Esta semana enviaré al señor Presidente Provisional del
Senado mi renuncia irrevocable al Cuerpo que me honrara en integrar en representación
de la provincia de Buenos Aires.
Llegué al Senado de la Nación en tiempos en que ya estaban
gravemente avasalladas las conquistas sociales que permitieron dignificar el
trabajo humano.
Bajo la consigna de "un Estado mínimo", presentado
como un ejemplo de eficacia y progreso, el fundamentalismo del mercado eliminó
de un plumazo aquellos derechos, dejó inermes a millones de personas que sólo
aspiraban a vivir con dignidad y postergó el bien común como valor intrínseco a
la democracia.
Se promovió un Estado irresponsable con los pobres, con los
enfermos, con los ignorantes, con los marginados, con los ancianos y con los
chicos. Enflaquecido por el neoliberalismo, había quedado a merced de grandes
grupos económicos concentrados que le imponían sus condiciones sectoriales y
que terminaron devorándolo. Si antes era un Estado obeso, ahora es un Estado
indefenso.
Se había olvidado que una sociedad está constituida por
eslabones de solidaridad, integración, creatividad, pluralismo, conocimiento y
otros valores que no pueden ser vulnerados sin correr el grave riesgo de la
desintegración social, que no es otra cosa que la pérdida de pertenencia a una
sociedad, a su cultura y a su propio tiempo.
Cuando acepté ser senador supuse que mi experiencia en la
que computo aciertos y errores -que siempre enseñan- y mi reconocida vocación
por el diálogo podría servir para construir consensos que facilitaran la acción
de gobierno, a fin de solucionar los agudos problemas que enfrentaban. Lo mismo
pensé cuando se produjo el cambio de autoridades.
Nadie podía afirmar, sin malicia, que hubiera procurado
intencionalmente la división del pueblo, enfrentamientos estériles o propiciado
intolerantes negativas irreductibles.
Luego de asistir en los últimos años al dominio de
filosofías neoconservadores, que contradiciendo sus proclamas había producido
un aumento sostenido del gasto público, un incremento explosivo de la deuda y
la extranjerización de la economía, advertimos que pese a esfuerzos que
provienen de distintos sectores se ha llegado a una escandalosa marginación
social y a la destrucción de la clase media.
Muchos no tenemos dudas de que estamos perdiendo una batalla
cultural, pero estamos aquí y podemos afirmar que nuestras premisas y
convicciones seguirán guiando nuestro accionar político.
La primera de estas premisas es que no existe posibilidad de
mantener a nuestra sociedad integrada si no defendemos y logramos la aspiración
y el propósito nacional de la autodeterminación.
La segunda dice que para edificar una democracia es
imprescindible tener un Estado que supere su subordinación al manejo por los
poderosos. La tercera, que en el respeto de los disensos se hace necesario
construir consensos que den sentido a la posibilidad democrática.
En el desempeño de mi función procuré trabajar para el afianzamiento
de estas premisas pero no puede ignorar que por distintos motivos se utilizó
con oportunismo mi persona para tratar de erosionar las ideas por las que he
luchado y me he jugado toda la vida, y a pesar de mi predica y mi militancia
política, en el más estricto cumplimiento a las decisiones de mi partido y con
una conducta transparente que no admite se ponga en tela de juicio.
Creo que mi tarea política es más necesaria en la prédica y
en el encuentro con hombres y mujeres con los que es necesario discutir. Es la
lucha de siempre: la búsqueda simultánea de la libertad y la igualdad para construir
una democracia moderna y participativa. No la voy a abandonar jamás y durará lo
que mis fuerzas resistan.
No deseo terminar este comunicado sin mencionar a mi amigo
Carlos Maestro que dignamente preside el bloque de senadores y a mi sucesora
Diana Conti, valerosa luchada por los derechos humanos, con quienes hemos
llevado adelante una campaña fraternal es pos de los más altos ideales que
sostienen a esta democracia joven que supimos conseguir y que se nos revela
cada día con tantos escollos en el camino.
Estoy convencido que Diana Conti compensará con creces mi
ausencia.
Raúl Ricardo Alfonsín
Fuente: Comunicado de renuncia del Dr. Raul Ricardo Alfonsin
a su cargo de senador nacional por la Provincia de Buenos Aires, 25 de junio de
2002.
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