Sr. Alem - Hay
dos escuelas, o mejor dicho, dos sistemas para la manifestación del pensamiento
y de los sentimientos: uno, por el cual se procede con circunloquios, con
ambages y hasta con sonrisas, no obstante la expresión adversa y hasta hiriente
que se revela en la voz y en los labios del que habla; y el otro el que procede
con franqueza, diciendo la verdad, llamando las cosas por su propio nombre, o
lo que suele llamarse ruda franqueza militar. Yo pertenezco a esta última
escuela.
He hecho esta pequeña digresión porque pienso, señor Presidente,
hablar muy claro al ocuparme del procedimiento que ha observado la Comisión de
Hacienda respecto al proyecto cuya resolución pende en este momento de la
Cámara.
Como el señor miembro informante ha dicho que la Comisión ha
cumplido con el mandato que recibió de la Cámara y ha pedido que su despacho
sea considerado sobre tablas, yo me voy a permitir decir algo respecto al
procedimiento de la Comisión.
Pasaron a la Comisión de Hacienda, señor Presidente, tres proyectos
tendientes a evitar la crisis o la especie de crisis, como ha dicho el señor
diputado, que existe actualmente: uno de ellos emanaba del Poder Ejecutivo;
otro emanaba del presidente de la
Comisión de Hacienda, a quien se le atribuyen conocimientos especiales
en materia económica, y a mi juicio con razón; y el otro firmado por dos
señores diputados, que no eran ni el Poder Ejecutivo ni economistas.
Sin embargo, señor Presidente, yo creo que esta Comisión, para
cumplir con su deber, debió haberse ocupado de todos los proyectos de cuyo
estudio fue encargada, tomando en consideración todas las ideas de quienquiera
que emanasen, sin fijarse en las firmas que llevaran los proyectos.
Esta era mi convicción y, con dolor, he visto que la
Comisión de Hacienda en esta circunstancia no ha creído oportuno seguir este
procedimiento; que se ha ocupado especialmente de dos proyectos: del que
emanaba del Poder Ejecutivo y del que emanaba del presidente de la Comisión de
Hacienda, a quien, como he dicho, se le considera competente en la materia.
El hecho de haber prescindido absolutamente la Comisión de Hacienda
del proyecto firmado por los señores diputados a que antes me he referido,
revela un soberano desprecio para las ideas sostenidas por esos señores
diputados...
Cuando se leyó ese proyecto en este recinto, señor
Presidente, se pidió el apoyo de los miembros de la Cámara para que pasase a
Comisión, a f in de que la Comisión de Hacienda se ocupase de él conjuntamente
con los demás proyectos que tienden a evitar la crisis. Tal fue la mente de la
Cámara, porque tal fue el pedido de los diputados que presentaron ese proyecto.
Yo he observado paso a paso el procedimiento de la Comisión de
Hacienda, y debo decir, francamente, que he extrañado cuando he visto que se
esquivaba tratar este asunto, esquivándose de cambiar ideas a su respecto,
hasta que al f in me convencí de que se trataba de hacer una absoluta
prescindencia, como efectivamente se ha hecho.
No se diga, señor Presidente, que ese proyecto era puramente
de carácter administrativo.
No, señor, era un proyecto que daba una nueva organización
al Banco y que resolvía de una manera más radical -no digo que se resolviera
bien o mal, pero sí de una manera más radical-, todas las cuestiones que toca
el proyecto en discusión.
Ese proyecto importaba cambiar el Banco de depósitos en Banco
de emisión; trataba de la conversión del papel moneda y trataba una porción de
cuestiones económicas de grande importancia y las resolvía de una manera
radical. Vuelvo a repetir; no sé si era bien o mal, porque eso no debo decirlo
yo, pero las resolvía.
Sin embargo, la Comisión ha creído que no debía estudiarlo, ni
tomarlo en consideración.
Yo digo que por respeto a la Cámara misma, cuando dos
diputados presentan sus ideas respecto a una cuestión, cualesquiera que sean
esas ideas deben ser consideradas; debe tomarse en cuenta, cuando menos, la
buena voluntad de esos diputados y no venir por cuestiones de amor propio a
hacer un soberano desprecio de un proyecto como el que hemos presentado,
porque, vuelvo a repetir que eso importa mirar con el más profundo desprecio a
esos diputados. Por consiguiente, yo quisiera que la Comisión dijese si ella
cree realmente que están de más aquí esos diputados, y espero que la Cámara
resuelva esa emergencia para tomar mi resolución.
En este concepto, pido que la Cámara resuelva antes de
ocuparse de la moción que acaba de hacer el señor diputado Rom, que vuelva a la
Comisión ese proyecto a f in de que dictamine sobre él.
Fuente: Organización del Banco Provincia de Buenos Aires, Cámara,
de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, Sesión del 16 de junio de 1873
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