En la historia política de los pueblos, los partidos
orgánicos tienen su rol y misión que cumplir como factores activos en la
nobilísima labor de conquistar la posible felicidad común en el presente, que
es lo que pudiéramos llamar la parte egoísta de la obra de cada generación y
preparar el camino para que las generaciones posteriores continúen la lucha en
el sentido de alcanzar el máximo grado de perfectibilidad social, por el
esfuerzo proporcional y equitativo de cada individuo, venciendo los obstáculos
que por lo general, opone la tendencia avasalladora y absorbente de aquellos
que por una u otra causa llegan a tener en sus manos medios superiores de dominación.
Este concepto que se desprende de la observación de los acontecimientos humanos
a través de los siglos, ha determinado la necesidad del regular y constante
funcionamiento de partidos de oposición que ejerzan una acción controladora y enérgica,
capaces de ir hasta el sacrificio en la defensa de la libertad, de la justicia,
y de los derechos individuales y colectivos, siempre que el egoísmo de los
gobernantes arrastra a estos a la violación de las leyes y a la desnaturalización
de las instituciones para satisfacer apetitos familiares o de círculos, pues
cuando los pueblos descuidan la custodia de sus propios intereses, se exponen a
soportar las consecuencias de la tiranía y del despotismo, es decir, el imperio
de la fuerza bruta sobre los dictados de la sana razón.
El decaimiento del carácter y de la altivez cívica de los
argentinos, la timidez conservadora de los partidos tradicionales y su total descomposición
determinada por la sensualidad de una época triste en la historia de nuestra
patria, nos arrastraron a la tiranía de 1889, tiranía del desquicio y de la
impudicia que puso en la picota el nombre de la Republica en el extranjero e
hizo ludibrio de todas nuestras instituciones; pero esa misma tiranía sirvió
para prevenir al pueblo de sus errores; lo congrego en un anhelo común de hacer
efectiva la soberanía, armo su brazo para poner fin a tanta vergüenza y lo impelió
a la revolución para el derrocamiento de la presidencia del doctor Juárez y de
la formación del partido radical, que desde aquel momento,- ha sido el baluarte
de la causa popular y la pesadilla de las oligarquías que se han sustituido al
gobierno de la constitución.
Con la severidad de su intransigencia el partido ha evitado
grandes males al país y sus sacrificios en pro de la restauración del gobierno
libre aunque no hayan alcanzado el triunfo material le han dado un ascendiente
moral que hoy nadie discute y que le coloca en el primer rango entre los partidos
que mas se han distinguido por su patriótica situación en la lucha, que día
mas, día menos nos hará palpar los inapreciables beneficios de la libertad y de
la justicia, suprema aspiración del individuo y de las colectividades humanas.
El día que por cualquier evento, llegara a descartarse de la
política del país, el Radicalismo como fuerza de oposición intransigente al régimen
feudal que representan las actuales oligarquías, ese día la vida se hará
insoportable para las clases obreras, para el pueblo contribuyente, indefenso,
cuyo trabajo no será suficiente a satisfacer las exigencias del funcionarismo
elevado a la categoría de una casta privilegiada de insaciable voracidad, pero
que se contiene en sus apetitos porque tiene' esa fuerza fiscalizadora que observa
y esta siempre dispuesta a ejecutar el fallo de la opinión publica.
El partido radical esta de pie, sirviendo de ultimo reducto
a la resistencia, firme en sus propósitos, fiel a su programa principista,
aprestando sus elementos como lo requieran las circunstancia en las luchas próximas
de la democracia y para ello el Comité Central de Córdoba exhorta a sus
correligionarios y a todos los ciudadanos que simpaticen con la causa, a concurrir
a los actos cívicos que se iniciaran el domingo con la conmemoración de la
gloriosa jornada del 4 de febrero de 1905, en homenaje a los valerosos compañeros
caídos al pie de la inmaculada bandera del Parque y en cumplimiento del
testamento político del gran patriarca de la democracia argentina.
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