El Radicalismo argentino, más que un movimiento popular que se pueda materializar en un interés cualquiera, es un sentimiento raíz de la nacionalidad que se originó entre los primeros criollos, desde los albores de la independencia, y se aureoló, en las luchas epopéyicas de la libertad, bajo el auspicio de una emoción pública profundamente democrática en pugna a ultranza contra las oligarquías.
El Radicalismo además, genéricamente, en sus proyecciones generales, es un sentimiento ético de concepto integral, que reclama contra todo lo espurio, para contra todo lo que haya corrompido una renovación profunda, pronta y completa.
Entonces, no puede concebirse sino en prácticas que operen una realidad de hechos constructivos y progresistas y no en forma que tergiverse su esencialidad en sus luchas contra la reacción.
No se define con palabras más o menos bien dichas, sino en acciones y conducta que aseguren de su temperamento esencial, la verdad verdadera que la asiste.
Por eso, afirmo que no es radical quien solo se apunta en listas, a fin de procurar una posición política por mérito de cortesanía o antigüedad, (por no decir adulonería y paciencia), cambiando su recta a cada paso, con la ductilidad blanda…
¡No! El Radicalismo tiene que ser radicalmente intransigente e impermeable a toda sugestión o táctica que le proponga una ganancia, porque el radicalismo no es un mercado o feria, donde se remata al mejor postor, una ventaja comercial.
¡No! El Radicalismo es un sentimiento político que impulsado por una pasión de bien público, ampara al compatriota en sus derechos inalienables de igualdad.
Bien sabemos todo lo que ha pasado al Partido Radical de la República. En él se ha abandonado la buena conducta por parte de sus dirigentes. Y se han transgredido sagrados deberes. Y se ha transigido con la arbitrariedad. Y se ha cohonestado el crimen. Y se ha practicado el fraude. Y se han constituido contubernios inconfesables, tan obviamente que no es necesario demostrar.
Y como bien sabemos esto, no he de insistir. Pero sí, he de asegurar como siempre lo aseguro que, a pesar de todo esto, nada se ha perdido.
La naturaleza del Radicalismo es inmanente y lo inmanente no se pierde. Y resurgirá en el triunfo de una renovación, como dije, profunda, pronta y completa, como el retoño de una poda, como del fuego el ave fénix de una leyenda mitológica, para alzarse más puro aún sobre su propia historia.
Porque es la más pura encarnación de la energía popular. Porque es amparo de los derechos de todos los habitantes del país. Porque es escudo de las garantías democráticas y las formas republicanas de gobierno. Porque es sentimiento, en fin, mayoritario de la República, y por ende rector de la nacionalidad y responsable de los destinos de la Nación.
Es por todo esto que el Radicalismo reclama su puesto de lucha. Y por esto también que tiene que luchar. Pero ha de triunfar como debe: sin recurrir a expedientes de humillación, sin arrear sus banderas de intransigencia cuando lo debe exigir por derecho.
Señores: este es el radicalismo que enhestamos aquí. Firme en sus decisiones ha pedido cláusulas con caución juratoria y se dispone a la lucha a ultranza. ¡Vivan los héroes que ensangrentaron sus banderas desde el Parque hasta el Paso de los Libres!
Yo nada represento como valor intrínseco. He subido a esta tribuna solo obedeciendo a vuestra demanda generosa, con honor insigne, que acepto a título de las convicciones radicales que han formado mi conducta de profunda fe democrática y sobre una pasión de bien público.
En cuanto al concepto universal del radicalismo, pienso que mi país siendo Nación y no factoría, no debe ser satélite de un astro poderoso sino astro de propia luz, porque puede orbitar su gloriosa trayectoria, que gestó en heroica lucha por la libertad, para su fundamento moral, fortaleciéndose con la energía de su fecunda entraña telúrica, para ser una de las patrias más grandes del mundo.
Aseguremos el triunfo del Radicalismo argentino en lucha sin desmayo por el mismo, y habremos asegurado el de la Patria, y con éste el del continente, que será el integral del derecho y la igualdad jurídica de los pueblos, en la independencia económica y política que suprima sus avasallamientos.
Trascripción Correligionario Merlo.
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