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domingo, 25 de marzo de 2012

Ricardo Balbín: "Reunión de lideres políticos de Europa y América "Pro Democracia Internacional" (24 de mayo 1976)

Discurso de Ricardo Balbín en la reunión de líderes políticos de Europa y América Pro Democracia Internacional, pronunciado, después del golpe militar en la Argentina de 1976, en Caracas, Venezuela.



Como todos, me siento honrado de estar aquí y con ustedes.
Vengo de un país con inconvenientes. Vengo de un país que atraviesa especiales dificultades, no obstante lo cual me siento cómodo en esta reunión. He escuchado esta mañana a Rómulo Betancourt haciendo el balance trágico de América latina y sus circunstancias. Los aprovechamientos de que fuimos víctimas, nuestro desproporcionado estancamiento.
Después tuve el placer de oír a Willy Brandt; lo escuché con profunda atención. El lenguaje de América lo conocemos, necesitábamos conocer el otro lenguaje: el de afuera de América. Y para la democracia social, cuyo victorioso destino espero, el discurso de Willy Brandt pareciera el de un predicador americano, buscador de la libertad y de la paz; y descubrí, en su sabiduría personal, la sabiduría del destino de los pueblos. Casi podría decir que estaba repitiendo nuestras viejas y permanentes convicciones políticas.
Somos un sencillo país de América; como el de todos los americanos, estamos cargados de defectos, pero tengo el derecho de exhibir sus virtudes. Pertenezco al partido que inició la democracia en la Argentina, es el más viejo de América latina: la Unión Civica Radical, creada por Hipólito Yrigoyen.
Fue en 1916, luego de 30 años de lucha buscando el sufragio -porque estamos con la verdad de que los pueblos se conducen a través de su propia voluntad- cuando logramos la vida representativa en la Argentina. Con este instrumento vital -el sufragio- encontraremos los destinos esperados. Sabemos que no habrá realizaciones sino sobre la base fundamental del respeto a la voluntad de los pueblos, que hoy es bandera de nuestras nacionalidades.
Por aquellos años estaba el mundo en plena guerra. Yrigoyen era presidente. Me alegra que esté aquí Willy Brandt, el hombre de Alemania, porque recordará la actitud de Hipólito Yrigoyen en Ginebra, cuando ya se vislumbraban las teorías triunfadoras en el mundo y afirmó que sin el conjunto de los pueblos no habría realizaciones duraderas. Por eso, cuando fue llamado a Ginebra al finalizar el conflicto, preguntó: ¿dónde están los vencidos? Porque no debían dictar la paz exclusivamente los vencedores. Poco antes, en 1917, le señaló al presidente de Colombia, previendo las consecuencias del final de aquella guerra: “Fortalezcamos nuestras soberanías americanas, consolidemos nuestras personalidades y juntas todas las soberanías decidiremos sobre el destino de América latina, porque de lo contrario seremos tratados como un mercado africano”. África era entonces una inmensa colonia.
Cuando Estados Unidos invadió Santo Domingo pasaba una nave de nuestra marina por su puerto donde, por la ocupación, estaba izada la bandera de los norteamericanos.
El capitán le preguntó al presidente Yrigoyen qué bandera era la que debía saludar. La contestación fue sencilla: Id y saludad al pabellón dominicano. Con ese solo gesto quedó definida la teoría de la no intervención.
Queremos una democracia integral, que parta del hombre y de su realización. Buscamos afanosamente la igualdad de los pueblos. Se acabaron los poderosos y los pequeños, todos somos iguales. Todos dependemos los unos de los otros, todos necesitamos los unos de los otros. De ahí que nosotros partamos del principio jurídico de la igualdad de los pueblos.
Cuando el presidente Hoover visitó nuestro país e inauguró la línea telefónica entre Argentina y Estados Unidos, Yrigoyen afirmó: “Señor presidente de los Estados Unidos, para nosotros los hombres son sagrados para los hombres y los pueblos sagrados para los pueblos”. Esta es una definición cabal de la política internacional de la Unión Civica Radical.
Corrieron los años y de nuevo en el gobierno, en 1964, ratificamos la integración latinoamericana y su tratamiento internacional.
Ha pasado nuestro país por duras emergencias, pero la Unión Civica Radical ha sostenido permanentemente esta idea fundamental.
Cuando haciendo una crítica severa y realista de lo acontecido en América, Rómulo Betancourt hizo alusión a mi República y a su ex presidenta, hubo una sonrisa generalizada y lo comprendo. Pero debo decirle a ustedes que este partido, que era opositor, conocía los defectos pero, sin embargo, pagó todos los precios políticos necesarios para que no se interrumpiera el proceso institucional argentino. Son más importantes las instituciones que los malos personajes que las representan, hecho no extraño a otros países, en otras circunstancias.
Esta fue nuestra última lucha, la más reciente; pero no hemos dejado arriar la bandera de la democracia social. Conozco mi país metro a metro, pero también conozco el de ustedes porque los he estudiado. América está postergada: hay razones profundas que debemos analizar para saber por qué lo estuvo, por qué lo está y si lo estará en el futuro.
Saben bien los europeos que todo progreso depende de la salud, de la educación y de la vivienda. Puedo afirmar que ninguna república latinoamericana está en condiciones de atender con prolijidad la salud, la educación y la vivienda del pueblo. No porque no lo quiera, sino porque sus medios no son suficientes. Es que fuimos aprovechados mucho tiempo por quienes decían que nos ayudaban. El término ayuda hay que borrarlo en el lenguaje de los poderosos porque, conociendo su costo, podríamos decir que estamos cansados de ayudarlos.
Este ha sido el proceso económico-social de América. Los de afuera le ponen el precio a nuestros productos y cuando compramos, son ellos los que le po¬nen el precio a sus productos. Así han alcanzado sus altos niveles de bienestar, ¿no será a expensas de una América que quedó postergada? Pero el tiempo es como la naturaleza, siempre se cobra las cuentas. Los estudiosos de los congre¬sos de la alimentación, en las estadísticas de los futuros habitantes del mundo -hoy señalaba Cifras exactas Rómulo Betancourt- están haciendo el balance del número preciso de los que se van a morir de hambre. Nosotros tenemos la preocupación de servir para que nadie se muera de hambre.
Tenemos una América que produce todo tipo de cultivos, tiene todas las materias primas necesarias; podríamos decir que es, para el mundo que viene, un territorio virgen. Pero será necesario revertir los procesos de la economía mundial, será indispensable revisar las normas y tratarnos en igualdad de condiciones. Para ello tenemos los americanos que entendernos definitivamente. Si no lo hacemos, llenaremos el mundo de palabras y nuestros congresos también desbordarán de palabras. Tenemos que entrar en las realizaciones veraces y rea¬les, hacernos sentir como americanos, comprender a nuestros pueblos, saber de sus dolores y de sus sacrificios y juntar nuestros dolores y nuestros sacrificios y convenir entre todos, las realizaciones.
Vamos a tener que consolidar la protesta de esta América postergada, es imprescindible que los americanos nos unamos lealmente para hablarle de nuestras cosas al mundo. El Mercado Común Europeo cierra sus mercados a nuestros productos. Algún día América dirá para afuera: se acabó el tiempo de las arbitrariedades y el tratamiento desigual. Queremos dar honradamente, pero al precio de un correcto intercambio internacional. Sólo así apuraremos los tiempos, para recuperar el que hemos perdido.
No están quebradas las perspectivas de la democracia en América; se podrán equivocar sus dirigentes, pero la democracia pertenece a la raza de los americanos. El sentido de la libertad no morirá jamás en esta América. Así lo entienden cada uno de los hombres que pueblan nuestras repúblicas. No está equivocado el pueblo que espera la mano reparadora que le alivie la salud, que lo instruya, que ordene la distribución equitativa de la riqueza.
También dentro de nuestras fronteras tenemos aprovechadores; son los que han sido condenados en los discursos pronunciados esta mañana.
Viene tranquilo el radicalismo a esta reunión. Suscribiría una a una las palabras de Willy Brandt, porque hacen a la esencia profunda de nuestra doctrina. De modo tal que encontrarán en nosotros leales colaboradores al servicio de esta América, que aún está esperando por lo que lucharon nuestros libertadores. Se habló de Bolívar, el grande visionario, el que buscó la integración total de esta América nuestra. Yo traigo el mensaje del otro libertador, San Martín, que afirmó para todos los tiempos: “Nuestra causa es la causa del género humano”.
La palabra de estos grandes hombres que hicieron esta América libre, dicta la síntesis del pensamiento americano que no ha muerto. Pueden estar tranquilos los redactores del documento; de las iniciativas que se recojan aquí surgirá el pensamiento continuador. Por primera vez nos encontramos los de adentro y los de afuera, sin representar a los Estados. Estamos dispuestos a ir a cualquier parte a decir las mismas palabras. Comparto en esto, nuevamente, lo sostenido por el representante de Alemania Federal; las prédicas no terminan en un discurso, sino en la voluntad de seguir una docencia.
Si nos toca a nosotros, a partir de hoy, iniciar esa docencia mundial, que interpreta el sentir de una humanidad puesta al servicio de la causa de la libertad del hombre y del derecho, cumpliremos la gran tarea. Antes hablaban unos allá y otros acá. Hoy hablamos juntos, hemos avanzado bastante.
Por último, quiero responder a una inquietud que está en el pensamiento respetuoso de muchos de los delegados y también en el de la prensa. Ha habido un dolor en la Argentina, no lo oculto. Manos asesinas han matado a uruguayos en mi tierra. Traigo la protesta de mi partido y de mi país. Hemos condenado con vigor y desde siempre todas las violencias; no preguntamos nunca quién era la víctima, ni qué raza, religión o pensamiento político tenía, porque no tenemos la categoría de victimarios.
Mi país atraviesa por una especial circunstancia; hay alteraciones, que están en todo el mundo, no ocultamos las nuestras. Las crónicas nos traen los acontecimientos de otros países: se mata a diplomáticos americanos en Francia, se atenta contra las olimpíadas en Alemania, se cometen secuestros internacionales, se trasladan las guerrillas a pueblos que no las tienen. El panorama no es claro en muchas partes.
No negamos la realidad, pero debo decir que a veces se infiltran por las fronteras, con ánimo de perturbación, los que no participan de las luchas claras del propio pueblo; por eso condeno la violencia que pueda existir en cualquier país. Deseo encontrar a los responsables y reclamo de los gobiernos las investigaciones profundas necesarias para saber dónde están. Abomino de los que penetran en la tierra de cualquiera para cometer sus crímenes y desmerecer a nuestras propias nacionalidades.
Firmaré y presentaré ante la comisión redactora una declaración que condene la violencia; no tengo reparos en que se haga alusión a lo ocurrido en la Argentina en este penoso acontecimiento; pediré también que se haga la investigación más prolija y más clara, porque hay que deslindar responsabilidades a través de la obtención de resultados. Un gobierno que investiga y busca el culpable, es un gobierno que se prestigia.
Las comunidades se dignifican cuando las investigaciones son serias. Yo espero que en mi país así se haga. Morirá la violencia no exclusivamente por la fuerza de las armas, sino por el convencimiento de los pueblos. Los pueblos sin armas pero con convicciones de paz son los ejércitos más poderosos.
He leído Política de paz de Europa, de Brandt; recojo su mensaje. La paz fue y es nuestra razón de ser. Sobre la paz de cada una de las naciones, superada la vanidad de los grandes bloques, construiremos el mundo futuro. Al servicio de esta causa, suscribo las conclusiones que vayan dirigidas a fortalecer la democracia social de todos los pueblos.


























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