Pero el radicalismo no puede circunscribir hoy en su programa a la doctrina del sufragio libre, porque éste es solo un instrumento de la voluntad popular, y porque la voluntad popular, si quiere constituir gobiernos por medio de este instrumento pacífico, ha de moverse con propósitos concretos de reformas extremas para el triunfo de la democracia integral.
Tales reformas deben ser el programa del radicalismo de mañana, y quienes no las acepten por extremas, tampoco pueden llamarse “radicales”, si es que este nombre tiene un significado en nuestra lengua y en nuestra historia.
He ahí por qué, después de haber definido la palabra, necesitamos definir la cosa, dando al sentimiento radical del pueblo una doctrina radical que pueda servirle para el gobierno de sí mismo y para el gobierno de la nación cuando, como es indudable, vuelva a conquistarlo.
El sentimiento político que tomó nombre de radicalismo en 1891 (no en 1890 como se suele repetir), es anterior a esas fechas y nace de lo más profundas misterios del alma argentina, pues se nutre en las raíces de nuestro pueblo y se confunde en la historia con nuestro sentimiento nacional.
Pues siempre hubo en nuestra historia un espontáneo sentimiento radical, que se desliza como corriente subterránea en tres siglos de cabildos coloniales; que aflora, como imprevisto manantial, en las invasiones inglesas; que se abre cauce, como río caudal, en la revolución de Mayo; que prosigue, como entre remansos, pantanos y escollos, durante las luchas republicanas del siglo XIX; y que llega a nuestros días, como irresistible torrente de nuestra vida política, identificándose con la voluntad histórica de nuestro ser nacional.
El radicalismo argentino atraviesa un momento crítico de su evolución y debe aprovecharlo para crearse los órganos necesarios a la nueva misión que el país espera de él. Para esta obra de reeducación trazaré en los capítulos siguientes la génesis del sentimiento radical en nuestro pueblo, los conflictos del remoto y del reciente pasado, las crisis políticas que venció en otro tiempo y las que hoy presenta, como ineludibles problemas, la realidad nacional. De todo ello surgirá una enseñanza, una disciplina y una misión para el radicalismo de mañana.
Extracto del libro "El radicalismo de mañana",1932
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