Buenos Aires, 28 de agosto de 1933
Señor Presidente del Comité Nacional.
Dr. Marcelo T. de Alvear.
De mi mayor consideración y respeto:
De mi mayor consideración y respeto:
Tengo el agrado de llevar a su conocimiento la siguiente proposición, para que se sirva someterla a consideración de ese Honorable Comité:
Preposición
En la próxima Convención Nacional del Partido serán recogidos taquigráficamente todos los discursos que pronuncien los señores convencionales, para ser reunidos y publicados en un volumen especial".
Fundaré concisamente la proposición:
Fundamentos:
La lucha implacable a los "acuerdos" creó la Unión Civica Radical.
Aquellos gobiernos, así gestados, privaron siempre al pueblo
de la libre ejercitación de sus derechos electorales; conculcaron la dignidad
cívica; mancillaron con medidas opresoras y con prisión en masa de ciudadanos
radicales, y vejaron al amparo de la impunidad que les confería el estado de
sitio. La impudicia privaba en los hombres de estos gobiernos. Todo es
exactamente igual a hoy día. El gobierno del año 1892, en el decreto del día 2
de abril de ese año, acusa al radicalismo de tramar un movimiento subversivo,
pretendiendo —dice— sobornar la fuerza armada y la policía; asesinar a personas
y a funcionarios políticos adversarios; incendiar dantescamente, y emplear con
"prodigalidad" materias explosivas.
El Ministerio del Interior copió la genialidad de los que
fueron sus acusadores para acusar a sus ex-correligionarios.
La Unión Cívica Radical de aquellos días luchó contra el
fraude electoral y contra las arbitrariedades de la fuerza; detestó la
conquista del poder, si se anteponía al respeto de los derechos políticos del
pueblo; bregó por el imperio de una sana democracia y de una sociedad digna.
Ese partido nos legó, como bandera política, anteponer
siempre los principios inmutables de moralidad cívica, a las aspiraciones
sensualistas del poder, para mantener incontaminada la dignidad de sus hombres.
Nuestro partido actual, tiene ese origen indiscutido e
indiscutible.
El día 17 de noviembre de 1892, la primera Convención
Nacional del partido pronunció una Declaración de principios que fueron
ratificados en todos los momentos culminantes de la historia política
argentina, cuando los impacientes por la insana conquista de posiciones
públicas quisieron olvidar el mandato imperativo de la tradición partidaria,
fundamento sólido e inconmovible del verdadero radicalismo, para conducirlo por
la senda de la desvergüenza y la deslealtad.
El partido, con su historia política, tiene delineado, con
acierto incomparable, desde su origen, un camino recto a seguir, iluminado por
la irradiación de actitudes memorables de ciertos prohombres, como por las
declaraciones de distintas Convenciones de los días: 21de noviembre de 1891; 17
de noviembre de 1892; 30 de julio de 1893; 29 de febrero de 1904 y la última
Convención Nacional.
Los hombres designados para que dirijan hoy día los destinos
del partido tienen la santa obligación de no legar a las nuevas generaciones
procederes que denigren la elevada moral de la dignidad ciudadana, que aquellos
grandes hombres fundadores del partido y luchadores altruistas y
desinteresados, construyeron y refirmaron con su conducta, con su lealtad, con
su estoicismo y con sus sacrificios muchas veces heroicos.
En mérito a estas razones, creo que existe la necesidad
imperiosa de documentar toda la actividad de la próxima Convención Nacional para
conocer cuáles son los argumentos que invocarán los señores convencionales
—calificados vulgarmente de electoralistas— que pretenden abrir un paréntesis a
ese monumento de tradición partidaria, pálidamente esbozado en estas líneas.
Comprenderá el señor Presidente, radical de aquella hora y
hombre político de recta conducta, las elevadas razones que me inducen a
solicitarle quiera someter esta proposición a la consideración del Honorable
Comité.
Saludo al señor Presidente con mi consideración más
distinguida.
Atilio E. Cattáneo
Fuente: Proyecto presentado por el Tte. Cnel. Cattaneo al
presidente del comité nacional, Dr. Marcelo Torcuato de Alvear, el 28 de agosto
de 1933. En el Plan 1932: el concurrencismo y la revolución (estudio crítico y
orgánico de una política argentina), Proceso Ediciones, 1959.
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