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sábado, 19 de febrero de 2011

Moises Lebensohn: "La Mujer " (16 de agosto de 1951)

Discurso inaugural del primer congreso femenino organizado por el comité de la UCR de la provincia, pronunciado en Lanus el 16 de agosto de 1951.

Contemplo esta sala con emoción. Desde distancias lejanas mujeres representativas del Radicalismo de Buenos Aires han cruzado la vasta extensión de la
provincia y llegado hasta aquí para acordar esfuerzos comunes y empeños patrióticos en la gran tarea de nuestra milicia cívica por la construcción de la nacionalidad.
En días inciertos la mujer se incorpora a la acción política; no a los derechos
políticos, pues el ejercicio del sufragio en las condiciones vigentes no implica el ingreso a los derechos políticos. Sólo existen, en substancia, cuando rigen la libertad de expresión en sus diversas formas, la libertad de participación en todos los procesos de la vida republicana, la libertad de asociación, la libertad sindical, la libertad de formar el espíritu del hombre sin las trabas y coacciones del poder; y este conjunto de libertades, que hacen el clima de la dignidad humana, está ausente de la realidad Argentina. Por eso el sufragio, desprovisto de su basamento de libertades, es una ficción más, privada de su «rol» creador en la democracia constitucional.
Es un privilegio de la mujer vigorizar las fuerzas de la resistencia en momentos tan
difíciles. Ha querido el destino que no llegase a la paridad, en el campo político, en horas de bonanza. Nosotros aspirábamos a que las instituciones nacionales siguieran un curso progresivo y en una jornada de afianzamiento de la cultura y de ascenso democrático, la mujer viniese a integrar la organización política de la República. No ha sido así. El Régimen pretende utilizar la presencia femenina para colocarla junto al hombre en el mismo plano de infortunio cívico, de negociación de los derechos esenciales, a fin de formar con ella un sector más de las muchedumbres que intenta manejar a su arbitrio con los artificios de la propaganda totalitaria. El Régimen recuerda el ejemplo clásico de las mujeres de Alemania, que en los comicios de 1933 determinaron el destino de aquel pueblo y la suerte del mundo, al consagrar con su voto el acceso de Hitler al poder, alcanzadas por las técnicas sociales en que era maestro el nazismo. Yo tengo la seguridad de que esa situación no ha de repetirse en la Argentina. No es verdad que la tortura implacable de la
radio oficial haya logrado imprimir un sello definitivo en el alma de la mujer. Hay grandes energías que nacen del sentido profundo de nuestros hogares y del afán de libertad que esta vivo en el sentimiento nacional, que se oponen a los propósitos de quienes quieren destruir la capacidad de juicio autónomo en el espíritu de los hombres y mujeres de nuestra tierra.

La acción femenina en la Unión Cívica Radical.
Con esta convicción el Radicalismo esta articulando, frente a la maquina totalitaria, una organización humana que se adapta a las exigencias de nuestro tiempo y de nuestra lucha y móviles a los hombres y mujeres con conciencia de su responsabilidad. A ustedes corresponde una tarea trascendente: promover la intervención en la ardua gestión del partido. El Radicalismo no contempla el agrupamiento independiente de la mujer, sino
la organización conjunta de todos los radicales, hombres y mujeres, porque ansia la plena realización de la doctrina democrática que considera al hombre, en su acepción genérica, como el objetivo y finalidad última y fundamental, al ser humano, en su unidad, con presidencia de su origen, confesión religiosa, condición económica o sexo.
Formamos estos organismos para facilitar el ingreso de la mujer Argentina a la vida política y no para separarla en su actividad cívica. Tienen una función transitoria, constituyen una etapa de tránsito y aprendizaje, impuesta por nuestras costumbres, y habrán de desaparecer luego de un período cuya duración señalará la propia experiencia.
Las mujeres se incorporan en una gran fuerza histórica que constituye un ejemplo democrático. En los duros años en que el país soportaba el gobierno de facto, el Radicalismo reestructuró sus instituciones, colocándolas a la altura de los grandes partidos que en el mundo marcan la excelencia de la hora. Afiliados de filas participan de nuestros comicios y asambleas; eligen a nuestras autoridades y candidatos y fiscalizan el cumplimiento de su mandato en las responsabilidades de la dirección partidaria o en el ejercicio de la representación pública ante los cuerpos políticos de la Nación, de la provincia o de la comuna. Las mayorías internas gobiernan, las minorías realizan el contralor y se hallan presentes en todos los cargos y candidaturas. El Radicalismo es la expresión colectiva de la voluntad de sus afiliados, cada uno de los cuales mantiene vivos
los poderes de deliberación, de elección y de fiscalización. El partido es la gran herramienta de trabajo nacional, mediante la cual cada ciudadano proyecta su propio ensueño en la conformación de la sociedad Argentina. He aquí la democracia, la dignificación política del hombre y de la mujer. Cada uno vale en la medida de su valor moral, de su capacidad y de su vocación para la lucha.

Una experiencia precursora.
Enfrente, como para acreditar el carácter del Régimen, se ha formado una inmensa congregación de mujeres. Vale la pena que nos detengamos en su análisis porque es una de las experiencias más concretas del sistema totalitario que pretende edificarse. Vale la pena que examinemos a la luz de los episodios precursores de Europa. Esos ejemplos tienen que servirnos de lección permanente, a fin de ayudarnos a preservar a nuestra patria de los padecimientos que provocaron.  ¿Como se formo el partido nazi? Un grupo de hombres acepto un conductor, un «fuhrer». Este designo en cada estado del Reich a un conductor regional, un «gauleiter» provincial, y este, a su vez en cada distrito, a un conductor local.
Construida la pirámide con sus jerarquías establecidas se reclutaron adherentes. ¿Por que?
¿Para gobernar al partido nazi? De ningún modo. Para acatar las decisiones y actuar como un engranaje inanimado dentro de la máquina política erigida para el cumplimiento de la voluntad el «führer, del conductor preexistente, que ya dirigía antes de agruparse la fuerza deshumanizada que habría de ser el soporte del poder.
¿Como se ha manifestado en la Argentina, en el orden femenino la equivalencia del totalitarismo? Si ustedes evocan el ejemplo alemán y dirigen la mirada hacia lo que esta aconteciendo cerca de nosotros, en este momento, observarán una extraordinaria similitud.
Una conducción nacional femenina del partido político oficial, preexistente, designa en cada provincia a su «gauleiter». Aquí se le llama delegada censista, para vincular su gestión en el juicio menos informado a funciones de Estado. La delegada censista nombre para cada pueblo a una subdelegada censista y esta, secretarias de unidades básicas. Recién entonces, constituida la vasta armazón, toma contacto con el pueblo en búsqueda de ciudadanas. ¿De mujeres que procuran imprimir con su voluntad política un rumbo al
partido que integran? De ningún modo. Constituirán algo así como un rebaño humano que marcará el paso y será conducido en la forma que determine la dirección preestablecida. No se las congrega para afirmar el sentido de su dignidad cívica en el ejercicio de su querer político, sino para cumplir órdenes y realizar planes en cuya formación no intervienen, para transformarlas en muchedumbres sometidas, destinadas a dar viso democrático a un poder político de estructura dictatorial: no deliberan, no eligen, no fiscalizan.

El sentido de la nacionalidad.
Tenemos el honor de resistir en nuestra tierra al traslado de los sistemas que forjaron al horror de nuestro tiempo. De ese modo se gestaron en Europa los lúgubres sucesos que hicieron crujir los cimientos de nuestra civilización. Los mismos métodos se están empleando en la Argentina. Es un modo más grave en sus proyecciones que el de la época de Rosas. Abriga el mismo propósito de emplazamiento de un poder personal ilimitado, pero despliega técnicas más sutiles y actúa con mayor agilidad y capacidad de penetración. Es la tentativa de regreso a la Colonia, de disolución de las esencias nacionales fundadas en el respeto a la dignidad del hombre, que se realiza con su mayor eficacia y organicidad desde la Revolución de Mayo. En nosotros descansa no solo una fuerza política, sino el sentido nacionalista y más allá del sentido de la nacionalidad, la continuidad y gerencia de la lucha del género humano por dignificar y ennoblecer la
condición del hombre. He aquí, opuestos, a los dos conceptos: aquel que quiero encasillar a la criatura humana, subordinándola al capricho del poder para moldear su alma y reducirla a resorte económico, a instrumento de acción, incluso en los planes siniestros vinculados con la disputa por la hegemonía del mundo. Y el otro concepto que viene enalteciendo al genero humano desde que el hombre se empinó sobre sus dos pies, desde que la cultura fue extendiendo los horizontes de su espíritu, desde que fue conquistando al precio de su sangre y del sacrificio de generaciones cada una de las libertades que integran el ámbito de
dignidad que sueñan nuestras mejores esperanzas.
Estamos en medio del combate. No sentimos a veces su fragor. Nos volvemos a los recuerdos de hace pocos años y no advertimos la vecindad de los acontecimientos que ayer conmovieron, quizás porque la cercanía del bosque nos permite ver los arboles pero nos quita la perspectiva de la ofrenda que esta obscureciendo nuestro porvenir. Leíamos noticias de Alemania. Un niño denunciaba a sus padres ante la Gestapo. El pequeño retoño, erguido en sus siete u ocho años, ofrece a su padre o a su madre a la vindicta del Régimen. No alcanzábamos a concebir esta extinción de los sentimientos más puros, y sin embargo
eran tan sencillo, lógico y explicable. Ese muchachito concurre a una escuela en la que el
gran legado humanista de Alemania fue por la enseñanza política del nazismo. El maestro, la radio, la prensa, el cine, le enseñan que su patria estuvo postrada y avasallada por fuerzas internacionales en convivencia con despreciables aliados internos, hasta que un día apareció un salvador milagroso que rescató al pueblo alemán, y restableció su honor y felicidad. En blanda arcilla modela el Régimen. Una noche ese niño sorprende a su padre o a su madre copiando en mimógrafo o distribuyendo palabras de acusación a la tiranía o de exhortación a la resistencia. Con ánimo sobrecogido ve a sus seres queridos incursos en deslealtad a la patria, de acuerdo a la concepción impregnada en su espíritu. ¿Los denuncia, conforme a su deber, , o se complica en el encubrimiento? La mayor parte mantenía reserva, más con la conciencia desgarrada. Otros consumaban el sacrificio sublime, cantada por la leyenda, de entregar la sangre caliente de sus padres en holocausto al amor a la patria.

La lucha del genero humano.
He ahí al proceso alemán. Ese proceso se está gestando en la vida Argentina. Lo sentiréis mejor que nadie vosotras, que sois mujeres, consagrados ante todo a la formación del cuerpo y del alma de los hombres. La escuela politizada, la prensa, el cine y la radio difunden la misma semilla fratricida de división y de persecución con que se envenenó el alma del pueblo alemán. También en nuestras escuelas se enseña que nuestra patria estuvo sometida hasta la aparición providencial del libertador que le devolvió bienes y decoro.,
También, como Alemania, la propaganda oficial presenta a los argentinos adversos a sus designios como traidores, al servicio foráneo. Esa propaganda deja su huella aviesa. No creáis que sus consecuencias sean remotas. Pueden estar cerca. En el país no existen las condiciones de la democracia; el juego libre de opiniones que forja la conciencia pública.
Se practican solo algunas formas en su última etapa: la emisión del sufragio. Si a pesar de todo el sufragio amenazare su estabilidad, el Régimen no suprimirá la urna - el espectáculo democrático le es útil-, pero intentará la aniquilación de la Unión Cívica Radical, acusándola, como ya lo hizo, de colaborar en fines antinacionales. Si se intentare disolverlo, el Radicalismo será más vigoroso que nunca. Podrán cerrarse sus casas y detenerse a sus dirigentes, más el sentimiento radical quedará indemne y fortalecido en el
corazón del pueblo argentino. Veremos, entonces, trabajar el hombre al lado de la mujer, en el silencio de la ilegalidad, por mantener viva la trabazón orgánica de esta gran fuerza Argentina y cruzar las sombras de la noche para difundir el panfleto o el periódico que lleven la verdad o alienten la esperanza, afrontando las sanciones del decreto-ley de delitos contra la seguridad del Estado, estudiando con meticulosa previsión por los teóricos de la fuerza. Veremos como el conflicto que desgarraba el espíritu del niño alemán se traslada al
niño argentino. ¡Y cuántos hijos señalarán a sus padres en la dramática convicción de salvaguardar la seguridad de la Patria! Ese crimen contra los sentimientos más tiernos no será la expresión de ese momento. Será la obra de estos momentos. Simplemente, el resultado final. La fractura del espíritu hasta malear su aptitud del resintió, el arrasamiento de la sensibilidad hasta quebrar los vínculos más sagrados no se logra en un instante; se elabora en el curso lento de los años. Nosotros estamos combatiendo a este proceso desde
sus inicios, porque en nuestra lucha, no la de un partido político, sino la del género humano, resueltos a que en la Argentina no perezcan los ideales superiores que hacen noble y llevadera la vida.
Vosotros sentiréis esta lucha con más energía y fervor que los hombres, porque toca las cuerdas más intimas de la condición femenina. A veces los hombres declinan ante pequeñas ventajas inmediatas. Las mujeres no cederán un palmo cuando tengan sensación cabal de la índole de la batalla, cuando comprendan que está en juego el alma de sus propios hijos. ¡Guay del Régimen cuando nuestras madres quieran defender en la tibia
carne en que florece la vida, con el escudo de sus brazos y el escudo de su civismo, al espíritu libre de la Argentina del mañana! Vosotras tenéis que llevar este sentido de la lucha a vuestros hogares. No necesitaréis discursos ni impresos, sino sentíros herederas del esfuerzo de centenares de generaciones que han sufrido para que la criatura de nuestros amores viva un mundo humano, distinto de aquél, bárbaro, en que imperaba la ley brutal de la fuerza.

Por una democracia.
La recidiva de los antiguos despotismos encontró terreno fértil en las limitaciones de la democracia política. Los dictadores pudieron enmascarar sus intenciones agitando banderas queridas a la esperanza del pueblo. Nuestra lucha contra el Régimen debe ser una lucha paralela contra las condiciones de injusticia económica y social que provocaron el surgimiento del Régimen. Luchamos por una democracia integral, concebida como ideal de vida, que contemple al ser humano como el objetivo supremo de la organización., Que tenga acceso en igualdad de oportunidades a todos los campos de la existencia individual y colectiva. Que desaparezca el miedo a la vida. Que la cultura no constituya un privilegio sino el derecho de la capacidad del trabajo y de la vocación natural, asegurando para todos, con prescindencia de la situación económica del hogar. Que la económica este organizada no en beneficio de los poseedores, sino del pueblo, centro de una comunidad que garantice plenamente los derechos de la vida, al trabajo, a la salud y al bienestar de todos los
habitantes. Estos son los grandes conceptos del Radicalismo que implican una renovación de la democracia. Con esas banderas derrotaremos a nuestro episodio en la tentativa totalitaria de dominación mundial.

Las reivindicaciones femeninas.
Si vosotras llegáis a esta lucha en un momento definitivo defendiendo reivindicaciones comunes a hombres y mujeres, traéis también un conjunto de reivindicaciones que os son propias. Hace unos instantes me refería al comienzo de la lucha por la libertad. Un hombre, el más fuerte, dominaba una comarca, imponía su ley, su
capricho, su designación. En lucha incesante se fue creando un estado de derecho y una organización social de justicia. Vosotras sois las últimas en llegar a tal situación de equidad. Sujetas a prejuicios y a la supeditación económica, sin derechos políticos para influir en la conformación social, habéis ocupado un sitio inferior en el desarrollo de la humanidad. Ahora llega el momento de las grandes luchas en la Argentina. Pero las mujeres argentinas luchan simultáneamente por sus derechos específicos; por todo lo que hace a la familia, al hogar y al futuro de los descendientes; por sus derechos civiles, que aún se encuentran retaceados; por sus derechos económicos, en parte nominales, porque no se tasa el trabajo femenino en el mismo valor que el masculino; por su legítimo lugar en el medio social, ya que, como muy bien se ha dicho, los hombres ceden el paso a la mujer junto a la pared, más no le ceden el paso a las posiciones directivas de la política, la cultura
y la economía, obedeciendo a resabios feudales que aún subsisten en la Argentina. Vosotras sabéis bien que habrá que vencer un conjunto de factores de tipo espiritual que actúan sobre nuestras costumbres y aún sobre nuestras ideas, impidiendo la igualdad anhelada en todos los órdenes, sea el cívico, el económico o el social.
Con el acceso al trabajo las mujeres conquistaron una gran responsabilidad en la vida económica. Con su incorporación a la actuación política ascienden al plano superior de esa responsabilidad. Tendréis que definir en este Congreso las medidas concretas que aseguren una verdadera equiparación, para que la igualdad de sexos sea una realidad afianzada en la firme determinación de organizar nuestra tierra al servicio de sus hombres y mujeres, sin diferencias ni restricciones. El triunfo del Radicalismo será igualmente el triunfo de la mujer Argentina, que en la plenitud de sus derechos asumirá sus más altos deberes y alcanzará la mayor dignidad que puede conferir una democracia: haber contribuido con el pensamiento y la acción, con el sacrificio y la perseverancia, a construir la República bajo los signos iniciales de la justicia y la libertad.

En el cauce de los fundadores.
Hace sesenta años, en estos días - el 14 de agosto de 1891- reuníase delegados de los pueblos de Buenos Aires y constituían el Comité de la Provincia, eligiendo como presidente a Hipólito Yrigoyen. Desde ese Comité los radicales de Buenos Aires trazaron rumbos creadores a la existencia nacional y definieron el sentido del Radicalismo que nosotros profesábamos, concibiendo no como una fracción más de la política del partido, sino como la organización política de nuestro pueblo para la realización de los ideales de la nacionalidad. Ese fue el Radicalismo de Buenos Aires la mente de Yrigoyen y en la voluntad de los fundadores, cuya memoria evocamos con emoción de argentinos y orgullo de radicales al declarar inauguradas las deliberaciones de este Congreso Femenino.
Estamos trabajando en el mismo cauce por un gran propósito nacional, por una causa universal, y vosotras daréis un gran aporte. Yo siento en mi corazón la Argentina que avanza. Está más próxima de lo que suponen los detentadores del poder. Es la Argentina siempre defraudada y siempre postergada. Ciento cuarenta años han pasado sin que pueda  cumplirse la promesa de Mayo. Pero esta generación verá la Argentina soñada, la Argentina de la justicia y el trabajo, de la libertad y la paz. Esta generación la verá y la hará. 
Será su gloria y su honor

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Fuente: "Pensamiento y Acción" de Moisés Lebensohn

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