Ha querido la circunstancia que en este día, rememorativo
del histórico acuerdo de 1852, que diera las bases para la organización
nacional, culmine la tarea de la Comisión Asesora para el Estudio de la Reforma
Institucional. Al recibir los dictámenes producidos en los fundamentales temas
sometidos a su consideración, debo testimoniar en nombre del Poder Ejecutivo
nacional su reconocimiento a los señores miembros de esta comisión, por el valiosísimo
aporte de sus estudios que sintetizan cuarenta días de intensa y fecunda labor,
que ha de señalar el futuro perfil institucional de la Republica.
No importa quebrar la sobriedad del estilo impuesto por los
señores asesores hacer publico elogio de la labor cumplida, no solamente por el
rigor científico de su elaboración sino también por la seriedad evidenciada,
alta comprensión de la realidad nacional y generosidad intelectual que se ha
puesto de manifiesto por todos y cada uno de los integrantes de esta comisión.
Las conclusiones a que se ha llegado tras más de cuarenta
sesiones de trabajo constituirán el material precioso que ha de permitir a la comisión
coordinadora para el plan político elevar su proyecto definitivo al señor
presidente de la Nación, que concretaría la trascendente empresa de remozar
instituciones que son fundamentales en el país.
El esfuerzo que importa haber realizado un acopio de
antecedentes tan completo y dictámenes que se anticipan llenos de alternativa
de positivo interés, en poco mas de cinco semanas, debe ser destacado como un
ejemplo de la contracción de los once distinguidos juristas que han unido a su
capacidad doctrinal y a su vocación de trabajo el desinterés personal, que
compromete y obliga a la gratitud del pueblo argentino.
No hay duda que se comprendió la urgencia que existe en
descontar tiempo para colocar al país cuanto antes sea posible en condiciones
propicias para que la ciudadanía exprese limpia y libremente su voluntad
soberana. Esa misma urgencia obliga a acelerar razonablemente las etapas
previas para la definitiva institucionalización. Esta contribución de la comisión
asesora y la decisión de la comisión coordinadora me permite hoy anticipar
concretamente:
1° Que el
proyecto de ley orgánica de los partidos políticos será elevado al Poder
Ejecutivo nacional antes del plazo previsto y dentro de los próximos diez días.
2° Que es propósito
del Poder Ejecutivo establecer la fecha del primero de julio próximo para que
los partidos políticos inicien su organización conforme a las nuevas normas
legales.
3° Que es también
propósito del gobierno facilitar materialmente el cumplimiento de esa
importante tarea organizativa.
4° Que la más
rápida constitución de los partidos políticos ha de permitir consultar y
concertar con los mismos sobre el calendario electoral a cumplirse y sus
posibles alternativas.
De esta manera se concretara la decisión de “acelerar el
proceso que de las bases para una transformación de verdadero sentido nacional
que permitirá entregar a su hora el
poder a su autentico depositario: la ciudadanía, como lo afirmara anteayer solemnemente
el señor presidente de la Nación.
Es oportuno recordar que las leyes que en definitiva dicte
en esta materia el Poder Ejecutivo nacional en ejercicio de su potestad
legislativa, por muy perfectas que resulten, no será sino instrumentos que se pondrán
en manos del pueblo para que esta decida su propio destino.
De su adecuada utilización dependerá, en última instancia,
la suerte de las instituciones democráticas que anhelamos contribuir a
vertebrar solidamente.
Corresponderá ahora al ciudadano argentino, como titular de
derechos y de obligaciones cívicas jugar su parte y desempeñar su rol de
protagonista. Porque creemos en su madurez, porque no dudamos de su
responsabilidad confiamos en el éxito final de este difícil proceso en el que
ahora corresponderá satisfacer cabalmente las grandes expectativas que se
abren.
Quienes por su parte asuman la tarea de promover la recomposición
política de la Republica tienen que comprender las circunstancias excepcionales
que nos tocan vivir, para impulsar dinámicamente las inquietudes populares
dentro de los cauces de movimientos de ideas vivificantes, que resulten orgánicos,
vigorosos, actualizados, a fin de implementar una democracia que de una
adecuada respuesta a las exigencias de un mundo en crisis de transformación.
Democracia que deberá afianzar la libertad creadora –sin debilidades
liberticidas – y asegurar la justicia –sin claudicaciones irritantes-,
presupuestos esenciales para la dignidad del hombre como titular de nuestra civilización.
Deberá abrirse paso, por lo demás, a las ansias positivas de
la juventud, que las tiene y en alta medida. No ha de limitarse en reconocerles
solamente derechos a los jóvenes –que los tienen- sino que ha de recordarse que
por lo menos en igual proporción tienen obligaciones que cumplir y
responsabilidades que afrontar. Estas y aquellas no se satisfacen con el
reclamo violento, ni con la actitud nihilista. Pero tampoco podrán expresarse
lucidamente si no se les ofrece la oportunidad para el dialogo que comprende y
aproxima. Razonando juntos –jóvenes y maduros- y entre todos, ha de encontrarse
el camino que nos permita reparar la injusticia que agravia y elimina la causa
que la genera, asentando las bases de una sociedad mejor.
El tiempo que se inicia no ha de admitir la actitud
contemplativa, ni la posición pasatista. No podrán oponerse a las minorías de
la violencia, de la subversión o de la corrosión, las mayorías silenciosas,
sino las mayorías activas y participantes.
No serán horas para la comodidad del conformista ni para la
quietud del “statu quo”, evadiéndose de las responsabilidades directas. Serán horas
de compromiso, de acción afirmativa, de análisis también pero como presupuesto
de la decisión que realiza. Tampoco será hora para quedarse en la duda, que podrá
fundamentar una posición filosófica, pero en la que nunca se tuvieron los
forjadores de las grandes hazañas de la humanidad.
Es momento de comprender que negar la vida política es tanto
como negar la civilización y que desconocer el político autentico es tanto como
negar la historia.
Pero también es momento de advertir que un nuevo estilo político
se impondrá al compás de nuevas ideas y de nuevas formas, que corresponden a la
realidad de hoy, muy distinta a la de ayer.
Advertimos también que será necesario superar la conjunción
de todo lo negativo, que seguramente intentara hacerse conjura, para arreciar en
sus ataques y centrar su esfuerzo contra todo lo que nos lleve a la paz, a la institucionalización
y a la transformación. Se estrellaran frente a una voluntad inquebrantable, que
sin falsas estridencias ni inútiles alardes seguirá el camino emprendido,
segura y serenamente con la convicción, que nace de la certidumbre de estar
impulsando una gran causa.
Debo concluir agradeciendo a los señores asesores y a sus
colaboradores todo lo que han aportado para el futuro de la Republica, fruto de
vuestro esfuerzo será sin duda una mayor confianza de la ciudadanía, que
necesita recuperar la fe.
El primero de abril, cuando se rehabilitaba la actividad política,
exhortamos al pueblo a creer. En este 31 de mayo, cuando se concretan los propósitos
entonces anticipados, tenemos que pedirle, siempre a nuestro pueblo, que quiera
actuar afirmativamente.
Fuente: Conceptos del Ministro del Interior Dr. Arturo Mor
Roig, en el acto realizado en el Congreso Nacional en oportunidad de la
clausura de la labor de la Comisión Asesora para el Plan Político, 31 de mayo
de 1971.
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