Sr. Nudelman. — Señor
presidente: el mes de julio ha sido llamado con razón el mes de la libertad: el
4 de julio es el aniversario de la independencia de los Estados Unidos. En
1776, es la primera gran nación americana que señala su nacimiento
institucional basado sobre los principios de la democracia y en los derechos
inalienables del hombre a la libertad, a la igualdad y a la felicidad; es la
patria de Washington, de Jefferson, de Madison y de Lincoln. El acontecimiento repercutió
profundamente en nuestra America y Europa y constituyo el antecedente inmediato
de la gran Revolución Francesa de 1789, que ilumino con su espíritu y sus
nuevos principios el horizonte de la humanidad.
El día 9 de Julio es el aniversario de la gloriosa
Independencia argentina de 1816, que sintetiza la irrevocable decisión de
investirse del alto carácter de «Nación libre e independiente» y de dar las
formas que exija la justicia para realizar el anhelo común de servir a la
libertad y cumplir el histórico destino entre los pueblos libres de America. Y,
por ultimo, el 14 de julio es aniversario de la revolución de Francia, fecha
del derrumbe de la Bastilla, símbolo del despotismo —por eso tiene significado
extraordinario y singular—, cuando el pueblo, en nombre de generosos ideales, abatía
el régimen feudal posibilitando la democracia y la libertad, con la Declaración
de los Derechos del Hombre y el principio de la soberanía del pueblo.
El 14 de julio es fecha de Francia, pero lo es también de la
humanidad. Francia, no obstante todas las tribulaciones circunstanciales, ha
sido siempre, considerada con razón, un poco la capital del mundo. El
simbolismo de la gran trinidad democrática —la libertad, la igualdad y la
fraternidad— esta presente en la maduración de nuestra propia conciencia histórica,
y en el pensamiento de los próceres desde la gran Revolución de 1810,
libertadora y justiciera, cuyo espíritu recogió la generación de 1837 que se
agrupo en torno a la Asociación de Mayo, bajo el genio visionario de Esteban
Echeverria, de Alberdi, de Gutiérrez, de Félix Frías, de Marco Avellaneda, de
Jacinto Pena, de Francisco Álvarez, de Vicente Fidel López, de Bartolomé Mitre
y de Sarmiento. Bajo esos principios se consolido la patria naciente, y siguen
siendo el signo de sus virtudes y de su gran sabiduría, no obstante las tribulaciones
y eclipses momentáneos.
Sarmiento, el maestro de la patria, pudo decir alguna vez,
en carta que dirigiera a David Peña:
«Había muchas vendas
espesas de ignorancia y de barbarie, y trate de arrancarlas. Oíd el ruido en
torno mío, ruido de cadenas que aun no estaban rotas, y me junte a quienes
forcejeaban por quebrarlas.»
La fecha que se celebra significa la caída del absolutismo,
y el paso de las ideas reformistas proclamadas entonces por los filósofos y los
enciclopedistas, y tiene tonalidad expresiva en las estrofas inmortales de La
Marsellesa, el canto universal de la libertad.
Francia, con su revolución, levanto la bandera y encendió la
pasión por el idealismo militante. Por eso todo el mundo celebra esta fecha
como propia. La historia de la libertad no es sino la lucha permanente entre la
reacción y el progreso, entre la cultura y la barbarie. Por eso llamamos a la
libertad generadora de cultura, libertad creadora.
El gran Michelet pudo decir, con razón:
«¡Quien, mas de cien
veces, en medio de las amenazas y de las seducciones que nos obsesionan,
"Vio ha renegado de la libertad! Y, sin embargo, se mueve en nosotros la
idea de la libertad. Hágase lo que se haga contra ella, hay algo que no quiere
ceder, que no acepta el yugo del hombre ni de la naturaleza, que no se somete
sino a la razón, a la ley, y que no conoce la paz ni la sumisión ante la
fatalidad.»
Este combate dura eternamente y constituye la dignidad del
hombre y la propia armonía del mundo.
En homenaje a la gran Francia, patria universal de los
principios de libertad, igualdad y fraternidad, que nosotros representamos a través
del hilo que conduce nuestra historia y que nutre permanentemente los ideales
de la Unión Cívica Radical, adherimos con toda emoción al homenaje propuesto
por el señor diputado de la mayoría. (¡Muy bien! ¡Muy bien! Aplausos.)
Fuente: Nudelman, Israel Santiago. En Defensa de la Democracia y de
la Moral Administrativa. Buenos Aires: Edición de autor, 1956.
No hay comentarios:
Publicar un comentario