Páginas


Image and video hosting by TinyPic

sábado, 25 de julio de 2020

Oscar Alende: "Los cismaticos de 1956 y el robo del nombre de la UCRI” (1983)

Los cismaticos de 1956 se quedaron a la espera de arrebatarnos el nombre y la oportunidad les llegó del brazo de un gobierno de facto. Del mismo gobierno integrado por los golpistas que derrocaron a Illia, y al que no tuvieron empacho en facilitarle un Ministro del Interior para que sirviera a sus propositos. Y el Ministro no fue cualquiera. Fue nada menos que el ex Presidente de la Cámara de Diputados, tambien desalojado de su cargo por los golpistas a los que ahora servía, Arturo Mor Roig. Este hombre de la mas doble maniobra destinada por un lado a escamotearle el previsible triunfo electoral al peronismo en marzo de 1973, y por el otro a arrebatarnos el nombre con la complicidad de una justicia electoral cuyos fallos al respecto podrian integrar una verdadera antologia del disparate juridico.

La forma en que se instrumentó la primera parte del plan no me compete tratarla aquí. Basta señalar que, como es sabido, culminó en un estrepitoso fracaso y la formula Cámpora – Solano Lima no necesitó siquiera recurrir a la segunda vuelta para consagrarse. La otra parte del proyecto, quedarse con el uso exclusivo de la antigua sigla, se cumplió meticulosamente.

El Ministro del Interior elaboró, con la ayuda de un equipo de colaboradores, en buena parte de extracción conservadora, un Estatuto de Partidos Politicos. Haciendo caso omiso a la existencia de una ley organica sancionada por el Congreso de la Nacion cuya Cámara de Diputados él presidía. La finalidad no era otra que prohibir al radicalismo intransigente el uso de su autentico nombre. Vieja enfermedad, ésta de pedir a los gobiernos de facto que sancionen leyes sustituyendo al Congreso, siempre que de esas leyes puedan sacarse algunas ventajas. El estatuto sancionado por Lanusse, pergeñado por Mor Roig y los suyos, contenia clausulas de una arbitrariedad tal que sólo le faltaba decir que determinada sigla, UCR, en el futuro, seria utilizada exclusivamente por un partido con domicilio en la calle Alsina al 1700, es decir el radicalismo del pueblo. En efecto, la continuidad histórica, las decisiones de las convenciones, las elecciones en las que habian sacado menor cantidad de votos no se computaban; sólo se tenia en cuenta aquellas en que los guarismos electorales los habian favorecido.

En realidad, una vez mas la maniobra era más vasta. Con el sistema de la doble vuelta se procuraba llevar a la opcion peronismo-antiperonismo, sumando en ella los votos de la UCRP a los de centro-derecha, comandando por Manrique. Esto ha sido reconocido por Lanusse en su libro. El argumentaba que el peronismo en la oposicion no habia llegado nunca al 50% del electorado. Para eso era necesario que no hubiera otra boleta con el nombre radical. ¡Y tampoco se dió! Campora llegó al 50%. El decreto-ley llevó fecha del 30 de junio de 1971, llamada Ley 19102 y su articulo trampa fue el 57. La Cámara Federal, con atribuciones sobre los nombres salió el 5 de julio, con las firmas de Lanusse, Rey, Gnavi y Mor Roig. No extrañó a nadie pues que los “punteros” radicales del pueblo tantos “balbinistas” como “alfonsinistas” (el líder de Renovacion y Cambio presidía por entonces el Comité de su partido de la provincia de Buenos Aires), recorrieran la provincia recolectando fichas mediantes el sonsonete de que solo habría una UCR. Y acertaron. No es que fueran adivinos. Ocurrió que así estaba resuelto entre las autoridades de la UCR del Pueblo, la dictadura de Lanusse y su ministro radical.

Un juez apresurado, Insaurralde, el mismo amigo del frigerismo que en 1963 habia reconocido como legitimo al falso Comité Nacional reunido por Gomez Machado en La Plata, se apresuró a otorgarles personería como UCR sin tener en cuenta que dentro de los terminos establecidos por la “ley” -de algun modo hay que llamarla- alguien podria reclamar el nombre de UCRI. Pero el juez Insaurralde dijo a nuestro pedido: “¡No! Se confunde con UCR que ya existe”. ¿Como era posible? Si todos los partidos habian sido disueltos y se estaba dentro de los plazos legales para formar nuevos partidos. Ocurrió un hecho igualmente significativo: Portero, Lorences y otros amigos pensaron en solicitar el nombre Union Civica Revolucionaria Intransigente, con lo cual conservaríamos la sigla. Pero este infatigable enemigo declarado del Radicalismo Intransigente otra vez declaró el no. ¡Cumplasé!, fue el úcase judicial. El ridiculo argumento: no se podian usar los términos Unión y Cívica que son denominacion generica. Si bien en ultima instancia y ya cuando el proceso electoral estaba en marcha, la Corte Suprema dejó sin efecto algun nuevo dislate de Insaurralde de tanto él como la Cámara Federal Electoral no habían dejado arbitrariedad por cometer.

El ultimo episodio de la infamia lo ejecutó el presidente de la Cámara Federal Electoral, César Mariano Lagos, un ex diputado nacional radical del pueblo colocado allí por Mor Roig, quien cinicamente comunicó a los apoderados del partido: “Dejensé de insistir judicialmente y perder tiempo; si quieren tener partido cambien el nombre y enseguida tendrán la personería”. Así fue, optamos por el de Partido Intransigente y desaparecieron como por encanto los inconvenientes judiciales. Nos quedamos con la casa de Riobamba. Ellos tienen como una de sus sedes la que pagó la CADE.

Así, cabalgando sobre un grotesco andamiaje judicial, urdido entre arbitrariedades, fuimos despojados de nuestro nombre legitimo. Por fortuna no hay fallos judiciales ni trampas de trastienda que puedan modificar la esencia de las cosas. Por eso, como desde el dia de la fundacion, como lo querian Alem e Yrigoyen, somos radicales intransigentes. Somos yrigoyenistas porque no transamos, no acordamos, ni pactamos. Por eso durante estos siete años trágicos no se nos ha podido computar como contertulias de Harguindeguy, de los asesores de Viola, o comensales en la mesa de Galtieri, y no estamos comprendidos en las referencias de Reston y de Bignone cuando afirman que conversan permanentemente con la dirigencia politica. ¡Ojalá que los que nos privaron del nombre puedan decir lo mismo y que ademas sea cierto!.












Fuente: “Los cismaticos de 1956 y el robo del nombre de la UCRI” en “¿Que es el Partido Intransigente?” de Oscar Alende, Editorial Sudamericana, 1983.

No hay comentarios:

Publicar un comentario