Sr. Balbín. –
Pido la palabra.
Sr. Presidente
(Guardo). – Tiene la palabra el señor diputado por Buenos Aires.
Sr. Balbín. – Los
claros conceptos emitidos por el señor diputado Santander y los no menos claros
del señor diputado Uranga, no hacían necesario que se formularan otras
manifestaciones en el recinto. Pero es el señor diputado Visca quien con su
discurso obliga necesariamente a algunas aclaraciones.
Jamás se ha producido en la Cámara un debate como el de hoy,
en el que todos los diputados han entrado en la cuestión sin hacer cargos. La
única diferencia que ha existido en el planteamiento es la de que algunos
limitan la cuestión al atentado cometido contra el señor diputado Reyes, y
otros recuerdan atentados similares, que hacen un estado ambiente en la
República. De este sector no ha partido ninguna voz acusadora; lo único que ha
solicitado es la comisión investigadora que busque a los culpables. Alguien del
sector de la mayoría dijo que había que encontrarlos donde están y castigarlos
donde se encuentren. Ese es el concepto de este sector en lo referente al
asunto.
No pierde tiempo la Cámara en la consideración de este episodio del cual debemos sacar profundas y serias consecuencias. Pareciera que solamente se inquieta el poder público, pareciera que solamente se pone en serio la Cámara cuando el atentado es contra un diputado de la Nación. Lo lamento mucho por Reyes, pero casi era necesario este episodio. Lo siento por lo que le ha acontecido y más por lo que le pudo acontecer; lo siento por el muerto y lo siento por todos. Pero no es menos cierto que si el chofer hubiera sido el muerto y en el auto no hubiera estado Reyes, la Cámara no se estaría ocupando de la muerte del obrero (¡Muy bien! ¡Muy bien!)
Eso es lo grave del acontecimiento, lo serio de la cuestión.
Si el matador hubiera pensado que Reyes subió al automóvil, y no era Reyes,
todo estaría reducido a la crónica policial de esta tarde, que diría estas
terribles palabras: Se ha matado a un hombre, creyéndose que era Reyes. La
Cámara tomaría ese episodio como uno de los tantos que ocurren en la vida de un
país.
Ha necesitado esta Cámara que cayera herido o casi herido o
que se atentara contra un diputado de la Nación para que ella se ocupara de
este asunto. ¡Y que cosa curiosa! Porque es diputado todos nos hemos puesto de
acuerdo.
Ese es el drama del país; esa es la seria cuestión de la
República. El concepto de igualdad y de justicia, parece que está jerarquizado
en el país y que las instituciones se mueven en razón de la jerarquía de los
actores en el episodio. Tan respetables son los muertos en una plaza como las
víctimas de un atentado contra un diputado de la Nación. El clima existe en el
país. El señor diputado Uranga, con extraordinaria valentía, ha apuntado la
orientación, sin acusar, y su puntería no está dirigida precisamente al
gobierno. Ha dicho que puede estar dentro de uno de los sectores que están o
simulan estar con el gobierno. Casi estaba haciéndole un favor al sector de la
mayoría.
¿Cómo se pretende decir, entonces, como consecuencia de esta
clara posición del sector, que nosotros estamos sacando un dividendo político
de esta cuestión?
Cuando nos ocupamos de los cesantes de los ferrocarriles, se
dice que sacamos dividendo político; nos ocupamos de los desalojos del país, y
sacamos dividendo político; nos ocupamos del agro, y somos los comunistas; nos
ocupamos de la universidad, y también hacemos política.
¿Es que no saben muchos señores diputados que en este
recinto se hace siempre política, pero política económica y social? No, señores
diputados. Esclarecer defraudaciones y crímenes, buscar responsables, ese es un
buen proselitismo para el gobierno que se defiende.
Pudimos nosotros, en función de políticos opositores al
gobierno, haber dirigido desde el comienzo de esta cuestión nuestra puntería a
la Casa de Gobierno. Y si hubiéramos querido hacer responsable al presidente
podríamos haber dicho, con un simple interrogante: ¿No será este episodio la
consecuencia del discurso de Concordia, donde el presidente de la República
habló de peronistas y de enemigos del peronismo invitando a la lucha?
Fue un error del presidente. Pero lo evidente es que el país
cae en estado de estupor cuando un presidente hablaba de amigos y de enemigos
dentro de un territorio para el cual ha sido elegido presidente de todos.
Es un mal momento de estado político argentino, el señor
presidente de la Nación habló de quinientos mil metros de cuerda para colgar de
los faroles a todos sus opositores.
Sr. Albrieu. – A
los traidores.
Sr. Rojas (A.). –
Y considera traidores a los que discuten su plan quinquenal.
Sr. Balbín. – Es
causa de humorismo, pero lo cierto es que las tribunas adquieren resonancia en
la medida de la jerarquía de quien habla y no se puede presumir que todo el
país piense con identidad sobre un episodio, episodio al cual nosotros no damos
importancia por ser manifestación equivocada. Nosotros podríamos haber dicho
eso y mucho más.
Sr. Alvarez (N.).
– Han dicho cosas peores.
Sr. Balbín. – Se
ha dicho por un señor diputado que también apunta la solución del problema,
como el señor diputado Colom quien, usando de su derecho, orienta el sentido de
su pensamiento y cree que el responsable puede estar en un partido político y
fundamenta sosteniendo que obedece a una determinada técnica.
Es una necesaria contribución al proceso de investigación.
Sr. del Carril. –
Si me permite el señor diputado...
Quería anotar que es grave que se impute esos hechos al
comunismo, cuando todavía tenemos el recuerdo del incendio de Reichstag, que
fue imputado a los comunistas realizado por los hitleristas.
Sr. Cleve. –
Además, el Partido Comunista apoya a Perón.
Sr. Balbín. –
Decía al comienzo que estos episodios mueven nuestra preocupación en razón del
personaje y de sus consecuencias. Parece que en este país hay que morirse para
que se busquen ciertas responsabilidades.
Yo he sido víctima de un atentado y todos lo ignoran. Me ha
callado.
Nadie se preocupó, por yo busco al responsable. He sido
víctima de otro atentado público y ¡qué casualidad, señor diputado Colom!, los
comunistas estaban disfrazados de vigilantes.
Sr. Colom. –
Están en todas partes.
Sr. Braga. – No
es extraño.
-Suena la campana-
Sr. Balbín. – Quiere decir que es un proceso que debemos investigarlo bien. No pienso que la investigación en su aspecto general de resultado. Presumo que posiblemente la comisión nombrada, algún día ha de decir que hizo todo lo que pudo y que como consecuencia de su fracaso anotará alguna actividad parlamentaria buscando una norma jurídica que evite que esto se siga repitiendo.
Pero es prudente y necesario que el país advierta que estamos hondamente preocupados por estas cuestiones y que queremos evitar para lo futuro que se sigan repitiendo; que sepa el país que en Reyes hemos encontrado la oportunidad de ocuparnos de este problema, aunque ya nos habíamos ocupado antes con motivo de otros episodios acaecidos en el país.
De lo contrario, las manifestaciones del futuro serán
exclusivamente constituidas por personajes políticos, pues el pueblo estará
ausente de todas las tribunas, incluso de las de ustedes, porque temerá y no
estará protegido.
Ocurría con frecuencia – y a mí me ocurrió porque soy un
andariego y tal vez sea uno de los más responsables por la prédica tenaz que
desde las tribunas dirijo al Poder Ejecutivo- que al principio no se podía
hablar porque de todos los sectores protegidos por la policía se gritaba: “Que
lo bajen” “Vivan los peronistas”, pero yo que estoy acostumbrado,
seguía hablando.
En San Luis fuimos víctimas del más terrible atropello. La
jefatura de policía con todos sus policías pequeños, presenciaba tranquilamente
cómo éramos agredidos permanentemente, el diputado Zannoni, el diputado
González Funes y el que habla. Yo advertí sin esfuerzo que esos malandras
estaban allí porque podían más que la policía, como se lo dijo el diputado
González Funes al público: No se alarmen, no se preocupen porque la policía no
interviene; no tiene autoridad frente a éstos, porque éstos son los que le
pagan la coima para poder jugar y tener garitos.
No es responsable el partido oficialista de ese episodio,
pero sí es responsable el gobierno por intermedio de su policía que estaba allí
y lo es también ese puñado de hombres que iba a perturbar, creando un estado de
ficción dentro del desenvolvimiento político argentino.
La Cámara debe preocuparse por el incidente de Reyes, en
forma extensa, no por afán de buscar responsables en los episodios que pasaron,
que están en manos de la policía y de los jueces de instrucción, sino para
advertir al pueblo de la República que estamos alerta en la Cámara de Diputados
de la Nación para proteger los intereses de todos, sin distinción, y pueda
decir entonces con orgullo la Cámara: para este cuerpo no hay amigos ni
enemigos en el escenario de la República (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos)
Fuente: "Defensa a Cipriano Reyes"por el Sr. Diputado Nacional, Ricardo Balbin, en Diario de Sesiones, en la Honorable Cámara de Diputados, Tomo° II - Págs. 376 a 377, 4 de julio de 1947.
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