En el curso de las conferencias celebradas con los doctores Roca y Gallo fue sugerida a las autoridades del partido la conveniencia de facilitar las soluciones parlamentarias, con el objeto de que pudieran ser reanudadas las sesiones del Congreso a la mayor brevedad. La respuesta formulada, que no podía ser distinta, expresaba la seguridad de que el patriotismo de los actores y responsables de los sucesos producidos habría de impedir la continuación del actual estado de cosas y que esos mismos sentimientos patrióticos imponían a todos, partidos y Gobierno, el deber imperativo e inexorable de aplicar sanciones contra el fraude político, prestigiando el respeto a la ley y despejando, así, la inquietud del ambiente.
Posteriormente, en vista de la resistencia de ciertos partidos para esa acción purificadora, los doctores Roca y Gallo sugirieron la posibilidad de llegar a una tregua política mediante un acuerdo de todos los partidos en torno a una fórmula presidencial común para el período 1938-1944. Las autoridades de la Unión Cívica Radical contestaron de inmediato que semejantes acuerdos violaban normas éticas que constituían un acervo intocable del partido, normas que éste colocaba por encima de cualesquiera contingencias que pudieran ser suscitadas por las luchas democráticas en que estaba empeñado; que la fórmula presidencial futura, como todas las soluciones políticas de esa naturaleza, debían surgir por el camino normal de las actividades de los partidos organizados, dentro de cuyo seno debían ser abiertamente debatidos esos problemas; que, en definitiva, la Unión Cívica Radical no podía consultar para el caso otros intereses que los permanentes y superiores intereses del país y de sus instituciones; que el partido comprende que la República se halla aquejada de un grave mal, pero que esa enfermedad no podía ser curada con una terapéutica concebida en conciliábulos de dirigentes, por altas que fueran sus posiciones, grandes sus prestigios y sanas sus inspiraciones, sino abriendo puertas y ventanas de la casa común para que entrara por ellas a raudales la luz del sol y el aire puro de la libertad.
La Unión Cívica Radical tiene una clara conciencia de su responsabilidad ante la Nación. Sabe, y lo decimos sin jactancia, pero con firmeza, que en esta hora representa un dique moral y material para la anarquía y el avance del extremismo de derecha o de izquierda; que constituye una gran fuerza popular de carácter nacional, lealmente dedicada a amparar las libertades públicas y afianzar las instituciones de la República; que es una seria garantía para la paz interior del país, amenazada por el desborde de las pasiones desencadenadas por los sucesos registrados en la crónica política de los últimos años; que es un partido con suficiente autoridad moral y prestigio popular en toda la República para poder afrontar la responsabilidad de darle un Gobierno sin odios ni rencores, Gobierno de orden, respetuoso de la ley y de los derechos privados y políticos de todos los habitantes y de todos los grupos militantes.
Fuente: BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO ARGENTINO / V Tulio Halperín Donghi La República imposible (1930-1945)
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