Bs. As., diciembre 9 de 1955.
¿El Dr. Frondizi?
Si, señor.
-El Litoral desea
conocer su opinión sobre cuatro puntos de la actualidad politica argentina.
No hay inconveniente; los espero a las 19.
A la hora indicada estábamos
en el local de la calle Riobamba, donde ha establecido su cuartel de
operaciones el presidente del comité nacional de la UCR. Ambiente de febril
actividad, cosa explicable si tenemos en cuenta la proximidad de la fecha
señalada para la elección de autoridades partidarias en la Capital Federal.
Alem con su chistera,
Yrigoyen con banda y bastón presidencial y Honorio Pueyrredon con su rostro
cuidado de hombre de mundo. Nada más. Ningún otro símbolo de medulosa
significación partidaria. En la vasta antesala una multitud heterogénea que
comienza por exhibir meritos –a falta de condecoraciones- y termina por
reclamar audiencias para contar cosas que, posiblemente, no interesen a la conducción
de un movimiento cívico.
A las 19 se nos hace
pasar a un saloncito con unas sillas, un escritorio y un hombre joven que peina
canas cuando pudiera ocultarlas, como cierto “conductor” viajero. Su gesto es
franco y cordial; su sonrisa amplia.
Nos tiende la mano y
con perentoria franqueza exclama:
Estoy a disposición de ustedes.
No se alarme si cometemos alguna indiscreción. Es una mala
costumbre que adquirimos en los tiempos que se podía hablar sin censura y que
tuvimos que olvidar para no hacer compañía a los que se pasaban las horas en
Devoto, Las Heras u Olmos…
Los hombres de la democracia –corta de pronto el comentario el Dr. Frondizi- no deben
experimentar el temor a las indiscreciones.
¿Se siente
identificado el comité nacional de la Unión Cívica Radical con los hechos, los propósitos
y los hombres de la denominada popularmente “Revolución Libertadora”?
Coincidimos en sus líneas generales con el pensamiento de
los hombres de la revolución y no existe razón para que no participemos de sus
inquietudes y su acción, mientras que unas y otros sean la expresión de un
pensamiento político que busca restablecer los cauces de una democracia
vigorosa y sana, sin ataduras que puedan interferir en la conciencia cívica del
pueblo, sin distinciones de clases, ya se llamen pudiente, media, o
trabajadora. Nuestra postura, en tal sentido, es invariable y nos felicitamos
de nuestras coincidencias con el gobierno de la revolución.
¿Cree, ud que la
convocatoria a elecciones deba hacerse en un plazo mas o menos breve?
Hasta este momento no podemos hablar de fechas, pero estimo
que cuanto antes se proceda a llamar a elecciones será mejor. En este orden de
cosas no quiero decir que haya urgencias ni que sintamos la necesidad inmediata
de gimnasias comiciales. Es preciso, en primer termino desmontar la maquina
electoral pacientemente armada por el gobierno depuesto. Nuevos padrones,
controlados por los partidos, serán la expresión exacta de la ciudadanía. También
habrá que salir de la atonia a que nos llevara un sistema felizmente
extinguido. A veces me temo que el pueblo no advierta el cambio fundamental que
se ha operado.
A tales extremos que nos había conducido la dictadura.
Sin embargo –objetamos- los hombres del partido disuelto o
su jefe único e indiscutido solían hablar de los comicios mas puros a que había
asistido la Republica.
Exactamente. Una semana de tribuna libre y después el
vigilante en la puerta y los procesos por desacato que hacían del clima
electoral una tremenda realidad dictatorial.
¿Y los problemas
internos del radicalismo?
Se me acusa de dirigir el partido con un concepto personal,
pero se olvida que en un año y medio no he dado respuesta a ninguna de las
acusaciones que, sin fundamento alguno, se me han hecho. Los hombres del comité
nacional no hemos querido ahondar las heridas, en la esperanza patriótica de
que restaure el concepto de que los partidos se rigen por sus propias leyes,
por sus instrumentos de conducción y de gobierno. A eso tendrá que llegarse por
el camino limpio de la determinación de las mayorías partidarias. El radicalismo
no ha sido nunca expresión de unanimidades ni creo que deba serlo.
Del choque de las ideas y los sentimientos saldrá la fuerza
con cohesión que el país reclama para reemplazar a esa otra que no supo, no
pudo o no quiso educar a nuestro pueblo en la verdadera escuela del civismo.
Una ultima pregunta,
doctor Frondizi. Una pregunta y una reflexión.
El país esta enfermo de centralismo. Su historia, sus
acontecimientos y sus hombres actúan desde Buenos Aires e imponen desde la
Capital Federal sus doctrinas y sus pasiones.
Debo repetirles lo que he dicho muchas veces –nos manifiesta el Dr. Frondizi-
Yo no soy porteño. He nacido en Corrientes y pienso con
mentalidad nacional y no con mentalidad porteña. Creo que las provincias deben
reasumir la plenitud de sus derechos federativos, como creo, también, que es
deber de los partidos y los gobiernos dar a la vida cívica un contenido
municipal para evitar los centralismos a que ustedes se refieren. El municipio
ha de tener la fuerza de las instituciones llamadas a regular la vida democrática
de las sociedades consolidadas en los más altos afanes de bien público. Una vida
municipal depurada, con policía y justicia menor crearía el clima que necesita
el país para el desarrollo normal y progresivo de sus expresiones cívicas.
Ni más ni menos que la institución municipal propuesta en la
Convención Constituyente de 1921 por la representación demócrata progresista.
Así es. En eso han de coincidir los partidos de raigambre
popular. De mi sé decirles que he sido admirador sin retaceos de Lisandro de la
Torre y que sus grandes ideas han trabajado mi espíritu y el de los hombres jóvenes
del radicalismo que piensan que los grandes principios y las doctrinas son de
todos los hombres de buena voluntad que desean la convivencia política mas allá
de los intereses y las pasiones de los partidos en que militan.
Abandonamos la
charla. El Dr. Frondizi que nos acompañó hasta la puerta de la salita nos
atendió cordialmente la mano repitiéndonos que no dejáramos de frecuentar la
casa, siempre que nos llevasen propósitos informativos.
Fuente: Entrevista realizada por el Diario "El Litoral" al Presidente de la Unión Cívica Radical Dr. Arturo Frondizi, 9 de diciembre de 1955.
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