Se han abierto nuevos horizontes para actividad general y la
reconstrucción mundial reclama cada vez más el aporte de los pueblos
productores para satisfacer sus consumos siempre crecientes. No gravitan ya
sobre la Nación exacciones y cortapisas opuestas al libre desenvolvimiento a la
labor colectiva, y es entonces necesario que los poderes públicos orienten,
estimulen y favorezcan la intensificación del trabajo productivo. Análoga
invitación se hizo por este gobierno a principios de 1917.
Ella fue escuchada
por el pueblo trabajador, dando por resultado las grandes cosechas sucesivas
que, colocadas más tarde en condiciones ventajosas, levantaron al país de su
crisis y restablecieron el bienestar general en sus múltiples manifestaciones.
Las circunstancias actuales son igualmente propicias a una propaganda semejante
y el Poder Ejecutivo de la Nación entiende llenar una verdadera función social
al estimularla en esa forma. Una exagerada tendencia al urbanismo, aumenta la
población de las ciudades restando actividades a las campañas. Ese fenómeno natural
si se quiere pero inconveniente, se traduce en disminución de la producción y
aumento de los consumos; contribuyendo al encarecimiento de los artículos de
primera necesidad y a la elevación incesante del precio de la vivienda. Las
medidas ocasionales difícilmente podrán conjurar todo ese mal, si la corriente
popular no toma otro comino.
El Gobierno de la Nación ha adoptado medidas y ha
obtenido la sanción de leyes tendientes al fin indicado. La tierra póblica,
inspeccionada y reorganizada se ofrece en condiciones favorables para quienes
quieran trabajarla arraigando su hogar en ella. En la Dirección General de
Tierras y Colonias se pueden solicitar informaciones que serán suministradas
con rapidez, sin las perniciosas trabas de otros tiempos. Allí al que desee
obtener un lote en los territorios se le informará sobre las condiciones de la
tierra, los cultivos a que se apresta, la calidad y profundidad del agua, vías
de comunicación y medios de transporte.
La nueva ley del Banco Hipotecario
Nacional permite acordar préstamos hasta el 80% del valor de compra sobre lotes
de campo, no mayores de 200
hectáreas pagaderos en las ventajosas condiciones que
son conocidas. Acuerda igualmente préstamos hipotecarios hasta esa suma para
los empleados públicos, con facilidades que les permitan adquirir con ese
ahorro obligado, una propiedad, que será el mejor seguro para su familia. La
ley del hogar faculta al Gobierno para conceder gratuitamente pequeñas
fracciones de tierra inembargable, susceptible de explotación ventajosa. Los
perfeccionamientos de nuestras tares rurales y sus nuevas industrias derivadas,
ofrecen al hombre emprendedor seguridad de éxito y los halagos de una vida
física y moralmente sana, sin las incertidumbres de lucha febril de las
ciudades.
En estas condiciones el Poder Ejecutivo de la Nación considera que es
necesaria la difusión constate y matemática de estas informaciones, dando todo
género de facilidades y estimulando a los empleados públicos que tienen a su
cargo esas funciones, a fin de que, no ahorren esfuerzos para encauzar las
actividades del sentido indicado. Una campaña semejante realizada
constantemente y traducida en actos afectivos, de modo que el trabajador halle
en los Poderes Públicos el apoyo y no la rémora de sus iniciativas, debe
necesariamente modificar la actual orientación hacia los centros poblados,
llevando nuevas energías a la producción de los campos y con ello afirmando la
riqueza general, el bienestar de los pueblos y la grandeza de la patria. No
dudo que el gobierno de V. E. Compenetrados de estos mismos anhelos presentará
preferentemente atención a esta iniciativa, pudiendo contar en todo momento con
el apoyo del Gobierno Nacional, para llevarla a cabo en la mejor forma posible.
Fuente:"Ley 12. 839. Documentos de Hipólito Yrigoyen. Apostolado Cívico. Obra de Gobierno. Defensa ante la Corte", Bs. As., Senado de la Nación, 1986.
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