosconi, del general Alonso Baldrich, que era su presidente honorario, y de un
grupo decidido de ciudadanos, que recorrieron el país, entre los cuales debemos
mencionar a Julio Aguirre Celiz, Moisés Lebensohn, Federico Monjardín, Felipe
Fliess, Carlos Sánchez Viamonte, Carlos María Brian, Arturo Orgaz, Homero
Guglielmini y muchos otros. El propio Mosconi participó en la preparación de
planes de propaganda "que realizaba la institución nombrada en favor de la
nacionalización y monopolio del petró1eo, con miras a crear una gran fuerza de
opinión que obrara permanentemente en defensa de la soberanía argentina, de mas
en mas amenazada por la penetración del capitalismo norteamericano"
(Mosconi, El petróleo, pág. 236) La campana realizada por la Alianza
Continental era tenaz y grande su repercusión popular lo que determino a los
sectores afectados a pretender quitar eficacia a su acción. El Ministro de
Guerra, General Agustín P. Justo, que mas tarde gobernaría el país (1932-1938)
mediante el fraude y la violencia, sostuvo que la Alianza se dedicaba a una
propaganda subversiva, alentada por el dinero ruso ("La Prensa",
19-IX-1927). El General Baldrich y demás personas, que actuaban en la dirección
de la campaña, formularon una categórica declaración probando que no eran
elementos comunistas sino que estaban al servicio del país.
Ya se conoce la definición contraria a la nacionalización y
sobre todo al monopolio estatal del petróleo, de los distintos grupos políticos
en la Cámara de Diputados. Estuvieron también contra el mismo principio gran
parte de los juristas argentinos, y desde luego los profesores de la materia en
la Facultad de Derecho de Buenos Aires que juzgaron duramente los proyectos de
ley sancionados y el contenido del debate.
Fuente: Arturo Frondizi "Petróleo y Politica" Contribución al Estudio de la Historia Economica Argentina y de las Relaciones entre el Imperialismo y la vida Politica Nacional.; Editorial Raigal 1956.
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