Buenos Aires, 27 de
agosto de 1964
Cronológica y circunstancialmente narraré los hechos:
En diciembre de 1961, en la residencia de Olivos, con la
presencia y participación de Oscar Alende, Héctor Noblia, Guillermo Acuña
Anzorena, Horacio Zubirí y Tomas Arana, se debatió la tesis de la proscripción
del peronismo, que fue desechada, afirmando usted en tal oportunidad:
“Si no proscribimos, podemos perder las dos cosas”
En diciembre de 1961, su posición era correcta, pero veremos como evoluciona su pensamiento. A mediados de enero de 1962, el ministerio a mi cargo y como consecuencia de un trabajo estrictamente analítico y con amplia documentación producida por las comisiones destacadas al efecto a la provincia de Santa Fe, arribo a la certera conclusión del triunfo en la provincia de Buenos Aires. Tomado conocimiento de este informe por el gobernador, Dr. Alende, el mismo estimó indispensable ponerlo a su disposición, en razón de su investidura. Supongo recordará que luego de leerlo atentamente me requirió lo pusiera en conocimiento del señor Ministro del Interior, quien no aceptó estas conclusiones como válidas, insistiendo en cambio el Dr. Vitolo ante usted, en que el triunfo de la UCRI en la provincia de Buenos Aires era seguro.
“Si no proscribimos, podemos perder las dos cosas”
En diciembre de 1961, su posición era correcta, pero veremos como evoluciona su pensamiento. A mediados de enero de 1962, el ministerio a mi cargo y como consecuencia de un trabajo estrictamente analítico y con amplia documentación producida por las comisiones destacadas al efecto a la provincia de Santa Fe, arribo a la certera conclusión del triunfo en la provincia de Buenos Aires. Tomado conocimiento de este informe por el gobernador, Dr. Alende, el mismo estimó indispensable ponerlo a su disposición, en razón de su investidura. Supongo recordará que luego de leerlo atentamente me requirió lo pusiera en conocimiento del señor Ministro del Interior, quien no aceptó estas conclusiones como válidas, insistiendo en cambio el Dr. Vitolo ante usted, en que el triunfo de la UCRI en la provincia de Buenos Aires era seguro.
Los oficiales superiores de las tres armas, con los cuales
mantuve prolongadas conferencias sobre el tema fueron indiferentes ante el
evento del triunfo peronista. Al transmitirle preocupadamente esta actitud de
los miembros de las fuerzas armadas, que tanta extrañeza me causaba usted
desleal y aprovechadamente, me ocultó la existencia del acta secreta del 29 de
enero de 1962, que suscripta por el Dr. Vitolo y las jerarquías militares
pertinentes, determinaba intervenir las provincias en que resultaran ganadoras
las formulas netas del peronismo.
Con su dualidad habitual entretanto jugaba la partida
paralela, dirigida a provocar la autoproscripción del peronismo, que con canto
de sirena le había orquestado Rogelio Frigerio.
Usted, Dr. Frondizi, personal y reiteradamente me requirió
medidas de todo tipo dirigidas a imposibilitar la campaña electoral
justicialista, para justificar con ellas la autoproscripción del peronismo. En
el orden reservado me solicitó transmitiera a los miembros de la junta
electoral de la provincia, la conveniencia de obtener, aunque fuera forzando el
texto de la ley electoral, la proscripción del peronismo, gestión que en tales términos
me negué a realizar limitándome tan solo a trasmitir la inquietud personal del
Presidente de la Republica, a los integrantes del tribunal de la provincia.
Usted contaba con la información transmitida por Frigerio, según
la cual, en la semana inmediata anterior al 18 de marzo, Perón ordenaría la autoproscripción
del justicialismo, hecho político que necesitaba los justificativos adecuados
ante la opinión publica. Con esta conducción de la política nacional, incoherente,
desarticulada y contradictoria, llegamos a la última semana de aquel proceso
electoral. Lo que usted hizo y dijo en esta ultima semana, demostrará
cabalmente la falacia de la aseveración con que pretende justificar la intervención
no fue para evitar la represión sangrienta al peronismo, sino exclusivamente a
cualquier precio, para mantener el poder formal, aunque este fuera nominal
(Plan Martín).
Usted parece no recordar la indignación que le embargó el día
jueves 15 de marzo, cuando le transmití la resolución del Partido Tres Banderas
de adherir a la formula justicialista y su propósito manifestado de aplicar la
ley de Estado de Sitio al dirigente máximo de esa agrupación, Sr. Jesús H. Porto,
inmediatamente después del acto electoral. Su historia de inconducta culminó el
sábado 17 de marzo en horas de la noche, cuando en mi presencia le aseguró al
Dr. Alende que no intervendría el gobierno de su dilecto amigo, pero que si lo haría
después del 2 de mayo y ya a cargo del mismo el Sr. Framini. El domingo 18 de
marzo, fecha en que se celebró el acto electoral sin perturbación alguna, en
horas de la noche y ya conocido el resultado, se tuvo conocimiento que en
Avellaneda se preparaba una manifestación para ese mismo día con concentración en
las proximidades del Teatro Roma y, por tal motivo me comuniqué con el
comandante electoral de la provincia, General Salas Martínez, quien aceptó de
buen grado mi intervención personal para evitar alteraciones del orden. Este alto
oficial –ya se conocía el triunfo electoral del peronismo- me expresó que las
Fuerzas Armadas no tenían ningún propósito de realizar represiones sangrientas
viendo con satisfacción la gestación del poder civil.
Desde el despacho del comandante electoral y en su
presencia, realicé telefónicamente y con éxito las gestiones necesarias para
evitar cualquier perturbación del orden público en el ámbito provincial. ¿De
donde pues, deduce usted, Dr. Frondizi, que las Fuerzas Armadas habrían de
desatar una represión sangrienta del peronismo triunfante en las elecciones?
El vergonzante decreto del 19/03/1962 se firmó por una sola
razón: los sectores golpistas estaban esperando desde hacia tiempo que usted
cometiera un error tan grave, como para que la gran mayoría de las Fuerzas
Armadas, que seguían siendo legalistas, pese a sus defecciones quedaran sin argumentos
frente a los golpistas, usted se equivocó y los resentidos aprovecharon frente
al desconcierto de los sensatos; las intervenciones fueron un manotazo de
ahogado, no para evitar las represiones, como usted dice, sino para evitar su
derrocamiento. Esta es la verdad y no otra.
Usted debe recordar en la noche del domingo 18, al concurrir
a la residencia de Olivos, a su requerimiento, me recibió Raúl Gargione, en
cuya presencia me manifestó que yo era la única persona que desde dos meses atrás
venia anticipando el desarrollo de los acontecimientos según estos se habían
sucedido. Ya a solas, usted me anticipó que el día siguiente sería dado a
publicidad el decreto de intervención a la provincia, agregando que se había
perdido el proceso político y el histórico. Su afirmación hecha en Olivos, en
diciembre de 1961, fue que era preferible perder la elección pero ganar el
proceso histórico; su actitud del 19 de marzo le hizo perder el poder, el
proceso histórico y el honor político.
Fuente: Carta Abierta al Dr. Arturo Frondizi por el Dr. Felipe
Díaz O’ Kelly ex Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante
la Gobernación del Dr. Oscar Alende, 27 de agosto de 1964.
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