Creación de Domingo F. Sarmiento, EL MONITOR DE LA EDUCACION
COMUN, que tuvo horas de esplendor, ha pasado durante estos últimos anos por un
eclipse al que se le pone fin con el presente numero. Vuelve a aparecer cuando
se normaliza la vida institucional del país y cuando comienza a reconocérseles
a los maestros el derecho a una mejor organización profesional a si como a una
adecuada remuneración, lo que ha de llevarlos a trabajar con renovado optimismo
por la perfección constante de la escuela argentina.
Un poeta señero, Enrique Banchs, era director de esta
revista cuando tal expresión de cultura y tal siembra de iniciativas y de ideas
dejo de ser una realidad vigente para el magisterio argentino. Hoy, al
reaparecer, EL MONITOR DE LA EDUCACION COMUN rinde homenaje a Sarmiento, y a
uno de los más finos poetas de nuestra habla, Banchs, que fueron su creador y
su último orientador. La curiosidad universal de Sarmiento y su torrencial
impulso de educador, la recoleta erudición de Banchs que el quiso expandir como
la luz, en silencio, fueron el alfa y el omega de EL MONITOR DE LA EDUCACION
COMUN. Al reanudar la tarea, al sumarles al esfuerzo conjunto de los maestros,
queremos repetir esa lección que nos viene del tiempo, como un mandato.
Cada momento histórico tiene su expresión. Si es verdad que
el espíritu de los hombres no ha cambiado mucho desde Platón hasta nuestros días,
también es cierto que las mismas ideas se han ahondado, se han diversificado,
se han vivido hasta lograr que las palabras tengan con frecuencia significación
mas rica, mas variada, distinta, en fin, de la que originalmente le atribuyeron
nuestros mayores. El hombre y su espíritu —vaso y esencia— varían con el andar
de los anos. Mas podríamos, pues, reproducir hoy sin traicionar nuestra misión,
lo que hicieron muy bien nuestros predecesores.
La época por que atravesamos es época de búsqueda, de insatisfacción,
de fecunda vigilia. La hora es de crisis, de esfuerzo, de rebeldía contra la
rutina, de rotundo "no" al adormecimiento que parece feliz. Querríamos
ser intérpretes del momento actual y sabemos que solo hemos de lograr nuestro propósito
si los maestros nos ayudan. Nadie vive ni conoce mejor que los maestros la
realidad de nuestra patria, con sus grandezas y sus fallas. Nadie conoce mejor
a las mujeres y a los hombres de nuestra Argentina, que ellos contribuyeron a
formar. Tierra y cosas y personas tienen en los maestros a sus observadores, a
sus transformadores, a sus críticos enamorados, pues cuanto más amamos lo que
nos rodea tanto mas anhelamos su perfección.
Dígannos, pues, los maestros, de su experiencia, de sus conocimientos,
de sus investigaciones, de su emoción. Nadie crea que para interesar a los
colegas —sus más probables lectores— es menester deslumbrarlos con un descubrimiento
extraordinario, con una visión totalmente original, con un decir que maravilla.
Solo la sinceridad cuenta, solo ella importa por humilde que fuere la contribución
al esfuerzo de todos, por modesta que fuere la forma en que la brindemos. Las
costumbres de un pájaro, la vivienda de un insecto, el posible aprovechamiento
del caudal de un arroyo, la forma o los colores de una vasija, las necesidades
de una población, la manera de salvar una dificultad didáctica o la leal enunciación
de tal dificultad para que otro maestro nos oriente con su consejo, los
pensamientos o los versos que nos inspiren hechos o cosas de nuestra vida o de
la de nuestros semejantes. . . todo es material que EL MONITOR DE LA EDUCACION
COMUN recibirá con agrado y publicara en la medida de sus posibilidades y de
los meritos de cada trabajo. Es imperioso que el maestro de cualquier punto de
la Republica no se sienta aislado, sino integrante de la gran columna de los
educadores argentinos, solidarios por vocación y por necesidad.
Hemos de enlazar nuestra acción de hoy con lo que se ha
hecho en tiempos pasados, porque lo bueno y lo bello deben tener vida
perdurable y han de ser traídos al recuerdo de las nuevas generaciones. Nadie
sabe hasta que punto puede ser fecunda una buena palabra o una experiencia
aparentemente sencilla. Presentaremos a los maestros manifestaciones perennes
de la cultura argentina y universal porque la cultura es la fuente de juvencia
del educador. Les haremos llegar la voz de conferencistas que ellos, por
razones de tiempo o de distancia, no han podido escuchar. Les diremos que se
hace y que se piensa en el mundo en materia de educación y en los diversos
aspectos del arte y de la ciencia.
Nos interesa la critica, elogiosa o no, de cada numero de
nuestra revista porque deseamos que EL MONITOR DE LA EDUCACION COMUN sea eso:
"nuestra revista", es decir, el trasunto de lo que el maestro piensa,
de lo que es y de lo que ansia llegar a ser, no solo en su función técnica de
ensenar sino en su vocación permanente de aprender y hacer.
Fuente: Discurso de la Prof. Rosa Clotilde Sabattini de Baron Biza presidente del Consejo Nacional de Educacion con motivo de la Revista EL MONITOR DE LA EDUCACION COMUN, 1959.
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