La reciedumbre y el fervor de la lucha libertadora radical, siempre
han sido logrados por el Radicalismo cuando, volviéndose hacia su
historia y ateniéndose a su credo, acentúa los aspectos constructivos de
su predica.
Surgen nuevas generaciones; participa la mujer en la vida cívica; se
amplia a todo el territorio nacional la actividad política. No debe
quedar un argentino que no sepa que es y que quiere el Radicalismo;
tarea, en su medida, insistentemente demorada. Nada ha podido apagar la
fe radical —sentimiento limpio y genuino— reencendido cada vez en el
pueblo, ¿Cómo no había de encontrar sino cauce la vieja esperanza
argentina?
La sistemática negación del Radicalismo por sus direcciones de
otrora, hizo que el Movimiento de Intransigencia y Renovación
encontrara, a su advenimiento, buena parte de las promociones juveniles,
o alejadas de la Unión Cívica Radical, o desviadas hacia agrupaciones
de tipo exótico, las que, engañosamente, y ajenas a lo que ha sido la
moralidad de nuestro pueblo, apreciar como satisfaciendo sus ansias. La
retoma por nuevas direcciones del Radicalismo, del principismo radical,
de los afanes de justicia que le son propios, de ideas creadoras en
vista de grandes problemas nacionales, volvió a llenar con jóvenes las
filas. Mandato de la tradición de Alem; garantía de vitalidad y de
renuevo; signo de eficacia social.
Los jóvenes argentinos que, actuando en la vida publica llegaron a
considerarse adscriptos a unos u otros de los extremos dictatoriales
importados, en general no son esencialmente tal cosa: son radicales que
no han encontrado al Radicalismo; como tantos hombres, como tantas
mujeres. Pero, claro es, que ni ellos ni nadie hallaran al Radicalismo
si el Radicalismo no esta. Si no esta ante ellos como fuente emocional,
sin lo cual no se concibe, y en la plenitud de su ley moral y social. Si
quienes debiendo encargarse de renovarlo, construirlo y mostrarlo
remozado, definido y entero; de revelarlo en la excepcional riqueza de
su contenido ideal retacearan su significado o declarasen postergado su
programa o rebajasen su ley, desconfiando de su grandeza o de la
justicia de su causa, o paradojalmente señalasen en su seno como
perturbadoras las grandes ideas radicales. Si olvidasen que el
Radicalismo no sólo es una fuerza revolucionaria en el sentido
político-moral que contribuye a la reforma interior del hombre por la
conducta, sino también, y particularmente a partir de su primer gobierno
nacional, una fuerza que lleva un mandato revolucionario de orden,
económico, social y cultural.
Lucha por la libertad —emprendimiento, por lo tanto, esencialmente
argentino—, es, por eso mismo, lucha por las realizaciones sociales
necesarias para garantirla; por poner en pie al hombre argentino; por
defender su propio carácter, su condición autentica, resguardándolo de
la desvirtuación de sus nobles sentimientos y altos ideales; por
organizar la vida nacional para que la justicia le sea discernida con
igualdad, así fuese el mas humilde, y no sufra así desmedro el gran
destino moral posible de nuestra Nación en el mundo.
Porque no hay programa mis importante a que pueda dedicarse el
esfuerzo de la Unión Cívica Radical histórica, popular, emancipadora,
social, que el de luchar otra vez por la recuperación, plena del sentido
ideal de nuestro pueblo, por el integro restablecimiento de su
patrimonio de característicos bienes morales, por la custodia del "área
santa" que decía Alem, es decir, por la restauración y fortalecimiento
del alma argentina, que sigue siendo radicalmente nuestra base más firme
de ser una gran Nación.
Fuente: "Arca Santa" por el Ingeniero Gabriel del Mazo en "Breve Historia de la Reparación Nacional" en "Definiciones Radicales", 1955.
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