Eran otros tiempos los que vivia nuestro pais, cuando asumia
la Presidencia de la Nacion, el doctor Arturo Illia.
El pais estaba como abrumado, como derrotado, a veces daba
la imagen de una división casi esquizofrénica entre los hechos y las palabras;
no encontraba el rumbo, prisionero nuestro pueblo de una desorientación que le
impedía encontrar ese rumbo. Tiempos duros y difíciles, por eso no alcanzó un
gobierno extraordinario para consalidar la democracia.
Es ya un lugar comun que enorgullece a todos los argentinos,
no solo a un partido politico, el afirmar todo lo que pudo realizarse en solo
mil dias de gobierno. Es ya un lugar comun hablar de un gobierno sin un solo
dia de estado de sitio, sin presos politicos ni gremiales.
Todos los argentinos conocen de que manera creció la
economia de nuestro pais durante esos meses de un veinte por ciento acumulado
en dos años.
Todos saben de que forma se defendió el prestigio de la
Argentina en el campo internacional, y de que manera nuestro pais se puso a la
cabeza de las naciones en vias de desarrollo, para reclamar justicia universal
y un nuevo orden economico internacional.
Todos saben de que manera aumento el salario real y todo lo
que pudo lograrse a traves de la instauración del sistema del salario minimo,
vital y movil; pero tambien todos hemos aprendido que a pesar de ello, durante
aquel tiempo en que los argentinos no habiamos encontrado aun nuestro rumbo,
fueron diversos sectores del pais –no por mala voluntad ni por falta de coraje,
sino porque los argentinos todavía, no habiamos encontrado el camino- los que
impidieron la consalidacion de la democracia y la afirmación de un gobierno,
que ya habia demostrado que era de los mejores gobiernos que habia tenido la
Nación Argentina.
Y así vimos entonces como obreros argentinos, llevados por
una minoria desarrollaron un plan de lucha que terminaria por impedirles
luchas, por revindicaciones elementales del sector obrero. Así vimos como
muchachos estudiantes en defensa de lo que llamaban los postulados fundamentales
de la reforma universitaria, se lanzaban tambien a una lucha que terminaria con
una noche de los bastones largos y la transformación de la Universidad
argentina en “enseñadero”.
Así vimos tambien como los sectores de la producción
preferian las alianzas corporativas para terminar en un proceso que todos
tambien conocemos y que nos llevo a la postracion economica y al aumento de la
dependencia en el campo economico de la Argentina.
Eran otros tiempos que sin duda han quedado grabados en la
memoria de todos los argentinos. Yo recuero muchas conversaciones con el doctor
Arturo Illia, y el siempre sostenia con verdadera tenacidad gandhiana que para
poco servia la lucha que podiamos realizar contra gobiernos autoritarios si al
mismo tiempo no haciamos la docencia de la democracia porque sin ella, esa
lucha podia llevarnos a cambiar un gobierno autoritario por otros gobiernos
autoritarios de otros signos.
Nos decia que hay una forma sola y unica de gobernar en la
Argentina, que es el respeto a la Ley y la Constitucion. Y señalaba que
solamente a traves del respeto de la Ley y la Constitucion, podiamos encontrar
los argentinos la forma de superar divisiones y enfrentamientos, que nos pueden
poner en el borde mismo de procesos de disolución social.
Creo que este es el mensaje para hoy, de Arturo Illia:
“La necesidad, no solamente de hacer buenos gobiernos sino
la necesidad de hacer docencia para la democracia”
Por eso, en estos dias que vivimos donde hemos alejado ya
para siempre el fantasma de la inestabilidad; y en estos dias que vivimos,
donde por encima de nuestras logicas discrepancias y en el marco del respeto
por las instituciones de la democracia, desarrollamos nuestra vida
institucional; en el marco del respeto por las instituciones de la democracia,
desarrollamos nuestra vida institucional; en el marco tambien de discusiones
que a veces son agrias, debemos recoger ese mensaje para proclamar sin
distinción de partidos politicos que por
encima del acierto o del error del gobierno lo que interesa a los argentinos es
una lucha permanente por el estado de derecho, por el debido proceso y por la
dignidad de los hombres.
La revolucion, decia Arturo Illia, es la Democracia, y
debemos seguir haciendo docencia democratica en el pais.
Para que nadie se confunda, para que nadie nos confunda,
para que no nos confundan minorias absurdas que no han entendido la razon de
ser de nuestra lucha para que todos comprendamos la necesidad de afianzar al
estado de derecho, para lograr la justicia y la paz entre los argentinos.
Y para que nadie se confunda, vamos a tener que superar los
obstáculos, desde luego, porque habra grupos minusculos, minorias que han
merecido la repusla del pueblo argentino, que intentaran utilizar esta epoca de
la reconciliación, de la justicia y de la verdad, para otros fines. ¿Qué tiene
que ver con la democracia el atentar contra ciudadanos que van a prestar
declaracion a los estrados judiciales?
¿Se hace esto en nombre de la Democracia? ¡Mentiras! ¿Se
obra así en nombre de la Justicia? ¡Falso! Esa es la justicia de los tribunales
populares y del paredón, no la del Estado de Derecho.
Tambien deberemos superar la confusion de las otras
minorias, porque los inconvenientes se superponen; estan por una parte los de
la izquierda drástica y por otra los de la derecha sectaria, pretendiendo
implantar un enfrentamiento en este tiempo de la recuperacion y de la esperanza
argentina, como en un espejo siniestro que nos estuviera exhibiendo en el
tiempo, los indicios que nos llevaron a una gravisima encrucijada nacional. Ni
una ni otra deformación sera tolerada por el pueblo argentino.
Un hecho nuevo tambien de naturaleza politica es que más allá
de nuestras discusiones politicas, las mayorias argentinas no tienen el derecho
de ser mayorias silenciosas en este tiempo.
Deberan expresar su pensamiento.
No voy, por supuesto, como Comandante en Jefe de las Fuerzas
Armadas, a imponer normas de disciplina autoritarias que impidieron en el
pasado reciente que el personal retirado de las Fuerzas Armadas se expresara políticamente,
pero es bueno tambien que se sepa que habra un limite para estas declaraciones,
y ese limite no sera el de la arbitrariedad del Comandante en Jefe de las
Fuerzas Armadas, sino el del Código Penal. Y aunque no se hayan incurrido en violación
a sus normas, bueno es que proclamemos todos de manera muy clara, que uno de
los crímenes más graves que se pueden cometer contra la patria es el golpe de
estado, que no puede ser justificado históricamente.
De modo que vamos a marchar todos en la construcción
pacifica de la Argentina en el estado de derecho, en el debido proceso, en la búsqueda
de la verdad, en el camino de la reconciliación, convencidos que cuando hay
desunion en la familia esta termina por destruirse.
Buscando encontrar los grandes comunes denominadores que sean
capaces de galvanizar una voluntad nacional, para decirle al mundo, que hoy nos
esta mirando con cierta curiosidad, que aquí es cierto que estamos viviendo un
tiempo nuevo y que sin arrogancia de ninguna naturaleza, nos disponemos a dar
el ejemplo al mundo, en cuanto a la defensa de la dignidad del hombre en todos
los terrenos que hacen a los derechos humanos.
Tiempo nuevo en la Argentina.
Mereceria hacber vivido este tiempo don Arturo Illia; con
sus dotes de estadista le hubiera sido facil, si hubiera encontrado a un pueblo
como el que hoy hemos encontrado nosotros, gobernar durante seis años. La
herencia es pesada, pero estamos mucho mejor que antes, porque todos hemos
aprendido muy duras lecciones y estamos absolutamente persuadidos que solamente
a traves de las instituciones de la democracia es como vamos a afianzar la
posibilidad de la justicia y de la paz en nuestra patria.
Arturo Illia nos dejos su mensaje de paz, de austeridad, su
sentido exquisito del respeto por la personalidad humana.
Vamos a transitar ese camino, exactamente ese mismo camino, y entre todos y todos juntos, vamos a hacer sencillamente la Argentina que nos merecemos.
Fuente: Alocución del Sr. Presidente de la Nación Dr. Raúl
Ricardo Alfonsín, en el Homenaje al ex mandatario Dr. Arturo Umberto Illia en
el cementerio de la Recoleta, 18 de enero de 1984.
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